Julian
—No podemos seguir aquí—murmura Archer, su mirada fija en las personas a nuestro alrededor. Desde hace días los reportes de almas poseídas han aumentado considerablemente. Las muertes, las torturas, los robos, nunca ha estado peor. No hay signos de Lucifer, pero sabemos que está aquí. No entiendo porqué o cómo pudo subir a la tierra si pudimos detener a su hijo.
Mis hermanos están haciendo todo lo posible por ayudar a los humanos para acabar con esta guerra, pero Lucifer ha subido más fuerte que antes, tiene mucho más poder del que nunca imaginamos, y más demonios de los que puedo contar. Ha matado a muchos de mis hermanos, arrancando sus alas, dejando a mi padre sin guerreros. Temo que esta sea una guerra de la que no podamos sobrevivir.
—No está aquí—anuncia Maia.
—Debe estar cerca.
—Tenemos que movernos antes de que alguno de ellos nos vea—apunta a los demonios fingiendo ser civiles.
—Miguel no va a estar contento—predice Archer. No sé en dónde más puede estar mi hermano, esperaba encontrarlo aquí peleando contra los demonios, pero su ausencia es evidente.
—No vamos a volver, seguiremos buscando—dictamino, cada minuto que pasa en la Tierra, nuestro poder disminuye.
No podemos matar a los demonios, eso sería un sacrílego, dado que estaríamos matando también a los humanos. Y hacer un exorcismo nos llevaría días, quizá años. Son demasiados, no podemos con todos ellos. Necesito a Evelyn, ella podría salvarlos, deshacerse de estos malditos demonios sin que los humanos corran peligro.
¿Cuándo vas a regresar amor? Te necesito. Yo más que nadie te necesito porque siento que muero cada día que paso sin ti. Ven por mi amor, regresa a mí.
Suplico como lo hago todos los días esperando que pueda escuchar mis plegarias.
—¡Julian! ¡Cuidado!—Maia me empuja evitando el golpe de un puño. Rápido regresa el golpe a la mujer que intentó agredirme. Archer la sostiene de los brazos permitiendo que Maia la deje inconsciente.
—Tenemos que irnos—dice Archer, más demonios vienen corriendo por nosotros.
Maia no espera que se acerquen, sostiene nuestras manos saltando lejos del pueblo. Regresando a la cabaña, ahora pintada con símbolos que camuflajean nuestro poder, para todos este lugar sigue deshabitado.
—Eso estuvo cerca—murmura ella recuperando el aire.
—No podemos seguir así. Seguro Morningstar sabe que lo estamos buscando—Archer se queja.
—Fue estúpido de ustedes suponer lo contrario—una voz externa se escucha en la esquina de la habitación. El demonio aparece de las sombras sentado en el sofá, esperando por nosotros. Se levanta de su lugar con parsimonia, poniéndonos a todos tensos con su presencia. Nos encontró.
—Hola hija, ¿me extrañaste?—saluda con una sonrisa maliciosa.
—¡No soy tu hija!—reclama Maia enfrentándolo. Archer la cubre con su cuerpo evitando que Lucifer pueda herirla.
—Tu madre puede confirmarlo, eres mi sangre Maia, no lo recuerdas porque las secuestraron antes de que pudieras nacer.
—Fuiste tú quién secuestró a mi madre—mi amiga lo mira con ira. Se mueve con toda la intención de golpearlo, Archer la detiene una vez más.
—Veo que te contaron una versión errónea de la historia, es una lástima saber que crees esas mentiras. Esperaba que me recibieras con los brazos abiertos, después de todo pronto será el día de nuestra reunión familiar.
—Nunca me uniré a tí.
—Lo harás hija, tarde o temprano—sentencia.
Aprovecho la oportunidad de que está distraído con mi amiga para moverme con la daga en mi mano, preparándome para atacarlo. Detiene mi mano antes de que logre apuñalarlo, atrapa mi cuello con tanta fuerza que corta mi respiración en segundos.
—Eres demasiado lento para mí ángel—se burla, acerca su rostro al mío con un fuego en su mirada, un fuego que nunca había visto y que me aterra.—Ahora, me van a decir en dónde diablos está mi ángel.