Evelyn.
—Evelyn—mueven mi hombro—Evelyn despierta.
—¿Qué pasa?—me quejo, no he dormido nada, apenas terminó mi guardia.
—Tenemos compañía—advierte Joel.
Abro los ojos despertando de golpe. Dos señores nos observan en frente del coche. Mis sentidos se mantienen en alerta vigilando cada uno de sus movimientos. Golpean la ventana a mi lado llamándome.
—¡Abre la puerta, Evelyn!—jala la perilla sin éxito.
—Arranca el coche—le ordeno a Joel antes de que el demonio logre arrancar la puerta.
—Si lo hago los voy a atropellar.
Los demás se acercan al carro golpeando sus puños contra el metal, van a destrozar la camioneta hasta arrastrarnos fuera.
—¡Hazlo!—grito cuando el vidrio de mi ventana se rompe en pedazos, el demonio es rápido en atacarme. Joel al fin arranca el coche manejando lejos de ellos. Impacta contra los dos demonios que estaban frente a nosotros. Estos se sostienen con fuerza del metal luchando contra la gravedad para no caer. Joel mueve la camioneta de un lado a otro hasta que por fin logra tirarlos. La velocidad del carro no disminuye, al contrario, Joel maneja temiendo que regresen en cualquier momento.
—¿Qué les pasó a esas personas? Parecían estar fuera de sí.
—Esas no son personas, en este momento están siendo poseídos por demonios—el miedo en sus ojos es evidente.
—¿¡Demonios!?
—Te dije que estaban búscandome.
—¡Mierda!—grita cuando uno de ellos aparece entre las sombras. El carro gira bruscamente evitando chocar contra él. Joel mueve el volante controlando la camioneta lo mejor que puede, revisa los espejos esperando que salga otro demonio en cualquier momento.
—No entiendo cómo me encontraron.
He sido cuidadosa, no he usado el suficiente poder para llamar su atención. ¿Cómo sabían que estaba aquí? Un golpe seco en la parte trasera llama mi atención, uno de ellos me mira por el vidrio que nos separa a los dos con una clara intención de matarnos. Al carajo con esto. Abro la puerta de mi lado de la camioneta.
—¿¡Qué crees que estás haciendo!?—grita Joel espantado.
—Van a terminar de romper tu camioneta si no los detengo, tú ocúpate de manejar bien y perderlos.
—Vas a morir si…—lo ignroro saliendo con sigilo hasta la parte trasera. El demonio me recibe gustoso con puños. Evito cada uno cómo puedo, es difícil mantener el equilibrio mientras el auto se mueve violentamente. Analizo los movimientos de mi enemigo antes de dar el primer impacto, lanza tres golpes antes de retroceder para volver a atacar. Observo el movimiento de sus pies, un paso adelante, ataca, dos pasos atrás. Respiro elevando mis puños protegiendo mi rostro.
Uno.
Dos.
Me agacho golpeando su pie derecho desestabilizadolo lo suficiente para caer, golpeo su vientre privandolo del aire, después su rostro escuchando un horrible crujido de su nariz.
—¡Maldita perra!—escupe rabioso.
Renacer me sentó bien, tengo más poder y fuerza que antes. Toco su cabeza induciendole el sueño. Joel hace otro movimiento brusco provocando que casi caiga de la camioneta. Por el rabillo del ojo puedo ver el demonio que logró evadir y cayó al otro lado de la calle.
—¡¿Puedes avisarme antes de hacer eso?!—me quejo.
—¡Avisando!—lo hace de nuevo, ahora caigo de nalgas al metal.
—¡Joel!
Continúa manejando como maniático, frena de golpe haciéndome caer, mi hombro impacta contra el metal con una fuerza brutal, este hombre quiere matarme de nuevo. Joel apaga el auto guardando completo silencio. Los demás demonios pasan de largo sin vernos. Elevo la cabeza lo suficiente para ver que estamos en medio del bosque, camuflajeandonos entre los árboles y la oscuridad que nos brinda la noche. Ninguno de los dos se mueve hasta estar seguros de que no van a regresar. Abre la ventana que da hacía atrás para verme por el pequeño agujero.
—¿Estás bien?
—Empiezo a creer que buscas deshacerte de mí—logro levantarme de nuevo.
—Estás bien—confirma. Segundos después lo tengo a mi lado viendo al demonio inconsciente bajo mis pies—¿Qué hacemos con él?
Arrastro el cuerpo del humano con el demonio dentro hasta el suelo, dejándolo en un lugar dónde es difícil de encontrar.
—¿Qué planeas hacer con él?
—Tenemos que dejarlo aquí.
—¿No puedes ayudarlo?
—Para eso tengo que hacer un exorcismo, después debo matar al demonio para que no pueda volver a poseerlo, y no tengo mi daga aquí para hacerlo—empiezo a mover el cuerpo del hombre hasta dejarlo en el pasto.—¿Tienes algo con filo?
Se remueve buscando en los bolsillos de su pantalón, saca una navaja multiusos.
—¿Qué vas a hacer?—me lo entrega dudoso.
—Crear un símbolo de retención—saco la navaja, corto la palma de mi mano dejando la sangre fluir hasta colisionar contra el pasto pintandolo de rojo. Me muevo dibujando el símbolo que lo mantendrá aquí por mucho tiempo.