Evelyn
Desierto de Karakum
Nubes oscuras cubren el cielo, el tono rojizo que irradian se mezcla con el amarillo de la arena dando un aspecto de fuego, el hoyo en el suelo escupiendo lava ardiente no ayuda con el aspecto tenebroso que tiene el lugar. Puedo ver las auras de los demonios salir, buscando un recipiente humano el cual portar.
—¿Cómo piensas cerrarlo?—Joel se para a mi lado, analizando la primera puerta del infierno, mientras yo me encargo de marcar su frente con mí símbolo—¿Qué me hiciste?
—Te protegerá de ser poseido—me encamino al portal planteándome frente a él. —Apud potentiae quae data es mihi—empiezo a recitar, cerrando el portal. Acomodo mis manos en el suelo dejando que el fuego me rodee—Et fortitudo quae caelum et infernum dona mihi, iussit quae nihil aliud exire de porta, quod ignis exeat et non fulget adhuc, quos ignis exeat et numquam revertere ad iterum luceat.
—¡Evelyn!—me alerta Joel.
Perros del infierno aparecen corriendo hasta mí para detenerme. Cierro los ojos concentrando toda mi energía en el portal. Repito las palabras una y otra vez, siento como el fuego se enfría poco a poco bajo mis manos.
—Tenemos que irnos, están demasiado cerca.
Niego, continuando recitando las palabras. Sus ladridos se vuelven más fuertes, la lava se congela justo a tiempo para darme oportunidad de salvar a Joel de un ataque de un perro. Golpeo al animal lanzándolo por el aire lejos de nosotros.
—Tenemos que irnos—sostengo su brazo para ayudarlo a levantarse, hago una mueca de dolor, aún tengo las heridas que el fuego me provocó abiertas.
—Tus manos—las inspecciona alarmado.
—No es nada—las escondo.—Se curaran, ahora necesitamos salir de aquí los demonios no tardan en llegar.
Detengo otros dos perros haciéndolos retorcerse de dolor, sus chillidos y gruñidos hacen eco por el desierto. Corro junto a Joel entre las montañas de arena escapando de ellos, pero es difícil correr en este suelo movedizo. Figuras humanas aparecen frente a nosotros, no necesito acercarme para saber qué se tratan de demonios.
—Tenemos que volar—es la única manera de escapar, los demonios comienzan a rodearnos al igual que sus mascotas.
—¿Cómo? No tenemos ni siquiera una avioneta—desplego mis alas siendo más clara.—No.
—Cállate y date la vuelta.
—No me vas a llevar volando—niega. Ruedo los ojos apareciendo detrás de él, ahora quién es el miedoso.
—Es volar conmigo o morir aquí—apunto a los sabuesos mostrando su filosos dientes listos para enterrarlos en nuestra carne. Joel maldice apretando sus puños con fuerza, apenas mueve la cabeza en asentimiento. Paso mis brazos debajo de los suyos para poder cargarlo, me elevo en el cielo mientras él grita cosas sin sentido.
—¡No me sueltes! ¡No me sueltes!—súplica retorciéndose en el aire, luchando por aferrarse a mis brazos lo más que se pueda.
—Es lo mismo que el avión, tranquilízate—repito sus palabras.
—Ya entendí, no es lo mismo—muevo mis brazos fingiendo que no puedo cargarlo.
—¡Evelyn!—grita pataleando.
—No voy a soltarte Joel—aseguro.
Sonrió viendo como se aferra a mis brazos. ¿Y decía que estaba listo para partir de este mundo? Vuelo hasta llegar al pueblo más cercano. Aterrizó detrás de unas casas abandonadas. Joel cae al suelo de rodillas recuperando la respiración.
—Primera y última vez que me cargas volando—sentencia aún temblando.
—Tenemos que movernos—observo las calles en espera de otro demonio.
—¿A dónde? Esos malditos nos siguen a todas partes.
—Puedes regresar si…
—Me necesitas ángel de la muerte—dice logrando levantarse del suelo.—No voy a irme para que cualquier demonio se crea con la autoridad de poseer mi cuerpo.
—Ya no pueden hacerlo—le recuerdo.
—Pero si pueden torturarme y solo tú puedes ayudarme a defenderme—sentencia firme en su postura.—Mejor explícame, ángel de la muerte, cómo pretendes cerrar los portales si esos bastardos siguen apareciendo, ahora con perros del infierno.
—Para este punto Moningstar debe saber lo que estoy haciendo, seguro tiene más seguridad en las otras dos puertas.
Joel suspira cansado, si va a acompañarme necesita recuperar sus fuerzas.
—Tenemos que dormir, no hemos comido nada y pronto va a anochecer—miro el cielo devorando la poca luz que aún queda.—Mañana saldremos apenas salgan los primeros rayos de sol.
—Buscaré un lugar en dónde podamos dormir—se gira mirando el lugar desértico.—Tenemos que caminar.
—O podemos volar—sugiero, niega inmediatamente aterrorizado con la idea.
—Será muy agotador para ti si…
—Puedo volar Joel, no hay problema—insisto ocultando mi sonrisa.
—Tendrías que cargar con mi peso muerto y estás cansada, no llegaremos muy lejos, lo mejor es caminar—vuelve a negar. Sonrío siguiéndolo, es muy obvio que intenta inventar cualquier excusa para no volar.