Davina
Me senté en un sillón que daba a las vistas de la inmensidad de la ciudad de Tokio. Kaito tenía un ático dúplex de muchos metros cuadrados en un edificio en mitad de la ciudad. Acomode mi dolorido cuerpo sobre el respaldo suspirando. Era un noche increíblemente despejada y, aun así, debido a la cantidad de contaminación lumínica que había, no se veía ni una sola estrella. Aprete la mandíbula con fuerza, mi corazón se estrujó con fuerza al recordar una cara en particular. Ya pasaron nueve meses desde que me subí a aquel avión camino a recuperar a su hermana, para nuestra sorpresa y sobre todo para la de Kaito, ella se había enamorado de un hombre de Lynx, les ayudamos a escaparse y fugarse juntos junto con su pequeño hijo. Solamente nos hicieron fatal dos semanas para llevar a cabo la misión, y ahora estábamos en Tokio desde entonces.
Durante nueve meses he estado entrenando artes marciales con Kaito y con su mano derecha, Daiko Satö, un tío de lo mas divertido. Dia tras día, sin descansar tan apenas, me adiestraron para saber defenderme. Me enseñaron a usar armas de fuego, bastones, y en el último mes, habían comenzado a enseñarme a usar la catana, que, sin duda, era mucho mas entretenida que una pistola.
Sentía que muchas cosas habían cambiado en mí, poco a poco me estaba convirtiendo en alguien capaz de muchas cosas. Molly, mi amiga, seguía aquí con nosotros, ella también venía a algún entrenamiento, pero prefería mil veces entrenar de otra manera con Kaito.
Si, a los tres meses se enrollaron. En primeros términos dejaron claro que lo suyo era totalmente carnal, aunque yo sabía que eso podía salir bien o muy mal. Cuando juntas el sexo con la posibilidad de comenzar a sentir algo mas por la otra persona estas perdido.
La búsqueda de Belov estaba siendo mas complicada de lo que ninguno nos llegamos a imaginar, el perro se fue a esconder con Lynx y su puto padre. Matar al ruso era una cosa, pero que Kaito le declarase la guerra a la mafia turca era otra historia, la mafia de este a penas se estaba recuperando después de que destronase a su padre. Sabia de sobras que el tiempo aquí se me estaba acabando, tarde o temprano tenia que volver con... con él. Yo, ante los ojos del consejo de mafias, era la mujer de Diablo y para que Kaito entrase a la organización de mafias no podían sacar conclusiones precipitadas sobre que hacia la mujer de otro mafioso con él.
Mi corazón seguía doliendo de igual forma que el ultimo día que vi a Raynard, era increíble como me era imposible olvidarme de él, como me era completamente inútil dejar de estar enamorada de aquel alemán. Él me buscó, y a través de Aria, le dije que me dejase en paz, que necesitaba hacer esto por mí, por Derek. Necesitaba tiempo.
Aria estuvo durante mucho tiempo enfadada conmigo por irme de aquella manera, pero a los tres meses comenzamos a hacernos videollamadas todas las semanas varias veces. Le echaba muchísimo de menos, era mi hermana, mi alma gemela. Dentro de muy poco se casaba con Jakob, exactamente dentro de dos semanas. Iba a ser el día que Diablo y yo tendríamos que vernos las caras.
Suspire llevando mi mano al colgante donde estaba el anillo que me dio.
- Ángel. – Gire la cabeza viendo a Kaito entrar con el pelo mojado y el pecho desnudo.
Rodé los ojos divertida volviendo mi vista a la infinidad de la ciudad.
- Voy a echar de menos este lugar. – Dije notando como se sentaba en el sillón que había a mi derecha.
- Podrás venir cuando quieras. – Le miré por fin. – Pero es hora de...
- Lo sé Kaito, lo sé.
- Tienes que hacerle frente Ángel, tienes que estar con tu hombre. – Esbocé una sonrisa triste.
- No hemos encontrado a Belov. – Le dije.
- Si lo hemos hecho, pero es mas complicado de lo que pensábamos. – Me masajeé el cuello. – Necesito que la organización de mafias me apoye y me admita. – Suspiro inclinándose hacia mí. – Mantengo mi promesa Davina. – Curve los labios con sinceridad. – Pero debo tener apoyo y respaldo.
- Esta bien Kaito, lo entiendo.
Se levanto haciéndome un gesto para que le hiciese un hueco en el sillón que yo estaba sentada, obedecí divertida, alzo su brazo por mis hombros y me atrajo a él. Deje caer mi cabeza a sobre su hombro izquierdo. Este japones se había convertido en mi mejor amigo aquí, quien lo diría, ¿verdad?
- Lo encontraremos. – Beso mi coronilla. – Por cierto, me gusta lo que te has hecho en el pelo.
Ah si, después de muchos años me corté el pelo por los hombros, una forma de más de hacer un cambio en mí.
- Molly me ha pedido que vaya con ella a la boda. – Me incorporé un poco con una ceja alzada. – Le he dicho que sí. – Se encogió de hombros. – Algo me dice que quiera darle celos a ese tal Igor. – Bufé negando varias veces.
No aprobaba eso.
- Te dije que no te...
- No me he enamorado de ella. – Gesticule de una forma excesivamente expresiva. – Me gusta mucho, pero enamorarme de ella seria un riesgo para mí. – No le creí.
- Bien... Si vienes tu que venga Dai también. – Ahora el turno de elevar la ceja derecha fue de él. – No por lo que crees.
- ¿Segura? – Aprete los puños con fuerza.
- No quiero darle celos a Raynard. – Miré hacia el ventanal. – No cuando mi corazón nunca ha dejado de pertenecerle.
Me atrajo de nuevo hacia él. Y nos quedamos durante una hora así, callados mirando hacia la ciudad que nos rodeaba.