El Ángel del Infierno.

- CINCO -

Davina

Desde que acabe con la vida de Caníbal con mis propias manos, en ese mismo instante deje de verme de la misma forma. Miraba mi reflejo en el espejo todas las mañanas antes de salir de fuera cual fuese mi habitación en aquel instante y solo veía un monstruo. Estaba muy bien sentirme fuerte, pero eran muchos los momentos en los que solo podía ver mi peor faceta. Era una asesina, había matado a tres hombros en concreto y no tuve que pagar nada por ello. Dios, me dolía al respirar cada madrugada que me despertaba hiperventilando. Todas las malditas noches tenia el mismo sueño, cambiaba algún factor poco relevante, al final era el monstro en el que me había convertido quien me perseguía sin descanso.

No me arrepentía de matar a Caníbal, tenia que vengarme, tuve que hacerle pagar de la peor manera todo lo que hizo y estaba por hacer. Y, sin embargo, ahora, tenia a alguien mas en mi lista negra.

Belov y Lynx.

Mire el puño de mi mano derecha observando como las postillas de las heridas de aquel golpe al cristal estaban casi por desaparecer, una semana paso volando delante de mis narices. Cero encuentros con Raynard desde entonces, absolutamente nada. Molly y yo estábamos completamente ocupadas con Aria ayudándole a finiquitar los asuntos de su boda. Pasado mañana era su boda y hoy tendríamos la cena con la familia de ambos.

DE AMBOS, en mayúscula.

Mis padres vendrían a aquella cena también por petición de Aria, ellos el día que volví a Alemania decidieron comprarse una autocaravana y ver mundo, estaba muy orgullosa, feliz y fascinada con ellos. Decidieron hacer una parada en Nueva York para estar el día de mi amiga junto con ella. ¿Mafiosos y personas normales que no tenían ni idea de quienes eran los otros en una misma finca? Si. Jakob advirtió a los miembros y amigos de diversas mafias que la familia de su mujer no tenían ni idea de quien era la gente de la que se rodeaba, así que todos guardarían las formas.

O al menos, eso esperaba.

Raynard y yo debíamos de estar juntos, estaba segura de que sus amiguitos mafiosos cercanos estarían enterados de todo, pero aun así lo mejor era fingir.

Fingir... ¿no?

Suspire bajando la mirada del espejo de mi baño al sentir la luz de mi móvil deslumbrarme. Abrí un correo que me había llegado de la universidad dándome la enhorabuena por haber aprobado todas. Nueve meses fuera y nueve meses estudiando online, no fue para nada fácil hacerlo, pero mi carrera, que era historia, era de empollar y empollar. Se me daba bien la historia y por eso decidí estudiar eso, me encantaba saber de todo lo que sucedió en nuestro pasado, como habíamos llegado a estar donde estábamos y la cultura de la que nos nutríamos. Sonreí un poco al leer el mensaje, no eran las mejores notas del mundo, mas bien algo mediocres, no obstante, estaba contenta de pasar de curso con todo aprobado, era un logro haberlo conseguido pese a la situación en la que me encontraba.

Después de ponerme un cómodo chándal negro, guardé el móvil en el bolsillo de la chaquetilla de este y decidí que era hora de bajar. Llevaba despierta desde las cinco de la mañana, me quedé mirando por la ventana mientras escuchaba música durante horas, me crují el cuello observando la hora en mi reloj deportivo de mi muñeca, las ocho de la mañana.

Baje las escaleras de la casa de mi amiga parándome a mitad de ellas, escuche la risa de mujer muy escandalosa venir del salón principal, fruncí el ceño confusa. No me sonaba de nada, entendía que la familia comenzaría a llegar por la mañana, pero vamos, eran las ocho. Salte el último escalón acercándome con sigilo a la sala. Una mujer de metro setenta y cinco, por lo menos, morena de piel blanca como la leche y unos enormes ojos verdes se reía con Raynard.

Y para mi sorpresa este tenia una sonrisa sincera en la cara.

Bueno, joder. Eso fue como una patada en el estómago. Aria y Jakob se reían con ellos, estaban sentados en dos sillones a parte en pareja, parecía que nadie me había visto, así que hice lo que en ese momento me pareció lo indicado, me di media vuelta en silencio dispuesta a irme cuando mi amiga me llamo.

-        Davi. – Aprete los labio soltando el aire de mis pulmones muy despacio.

Me giré algo tensa, metí mis manos en los bolsillos de los pantalones.

-        No quería molestar. – Musite mirando hacia la gran ventana a mi derecha.

-        Nunca molestas. – Aria se levanto llamando mi atención. – Mira, ella es Irma. Amiga de la infancia de Jakob y Raynard. Crecieron juntos, junto con Molly y De... Derek.

Miré a aquella mujer que me miraba con demasiada curiosidad, una pequeña espina se clavo en mi corazón al escuchar el nombre de mi amigo. Me rasque el cuello intentando forzar una sonrisa, no obstante, desde que mataron a Derek y a Landon me costaba hacerlo. Me era más fácil permanecer seria sin mostrar expresión alguna.

-        Un placer. – Esta se levantó directa a mí.

Me moví incomoda.

-        Ray me hablo mucho de ti. – Miré de reojo a Diablo quien me miraba de esa manera tan intensa que solía hacer.

-        Oh. – Solté simplemente. – A mi de ti no.

Eso pareció sorprenderle pues abrió los ojos impactada. Poco a poco esbozo una sonrisa que me daba a entender que era sincera. Sentí la necesidad de corregir mi frase anterior.

-        Bueno, hay muchas cosas que nunca me ha contado. – Me encogí de hombros. – Así que no me sorprende.

-        Ya. – Se rio. – Tanto Jakob como Raynard tienen esa manía.

-        Bueno, yo... -

-        ¡IRMA!

Molly a mis espaldas apareció de la nada gritando el nombre de la que era su amiga. Di unos pasos hacia atrás con la intención de desaparecer cuando Diablo agarro mi muñeca y me saco de la habitación. Fruncí el ceño, su agarre era firme y sus pasos demasiados largos. Paro en seco cuando llegamos a una esquina del Hall de la mansión. Solté mi mano bruscamente.




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