DAVINA
Mis mejillas estaban ardiendo desde el momento que Raynard me propuso meternos juntos en el jacuzzi.
Desnudos.
Suspiré temblorosamente, me giré para que no fuese consciente de mi reacción. Había soñado con algo así miles de veces en Japón, pero ahora que me lo estaba ofreciendo me sentía una estúpida por reaccionar con tanto nerviosismo.
Una vez desnuda giré sobre mis talones encontrando a Raynard en su máximo esplendor de desnudez, inevitablemente mis ojos fueron a su miembro y cuando volví a mirarle a la cara tenía esa típica sonrisa ladeada suya.
Egocéntrico.
Me ofreció una mano para entrar al jacuzzi, sin dudarlo la cogí metiéndome en el. El agua estaba calentita, perfecta para un baño de burbujas. Me senté sin dejar de mirarle, quedando uno en frente de otro en total silencio, únicamente se escuchaba el burbujeo constante que hacía al expulsar el aire sobre el agua. Me mordí el labio inferior mirando a mi alrededor.
Raynard me miro con demasiada seriedad, sus ojos eran dos enormes tormentas mientras su mandíbula se apretaba con fuerza.
¿Por qué me soltaba aquellas cosas?
Mi respiración comenzó a acelerarse, pues Diablo se fue acercando a mi hasta quedar en frente. Abrió mis piernas con delicadeza y se quedó de rodillas sin dejar de mirarme a los ojos, con sus manos aun en mis pantorrillas.
Empezó un recorrido por mi abdomen, rodeando mi pecho hasta pellizcarme un pezón provocándome un quejido de placer.
Solté un gemido de excitación, mi parte baje estaba palpitando con tal fuerza que hasta dolía. Aunque el siguiente gemido que solté por la boca fue porque su otra mano empezó a hacer círculos en mi clítoris.
Diablo iba a llevarme al mismísimo infierno.
Cogió mi barbillas con su otra mano obligándome a mirarle a los ojos.
Mis manos que estaban agarradas con fuerza sobre el asiento del jacuzzi fueron a su espalda para pegarlo más a mi cuerpo. Necesitaba sentirle al completo, había añorado tanto el contacto físico de Raynard que no iba a salir servida nunca, él era mi droga favorita.
Lleve una mano a su miembro caliente y palpitante provocando que gimiese.
Gruño lanzándose a mis labios.
(…)
Después de la sesión de sexo en el jacuzzi me saco en brazos para un segundo asalto llevándonos a ambos de nuevo al orgasmo, ¡al maldito mejor orgasmo!
Joder.
Estábamos tumbados en la cama mirando hacia el techo, yo apoyada en su pecho y su brazo sobre mis hombros mientras su mano acariciaba mi piel con delicadeza.
De esas que tan pocas veces se escuchaba salir de Raynard.
Gire sobre mi cuerpo apoyando mis manos sobre su pecho, le miré con una enorme sonrisa y le bese. Sus manos comenzaron a acariciar mi cintura y el tono de aquel beso se tornaba mucho más caliente cuando aporrearon la puerta.
Ambos comenzamos a vestirnos con rapidez. Mi vestido debía de estar en la habitación de Molly, así que me puse unos vaqueros y una camiseta básica junto con unas convers blancas. Llevaba el pelo algo húmedo y despeinado, así que me hice una coleta alta agarrando el móvil de la mesilla. Le di un rápido beso a Raynard riéndome de nuevo porque no me soltaba, el tan solo llevaba unos vaqueros y una camiseta blanca abierta.