El Ángel del Infierno.

-VEINTISIETE-

DAVINA

Subida encima de la encimera de la cocina, agarré los cereales con chocolate. Me giré y de un salto aterricé en el suelo con una enorme sonrisa. Llevaba puesto un pantalón largo y una camiseta ancha de Raynard. Demasiado pronto por la mañana se levantó para irse a correr con Jakob por la finca.

Yo prefería seguir durmiendo.

Abrí la nevera sacando la botella de cristal donde está la leche y me serví en un cuenco de porcelana, seguidamente me eche los cereales dejando la caja al lado, porque probablemente me echaría de nuevo. Escuche un carraspeo a mi izquierda, justo donde estaba la entrada a la cocina, Irina entró como si fuera su casa.

¿Cuándo ha entrado ella a mi casa?

Alcé una ceja dejando la cuchara de nuevo en el bol.

  • Acabo de llegar, si esa es tu pregunta. – Rodé los ojos. – Y no vengo sola.

A sus espaldas apareció un guapo japones. Salté de la silla y fui a darle un abrazado, este se rio agarrándome con fuerza.

  • ¡Qué haces aquí! – Sonó más como una exclamación que como una pregunta.
  • Nos vamos a quedar en la casa de invitados durante una temporada, Ángel. – No pude evitar esbozar una enorme sonrisa. – Irina, Aeron y yo. – Arrugué la nariz al escuchar aquella combinación. – Nuestras mafias van a estar conviviendo hasta que cacemos a Lynx y a Belov.

Al escuchar ese último nombre no pude evitar sentir un ardor recorrerme el cuerpo entero, en mis adentros tenía unas locas ganas de acabar con la vida de aquel hijo de puta. Acabaría con él, primero me mirara a los ojos y me suplicará por su vida. Y cuando lo haga le pegaré un tiro en el estómago y dejare que muera totalmente desangrado delante de mis putos ojos.

  • Ángel. – Volví a la realidad.

Kaito era capaz de leerme al completo, tampoco es que fuera muy transparente, pero a mi amigo se le daba demasiado bien saber lo que mis ojos están gritando.

  • Te hice una promesa. – Asentí esforzándome por sonreír.
  • Lo sé.

Escuché una risas provenir del salón, acudí allí viendo a Daiko reírse a carcajadas con Aeron, y eso era nuevo porque Aeron nunca se reía. Parecía que tenía un palo metido por el culo las veinticuatro horas del día. En cuanto Daiko me vio me dio un fuerte abrazo girando sobre sus talones.

  • Como esta mi ninja favorita. – Me reí dándole un empujón cuando me dejo en el suelo. – Hasta con ese pijama de vagabunda estas buenísima. – Rodé los ojos y solté una carcajada cuando Kaito le dio una colleja.
  • ¡Se educado! – Le reprendió.

Me acerqué a Aeron aun riéndome y le extendí una mano. Este me miró con una ceja alzada, achiné los ojos tratando de averiguar lo que por su mente pasaba. Finalmente agarró mi mano dándome un suave apretón. Sin embargo, Camey, su mano derecha, quito a su jefe para darme un breve abrazo. Fue derecho a saludar a Kaito, mientras el irlandés me seguía mirando.

  • ¿Qué? – Le pregunté exasperada por su intensa mirada.
  • Te ganaste mi respeto la otra noche. – Abrí la boca sorprendida. – Entiendo porque a Diablo le gustas.
  • ¿Me estas vacilando? – Pregunté desconfiada, esté miro hacia otro lado ladeado una sonrisa.

¡Otra sonrisa!

  • Aeron es así. – Una suave y dulce voz me saco de mi ensoñación. – Lo dice enserio.

Salió de sus espaldas, una chica de mi edad que mediría lo mismo que yo, sin embargo, su cabello rojo caoba y sus rasgos eran tan suaves y delicados que parecía una muñeca de porcelana.

  • Soy Elodie. – Aun analizándola acepte el abrazo que fue directa a darme.

Confundida, pues esta chica me sonaba, aun con sus brazos sobre mi cuello miré a Aeron que me miraba de nuevo con seriedad.

  • Yo Davina. – Esta me sonrió asintiendo.
  • Iré con Camey. – La ví alejarse hacia donde estaba el grupo riéndose a carcajadas.

Volví mi mirada hacia el irlandés que me tenía los brazos cruzados, de un segundo a otro caí en quien era. El día que fueron a rescatarme cuando caníbal me secuestro vi a Aeron salir con una mujer en brazos, probablemente de una de las celdas que tenía el padre de Kaito donde a mí también me tuvieron retenida.

  • Ella es… - Asintió antes de que terminase la frase. - ¿Es tu novia?

Para sorpresa de todos, de forma sutil, sus mejillas se sonrojaron. Alce ambas cejas asombrada por su reacción.

  • No. – Musito cortante.

Le miré de forma burlesca, me mordí la lengua con un aire de vacile hacia él.

  • Pues no sé a qué esperas. – Este frunció el ceño.
  • Eso no te…

La voz de Diablo interrumpió a Aeron, le guiñe un ojo al irlandés yéndome directamente a Raynard que entraba en casa completamente duchado y con un traje negro que le quedaba de escándalo. Seguramente se duchase en casa de Jakob, dando un buen bateo a mi alrededor me di cuenta de que era la única que iba en pijama, pero vamos, ¡estoy en mi casa!

  • Ray. – Me agarró la cintura y me dejo un suave beso en los labios.
  • Perdón por no advertirte, no sabía que iban a venir a casa. – Negué quitándole importancia. – Te queda mi camiseta perfecta. – Susurró en mi oído.
  • Además, no llevo sujetador. – Le sonreí de vuelta.

Sus ojos se oscurecieron provocando que soltase una carcajada.

  • Iré a cambiarme. – Este recorrió con su mirada mi cuerpo.

(…)

Raynard y Jakob acompañaron a todos a la enorme casa de invitados que había en una de las esquinas de la villa. Andando había quince minutos, así que la mayoría fueron en coche para poder llevar todas las pertenencias personales. Lo cierto es que no sabía cómo iba a ser la convivencia entre aquellas tres mafias, sabía que Aeron se llevaba bien con Kaito, pero Irina miraba a todos por encima del hombro. Junto con ella no pude ver a su mano derecha, por lo cual algo me decía que no tenía una.




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