Prólogo

Entre el cielo y el infierno, siempre ha habido luchas cada cierto tiempo, las fuerzas del bien y del mal siempre quedaban parejas, por eso todavía en la Tierra el equilibrio entre la luz y la oscuridad se ha mantenido por los siglos de los siglos.

— Pequeña ¿De nuevo irás? Solo es obligatorio participar 6 veces en las batallas por la luz, y tú ya llevas 12 — le dijo Dios a una ángel bastante delicada.

— Me gusta luchar por el bien. Siento que es mi deber.

— Eres muy valiente. Nos vemos.

En el campo de batalla, en un lugar entre los dos frentes, ambas fuerzas lucharon de nuevo, muchos murieron, ya que al ser alcanzados por los rayos violetas caían en un sueño que los dejaba vulnerables, y con un simple golpe luego desaparecían.

Los que no eran exterminados, eran llevados para ser cuidados por sus congéneres.

En una de esas peleas, un demonio con un aro en forma de rayo oscuro en su oreja izquierda vio una ángel caer, su rostro dormido lo enamoró inmediatamente, se dio cuenta que no podía dejar que nadie la desapareciera. La tomó en sus manos y la protegió de sus compañeros.

Cuando termino la pelea, solo quedaron en el lugar los que se llevaban a los durmientes eternos que sobrevivieron, el ser oscuro quedó con el de luz sin saber que hacer, ya no podía volver al infierno, ni ir al cielo porque lo destruirían, y la bella ángel seguiría durmiendo hasta el fin de los tiempos.

En ese momento juró a la durmiente que encontraría la forma de salvarla de ese triste destino, así que huyó de los demonios y ángeles, y se escondió en el mundo de los humanos, con ella.