El Ángel en el baño.

4. El ángel liberado.

Estuvimos mucho tiempo sentados sin decir nada.

Por un momento, creí que Dante se levantaría y se marcharía. Pero no lo hizo.

Después de mucho tiempo, senti como se removía a mi lado sus labios besaban mi hombro.

Lo miré. Sus ojos se encontraron con los míos y sonrió. Se acercó y me besó con lengua incluida. Olvidé todo lo que habíamos estado hablando y me dejé llevar. Sin darme cuenta, Dante ya se encotraba sobre mí, entre mis piernas, rozando su duerza con la mía.

-Entra. – Le pedí.

-Con paciencia. – Contestó.

Su boca adoró mi cuerpo. Me sentí feliz. De verdad que nunca había recibido tanto placer. Luego, giró mi cuerpo y besó mis alas rotas. Nunca sabré como supo exactamente donde poner sus labios, pero el placer que sentí al recibir su amor fue inimaginable. Beso mi espalda baja y mejillas, bajando por los muslos, hasta llegar a los pies. Regresó y tomó con sus dos manos nuevamente mis mejillas, abriéndolas.

Sentí su lengua caliente saborear aquel lugar que había sido llenado muchas veces, pero nada se había sentido así. Cerré los ojos de puro placer cuando uno de sus dedos mojando en saliva se apretó contra mi entrada y con delicadeza entró. Más dedos fueron uniéndose a ese hasta que con facilidad entraban y salían, y yo gemía como nunca antes.

-¿Listo?- Preguntó, y pude sentir la punta húmeda de su miembro rozando mi entrada.

-Sí.

Con fuerza me giró. Lo miré entonces. ¿Acaso no me iba a tomar?

Sonrió y subió mis piernas a sus hombros, elevando mi cadera. Posicionó la cabeza de su miembro y muy lentamente entro. Gemí. Era tan grande.

Sus caderas se movieron con lentitud al inicio, pero mientras más tiempo pasaba, más queríamos ambos que se moviera, así que aumentó la velocidad.

Sus embistes frenéticos hacían que sus testículos chocaran contra mis mejillas y el golpe de su carne con la mía se sentía maravilloso. Nuevamente aquel sentimiento que había surgido antes en mi pecho se desplegó, rodeándonos. Miré la cara de Dante, encontrandome sorpresivamente con sus ojos.

-No puedo... dejar de mirarte... eres hermoso.- Dijo.

-Tú también lo eres.- Gemí cuando embistió con fuerza, tocando un lugar dentro de mí que me hizo ver las estrellas.

Sus penetraciones volvieron a dar una y otra vez con ese lugar y yo gemía, sintiendo la bien conocida sensación de estar cerca del borde. La mano de Dante tomó mi miembro y lo sacudió, apretándolo, lo que aumentó el placer en mi cuerpo. No tardé mucho en vaciarme en su mano, descubriendo que él también lo había hecho dentro de mí cuando gritó y dejó caer su cuerpo encima del mío.

Los segundos, minutos y horas pasaron, y nosotros seguíamos así, uno encima del otro.

-¿Ángel? – Escuché su voz y sentí sus labios en mi cuello cuando hablo.

-¿Sí?

-Quiero quedarme contigo siempre.

La sensación que ya estaba desplegada y que había sido generada en mi pecho, explotó en miles de partículas.

-Yo también quiero que lo hagas.

Estaba ansioso por hablar y descrubrir nuevas cosas con el hombre que estaba encima de mí. No importaba que el tiempo fuera una limitante en su caso, yo estaba feliz si él podía estar a mi lado al menos un segundo más.

FIN

 




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