- ¡¿Zarasel es tu hermano?! - dijo sorprendido Noré.
- Sí, así es. Disculpa, pensé que te lo había dicho antes...- respondió Anaciel.
- No, no lo sabía. Tampoco lo hubiese imaginado. Son muy diferentes...-
- Sí... sé que Zarasel puede ser rudo, pero es un buen hermano. Tener que ser un guardián no ha sido fácil para él...-
- ¿A qué te refieres? -
- Él es mi hermano mayor, el único que tengo, siempre fuimos muy unidos, lo compartíamos todo. De muy joven demostró ser un habilidoso guerrero y cuando los arcángeles lo descubrieron lo llevaron a un palacio para prepararlo y que sea un guardián divino, así que repentinamente nos separaron... Cada tanto el venía a visitarnos, yo lo extrañaba mucho, pero decía que no podía oponerse a las decisiones de los arcángeles, su voluntad es absoluta.
Cuando nos encontrábamos en público ni siquiera podía tratarlo como a un igual, debía dirigirme a él como mi superior, eso me llevó tiempo entenderlo, ya no podía ser afectuosa con él.
Cuando el oráculo me designó como sucesora yo era muy pequeña y mi hermano abogó para que creciese con mis padres el mayor tiempo posible y no tuviese que ser separada de ellos como le ocurrió a él, diciendo que se haría cargo de mi seguridad. Ahí fue cuando entendí que su amor por mi seguía intacto, hasta que llegó el momento en que no pudo aplazarlo más y fui llevada al palacio.
Me sentía muy sola ahí dentro, que tuviésemos que tratarnos con tanta distancia pese a que nuestras miradas decían otra cosa era muy triste. De seguro está muy preocupado por mi en estos momentos...- dijo ella y entristeció su mirada.
- No te preocupes, aunque creo que él me detesta, le prometí que te sacaría de aquí... no estoy seguro de que confíe en mi palabra, pero así será -
- Entiendo...-
- No estés triste... te mostraré algo que quizás te guste - dijo Noré mientras se ponía de pie y caminaba en dirección a un hermoso piano blanco que estaba en la esquina del salón.
Tomó asiento y con sus propias manos interpretó una simple pero hermosa melodía, Anaciel sonrió impresionada - ¿Te gustó? - preguntó él.
- Sí, fue muy hermosa -
- La hice para ti -
- ¿Para mi? , ¿Sabes hacer música? - preguntó ella mientas se acercaba más.
- Aún no del todo, es algo complejo, pero aprenderé a hacer cualquier cosa que te haga felíz - dijo con una sonrisa.
- Noré... siempre eres tan gentil...- agradeció ella mientras lo abrazaba por detrás y le daba un tierno beso en la mejilla.
En medio de esa atmósfera romántica, ninguno de los dos podía imaginar que estaban siendo espiados desde afuera por un diminuto sirviente de Hazar.
Aquel Diablo, desde la intimidad de su habitación en el segundo reino, podía ver a través de una bola de cristal todo lo que los ojos de ese demonio alcanzaban.
Y allí estaba ella, verla amar a Noré de esa forma lo hería profundamente, podía sentir como el fuego de los celos ardía en su pecho.
Mientras bebía una copa de sangre, Hazar comenzaba a perderse en sus recuerdos. Profundas memorias que había intentado con desesperación olvidar, de aquellos días en que conoció a Anna...
Muchos años atrás, Hazar recorría las calles de diferentes pueblos en busca de compañía femenina y del placer que esta traía. Bajo una cabellera rubia e imnóticos ojos color miel seducía a cuanta dama cruzara en su camino, haciéndose llamar Alan.
Sus favoritas eran las mujeres casadas o comprometidas, ya que eran atrevidas y desenvueltas en la intimidad.
Así, pasaba los días de su juventud divirtiéndose en el mundo humano, sin aferrarse a nada, sólo siguiendo sus más básicos instintos lujuriosos.
Otra de las cosas que disfrutaba era del café preparado por los humanos, su aroma agradable y sabor eran una tentación para él, así que le gustaba recorrer los bares y cafés de los diferentes pueblos que visitaba, y en uno de ellos la conoció...
Una joven dulce y muy hermosa, de sonrisa contagiosa y brillantes ojos verdes, llamada Anna.
La muchacha trabajaba como mesera de un pequeño café durante la tarde hasta la noche.
Desde que la vio por primera vez Hazar no pudo quitarle los ojos de encima, apenas estaba entrando en la madurez, era de baja estatura pero de cuerpo esbelto, cabello corto castaño y de apariencia humilde. No era para nada llamativa, pero su belleza natural resultaba innegable.
Aunque la joven lo atendía de manera amable, Hazar apenas podía responderle, se sentía intimidado por su presencia inocente.
Hasta el día en que ella accidentalmente tocó su mano mientras retiraba la taza de su mesa - Disculpe joven -
- No, se preocupe señorita no es nada -
- Viene muy seguido aquí, veo que disfruta de la lectura - comentó ella al ver un libro sobre la mesa.
- Sí, este tipo de literatura es agradable en compañía de un buen café -
- Es verdad, mi nombre es Anna, ¿Cuál es el suyo? -
- Soy Hazar - respondió él y se sorprendió a si mismo. No sabía el por qué, pero acababa de decirle su nombre real, ya no podía retractarse.
- ¿Hazar?, es un nombre hermoso. ¿Es extranjero? -
- Mis padres lo son -
- Oh, ya entiendo. Bueno, debo seguir trabajando pero seguro nos seguiremos viendo ¿verdad?. Fue un gusto joven Hazar - sonrió ella y estiró su mano en señal de querer estrechar la de él.
Hazar sonrió, tomó delicadamente su mano y la besó, no pudo evitar seguir su impulso - Es un placer señorita Anna - terminó por decir mientras la miraba con ojos seductores.
Ella se sonrojó por aquel gesto y lentamente se fue a continuar con su labor.
Aquel Diablo estaba encantado, su mano le pareció tan pequeña y delicada, su reacción tímida lo cautivó, quería saberlo todo sobre ella.
Así que, además de asistir al café, comenzó a espiarla para saber sobre su vida.
Durante el día asistía a un modesto hospital vestida como enfermera, en algunas ocasiones a la biblioteca del pueblo y por la tarde hasta la noche trabajaba en el café para luego regresar a su casa, pero siempre sola.
Parecía la situación ideal, una hermosa joven solitaria era una víctima perfecta para seducir.
Al principio, Hazar pensó que sería algo sencillo, pero luego se dio cuenta de que no sabía ni como iniciar. Anna no era como las otras mujeres que el conocía, damas aburridas de la rutina de sus parejas y deseosas de tener un amante, no, ella era autosuficiente, muy activa y no parecía demostrar interés en tener pareja.
Así que comenzó a planear sus encuentros para que pareciesen casuales, y una tarde en la biblioteca local ...
Anna estaba tratando de alcanzar un libro de un estante superior, pero al ser de baja estatura le resultaba imposible, fue entonces cuando de sorpresa Hazar apareció detrás de ella y se lo entregó - ¿Esté es el que deseabas? - preguntó él.
- Sí, muchas gra... , joven Hazar! - se sorprendió ella - Es la primera vez que lo veo aquí -.
- Yo también a ti, tal vez simplemente no nos habíamos cruzado - sonrió
- Sí, debe ser -
-¿Qué lees? -
- Medicina, pronto tendré un examen, estoy estudiando para ser enfermera -
- Enfermera, que interesante... yo ya me iba al café, solo vine a cambiar los libros, ¿te diriges hacia allá?-
- Oh sí, ya casi es la hora, debo ir a trabajar -
- ¿Te importa si te acompaño? -
Ella se sorprendió - No, no me molesta...-
- Bien, ¿Vamos? - sonrió seductor y se marcharon juntos.
El plan del Diablo era involucrarse lentamente en la vida diaria de la joven, Hazar no era de tomarse tanto trabajo para conseguir lo que quería, pero mientras más la conocía, más se sentía incapaz de obligarla a nada.
Aunque habían empezado a tratarse diariamente, aún no se atrevía a cortejarla abiertamente pues ella no demostraba ningún tipo de interés en él. La situación lo presionaba, ya que no era el único detrás de ella, al ser tan hermosa muchos hombres que concurrían al café se mostraban interesados en la joven.
Algunos eran más insistentes que otros, pero todos terminaban siendo rechazados.
Aquella situación comenzó a despertar lentamente un sentimiento desconocido para Hazar, los celos. Aunque confiaba en que ninguno estaba a su altura y que terminarían fracasando a la hora de conquistarla, el sólo hecho de que se atraviesen a mirarla lo molestaba.
Pero todo cambió una noche de invierno, el frío recorría las calles del pueblo cuya oscuridad se hacía más profunda conforme avanzaba la estación, Anna se retiró un poco más tarde de lo habitual del local para regresar a su hogar.
Siempre se había sentido muy segura pese a volver sola de noche, pero a esa hora ya nadie transitaba por el lugar, así que apresuró su paso y al pasar por un callejón fue sorprendida por uno de los hombres que la pretendía - Anna!, te estaba esperando - exclamó el joven.
- Que hace aquí?! - se asustó ella y lentamente retrocedía.
- He venido por ti hermosa -
- Ya le dije que no estoy interesada en usted, déjeme en paz - intentó correr pero aquel hombre la atrapó del brazo con fuerza.
- Vamos hermosa, ya no te hagas la difícil - dijo mientras intentaba arrastrarla.
Ella por el miedo sólo cerró sus ojos un instante y sintió como el muchacho abruptamente la soltó, cayendo así al suelo. Y al mirar nuevamente descubrió que otro hombre tomaba por el cuello al joven, se trataba de Hazar, quien había sido testigo de todo, pues la seguía cada noche a escondidas de camino a su casa.
- Joven... Hazar...- murmuró ella.
Mientras lo aprisionaba contra la pared, aquel hombre, rápidamente, sacó una navaja de su bolsillo y le hizo un pequeño corte en rostro.
Con su otra mano, el Diablo tomó su muñeca y la quebró usando apenas un mínimo de su fuerza. Se moría de ganas de aplastar su garganta pero se contuvo
- Escuchame bien basura, si te acercas de nuevo a ella te juro que te arrancaré los brazos...- lo amenazó en un susurro, mirándolo con sus impactantes ojos demoníacos que brillaban en la oscuridad - Ahora vete, no se te ocurra volver por aquí - terminó por decir y lo arrojó al suelo con violencia, obligándolo a huir despavorido.
Mientras lo veía irse, Hazar sintió como la sangre bajaba por su rostro, podía haber cerrado inmediatamente la herida pero si ella lo veía llamaría su atención, así que lo dejó como estaba.
Lentamente se acercó y la ayudó a ponerse de pie - ¿Estás bien Anna? - preguntó gentil.
Asustada y con lágrimas en sus ojos se abrazó timidamente a él - Joven Hazar... muchas gracias...-
Estaba sorprendido, era la primera vez que veía su fragilidad, siempre tan alegre y llena de energía, aquella faceta le era totalmente desconocida.
Al tenerla tan cerca pudo notar lo pequeña que era a su lado, deseaba abrazarla con todas sus fuerzas pero se limitó a acariciar su cabeza.
Ella levantó la vista y notó su herida - ¿Está bien?... lo lastimó -
- No te preocupes por esto, no es nada... déjame acompañarte a tu casa, por si ese loco regresa -
- Sí por favor...- respondió la joven y se fueron juntos en el medio de la noche.
Al llegar a su casa, Anna lo invitó a pasar - Por favor déjeme curarle esa herida, es lo menos que puedo hacer...- le pidió ella y este aceptó.
Tal como sospechaba, la muchacha vivía sola en aquella pequeña pero acogedora casa. Hizo que Hazar tomará asiento en la sala de estar y se dispuso a curarlo.
Era tan delicada y gentil, el Diablo no podía dejar de mirarla, estaba rendido ante sus manos - ¿Por qué estaba ahí joven Hazar? - preguntó ella mientras terminaba de ponerle una venda.
- Por favor, sólo dime Hazar, me gusta salir a caminar por las noches. Me sorprendió verte tan tarde, iba a preguntarte si querías que te acompañase para estar más segura y vi todo lo que sucedió -
- Ya veo... muchas gracias de nuevo -
- ¿Ya te había sucedido algo así antes? -
- Algunos hombres suelen ser muy insistentes... pero nunca de esa forma, en verdad me asustó mucho -
- Entiendo -
- Sé que ya es muy tarde, pero puedo ofrecerte algo de beber -
- Me caería bien un café -
- Es buena idea, hace frío. Enseguida te traigo uno - sonrió.
Café de por medio, Hazar quería saber aún más sobre ella, así que amablemente preguntó - ¿Vives sola aquí? -
- ¿Lo notaste?... Sí, ya hace unos años vivo sola. Mis padres murieron de una enfermedad en la sangre. Fue muy triste, en apenas unos meses se fueron...a pesar de ser muy joven el dueño del café aceptó dejarme trabajar para él, así logro mantenerme a mi misma, pero decidí que quiero ser enfermera para ayudar a los enfermos cuando lo necesiten, es mi vocación...- dijo con orgullo.
- Ya veo... -
- Por eso déjame agradecerte nuevamente lo de hoy... si ese hombre me hubiese llevado no sé que sería de mi... nadie me buscaría, ya que no tengo familia...-
- Yo lo haría -
- Eh? -
- Yo te buscaría, después de todo te has vuelto parte de mi vida - sonrió él.
Compartieron una larga y agradable charla, el Diablo disfrutaba mucho de su compañia, pero habia llegado el momento de retirarse.
Ya en la puerta, amablemente se despidieron, repentinamente Hazar decidió que ya no quería darle más vueltas al asunto y, a riesgo de que lo rechazara, declaró sus intenciones con ella.
- Anna...- dijo misterioso mientras tomaba la mano de la joven - me gustas... estoy interesado en ti desde hace tiempo. Si me lo permites, quisiera cortejarte -
- Hazar...- se sorprendió ella - pero... yo no estoy interesada en tener una pareja...-
- Por favor Anna... dame la oportunidad de enamorarte - le pidió mirándola con sus ojos seductores.
Ella no pudo evitar sonrojarse - Esta bien...- respondió tímida.
Él besó su mano y le susurró - Te prometo que no te arrepentirás...- y se marchó con una sonrisa en su rostro.
La joven en cierta medida también se sentía atraída por Hazar, pero hasta ese ese momento realmente no buscaba tener una pareja, había una poderosa razón que aún no se atrevía a decirle a nadie.
La noche siguiente Hazar la espero a la salida de su trabajo - Anna -
- Hazar!, ¿Qué haces aquí? - se sorprendió ella.
- Te dije que te cortejaría, ¿recuerdas?, ¿Tienes un momento para mi? -
- Sí...-
- Hay un lugar al que me gustaría llevarte - sonrió y en pleno anochecer la llevó hasta una antigua taberna, muy alegre y llena de música.
- Se ve divertido! - dijo emocionada.
- Sí, aunque eres joven, estás tan ocupada que nunca te diviertes, ¿Me equivoco? -
- Tienes razón...-
- Vamos a bailar -
- ¡¿Qué?!, pero yo no sé hacerlo... -
- Eso no importa, sólo debes divertirte - terminó por decir y le tendió la mano en señal de invitación.
Ella tímidamente la tomó y Hazar la guió bailando. Anna sólo podía sonreír, era la primera vez que se divertía en compañía de alguien más.
Pasaron una velada increíble juntos, y de regreso a la casa de la joven se detuvieron en un rosedal. Tomaron asiento en un banca entre medio de las flores rojas y ella suspiró - Me encanta este lugar, amo las rosas pero las blancas son mis favoritas - dijo mientras acariciaba los pétalos de una rosa roja a su lado.
- Blancas?... mira esto...- dijo y simulando hacer un truco de magia sacó de la manga de su sacó una rosa blanca que había hecho el mismo.
- No puede ser... ¿cómo hiciste eso? - preguntó asombrada.
- Es un pequeño truco que aprendí de un viejo mago en otro pueblo - sonrió.
- Es preciosa...-
- No tanto como tú, nada se compara con tu belleza...-
- Eres misterioso... - dijo avergonzada.
- Y tu diferente... No voy a mentirte, he conocido muchas mujeres, pero ninguna como tú... tan especial...-
- ¿Especial?...-
- Sí, tan dulce y hermosa... me traés loco... - continuó sin dejar de mirar esos enormes ojos verdes que lo imnotizaban.
- Puedo preguntar... desde cuando me ves así?...-
- Desde la primera vez que te vi... supe enseguida que quería que fueses mía...- respondió él sin reservas. Hazar era un experto en el engaño pero en aquella ocasión, sin saber por qué, le estaba abriendo su corazón a una simple niña.
Anna estaba conmovida, era la primera vez que un hombre se le confesaba con tanto sentimiento, la hacía estremecer.
Ya de regreso en su casa, se disponían a despedirse desde la entrada.
Hazar no pretendía conseguir nada de ella esa noche, sólo disfrutar estar a su lado.
- Muchas gracias por lo de esta noche, en verdad me divertí - sonrió la joven.
- De nada, es sólo una noche de las muchas que vendrán si me aceptas...- sonrió seductor él.
- Lo pensaré...- susurró ella tímida.
- Nos vemos preciosa - dijo por último Hazar y cuando estaba dando media vuelta para irse ella lo llamó - Espera! -
- Que ocurr- iba a preguntar pero Anna lo sorprendió abalanzándose sobre él y haciendo puntas de pie le dio un tierno beso en la mejilla. Sorprendido por aquella acción, no pudo evitar conmoverse. Ella sólo sonrió y entró a su casa.
Hazar se sentía estúpido, ¿Cómo podía ser que un Diablo como él, que venía de disfrutar noches enteras de lujuria, se estremeciera por un simple beso en la mejilla?. La respuesta era simple, era por ella, todo lo que viniese de Anna lo enloquecía.
Ella también sentía que se estaba enamorando.
Así, tuvieron varias salidas más hasta que un día, sin explicación, la joven empezó a evitarlo.
Hazar no podía entender el por qué, se preguntaba una y otra vez que había hecho mal, ¿Será que lo había descubierto?, ¿Había descuidado su disfraz?. No, estaba muy atento a no bajar la guardia respecto a ello.
Se sentía morir cada vez que intentaba acercarse y ella salía corriendo sin decirle nada.
No quería obligarla a nada, hasta que un día no pudo evitarlo, necesitaba una respuesta.
Una noche de intensa lluvia la espero en la entrada de su casa - Anna...- la nombró.
Ella se sorprendió pero intentó pasar a su lado y entrar sin responder, Hazar la tomó del brazo y la obligó a mirarlo - Dime que sucede Anna -
- Déjame Hazar... -
- No puedo... mírame por favor, dame una respuesta...-
- Tengo miedo... me da miedo estar enamorada de ti... de ser ingenua y dejarme engañar por alguien con tanta experiencia como tú ...- dijo entre sollozos - todo el tiempo pienso en ti... no me siento yo misma, me da miedo... sólo déjame Hazar...-
El Diablo quedó impactado por aquellas palabras que guardaban algo de lógica, una niña inocente que apenas cumpliría dieciocho años contra un joven adulto que había vivido tanto como él.
Hazar la rodeó con sus fuertes brazos y la besó apasionadamente, Anna simplemente no pudo resistirse, y así bajo aquella intensa lluvia tuvieron su primer beso - No puedo dejarte... aún no te has dado cuenta que ya eres mía Anna?...- le dijo con una sonrisa seductora.
A partir de ahí su relación sólo fue un espiral de intensa pasión que tuvo su punto más importante cuando, finalmente, la convenció de hacer el amor...
Una de las últimas noches de invierno se encontraban sólos en la habitación Anna.
Él estaba sentado sobre la cama y ella de pie frente a él - Hazar... yo no sé... como hacerlo... es la primera vez que...- dijo nerviosa y apenada.
El Diablo tomó sus manos y las besó con ternura - Déjamelo todo a mi... te prometo que lo disfrutarás... - respondió mirándola fijamente a los ojos.
Para Hazar tambien era una ocasión diferente, nunca antes lo había hecho con una mujer así de inocente, ni siquiera él entendía el por qué, pero quería que fuese especial para ella.
Con sólo un beso dieron rienda suelta a su pasión mientras un sentimiento gentil, sin saberlo, abrazaba el corazón del Diablo. Sin duda alguna esa velada había sido diferente.
Se amaron toda la noche, Hazar no era de quedarse a dormir, pero hasta él mismo se sorprendió cuando descubrió que ya estaba amaneciendo. Extrañamente se había quedado dormido junto a esa hermosa joven que aún soñaba recostada sobre su pecho.
Era un misterio, se sentía hechizado por ella, la miraba dormir y simplemente no deseaba despertarla, quería seguir disfrutando del calor de su suave piel.
Finalmente había conseguido lo que tanto deseaba desde un principio, poseerla, pero ya no le era suficiente, lo quería todo de ella. Sus besos, sus abrazos, las largas y profundas conversaciones y su cuerpo...
Ya no podía detenerse.
Una de esas tantas noches, compartieron una taza de café sobre la alfombra frente a la chimenea, cada uno estaba concentrado en su propia lectura hasta que en un momento Hazar la abrazó por detrás buscando besar su cuello - ¿Me dejas ser tu distracción?... - le susurró
- ¿Siempre eres tan impetuoso? - preguntó ella sonriendo.
- Puedo ser un caballero o un animal salvaje, lo que tu quieras preciosa -
Ella lo miró en silencio por un segundo - Quiero que seas quien tú desees ser de verdad ....-
- ¿Que quieres decir? -
- No puedo explicarlo, pero cuando te miro a los ojos siento que escondes algo...-
El Diablo sintió que un frío recorría su espalda, ¿Lo había descubierto?, se preguntó, pero ella continuó - Eres misterioso, y eso me atrae mucho, pero ansío el día en que puedas mostrarme todo de ti - terminó, dándole un suave beso.
Hazar quedó pensando en aquella sensación fría, ¿Acaso sentía miedo de que ella lo descubriera?, ¿Por qué?, la respuesta era obvia : miedo a perderla.
De regreso en el infierno se topó con Kalir y Salomón que ya venían observando su particular comportamiento - Vaya! Hasta que por fin te vemos Hazar - dijo con burla Kalir.
- ¿Desean algo? - preguntó Hazar.
- Sólo saber un poco de ti, has estado bastante ocupado últimamente ¿No es así? -
- No es asunto suyo - respondió y les dio la espalda.
- Quien lo diría, el poderoso príncipe de la lujuria ahora esclavo de una mujer humana ja ja ja -
Hazar se sorprendió y rápidamente respondió - ¿Qué es lo que saben?-
- ¿De verdad creíste que no nos enteraríamos?, ya vimos que estás enamorado de una joven humana- agregó Salomón.
- No digan estupideces, no estoy enamorado, sólo me la paso bien con ella -
- No te avergüences Hazar, no es tan malo tener una debilidad - comentó con burla Kalir.
- Cállate, no sabes nada, sólo le saco provecho como al resto de las mujeres - dijo visiblemente molesto.
- Lo que tu digas ja ja ja - terminó de decir Kalir y se retiró.
Salomón permanecía impasible, como siempre, frente a él - ¿Tienes algo más que decir? - preguntó Hazar con ironía.
Seriamente Salomón respondió - Puedes decir lo que quieras, pero tu comportamiento te delata -
- Ya te dije que no es amor -
- ¿Ah no?, entonces sólo te diré esto... el día que encuentres una criatura a la cual no quieras mentirle preocúpate, por que significa que te importa de verdad...-
Terminó Salomón, quien era un experto en decir verdades incómodas, y se marchó, dejando pensando a Hazar.
Ahora el Diablo se encontraba en una contradicción, con aquellas palabras sus hermanos habían herido profundamente su orgullo de demonio. No quería aceptar que realmente había caido preso del amor de una mera humana.
Empezó a cuestionarse si seguirla viendo o no, pero de sólo saber que ella lo esperaba cada noche salía corriendo a su encuentro, no lo podía dominar, el cuerpo se lo pedía.
Al sentirse incapaz de decirle que ya no la quería, pensó en asustarla mostrándole su verdadera forma.
Una noche estaban a punto de hacer el amor nuevamente, pero él gentilmente la detuvo - Espera Anna... -
- ¿Qué ocurre Hazar? - preguntó ella de pie frente a él.
- Hay algo que ya no quiero ocultarte más...- dijo sentado en la cama y lentamente desvaneció su apariencia humana. La joven vio con asombró como su cabello se volvía blanco, su ojos de un color anaranjado brillante y unos cuernos aparecieron en su cabeza.
- Soy... un Diablo...- confesó.
Ella estaba impactada pero, para sorpresa de Hazar, seguidamente esbozó un sonrisa. Se acercó a él y acarició su rostro - Sabía que ocultabas algo... aunque debo admitir que no imaginé algo así - sonrió.
- Anna yo...-
- Déjame verte... tus ojos reales son mucho más hermosos, ahora siento que me miras de verdad...-
- ¿No te doy miedo? -
- ¿Me harás daño? -
- Soy incapaz...-
- Entonces por mi esta bien -
Frustrado, Hazar comentó - Maldición Anna... por que tienes que ser así?... no quiero esto... ¿Por qué me haces amarte de esta forma?...-
- ¿Acaso te hago tanto daño?....-
- No... todo lo contrario... me haces tanto bien que tengo miedo de no poder vivir sin ti...- respondió mientras la tomaba de la cintura y recostaba su cabeza en el pecho de ella.
Anna correspondió acariciando su cabello - Yo ya soy tuya... ¿Tú serás mío Hazar?...-
- Tengo miedo de responder...-
- Entonces no digas nada... pero no dejes de mirarme con esos ojos que tienes ahora... me encantan... no ocultes nada de ti cuando estés conmigo...- terminó por decir y lo besó intensamente.
Aquella joven dulce escondía una fiera apasionada en la intimidad, era su mujer ideal. Cada vez estaba más perdido por ella.
A la mañana siguiente Anna lo despertó con un tierno beso y una taza de café en la mano - Buenos días Hazar...-
- Anna...¿ya amaneció? - preguntó él.
- Así es, desconozco la naturaleza de un Diablo mitad vampiro, pero si no puedes estar expuesto al sol puedes quedarte aquí todo lo que quieras - sonrió mientras le entregaba la taza.
- No te preocupes por eso, no soy un ser tan débil - respondió.
- Debo irme, tengo clases de enfermería... Hazar...-
- Dime -
- Respecto a lo que dijiste ayer... si por que yo sea humana nuestra relación esta prohibida...-
- Anna...-
- Quiero que sepas que el día que sientas que ya no quieres verme por favor dímelo de frente... de lo contrario siempre te esperaré...- dijo mientras acariciaba su rostro.
- Anna yo...-
- No tienes que responderme... sólo quería que lo supieras - sonrió y se despidió con un beso.
Hazar quedó sólo en aquella habitación, reflexionando sobre que hacer, había fallado en su intento de asustarla, cayendo nuevamente ante sus encantos.
No tenía escapatoria, al final fue ella quien terminó seduciéndolo.
Continuó visitándola pero su corazón se había dividido en dos, por una lado su amor por aquella joven y por el otro su orgullo herido.
Era consciente de que lo había domado por completo y no quería aceptar tal situación así que, una noche, luego de nuevamente estar juntos, Anna despertó y notó que él ya no estaba.
Una extraña sensación invadió el pecho de la joven, la sensación de que nunca más lo volvería a ver...