Luego de la visita a Anaciel, Vittorio había tomado una decisión determinante, debía arrancarse aquel sentimiento prohibido que sentía por ella. El verla junto a su hermano e hijos terminó por convencerlo de que no tenía ningún derecho a intervenir en esa felicidad.
Rustem, que estaba al tanto de la situación emocional de su hermano, quería ayudarlo a salir de la misma, y para ello no tuvo mejor idea que convencerlo de ir juntos al mundo humano en busca de distracción.
Aunque no fue una tarea fácil, debió insistirle mucho antes de que este cediese.
Así que una noche fueron a un pueblo humano - Aún no entiendo por que terminé aquí contigo... - dijo serio Vittorio.
- Vamos, no seas amargado, ya verás que nos divertiremos. Mira todas esas muchachas hermosas, ¡este lugar es ideal! - respondió Rustem emocionado.
El Diablo más joven estaba en lo cierto, aquel lugar era habitado por muchas mujeres hermosas que enseguida notaron la presencia de aquel par de hermanos tan atractivos en sus apariencias humanas, y por ende estaban dispuestas a hacerles compañía.
Rustem era todo un galán con ellas, su sonrisa seductora actuaba como un imán con las misma, pero Vittorio definitivamente destacaba, su cabello rubio, atractivo porte y aquel parche que llevaba le daban un aire de misterio que robaba el suspiro de las jóvenes.
El Diablo más joven se desenvolvía con total naturalidad entre ellas, su personalidad y sentido del humor lo ayudaban, pero el príncipe de la Pereza no se sentía cómodo en aquella situación, tener que salir a caza de una mujer no era lo que tenía en mente, aunque varias señoritas insistían para ser sus acompañantes él decidió desistir de la situación e irse por ahí sólo.
Se despidió de Rustem y partió con rumbo desconocido, transitando las calles del animado pueblo. Continuó caminando hasta salir del mismo y dio con un hermoso valle en cuyo centro había un gran lago.
A Vittorio le gustaba subirse a lugares altos, así que fue hasta la arboleda del lugar y subió a la copa de un inmenso árbol, desde allí podía admirar todo el paisaje - En verdad el mundo humano tiene lugares increíbles...- se dijo a si mismo mientras se sentaba en una gruesa rama acomodando su espalda contra el tronco.
Ahora sí se sentía en paz, definitivamente no podía seguirle el ritmo a Rustem, cuando la situación lo presionaba aliviaba sus tensiones tocando la flauta, por ende siempre la llevaba con él.
Era algo que se le daba muy bien, hacer música era una habilidad innata en todos los Diablos, aunque a veces desconocida por ellos mismos.
Así, bajo la luz de la luna, en aquella fría noche y rodeado del paisaje, Vittorio acompañó esa postal tocando hermosas melodías que lo relajaban.
Las horas siguieron pasando y ya más tranquilo se preguntó - ¿Qué rayos hago aquí?...-, reflexionando tal vez que aquel mundo no era para él y que se estaba pricipitando al seguirle el juego a su hermano.
Pero cuando estaba a punto de marcharse escuchó una voz a lo lejos que interrumpió el silencio de la noche, parecía acercarse de a poco, sonaba a una mujer que cantaba dulcemente en voz baja.
Inevitablemente aquello llamó la atención del Diablo, ¿qué hacía una mujer sola a esas horas de la noche en aquel lugar?, se preguntaba. Debido a la arboleda no pudo verla bien si no hasta que esta se paró frente al lago. Vittorio sólo podía apreciarla de espaldas, llevaba un vestido blanco con mangas y su cabello era largo y negro, se trataba de una joven.
Pero la situación se volvió aún más extraña cuando la muchacha se quitó la ropa y lentamente entró al lago completamente desnuda.
Vittorio estaba sorprendido, la noche era fría y el agua en ese momento debía estar helada, definitivamente no era algo saludable para un humano promedio.
Ella se sumergió, nadó por un momento y luego se quedó con su cuerpo bajo el agua un largo rato, dejando sólo su rostro fuera para poder respirar.
Cuando finalmente decidió salir del lago el Diablo pudo apreciar lo hermosa que era, dejando ver su delicada figura, piel morena y ojos azules. El reflejo de la luz de luna parecía dibujar las curvas de su cuerpo, tenía una belleza enigmática.
Secó un poco su cabello, se colocó el vestido y se fue caminando con un andar lento mientras nuevamente entonaba en voz baja una canción.
Vittorio no salía de su asombró, ¿qué es lo que acababa de ver?, todo había sido tan extraño. Pero estaba seguro que no se trataba de un espíritu, era una mujer real.
Al día siguiente, Rustem fue hasta el reino de la Pereza para indagar sobre su paradero - ¿En dónde estuviste Vittorio? -
- Por ahí... sabes que no me siento cómodo en los lugares concurridos, además... las mujeres humanas tienen actitudes extrañas... - comentó de manera general pero en realidad se refería particularmente a aquella joven.
- ¿Extrañas?, mmm... para mi son divertidas y muy hermosas! Ja, ja, definitivamente me encantan -
- Bien por ti -
- Oh, vamos! Ya que lo de ayer no fue bien para ti ¿no te gustaría intentarlo de nuevo esta noche? -
- Tengo cosas que hacer aquí, este lugar no se atiende sólo... -
- Está bien, pero si cambias de opinión avisame - terminó por decir Rustem y se marchó con un gesto de saludo.
Las horas pasaron y cuando Vittorio acabo con sus obligaciones notó que no había podido dejar de pensar del todo en lo de la noche anterior. Aquella situación despertó su curiosidad y si había algo que aprendió de todo lo acontecido con Noré y Anaciel es que ya no reprimiría lo que quisiese hacer así que simplemente partió hacia aquel valle sin siquiera tener la certeza de que ella estaría ahí, pero al llegar nuevamente la encontró.
Allí estaba, en ese lago helado una vez más, al verla Vittorio sentía una opresión en el pecho, sus particulares rasgos lo atraían. Aquel hermoso color de piel complementado con esos enigmáticos ojos azules lo dejaban sin aliento. Quería hablarle pero no sabía como presentarse ante ella, lo único que tenía en claro es que si lo hacía sería en su forma de Diablo, a Vittorio no le gustaban los disfraces y su personalidad frontal lo llevaban a ser directo con lo que quería.
Ahora podía entender lo que sentía su hermano Noré cuando le hablaba sobre Anaciel y que no encontraba la manera de acercarse a ella sin que se asustase.
Así permaneció escondido, observándola en la oscuridad de los árboles, decidió que aquella noche no le hablaría, necesitaba un poco más de tiempo para pensar una buena manera de presentarse.
Después de todo era algo más que obvio que los humanos le temiesen a los demonios.
Cuando ella finalmente salió del agua Vittorio pudo notar una mancha oscura en su pierna izquierda, parecía un fuerte golpe, su sospecha se confirmó en el momento en que, luego de vestirse, se marchó caminando de forma irregular y muy lenta.
Parecía dolerle, pero extrañamente ella una vez más comenzó a cantar en voz baja. Y así se fue, perdiéndose en el camino de regreso mientras su voz se desvanecia en el trayecto.