El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Vittorio: Capítulo 2

- ¡Zafira! - se desesperó el Diablo y se acercó a ella.

- Vittorio... lo siento...

- Tranquila, no digas nada.. déjame curarte...- le dijo, suavemente la tomó en sus brazos y una por una, en silencio, sanó sus heridas. 
Luego la mantuvo presionada contra su pecho y una vez que se tranquilizó le preguntó 

- ¿Qué ocurrió Zafira?... 

- Mi padre descubrió el collar que me diste... yo no pude darle una explicación de por qué tenía algo así... Y él se molestó mucho... 

Vittorio permaneció en un penoso silencio y ella continuó - Lo siento Vittorio... perdí el collar... no pude protegerlo... - se lamentó.

- Eso no importa Zafira, puedo darte miles de collares iguales a ese...

- Pero... para mi era especial... era mi primer regalo... mi tesoro...

Con cada palabra de ella el Diablo sentía que se le oprimía el corazón, pero no podía hacer más que abrazarla y consolarla 

- Está bien... lo entiendo... pero para mi tú eres mi tesoro, y eres irremplazable... Así que por favor no pienses en recuperar ese collar... no te arriesgues.

- Está bien...

- ¿Cómo te sientes?... ¿Estás mejor?

- Sí, gracias a ti... - le sonrió.

A Vittorio le encantaba verla sonreír pero al mismo tiempo le despertaba una sensación de tristeza, sentía que ella fingía fortaleza todo el tiempo, que no se permitía mostrar debilidad y fue cuando decidió preguntarle por una actitud que ella tenía en algunas ocasiones y para la cual no encontraba razón - Zafira...

- ¿Sí?

- ¿Por qué cantas?...

- Eh? 

- He notado que sólo cantas en ocasiones en las que deberías estar triste... tengo un sospecha... pero no me digas qué...

- Ya te diste cuenta... - le dijo con una mirada resignada - Así es, canto para no llorar...

- ¿Por qué?...

- Mi madre me lo enseñó... es una forma que tenemos las mujeres del Clan para hacernos fuertes... no podemos mostrar debilidad... de lo contrario sólo se aprovecharán de nosotras... debemos ser duras como rocas...

- ¿Y tú te sientes así?...

- ¿Cómo?

- Es tan claro para mi que tienes una personalidad dulce y amable... tu debes ser quien sientes que eres y no lo que te digan que debes ser... reír si lo deseas de verdad, llorar también... ¿quieres hacerlo?

- ¿Qué cosa?

- Llorar... ¿No quieres llorar?

- ¿Por qué insistes con eso?...

- Porque cuando no aceptas tus emociones sólo te haces daño a ti mismo, sé de lo que hablo, y hasta que no las abrazas no terminas de ver por completo la realidad que te rodea...

- Es que... siento que si lloro ya no podré levantarme de nuevo... si me dejó caer ya no tendré fuerzas para ponerme de pie... 

- ¿Y si yo fuese tu bastón... podrías llorar en paz?... - le dijo mientras acariciaba su rostro.

Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas - Ya no te contengas más... - le pidió él y la abrazó con fuerza. 

Zafira se deshizo en llanto en los brazos de Vittorio, por primera vez en años volvía a llorar, no lo habia hecho desde que su madre murió. 
Aquel Diablo con su amabilidad la hacia sentir en paz, podía ser ella misma en aquella pequeña libertad que él le brindaba - Deja salir el dolor... para que cuando cantes sea porque estás feliz... tu dulce voz merece cantar con alegría... - le dijo mientras acariciaba su cabeza.

Cuando finalmente se calmó, Zafira lo miro a los ojos, le agradeció - Gracias Vittorio... definitivamente eres muy especial para mi... - y le dio otro tierno beso mientras sostenía su rostro.

Y al tocarlo, sin querer, con sus dedos rozó su parche - Lo siento, no era mi intención...- se disculpó.

- No te preocupes Zafira no es nada...

- Nunca te pregunté por qué llevas ese parche... no quería ser indiscreta...

- No es lo que piensas, no lo he perdido... sólo uso este parche porque en este ojo cargo el poder de mi ancestro y no puedo controlarlo... entonces lo cubro para contenerlo...

- ¿Qué poder es?

- Llevo la maldición de medusa en él, puedo convertir lo que miro en piedra...

- ¡¿De verdad?! - se sorprendió ella.

- Sí.

- ¿Y la gente muere si la conviertes en piedra?

- No, a mi modo de ver es peor que la muerte... por qué cuando se vuelven de piedra sus almas quedan atrapadas en ella, a menos que la roca se rompa permanecerán atrapados en ella por siempre...

- Ya veo... ¿Y eso? - preguntó observando el libro que Vittorio traía con él.

- Es un libro diferente, lo traje con la intención de enseñarte más cosas...

- Que lindo eres... me encantaría aprender más...

El Diablo se puso serio - Zafira, eres preciada para mi... - comenzó a impacientarse - estoy enamorado de ti... deseo que te que quedes conmigo... 

- Vittorio...- se sonrojó ella.

Él la rodeó con sus fuertes brazos, la joven no tenía forma de evitarlo - Por favor Zafira, se honesta... ¿Tú no sientes nada por mi?... - le preguntó.

- Claro que siento cosas por ti... 

- ¿Qué sientes?

- Me gustas mucho... eres especial para mi... siempre estoy pensando en ti... te extraño... yo también me siento enamorada de ti...

- ¿Y eso no es suficiente para que te quedes conmigo?...

- Yo... quisiera... pero....

- Por favor... ven conmigo... - terminó por decir y la besó apasionadamente.

Zafira estaba nerviosa, sentía el corazón retumbar pero aún así se dejó llevar y correspondió con igual pasión aquel beso.
Al fin ambos habían declarado sus sentimientos, ya no tenían que reprimirse.

El Diablo estaba lleno de deseo por ella, era la primera vez que se sentía así, la suavidad de sus labios lo poseía. 
Ambos se encontraban perdidos el uno en el otro hasta que una voz a lo lejos los interrumpió

-¡¡¡ Zafira!!! ¡¿Dónde estás?! - se escuchó.

Inmediatamente la joven lo reconoció y se separó abruptamente de Vittorio - Es mi padre... - dijo casi sin aliento. 
No pudo disimular el impacto en su rostro, lentamente se puso de pie, Vittorio intentó detenerla pero ella sólo se limitó a hacerle un gesto de silencio y se hizo visible ante aquel hombre para evitar que viese al joven Diablo

- Aquí estoy padre... 

- ¡Zafira! ¡¿Qué rayos haces aquí?! ¿Perdiste la cabeza? ¿Por qué te expones a ti misma de esta forma? ¿No has pensado que si un comerciante de esclavos te ve podría llevarte a si sin más? - la reprendió.

- Lo siento padre... sólo vine a limpiarme la sangre...

- ¿Terminaste? Entonces vamos a casa, debes ser más precavida, dentro de unos días tu esposo vendrá por ti. Se obediente, no te metas en problemas, no ensucies el nombre del Clan.

- Sí... lo lamento...

- Vamos - terminó aquel hombre y empezó a caminar esperando que ella lo siguiese por detrás.

Vittorio no hacía más que apretar los dientes, tragarse su rabia, estuvo tan cerca de convencerla. Moría de ganas de atacarlo y llevarse a la joven con él, pero se contuvo al observar que Zafira volteó a verlo como pidiéndole que no hiciese nada, marchándose así con un gesto de resignación en su rostro, nuevamente sus ojos se apagaron.

El Diablo estaba entre la espada y la pared, temía que si actuaba en contra de aquel miserable hombre Zafira lo odiase por eso, ya que aún estaba anulada por su padre, podía soportar cualquier cosa menos que ella lo rechazase.

Rápidamente un pensamiento atravesó su cabeza, ahora que la había descubierto lo más seguro es que su padre se aseguraría de que no pudiese escapar nunca más hasta que su futuro esposo se la llevase con él. Necesitaba saber a donde es que vivía para poder volver a verla, así que escondido en las sombras los siguió.
Vittorio se sorprendió al ver a la distancia que aquella aldea se encontraba de ese lugar, Zafira caminaba mucho para llegar hasta el lago.
La aldea de ese Clan era humilde pero sobria, se podía sentir un aire de mandato incuestionable en la misma, un lugar con autoridad.

Y así la vio una vez más regresar a aquel mundo cruel del que era prisionera.
El Diablo ya no sabía como actuar, temía caer preso de sus emociones y accionar de manera desmedida, necesitaba un consejo y el único que sintió que podría entenderlo era su hermano Noré.
Así que pasadas unas horas fue a visitarlo de mañana a su casa en el mundo humano 

- ¡Vittorio! Que sorpresa verte por aquí - Lo recibió Noré.

- Hola Noré... ¿Te encuentras sólo?

- Sí, Anaciel salió con los niños. 

- ¿Tienes un momento?... necesito hablar contigo.

- Claro, ven - le dijo y ambos tomaron asiento en el jardín - ¿Y bien? ¿Qué sucede? -

- Necesito pedirte un consejo...

- ¿Tú? ¿Un consejo a mi? Entonces debe ser algo serio.

- Se trata de una mujer...

- ¿Una mujer? No me digas que...

- Sí, me interesé en una mujer. Estoy enamorado de una humana...

- Una humana... vaya, eso sí que no me lo esperaba, sin ofender.

- No te preocupes, no me ofende... a mi también me sorprendió, pero así fue... lo reflexioné mucho, incluso comparé las sensaciones...

- ¿Comparar? ¿Qué comparaste?

- Mis sentimientos por Zafira y mis sentimos por Anaciel...

- ¿A qué te refieres?... - dijo algo incómodo Noré.

- Después de mucho pensar, me di cuenta que lo que me pasa con Zafira no me ocurre con ninguna otra mujer, ni siquiera con Anaciel...

- ¿Ah no?... 

- No... lo que sentía por Anaciel creo que era más un enamoramiento, admiración por su belleza y forma de ser...

- ¿Podrías no ser tan honesto? No sé si quiero saber lo que piensas sobre mi mujer ...- dijo algo nervioso Noré.

- Me conoces, sabes que soy frontal cuando hablo...

- Sí, quizás demasiado, tienes una honestidad brutal...

- El punto es que amo profundamente a Zafira... tenemos una conexión inexplicable, si no la tengo siento que mi pecho arde y ese ardor sólo se va cuando la está cerca de mi, cuando puedo tocarla...

- Te entiendo... ¿ Y cuál es el problema?

- El problema es que ella lleva una vida muy lamentable, es mestiza...

- ¿Mestiza? Ya puedo imaginarlo... los mestizos cargan un destino miserable entre los propios humanos, y más si son mujeres hermosas.

- Sí, es maltratada constantemente por su padre adoptivo... ese tipo hace que me hierva la sangre... planea entregarla en matrimonio con un desconocido sólo por dinero, quiero sacarla de allí, pero su cabeza está dominada por ese hombre... me preocupa que me odie si acciono contra él... la quiero tanto que no podría soportar su rechazo...

- Entiendo.

- Dime Noré, ¿Tú qué harias en mi lugar?...

- Puedo comprender perfectamente lo que sientes, yo lo viví al principio de mi relación con Anaciel, cuando la castigaban por amarme... esa sensación de impotencia, de querer destruirlo todo sólo por ayudarla...

- Así es...

- Si de honestidad se trata debo ser franco y decirte que en tu lugar la salvaría de su destino, aunque ella te odie, si de verdad la amas será un precio a pagar para verla feliz y a salvo...

- Sí, yo también lo pensé...

- No sé que harás, pero por favor Vittorio recuerda que no puedes tomar una vida humana... - le advirtió preocupado.

- Tranquilo, lo sé...

- Si necesitas ayuda para algo puedes contar conmigo, aún estoy en deuda contigo.

- Descuida, creo que puedo manejar el asunto sólo...

- Está bien.

- Gracias Noré... 

- No me agradezcas, espero que las cosas salgan bien y poder conocer algún día a la mujer que te hace felíz.

- Yo también lo espero... 

Las palabras de su hermano eran el último empujón que Vittorio necesitaba para dar el siguiente paso, ya tenía algo en mente pero el apoyo de Noré lo ayudaba a sentirse respaldado para llevarlo a cabo.

- Vittorio... ¿Puedo preguntarte algo? - dijo dudoso Noré.

- Claro...

- Sigues pensando... ¿Qué Anaciel es hermosa? 

- Claro que lo pienso... ¿Acaso no lo es? - respondió directo.

Noré no pudo refutarlo, no sabía si sentirse orgulloso o celoso de que él pensara así sobre su esposa.
En ese momento llegó Anaciel y los encontró en el jardín

- ¡Vittorio! Que agradable sorpresa - Lo saludó ella.

- Hola Anaciel... - respondió él con una timida sonrisa. 

Vittorio ya no evitaba sonreirle y eso ponía celoso a su hermano que abruptamente la abrazó, cuál niño, por la cintura.

- ¿Noré?, ¿Qué ocurre? - preguntó ella.

Él no dijo nada y sólo miro con picardía a Vittorio, este con un gesto de resignación comentó sarcástico

- Que infantil son tus celos... nunca vas a cambiar...- 

- No - dijo orgulloso.

- Está bien... tengo que irme.

- ¿Ya te vas Vittorio? - preguntó Anaciel.

- Sí, tengo cosas que hacer...

- Espero verte de nuevo por aquí - sonrió.

- Claro, volveré... adiós - terminó por decir el Diablo y se marchó.

- ¿Me puedes decir que fue eso de recién Noré? - indagó ella sobre su comportamiento.

- No es nada Anaciel, sabes que en cuanto te veo deseo tocarte, eres tan hermosa que no lo resisto - se excusó mientras le daba un beso.

No quería ahondar más en el tema ya que era consciente de que ella nunca se dio cuenta de los sentimientos de Vittorio, y ahora que él se había interesado en otra mujer no valía la pena ni siquiera mencionarlo.

- ¿Qué hacía Vittorio aquí? ¿Ocurrió algo? - preguntó Anaciel.

- Sí, algo importante. Vittorio se ha enamorado. 

- ¡¿De verdad?! ¡Qué alegría! Es tan noble que merece tener a alguien que lo haga feliz.

- Sí...

- Te noto preocupado Noré... 

- No puedo evitarlo, se ha enamorado pero no es una situación sencilla... Y me preocupa lo que pueda llegar a hacer... - dijo en un tono serio Noré.

Él estaba en lo cierto, Vittorio siempre fue el más centrado de los dos, pero temía que si las cosas se extralimitaban todo acabase en un desastre.

Pasaron los días y el joven Diablo sólo podía ver a Zafira de lejos desde la arboleda, oculto de la vista de la gente del Clan, ya que ella después de aquella noche no volvió a salir de la aldea.
Desde allí era testigo de la indiferencia y el destrato que sufría de parte de los habitantes del lugar y eso sólo alimentaba el fuego de su resentimiento hacia ellos.

Ya había elaborado un plan en su cabeza, sólo necesitaba saber el día en que aquel hombre vendría por ella.
Una mañana, mientras espiaba de lejos, fue sorprendido por Rustem que, curioso de su comportamiento, lo siguió a escondidas

- ¡Vittorio!

- Rustem... ¿Qué rayos haces aquí?

- ¿No es obvio? Te seguí, actuas muy misterioso últimamente, ¿Qué haces aquí? 

- Baja la voz... estoy esperando poder ver a Zafira...

- ¿Zafira? - preguntó su hermano y volteó a ver hacia donde él lo hacía.

En ese preciso momento ella se asomó 

- Vaya!... ¡mira esa belleza! - terminó por decir Rustem y Vittorio, celoso, lo golpeó - ¡Que demonios te pasa! Estás loco Vittorio?! Casi me arrancas la cabeza con ese golpe...- le reprochó.

- Te lo advierto... controla tu libido con ella o te lo sacaré a golpes...

- No me digas que...

- Sí, amo a esa mujer... - declaró sin reservas.

- ¿Y qué haces aquí? ¿Por qué no vas por ella? .

- Me encantaría, pero no es tan sencillo... - comentó y empezó a relatarle la historia a su hermano.

- Ya veo...

- Al menos parece no tener marcas esta vez... ese desgraciado seguro no la a tocado sólo para que cuando vengan a buscarla no demuestre un aspecto lamentable... - comentó de forma tranquila pero podía percibirse rabia en sus palabras.

- Veo que de verdad te importa...

- No imaginas cuanto...

- ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?.

- De hecho si hay algo... ahora que estás aquí representas una segunda opción para mi...

- ¿Qué quieres decir?

- Ya que se te da bien hablar con los humanos necesito que vayas con esas mujeres y les pidas que te dejen hablar con el padre de Zafira, que estás interesado en tomarla como esposa... si lo que esos infelices quieren es dinero puedo dárselos... 

- ¿Y por qué no vas tu mismo?

- Porque tengo miedo de no poder controlarme... - respondió con cierta impasibidad en su mirada.

Era la primera vez que Rustem veía así a su hermano, le preocupaba lo que pudiese hacer así que decidió ayudarlo

- Dejamelo a mi, esperame aquí - dijo por último y se marchó a la aldea.

Al tiempo regreso

- ¿Y? ¿Qué ocurrió?... - preguntó Vittorio.

- Ese tipo en verdad es desagradable, no sólo tuve que hablar con él si no que también con todos los viejos de ese dichoso "Consejo".

- ¿Y que dijeron?

- Se negaron, dijeron que ya habían dado su palabra y que no podían quedar mal con el "Señor Travis", pues ya habían aceptado parte de la dote que ofreció... Y que ya era tarde pues esta misma noche vendrá por ella...

- Desgraciados... hablan de honor cuando sólo la están vendiendo como a un animal... ¿Pudiste verla?.

- No, ni siquiera tuve oportunidad de cruzarla, de lo contrario al menos le hubiese dicho que iba de tu parte.

- Entiendo... gracias Rustem, ¿Dijiste que esta noche vendrán por ella?.

- Sí... ¿Qué piensas hacer?.

- Tendré que volver al plan original, en cuanto la saquen de aquí se la arrebataré a ese tipo...- terminó por decir lleno de determinación.

La noche llegó y efectivamente un lujoso carruaje entró a la aldea, era evidente que se trataba de ese tal Señor Travis.
Rustem una vez más se había ofrecido a ayudar a Vittorio pero este amablemente lo rechazó diciendo que se encargaría sólo del resto.

Esperó a que aquel carruaje se distanciara de la aldea, el Diablo se paró sólo en el medio del camino, sin ocultar su verdadera apariencia e interceptó el vehículo.
Con una violencia moderada se deshizo de los guardias y al abrir la puerta del coche se indignó aún más con la situación pues era evidente que aquel hombre había intentado propasarse con ella, echo que enfureció aún más a Vittorio y lo golpeó controlandose a sí mismo.
Tomó a una perpleja Zafira en sus brazos y se la llevó en medio de la noche 

- Vittorio... ¿Qué haces aquí?... - preguntó ella aún sin terminar de entender la situación.

- ¿De verdad lo preguntas Zafira?... he venido por ti...

- Pero... ¿Qué pasará con el Clan?¿Con mi-

- ¡Al demonio el maldito Clan! - gritó el Diablo visiblemente molesto - Deja de pensar en ellos Zafira, he venido a salvarte de todos esto, incluso de ti misma si es necesario... no me importa si me odias, si ya no quieres quedarte conmigo, pero al menos déjame sacarte de aquí... déjame llevarte a un lugar donde puedas ser libre... tu mereces ser feliz... abre los ojos por favor...

- Vittorio... - suspiró ella y se abrazó al cuello de él mientras se alejaban del lugar.

El Diablo la llevó hasta una cabaña que había preparado a las afueras del pueblo, estaba bastante alejado de todo. Ese sería su refugio hasta que ella decidiese que hacer por propia voluntad.
Al llegar la joven se sorprendió 

- ¿Y este lugar Vittorio? - preguntó maravillada por lo acogedora que era la cabaña.

- Es para ti... la preparé para que te quedes aquí el tiempo que quieras, es tuya...

- ¿De verdad?

- Claro que sí...

- ¿Y tú... te quedarás conmigo?...

Vittorio sonrió amable - Yo haré sólo lo que tú desees... si quieres que me vaya me iré, si quieres que me quedé también lo haré...

- Quédate... por favor...

- De acuerdo...

Como ya era muy tarde ambos se disponían a descansar, Vittorio se había sentado en la punta de la cama pero aún no podía desaparecer del todo el gesto de molestia en su rostro, Zafira lo notó y preguntó 

- ¿ Aún estás enojado Vittorio?...

- Sí, no voy a negarlo... pero no contigo Zafira, estoy enojado con la situación... jamás toleraré que te hagan daño de nuevo... te amo, eres preciada para mi...

Zafira se paró frente a él en aquella habitación y dejo caer su vestido, quedando desnuda ante la atonita mirada de Vittorio 

- ¿Qué haces Zafira?...- preguntó sin entender que pretendía.

- Vittorio... ¿podrías hacerme el amor?...- dijo ella.

- ¿Por qué... me pides eso?...- 

La joven se acercó más a él y acarició su rostro 

- Porque quiero poder elegir con quien tener mi primera vez ... quiero hacerlo con alguien a quien en verdad deseo... Y ese eres tú...

- No es necesario que te apresures, no dejaré que te lleven... así que no te preocupes por- -

- Por favor Vittorio... déjame ser tuya... - insistió ella y lo besó con suavidad.

El Diablo no pudo resistirse a su belleza y terminó siendo seducido completamente por aquella muchacha que se entregó sin reservas a él.
Después de una noche de intensa pasión, el amanecer sorprendió a la joven despertando en los brazos de Vittorio, se sentía contenida, amada, en paz... lo miraba dormir y no pudo evitar tocar sus labios con la punta de sus dedos. Esto despertó al Diablo 

- Zafira... 

- Buenos días Vittorio...

- Buenos días... - él la miro y notó cierta emoción en sus ojos - ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

- Sí... es que me haces tan feliz... que aún necesito tocarte para saber que eres real... - dijo y una lágrima rodó por su mejilla.

- Zafira...

- Te amo Vittorio... quiero quedarme contigo... Perdóname si he dudado antes... por favor no me dejes ir... 

Él se conmovió y la abrazó con fuerza mientras sentía la calidez de su piel 

- Sí me lo pides no te soltaré jamás... - le dijo.

- Te lo pido...

- Entonces así será... - dijo por último y permanecieron un tiempo un más en la cama.

Luego del desayuno Vittorio recibió un mensaje del infierno y debía presentarse de inmediato a cumplir una obligación, no podía eludirla

- Zafira, debo ausentarme unas hora, por favor esperame... sé que es terrible para ti lo que te pido pero no salgas de aquí, cuando regrese buscaré un lugar aún más seguro para que puedas vivir... - le pidió.

- Está bien Vittorio, prometo que me quedaré aquí, te esperaré hasta regreses... - le aseguró con una dulce sonrisa.

Podía percibir algo diferente al verla, por primera vez la sentía completamente sincera, y aquello lo satisfacía enormemente. 

Se fue de prisa para así acabar rápido y volver a su lado. Zafira quedó sola en aquella acogedora casa, se sentía ansiosa pero a la vez tranquila, Vittorio era tan atento que hasta había dejado unos libros para que se entretuviese.

Las horas pasaron, el Diablo cumplió con eficiencia, como siempre, su trabajo y regresó al mundo humano pero en este ya había empezado a caer la tarde.

Se sentía dichoso de saber que Zafira lo esperaba, que había decidido quedarse con él y se aseguraría de que no deseara irse. 

Pero al llegar a la cabaña la cruel realidad humana una vez más lo golpeó... 
La puerta estaba abierta, con señales de haber sido forzada, el lugar era un desastre y no había señales de la joven, de ella sólo quedó un pañuelo blanco llevaba atado a su pelo pero ahora se encontraba manchado aparentemente con su propia sangre...
Todo parecía indicar que una vez más se la habían arrebatado y aquello sólo incrementó la sed de sangre en los ojos del Diablo...

Continuará...
 



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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