El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Loxur: Capítulo 1

Hace muchos años, cuando los Diablos aún eran unos niños, Loxur, al ser el mayor, era el príncipe encargado de supervisar todos los reinos. Como primogénito de Satanás era una de sus tareas, de esa forma se preparaba para ser el futuro Rey del Inframundo.
Mantener el orden entre los infiernos era una pesada carga pero el joven Diablo se las arreglaba para imponer su autoridad, recorría cada uno de ellos acompañado de un demonio sirviente habitante del lugar, y en uno de esos recorridos en el reino de la Pereza se topó con una particular historia...

- Bien señor Loxur, como podrá ver todo está en orden.

- Sí, eso parece. Aún debo visitar dos reinos más.

- Debe ser un trabajo extenuante para usted.

- Sí, lo es, pero cuando mis hermanos crezcan y se les asigne sus infiernos esto será más sencillo.

- Entiendo.

- Espera, veo que aún hay un territorio que no hemos visitado - dijo mirando a lo lejos.

- ¿Cuál?

- Allí - señaló el Diablo - la zona de los árboles de sangre.

- Ahh, pero no es necesario ir allá, ese lugar es habitado por un sólo demonio.

- ¿Qué? ¿ Todo ese territorio es de un sólo demonio? - se sorprendió.

- Así es, es la tierra de la temible Lamia.

- ¿Lamia?

- Usted es muy joven pero seguro algo habrá oído de ella, la Lamia es un antiguo monstruo que devora tanto hombres como demonios por igual... con la magia de sus ojos es capaz de hechizar a cualquiera y tenerlo bajo su control para luego comer su carne...

- ¿De verdad? No había escuchado de ella, pero si es así debo conocerla, es mi deber.

- ¡No señor, no lo haga! Aunque usted es un poderoso Diablo igual puede ser víctima de su magia, dicen que en menos de un segundo puede hechizarte...

- ¿Tan peligrosa es? ¿Tú la has visto?

- No, no la he visto, pero todos saben que ese es su lugar, por eso nadie se acerca allí... se lo pido Señor Loxur, no se acerque, no soportaría que le sucediese algo por mi negligencia...

- Está bien, entiendo, vamos. Aún tengo cosas que hacer - terminó por decir el joven Diablo y se retiró a cumplir con sus demás obligaciones.

Cuando acabó con todos los deberes regresó a su palacio en el reino del orgullo, trataba de perderse en sus libros pero se dio cuenta de que aquella historia sobre la Lamia no había podido salir de su cabeza. 
En ese momento se acercó su sirviente principal con la cena 

- Karos - lo llamó Loxur.

- Dígame señor. 

- ¿Qué sabes sobre la Lamia?

- ¿La Lamia? ¿Aquella criatura que habita en el reino de la Pereza?

- Así que tu también conoces sobre ella... ¿Qué puedes decirme acerca de su historia?

- No mucho señor, pero los más antiguos habitantes del infierno sabemos un poco de su leyenda.

- Cuéntamela.

- Se dice que en la antiguedad su nombre era Petra, tenía una família a la que amaba y era tan hermosa que llamaba la atención hasta de los mismos dioses. Pero también atrajo la envidia de una diosa que mató a sus hijos y la convirtió en un ser mitad mujer, mitad serpiente, infertil, para que ningún otro hombre se fijase en ella... Llena de furia y dolor decidió vengarse atacando a los ciervos de esta diosa, los humanos. Los encantaba con su belleza y luego los mataba, incluso a los hijos de estos llegando a comérselos. Por sus actos la mandaron al peor rincón del infierno pero aún así su sed de sangre no se detuvo y arremetió contra los demonios cuando vio que también podía hechizarlos a ellos. Con el tiempo su magia fue evolucionando y ahora con sólo mirarlos es suficiente para controlarlos. Se dice que tiene un apetito insaciable, nunca está satisfecha, y mientras más come más fuerte se vuelve.

- Interesante... ¿Cuantos años tiene?

- No sabría decirle Señor, siglos tal vez.

- ¿Tú la has visto?

- No, son muy pocos los que la han visto. Y quienes lo hicieron y están con vida es porque la observaron desde la distancia mientras salía de su cueva con un velo que tapaba la mitad de su rostro, seguramente saliendo a cazar.

- ¿Cómo es posible que exista un ser así en el infierno y yo no haya sabido nada de ella hasta ahora?

- No se atormente por eso Señor Loxur, como ya le dije, su existencia es un secreto a voces del que nadie puede dar fe... pues no existe ser que se haya acercado a ella y sobrevivido. 

- Ya veo... puedes retirarte Karos, gracias por la información - terminó por decir el joven Diablo.

Loxur quedó pensativo al respecto, era un príncipe sumamente curioso, necesitaba saberlo todo, conocer, explorar, y no podía resistir quedarse con la intriga, debía verla.
Así que esa misma noche, horas más tarde, decidió regresar al reino de la Pereza, pese al cansancio, para encontrarla.
Partió sin decirle a ninguno de sus sirvientes, y sin siquiera anunciarse en la entrada del mismo, fue directo al territorio de la Lamia.
Aquel lugar estaba desierto, ni una sola alma pasaba por allí, en él había una cueva enfrente de una lago rojo y era rodeada por cientos de árboles cuyas hojas parecían teñidas de sangre.
Se sentía ansioso, no podía imaginar con qué se encontraría, pero estaba preparado para defenderse con sus propias manos si era necesario, después de todo cuando el joven Diablo tomaba una decisión nada podía hacerlo cambiar de opinión.

Lentamente se introdujo en la oscura cueva, había un silencio perturbador, en un momento preguntó

- ¿Hay alguien aquí? - en voz alta, pero no obtuvo respuestas.

Caminó aún más profundo hasta dar con una pequeña habitación al final de la misma. En ella sólo había una cama, una muñeca de trapo y apenas un par de objetos más. El misterio se hacía cada vez más grande en la mente de Loxur, ya no podía imaginar que clase de ser era aquella criatura. 
Por más que miraba a su alrededor no encotraba pistas que le ayudasen a entender, hasta que un ruido lo alertó.

Eran pasos, acercándose cada vez más, el Diablo sin pensarlo mucho ocultó su presencia y se escondió en las sombras pero lo que vio lo sorprendió, era una joven.
Traía puesto un velo sobre su cabeza que ocultaba su rostro, era de baja estatura pero boluptuosa y al parecer no se había percatado de que Loxur estaba ahí dentro también.
Ella se quitó los zapatos y sus piernas se convirtieron en una enorme cola de serpiente, acto seguido se sacó el velo y dejó ver una enorme y reboltosa cabellera rubia junto con la belleza de su rostro, todo esto ante la atónita mirada silenciosa de Loxur que no dejaba de impactarse con lo que presenciaba. Definitivamente se trataba de la Lamia pero él nunca imaginó que aquel ser tendría una apariencia tan joven, apenas parecía estar llegando a la madurez.
La criatura se recostó en la cama, parecía estar cansada, y el Diablo decidió esperar hasta que esta se quedase dormida para poder salir de la cueva sin llamar su atención.

Unos minutos después, la Lamia ya había caído al parecer en un sueño profundo y Loxur se dijo a sí mismo que era el momento de marcharse, pero no pudo resistir la tentación de mirarla más de cerca.
Caminó hacia donde ella dormía, no podía dejar de observarla, para nada le parecía aquel ser salvaje que le relataron, ni siquiera percibía olor a sangre en ella, todo lo contrario, traía un aroma dulce encima.
Había ido dispuesto a hablarle pero al verla dormir de esa manera tan tranquila decidió que regresaría otro día. 
Intentó marcharse de forma silenciosa pero accidentalmente pateo una pequeña roca y esto rápidamente despertó a la Lamia, quien lo golpeó con su cola a una velocidad que no pudo imaginar, haciendo que Loxur cayera de espaldas y golpeara su cabeza contra la pared de roca, aquel Diablo era una excelente guerrero, rápido de reflejos, pero aquella situación lo había dejado tan aturdido que no pudo ni reaccionar a su ataque.

Mientras trataba de reincorporarse, y tocaba su cabeza, una voz lo sorprendió 

- Oh! Lo siento, ¿Estás bien?.

La criatura se había acercado hasta él preocupada, el Diablo la miro aún incrédulo.

- Sí, estoy bien...- respondió él tímidamente.

Ella lo observó en detenimiento 
- ¿Cuernos... Y cabello rojo?... Oh!, ¿Acaso eres el Señor Loxur? - preguntó sorprendida.

- Sí, soy yo, ¿Pero cómo es que lo sabes? Nunca antes nos hemos visto...

- No, pero todo el mundo habla del imponente príncipe Diablo de cabello de fuego - sonrió ella.

- No debo verme muy imponente en este momento, ¿verdad? - respondió él mientras se ponía de pie.

- Oh no se fije en eso Señor, nuevamente le pido disculpas por haberlo golpeado así, es que de verdad me asusté... nunca nadie había entrado aquí antes... - se disculpó ella.

- No te preocupes, fue mi culpa por sorprenderte - dijo aun tocándose la cabeza.

- ¿Se lastimó? - preguntó ella y le tocó el cabello gentilmente, el Diablo se sorprendió, se veía delicada y pequeña a su lado, ya que Loxur tenía un buen físico y altura.

- No... no es nada.

- Que bueno - sonrió - ¿Pero qué hace aquí Señor Loxur? ¿Acaso hice algo malo? ¿Vino a castigarme?

- ¿Qué? No, no, nada de eso. Sólo vine porque quería conocerte...

- ¿A mi? ¿Por qué? - preguntó mirándolo fijamente de forma inocente.

- Pues... porque es mi deber como príncipe conocer a todos los seres que habitan en el infierno - respondió algo inquieto, los hermosos ojos dorados de la Lamia lo intimidaban, le parecía tan bella que no podía evitar sentirse nervioso e inconscientemente desviaba un poco la mirada.

Ella lo notó y en la confusión se cubrió el rostro con sus manos - Perdón Señor Loxur, si lo incomoda no lo miraré, aunque puedo asegurarle que nada sucederá... no hipnotizo a las personas...

- Eh? No, no es eso. Es sólo que estoy sorprendido por tu apariencia...

- ¿Mi apariencia? ¿Qué tiene?

- Es que... te ves tan joven...

- ¿Puedo mirarlo?

- Claro que sí...

Ella se descubrió el rostro y sonriente preguntó - ¿Cuántos años cree que tengo Señor Loxur?

- Bueno... no estoy seguro... dicen que siglos...

- Tengo dieciocho años.

- ¿Qué? ¿Tienes casi mi edad?... ¿De verdad?

- Claro que sí, no le mentiría a usted.

- Pero... ¿Acaso tu nombre no es Petra?

- Así es, pero a todas nos llaman así. Ese era el nombre de la primera Lamia, yo soy la nueva. Como todos los demonios nos llaman por ese nombre terminamos adoptándolo.

- ¿Nueva? - preguntó sorprendido el Diablo.

El misterio cada vez se hacía más grande, miles de dudas surgían en su cabeza, necesitaba saber más de su historia.

- ¿Entonces puedo llamarte Petra?

- Por supuesto Señor.

- Petra... hay tantas preguntas que quiero hacerte, si me lo permites quiero saber más de ti, eres un misterio en el infierno, todos hablan de tu historia pero al final nadie parece haberte visto, es como si existieras y a la vez no.

- Claro señor puede preguntarme lo que desee. Si se siente incómodo aquí podemos salir afuera a hablar.

- Está bien - dijo por último el Diablo y marcharon a la salida.

Ya fuera tomaron asiento sobre una roca en medio de los árboles de sangre

- Dígame ¿Qué quiere saber? - preguntó ella sentada a su lado.

- Bueno, no sé por donde comenzar, se hablan tantas cosas sobre ti.

- Lo sé.

- Dicen que te alimentas de demonios.

- No lo hago.

- ¿De verdad?

- Claro que no, ¿imagina lo horrible que sabe la carne de un demonio? - dijo con una simpática sonrisa.

- Entonces... ¿De qué te alimentas? 

- Manzanas.

- ¿Man... zanas? - comentó incrédulo Loxur.

- Así es, me encanta comer cosas dulces, pero mis favoritas son las manzanas.

Con un movimiento de sus dedos el Príncipe conjuró un hechizo haciendo aparecer una manzana en su mano

- ¿Esto? - preguntó enseñándole la fruta a ella.

- ¡Sí! ¡Increible! ¿Puede hacer magia de creación?, no cabe duda que es un demonio poderoso Señor Loxur.

- ¿La quieres?

- ¿Me la obsequia?

- Claro, toma - y le entregó la manzana.

El joven Diablo no salía de su asombro, aquella "feroz" criatura estaba sentada a su lado con un enorme gesto de felicidad sólo por tener una manzana en sus manos.

- ¿Le molesta si la como ahora? - preguntó ella algo apenada.

- Adelante, es tuya.

- Muchas gracias - dijo y le dio una mordida, en verdad parecía disfrutarla - disculpe Señor Loxur, es que no puedo dominar mi deseo por las manzanas, siempre que siento su aroma me despierta el apetito.

- No te preocupes - trataba de mantenerse serio él pero en el fondo en cierta forma le reconfortaba verla saborear aquella fruta.

Ahora comenzaba a entender porque no percibía olor a sangre en ella, si solo se alimentaba de cosas dulces era normal que su aroma también lo fuera. Pero al mismo tiempo otra duda surgió en él 

- Pero... ¿De dónde sacaste ese gusto por las manzanas? Aquí no las hay, provienen del mundo humano.

Ella lo miro por un momento en silencio y con una tímida sonrisa respondió 

- Es verdad... es que yo... tengo una vida en el mundo humano...

- ¿Qué?...

- Lo siento Señor Loxur, sé que no está bien que los demonios convivan entre humanos pero le aseguro que no hago nada que altere el balance... - se disculpó nerviosa.

- Entonces... ¿Te haces pasar por humana?

- Más o menos... mi magia no es perfecta, logro transformarme por completo en una mujer normal pero no puedo desaparecer del todo la piel de serpiente de mis piernas... por eso debo ocultarlas con botas o faldas largas.

- ¿Entonces vives durante el día allí y por las noches vuelves aquí?

- No siempre... Sólo regreso aquí los días de intenso frío en el mundo humano, sufro mucho las temperaturas bajas, casi no puedo moverme.

- Ya veo... tienes en parte la naturaleza de una serpiente común.

- Sí... por favor Señor Loxur no me prohíba salir, es muy importante para mi regresar allá... - le pidió ella.

- Tranquila, confiaré en tu palabra, no te prohibiré salir, pero algún día necesito ver que vida llevas en ese lugar, sólo así podré juzgar si está bien o mal.

- Comprendo, cuando usted lo desee se lo mostraré. Es muy amable al confiar en mi... es la primera vez que hablo con un demonio, nunca antes nadie de aquí se me acercó.

- ¿Y cómo es que- intentó preguntar Loxur pero de repente la joya que llevaba encima comenzó a brillar.

Aquel collar estaba hecho especialmente para que sus sirvientes pudiesen comunicarse con él en caso de necesitar su presencia.

- Oh!, la joya que trae está brillando - comentó ella.

- Sí, es porque me están llamando. Debo irme.

- Ya veo.

- Pero si no te molesta regresaré, aún quiero saber más sobre ti.

- Claro que no me molesta Señor Loxur, espero volver a verlo, fue agradable hablar con usted, gracias de nuevo por la manzana - sonrió ella.

- No fue nada... - respondió él, se sentía intrigado, atraído, su sonrisa se veía tan amable y sincera, parecía ser una criatura alegre, todo lo contrario a su historia que hablaba de un monstruo rencoroso y vengativo - Adiós Petra - dijo mientras se ponía de pie.

- Adiós Señor Loxur - se despidió ella también.

Mientras se alejaba, el Diablo no pudo evitar voltear a verla una ultima vez de lejos, la Lamia quedó allí sentada en esa roca disfrutando de la manzana, la veía tan hermosa pero aquella postal reflejaba exactamente su vida en el infierno, soledad.

Al llegar a su palacio fue recibido por Karos quien se mostró preocupado por su ausencia repentina

- Señor Loxur, ¿En dónde estaba? Nos sorprendió no encontrarlo, usted nunca sale sin avisar.

- Tranquilo Karos, ya estoy aquí, por eso me lleve la joya. Estaba en el Reino de la Pereza.

- ¿El Reino de la Pereza?, no me diga que...

- Así es, fui en busca de la Lamia.

- Pero Señor ¿por qué lo hizo?, se arriesgó mucho yendo sólo.

- Porque necesitaba saber la verdad, como Príncipe del Infierno no podía simplemente aceptar la existencia de un ser del que todos hablan pero nadie a visto.

- ¿Y que ocurrió? ¿La encontró?...

- Sí, y créeme, no parece nada de lo que se dice... - y el joven Diablo comenzó a relatarle a aquel fiel sirviente su particular encuentro con la "terrible" criatura.

- ¿Está seguro que se trataba de ella? - preguntó sorprendido Karos.

- Absolutamente, pero en lo único que coincidia con su leyenda es en su mitad serpiente y en lo hermosa que es...

- No sé que decirle Señor, de verdad me a dejado impactado.

- A mi igual, a medida que hablaba me surgían cientos de preguntas más... Quiero volver a verla, si no fuese porque me llamaron quizás aún estaría hablando con ella.

- ¿Va a regresar?

- Claro, estaba dispuesta a decirme toda su historia, es muy agradable...

- ¿Agradable? ¿De verdad confía en ella?

- Sí, la sentí honesta, ¿acaso no confías en mi juicio?

- Claro que sí Señor, disculpe, es sólo que aun no termino de asimilarlo.

- Mañana mismo regresaré, así que te encargo que te ocupes de todo en mi ausencia.

- Claro Señor, cuente con ello - terminó por decir el sirviente y se retiró dejando sólo a Loxur.

El joven Diablo quedó pensativo, recordar aquellos ojos dorados de Petra le quitaban el sueño. Una extraña ansiedad había nacido en su pecho, se sentía inquieto, por un lado deseaba regresar esa misma noche a verla pero por el otro lado reflexionó en que no debía ser inoportuno con ella, sería muy evidente su interés. Así que se obligó a dormir y al día siguiente partió a su encuentro, pero al llegar a la cueva no la encontró.

La esperó un momento y al ver que no regresaba recordó que ella le contó que tenía una vida en el mundo humano.
No quería invadirla, pero no resistía la curiosidad de saber como vivía en aquel lugar, así que invocó a un perro del infierno, le permitió olfatear aquella muñeca de trapo que estaba en su cama y este siguió su rastro hacia el mundo humano.

El perro lo guió hasta un tranquilo pueblo humano, más precisamente a una pequeña casa.

- Allí es Señor Loxur, ella se encuentra dentro de esa casa - le dijo el animal.

- Entiendo, gracias, ya puedes retirarte - respondió él y el perro regresó al infierno.

Era una mañana soleada pero fría en aquel lugar, Loxur tomó una apariencia humana para poder caminar por allí sin llamar la atención y esperó paciente a que ella se hiciese visible.

Se sentó en un banca cercana al lugar y fingía leer un libro mientras miraba de reojo aquella casa. En un momento la puerta se abrió y de ella salió Petra, se veía completamente como una joven humana, con un delicado vestido, botas y bolso haciendo juego y su largo cabello rubio recogido. 
El Diablo no pudo evitar suspirar, le parecía muy hermosa pero tambien presenció como por detrás de ella se asomó una mujer mayor, ya anciana, quien le puso una capa sobre los hombros para abrigarla. 
No pudo escuchar lo que decían pero ambas se veían muy amistosas, la muchacha se despidió agitando su mano y caminó sonriente por el pueblo.

Loxur estaba sorprendido, todos los humanos la saludaban, incluso la llamaban por su nombre. Los niños se abrazaban a ella, hasta le regalaban flores, al observarla cada vez le resultaba más incongruente su leyenda, ¿Dónde había quedado aquella Lamia llena de odio y sed de sangre? Definitivamente la muchacha que tenía enfrente no encajaba con esa definición, tenía que descubrir la verdad.

En un momento Petra entró a una modesta panadería y no volvió a salir, el Príncipe se acercó para ver porqué no lo hacía, se hizo pasar por un cliente y mientras otra mujer lo atendía descubrió que la muchacha trabajaba en el lugar haciendo pasteles.

Era increible, realmente llevaba la vida de una humana común, ¿Pero por qué? ¿Cómo es que llegó hasta ese lugar?, era lo que deseaba preguntarle desde la noche anterior antes de que lo llamasen de regreso.

Finalmente se hizo el atardecer en el mundo humano, Luxor decidió esperar hasta el final a que ella se desocupase y ver que hacía después, necesitaba terminar de entender la situación.
Cuando ya el lugar cerró el Diablo estaba fuera de este esperando su salida.
Ella se despidió de sus compañeros con una sonrisa, compró un par de cosas y se disponía a regresar a aquella pequeña casa, todo esto mientras era seguida en la distancia por Loxur.
En un momento una de sus bolsas se rompió y algunas de las cosas cayeron al suelo, él estaba a punto de ir a ayudarla cuando de repente se acercó a ella un atractivo joven 

- Espera Petra déjame ayudarte - le dijo.

- Oh! Ismael, muchas gracias - le sonrió la muchacha - siempre eres tan atento.

- No es nada, ¿Ya te vas a tu casa? ¿Quieres que te acompañe?

- Te lo agradezco pero no es necesario, ya estoy cerca, puedo cargar con esto sola.

- ¿Segura?

- Claro que sí, me veo pequeña pero soy más fuerte de lo que aparento - sonrió. 

- Por supuesto, disculpa, es que me pareces tan hermosa y delicada que temo que te esfuerces de más y te hagas daño.

- No te preocupes por eso Ismael, de verdad estoy bien... - respondió ya algo avergonzada.

- Está bien, confió en ti... Pero aun espero a que me des la oportunidad de tener una cita contigo...

- Perdón.... Pero ahora no puedo pensar en eso... tú sabes porqué...

- Sí, lo sé, cuenta conmigo para lo que necesites.

- Gracias Ismael, nos vemos...- se despidió ella amable y él quedó observandola.

Loxur, que había escuchado toda la conversación, no pudo evitar sentir celos de aquel muchacho.
Después de todo Petra le atrajo desde el primer momento en que la conoció y aunque él era un poderoso Diablo con carácter y confianza, se sentía falto de habilidad para conquistar a una mujer, ya que la cosas en ese sentido siempre se le dieron fáciles por el respeto que imponía, era inevitable que algunas mujeres demonios cayeran en sus brazos sin siquiera proponérselo. 
Pero está vez era diferente, de verdad le interesaba y no sabía por donde comenzar y peor aun ahora que había descubierto a aquel hombre que se mostraba tan cercano a ella.

Dejó aquello de lado y siguió tras la joven, de lejos pudo apreciar como ella se acercaba a aquella casa en donde la anciana la esperaba en la entrada mientras colgaba una farola encendida

- ¡Petra! Estaba preocupada, hace frío ya...- le dijo la anciana.

- Tranquila, me demoré con las compras pero ya estoy aquí, vamos adentro a preparar la cena - respondió sonriente ella y entraron a la casa.

Loxur quedó fuera de la misma, quería saber que clase de relación tenía con aquella mujer pero sólo Petra podría decírselo. Así que esperó paciente, imaginó que tal vez esa noche ella regresaría al infierno para dormir, ya que recordó lo que le dijo sobre los días de frío, allí sería cuando aclararía sus dudas. 

Pasaron un par de horas y ella finalmente salió, se despidió de la mujer, apagó la farola y cerró la puerta. Mientras se alejaba de a poco Loxur se hizo presente ante ella

- Petra... - le dijo

- ¿Señor Loxur? ¿Es usted? - preguntó algo confundida al ver que su cabello rojo se había vuelto negro debido a su disfraz humano.

- Sí, soy yo... 

- ¿Qué hace aquí?

- Lo siento... yo te seguí todo el día... necesitaba conocer como era la vida que llevabas aquí...

- Comprendo.

- Petra, disculpame pero debo saberlo, ¿Quien es esa mujer con la que compartes hogar?

La joven sonrió y mirándolo a los ojos respondió 

- Ella es mi madre...


Continuará...
 



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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