El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Rustem: Capítulo 2

Rustem no salía de su asombro, inmediatamente cientos de preguntas comenzaron a generarse en su cabeza. 
Trataba de recordar cada detalle de ella, buscando alguna pista que pudiese originar una respuesta más concreta, pero la idea de que fuese un ángel lo emocionaba

- ¿Será posible?... no, es una locura... ¿Pero y si lo fuera?... ¿si fuera un ángel?... un ángel... ¡Un ángel se fijó en mi! - decía para sí, entusiasmado.

Miró por la habitación esperando encontrar algún indicio más de ella pero la joven no había dejado si quiera una prenda en el lugar.
En un momento observó la cama y notó que en el medio de la misma había un pequeño rastro de sangre

- ¿Y esto? - se preguntó - ¿Acaso me herí?.... - pensó en un momento ingenuo, pero enseguida se dio cuenta - No puede ser... ¡Era virgen! - concluyó.

Curiosamente, aunque Rustem había estado ya con varias señoritas, era la primera vez que pasaba por esa experiencia y, en la intensidad del momento no se había percatado de ese detalle.
Enseguida recordó sus palabras de que era la primera vez que bailaba con un hombre, que había guardado su primer beso para él, las plumas, su desaparición y ahora el dato de que era casta, cada vez le cerraba más la idea de que podía ser un ángel.

Al salir de la habitación se topó con el recepcionista de la posada que lo saludó cordialmente

- Buenos días señor Rustem ¿Verdad?

- Eh? Sí, ese es mi nombre. ¿Cómo lo sabe? - se sorprendió.

- La señorita Ananya dejó dicho que usted tiene permiso para disponer de su habitación cuando lo desee. Así que es libre de venir cuando quiera con o sin la señorita.

- ¿Ella se fue? 

- Sí, no pudo asegurar cuando regresaría.

- ¿Viene seguido aquí? - intentó indagar más el Diablo.

- La verdad es que no Señor, la señorita es un misterio, pero nosotros no somos curiosos de la privacidad de los clientes.

- Ya veo... pero hay algo que no entiendo, si esto es una posada ¿Cómo es posible que disponga de una habitación exclusiva? ¿Acaso es dueña del lugar?

- Oh no Señor, no es dueña. Bueno, creo que no hago nada malo revelandole esto, pues si ella le permite quedarse es porque le tiene confianza. La señorita ofreció una paga tan extraordinaria que podría haber comprado todo este lugar y más, pero sólo pidió disponer de esa habitación cuando lo desee... así que no importa el tiempo que tarde en volver o la frecuencia, ese cuarto siempre estará para ella y ahora también para usted.

- Comprendo... entonces quizás regrese más tarde.

- No hay problema señor, a la hora que sea siempre habrá alguien para recibirlo.

- Está bien, gracias, adiós.

- Adiós señor Rustem - dijo por último el recepcionista y vio partir al joven.

Al darse cuenta de que no obtendría más información de Ananya decidió regresar a su palacio, al llegar fue recibido por su sirviente principal, Isbel 

- Bienvenido Señor Rustem.

- Hola Isbel.

- ¿Está todo bien? Es inusual que regrese tan tarde del mundo humano.

- Sí, todo está más que perfecto - respondió con una gran sonrisa.

- Se lo ve muy sonriente, más que de costumbre.

- Es que me encontré con una mujer especial...

- ¿De verdad? ¿Quien es?

- Ese es el problema, que aún no estoy seguro de quien es...

- ¿Cómo dice? Disculpe señor, no lo entiendo.

- No te preocupes, yo me entiendo ja, ja! Vamos, dime cuales son mis deberes de hoy.

- Oh!, está entusiasmado.

- Sí, en realidad necesito que las horas pasen rápido... ya no puedo esperar... - dijo por último y se dispuso a cumplir con su trabajo.

Rustem no podía controlar su ansiedad, quería ir corriendo a contarles a sus hermanos pero decidió que no lo haría hasta que pudiese comprobar su teoría y junto con ese pensamiento también llegó otro ¿Qué haría en caso de que de verdad fuese un ángel? ¿Estaría dispuesto a hacer los mismos sacrificios de su hermano por ella? Y seguido de esas preguntas devino una peor... aunque ella fuese un ángel lo más probable es que se hubiese interesado en su apariencia humana... en otras palabras, Ananya no sabía que él era un Diablo...

¿Qué pasaría con ella si lo descubriese? ¿Sería capaz de aceptarlo así como Anaciel a Noré? De cualquier manera reflexionó que quizás se estaba precipitando, aún no la conocía del todo bien y estaba lejos de ser la mujer que pretendía a simple vista, así que tomó la decisión de que intentaría llevar las cosas con calma, pero no podía negar que lo que vivió le gustó, y por mucho.

Cuando la noche llegó su mente le decía que lo más probable es que ella no apareciese, pero su corazón insistió en ir igual. De camino vio una florería y decidió comprar un ramo de rosas amarillas, por alguna razón sintió que le podían gustar, tal vez por que a simple vista las identificó con su personalidad, hermosas y enérgicas.

Se dirigió a la posada pero se detuvo antes de entrar, por algún motivo se sentía muy nervioso y ese no era un sentimiento con el cual se viese identificado pues, aunque Rustem era alegre y con desparpajo, también tenía un lado orgulloso y vanidoso. Hasta ese momento nunca se había sentido nervioso por la presencia de una mujer y no le gustaba la idea de ser dominado por una como ocurrió con Ananya la noche anterior.
La mujer que había idealizado en su cabeza debía ser dulce, tímida, le gustaba avergonzarlas, intimidarlas con su seducción, y esta joven demostraba ser lo contrario, Ananya lo arrastró a una experiencia totalmente nueva, incluso era la primera vez que compraba flores para una mujer, su corazón deambulaba en una contradicción, entre lo que anhelaba y lo que le gustó.

Decidió retirarse y sentarse en una banca del pueblo, aún con el ramo en la mano no podía evitar sentirse estúpido

- ¿Qué rayos estoy haciendo?... - se preguntó - Acaso... ¿Estoy asustado de que me guste una mujer como Ananya?...- reflexionó por dentro.

En eso, sintió como unas suaves manos se deslizaban por su cuello, como si alguien lo abrazase por detrás, seguido de un cálido beso en la mejilla 

- Hola mi amor... te extrañé... - le susurraron al oído.

Rápidamente Rustem volteó y se encontró con sus ojos, era Ananya.

- A- Ananya... - se sorprendió el Diablo.

- Te estaba esperando en la posada... vi cuando te ibas y te seguí... ¿Qué pasó?... ¿Te asusté?...

- ¿Qué? N-No... ¿Por qué dices eso?

- No lo sé, intuición... ¿o es que quizás planeabas encontrarte con otra mujer?...

- ¡N-No! - respondió veloz - No es eso... es que no sabía si estarías y me sentí un poco tonto...

- Entonces ¿Esas flores son para mi? 

- Bueno... Sí - confirmó, se sintió en evidencia.

Ella dio la vuelta y para sorpresa del Diablo se sentó en su falda ya tomando las flores.

- ¡Gracias Rustem! Son preciosas... no puedo decir que sea la primera vez que me dan flores... pero sí que son las más hermosas... a partir de ahora serán mis favoritas... porque tu las elegiste para mi... - le dijo y lo besó suavemente en los labios.

Rustem se sonrojó, inevitablemente su corazón una vez más se aceleró.

- Estás sonrojado... que lindo te ves así... - comentó risueña y él se avergonzó aún más.

Sentía que quería huir de ese situación pero el cuerpo no lo obedecía.

- ¿Te quedarás esta noche conmigo también?... - preguntó la joven.

- Yo... sí... - respondió resignado a sus sentimientos.

- En ese caso ¿Podemos tener una cita?

- ¿Una cita?

- Sí... quiero bailar contigo, hablar... me gusta todo de ti...

Aunque Ananya tenía una personalidad seductora y juguetona Rustem podía notar que hablaba con sinceridad.

- Está bien... ¿ya no puedo negarme verdad? - sonrió. 

- No... - respondió con picardía ella. Y se pusieron de pie para marcharse

- ¿Vamos? - dijo él.

- Podemos... ¿Ir de la mano? - preguntó ella demostrando cierta ingenuidad.

El Diablo nuevamente se sorprendió por su actitud, en sólo segundos iba de la seducción a la inocencia con ese tipo de preguntas.
Él aceptó, y una vez más la joven lo llevó a una nueva experiencia, caminar de la mano con una mujer, hasta ese momento no había experimentando ese tipo de conexión.

Así, disfrutaron de una noche llena de risas y diversión, bailaron, compartieron una cena y comentaron cosas que les gustaba del lugar pero hasta ese momento habían estado obviando un asunto y, cuando la cita llegaba a su fin, Rustem ya no quería evadirlo

- Yo... me sorprendí con tu nota esta mañana... - deslizó sacando el tema.

- Oh... sí... - respondió apenando un poco su mirada.

- ¿A qué te refieres con que no puedes venir mucho aquí?... ¿De dónde eres?...

- Yo... por ahora no puedo decirlo... pero te prometo que algún día lo haré... 

- Entiendo...

- Pero te aseguro que no miento cuando digo que me gustas de verdad y que hace tiempo te observo...

- Sí, te creo... me lo haces sentir... - se sinceró Rustem.

Al llegar a la puerta de la posada Ananya se abrazó a él otra vez

- Gracias por esta cita, a sido maravillosa... y por dejarme ir de tu mano, pude notar que estabas nervioso, pero aún así no me soltáste...

- Oh... te diste cuenta...- se sintió expuesto - para ser honesto me siento un poco torpe... tu me haces sentir así... disculpa.

Ella lo miró a los ojos y sonrió

- Si te pongo nervioso quiere decir que también te gusto mucho ¿verdad? - preguntó.

- Bue-Bueno... sí... - reconoció.

- ¿Entonces nos vamos a seguir viendo? Por favor, di que sí...

- Sí...

- Bien... ¿Vamos a la habitación? - preguntó sin reparos.

- Eh?

- ¿No pensarás que quiero que esta maravillosa noche termine en sólo un beso no?

- Bueno, yo, no sé... es decir... 

- Sabes que quieres... ¿Por qué te resistes?... - comentó seductora y lo besó en el cuello para terminar de convencerlo.

Aquella contradicción seguía en la mente de Rustem ¿sentía miedo de enamorarse de una mujer tan dominante?, tal vez sí, pero en ese momento ya no le importó, estaba hechizado por su personalidad.
Cuando llegaron al cuarto Ananya colocó las rosas en un florero sobre una pequeña mesa, Rustem se sentó en una esquina de la cama y al verla no pudo evitar recordar el descubrimiento de esa mañana 

- Ananya...

- ¿Sí? - dijo algo distraída.

- Lo de anoche... ¿Fue tu primera vez?... - preguntó dudoso.

Ella lo miró y se apenó un poco 

- ¿Te diste cuenta? ¿Cómo? ¿Fue por mi falta de experiencia verdad?...

- ¿Falta de experiencia? - re preguntó, pues no se había notado en absoluto - N-No... fue por otra cosa, pero ahora no viene al caso - respondió al ver que ella no se había percatado del pequeño rastro de sangre.

- Ya veo...

- ¿Por qué no me dijiste que eras virgen?...

- ¿Hubiese cambiado algo? - preguntó algo ingenua.

- B-Bueno... yo podría haber sido un poco más gentil... más amable de haberlo sabido...

Ella lo miró un segundo y soltó una pequeña carcajada 

- Rustem... - dijo mientras obscurecía la habitación y dejaba que esta sólo se iluminara con la luz de la luna que apenas se asomaba tras las cortinas de una ventana.

- Sí no fueses tú tal cual eres esto no sería especial... - murmuró por último y se acercó a él dispuesta a desabrocharle la camisa, Rustem estaba entregado a sus manos, no sabía que era, no podía definir lo que sentía, pero ya lo había decidido, se dejaría llevar por ese huracán llamado Ananya.

Luego de hacer el amor, la joven se recostó sobre el pecho del Diablo que la rodeaba con sus brazos en la silenciosa noche, en un momento ella murmuró 

- ¿Rustem?...

- ¿Sí?... - respondió él, algo somnoliento.

- Perdóname...

- ¿Por qué?

- Por mi forma de ser... soy consciente de que puedo ser impetuosa, insistente y un poco caprichosa... no lo puedo evitar, así me criaron... pero te aseguro que lo que siento por ti no es un capricho... de hecho... creo que es lo único verdadero que tendré en mi vida...

- ¿De qué estás hablando Ananya?... 

- Desde que nací siempre se me dijo que debo unirme a cierto tipo de hombre sin excepción... aúnque no lo ame... aunque no sienta nada... no importa, igual debo unirme a él porque es lo correcto... en un principio lo había aceptado... pero cuando te vi supe que ya no habría marcha atrás... aunque te observaba de lejos me di cuenta que eras todo lo que quería... por eso en cuanto tuve la oportunidad no quise dejarla pasar... pero lamentablemente todo esto es como un sueño en una burbuja... que en cualquier momento estallará ...
Por eso puedo ser un poco intensa... por qué quiero vivirlo todo al límite contigo mientras pueda... antes de que la burbuja se rompa... 

- Ananya... - intentó mirarla Rustem pero ella le cubrió los ojos con su mano

- No me mires ahora Rustem... no quiero que me veas así... - dijo y el Diablo pudo sentir como un par de gotas caían sobre su pecho, ella estaba llorando - Sólo quería que lo supieras... - terminó por decir.

Rustem se conmovió, podía sentir la profundidad de sus palabras, nunca antes nadie le había dicho algo así.
Él la abrazó aún con más fuerza y respondió 

- Está bien Ananya, no te disculpes, me gusta tu forma de ser, por eso estoy aquí...

- Entonces... ¿Me seguirás esperando aquí?...

- Sí... es un promesa... - terminó por decir él y sellaron ese momemto con un beso apasionado.

A la mañana siguiente el Diablo despertó y se sorprendió al notar que nuevamente la joven se había ido, quedando él sólo en la habitación que era iluminada ya por los primeros rayos de sol, pero esta vez sin dejar ni una pluma atrás, únicamente las rosas amarillas.
Al verlas supo que realmente ella no podía llevarlas, quería saber más, que había detrás de Ananya... que ocultaba... ¿será que era un ángel y aquello lo decía porque sólo tenía permitido unirse a uno de ellos?... quería descubrirlo, pero sólo ella podía darle la respuesta, mientras tanto, lo único que podía hacer era cumplir su palabra, esperarla.

Los días fueron pasando, Rustem iba a aquella habitación con una rosa amarilla en su mano a esperarla, pero aunque pasaba toda la noche ella no aparecía, y así varias veladas más...
Inevitablemente el Diablo pasó de la euforia a tener cierta tristeza, estaba distraído, no podía concentrarse en sus deberes, habían pasado más de diez días sin noticias de Ananya y aquello se podía notar en su mirada

- Señor Rustem ¿Se encuentra bien? - preguntó Isbel.

- ¿Qué? Oh sí. Estoy un poco distraído no más... - respondió tratando de volver a concentrarse en sus papeles.

- Sí, lo noto. ¿Hay algo que lo incómoda?, sabe que puede hablar de lo que sea conmigo... lo conozco desde que era un niño.

- Lo sé Isbel... es que... no sé como decirlo... puede que suene algo estúpido, pero... ¿Recuerdas de la mujer que mencioné? Aquella que me pareció especial...

- Claro Señor.

- Bueno... hace más de diez días que no sé nada de ella... y creo que... la extraño...

- Oh... esa es una palabra muy poderosa hacia una mujer viniendo de usted Señor Rustem.

- Lo sé... pero lo más loco es que sólo la he visto dos veces... ¿Es posible extrañar a alguien que sólo has visto dos veces?... ¿Por qué siento esto?...

- Creo que usted sabe perfectamente por qué, ya no es un niño, el problema parece ser que le cuesta admitirlo... pero es evidente que ella a dejado su marca en usted...

- Sí... lo sé... este sensación es inconfundible... es que todo fue tan intenso... diferente... ella es... única... necesito verla...

- ¿Es lo que a estado haciendo todas estas noches? ¿Esperarla?

- Así es... cuento las horas del día, ansiando que llegue la noche para ir al mundo humano esperando verla... y al final de esta, cuando ella no aparece, nace en mi la desilusión... y me hace preguntar si de verdad vale la pena...

- Ah, pero si es por eso no se preocupe, si hay algo que puedo asegurar es que valdrá la pena...

- ¿Por qué?

- Porque las cosas que cuestan un poco de sacrificio se valoran mucho más que las que no...

Rustem esbozó una pequeña sonrisa

- Es verdad... suspiró.

Así, sin querer bajar los brazos, decidió que continuaría esperándola como prometió.
Esa noche también fue a la posada, pero el día de trabajo en el Infierno había sido tan ocupado que no pudo evitar quedarse dormido sobre la cama de aquella habitación y en un momento, entre sueños, sintió recibir un beso en los labios, rápidamente abrió sus ojos y la vio, era Ananya 

- Ananya... por fin regresaste...- suspiró.

- Hola mi amor... sí... aunque esta vez sólo por poco tiempo... - respondió acariciando su pecho.

- ¿Qué?

- Así que no perdamos tiempo... - continuó ella mientras le desabrochaba la camisa.

- Espera Ananya, yo... quiero decirte que...

- Por favor Rustem... estos días sólo los he pasado extrañando el calor de tu piel... amame de nuevo, antes de que tenga que regresar... - le pidió y el Diablo ya no pudo negarse mientras lo besaba sosteniendo su rostro, ella tenía el poder de convencerlo con sus besos.

Aunque Rustem buscaba hablar antes, expresarle lo que sentía, eligió acceder a hacer el amor primero pensando que de todos modos luego de ello podrían hablar pero increíblemente, para su mala suerte, una vez más se quedó dormido y al despertar ella ya no estaba 

-¡¿Qué?! ¡Maldita sea!... otra vez me quedé dormido... - murmuró molesto entre dientes para sí - Ananya... me estás volviendo loco... - resopló.

Ya llegada esa instancia no podía guardarlo más, necesitaba hablar con alguien sobre el volcán de emociones en él a punto de estallar y recordó que ese día Vittorio y Noré se encontraban en el Infierno.

Ambos estaban en el Reino de Vittorio, revisando un papeleo en conjunto cuando el Príncipe de la Pereza deslizó 

- ¿No crees que todo a estado muy tranquilo últimamente?...

- ¿Te refieres a que "cierta persona" escandalosa no ha aparecido? - respondió Noré.

- Exactamente.

- Por mi está perfecto así, déjame disfrutar de este silencio embriagador...

En ese momento Rustem entró al salón 

- ¡Hola! - saludó con su siempre enorme sonrisa.

- Oh... ya apareció, ¿Tenías que llamar a la desgracia verdad Vittorio?... - dijo con sarcasmo Noré.

- ¿Me extrañaron? - preguntó el Diablo más joven.

- No, pero igual yo ya estaba sospechando de tu ausencia... ¿Dónde has estado?

- Bueno... de eso quiero hablarles...

- ¿Por qué? ¿Qué hiciste esta vez?

- Nada... sólo me he estado frecuentando con una mujer...


- Bien, felicitaciones... será una humana supongo.

- Sí, algo así, es una mujer especial.... 

- ¿Y cuál es el problema? - preguntó Noré.

- El problema es que yo quiero acercarme más y ella no me deja... es un total misterio para mi... aparece sólo para hacer el amor y luego se va sin siquiera despedirse...

- Oh que interesante... - deslizó sarcástico Vittorio.

- Esa mujer me está volviendo loco, por momentos siento que me usa para satisfacer solo su apetito sexual... - dijo revolviendose el pelo.

- ¡Oh, por favor! ¿Por qué nos obligas a escuchar estas cosas?, ¿No tienes a nadie más a quién contarselas? - resopló Noré.

- No, que malos hermanos son, yo los ayudé con sus esposas, merezco que al menos escuchen mis dramas, que me den consejo.

- Es un buen punto, pero sin entrar en detalles por favor- aceptó Vittorio.

- ¿Detalles? Pero no se tratan de detalles, son mis sentimientos... si ustedes no me escuchan entonces iré a hablar con Anaciel.

- ¡¿Qué?!

- Ella es la única que me escucha de verdad, es tan dulce, siempre dice cosas que me consuelan... Además cocina delicioso - dijo sonriente.

- ¿Tú... vas a ver a mi mujer cuando yo no estoy en casa?... - dedujo Noré.

- Sí, claro.

- ¿Por qué?... - preguntó atónito.

- Por que somos familia ¿O no? - respondió sin inmutarse.

Vittorio vio venir la tormenta de celos en Noré 

- ¿Tú sabías de esto? - le preguntó el Príncipe de la Ira.

- ¿Cómo voy a saber?... no estoy todo el tiempo pegado a Rustem... - respondió algo indiferente como de costumbre.

- Sí, definitivamente hablaré con Anaciel, ella me dará buen consejo - continuó Rustem.

- Escuchame bien mocoso pervertido, no te atrevas a hablar con Anaciel de tus desventuras sexuales, ella es una dama de familia, no seas degenerado. Y de paso ya no vayas a mi casa cuando yo no esté - le exigió Noré visiblemente celoso.

- ¿Por qué?

- Porque no quiero y punto.

Rustem esbozó una pícara sonrisa

- ¿Qué pasa Diablo estúpido, estás celoso? ¿No que Anaciel sólo me ve como un niño?... - preguntó burlón.

Noré estaba a punto de estallar de la rabia

- Es mi última advertencia mocoso, voy a matarte...

- Sí, sí, lo que digas Diablo estúpido, tu inseguridad eleva mi autoestima ja, ja, ja! ¡Adiós! - dijo Rustem ya yéndose.

Noré no podía hacer más que apretar los puños 

- ¡Voy a matar a ese mocoso! ¿Cómo se atreve a ir a ver a mi mujer cuando yo no estoy?... y no entiendo... por qué Anaciel no me dijo nada... - comentó bajando la intensidad de su tono hasta casi apenar su voz.

- Tal vez simplemente se le pasó... pero te recomiendo que controles esos celos tuyos frente a ella... o podrías ofenderla terriblemente...

- ¿A que te refieres?

- Imagina si Anaciel tan solo sospecha que tu crees que ella puede estar interesada en Rustem... seguramente se pondría muy triste... 

Noré no había caído en cuenta de ello, Vittorio tenía razón 

- No lo había pensado de esa forma...

- Sí, definitivamente ella se decepcionaría de ti...

- No me digas eso... que Anaciel se enoje conmigo es peor que la muerte para mi... 

- Entonces ejercita la tolerancia Noré... - le aconsejó por último Vittorio.

Mientras tanto Rustem estaba por ir a ver a Anaciel pero de repente unos imprevistos surgieron en su Reino y al ir a hacerse cargo de ellos demoró bastante, así que no perdió tiempo y decidió ir a la posada igual, pero esta vez decidido a que no se quedaría dormido.

Tal y como la otra vez, Ananya lo sorprendió en la cama a mitad de la madrugada pidiéndole nuevamente hacer el amor, sus encuentros, aunque habían sido pocos, eran puro deseo y pasión.
Al terminar se dispusieron a dormir abrazados, la joven cayó rendida pero Rustem se esforzaba a más no poder por no dormir, aunque la suavidad de su piel lo invitaba a ceder.
Cuando ya el cielo comenzaba a aclarar la joven se deslizó de los brazos de Rustem buscando huir una vez más, pero en esta oportunidad el Diablo la sorprendió tomándole la mano antes de que pudiese descender de la cama.

- Rustem... - suspiró.

- Ananya... no te vayas... 

- Tengo que hacerlo Rustem, sueltame por favor...- le pidió.

- Lo siento pero no... necesito que me digas que está pasando... ¿por qué te vas de esa forma?... me desespera esta situación... 

- Yo... no puedo...

- Por favor Ananya...

En ese momento la joven miró por la ventana y murmuró 


- Ya es muy tarde... 

- ¿Eh?

- Ya no podré ocultarlo... 

- ¿De qué hablas Ananya?

- Lo siento Rustem... yo... no soy humana... - confesó y en cuanto el primer rayo de sol que entró por la ventana rozó su piel, de la espalda de la joven brotaron unas hermosas alas blanca.

El Diablo quedó anodado, era una imagen muy impactante 

- Ananya... tú... ¿Eres un ángel?..


Continuará...



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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