El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Salomón: Capítulo 7

Al verla, el tigre rápidamente retrajo sus garras y se desvió en su salto para esquivarla. Salomón estaba sorprendido por la defensa de Sayuri pero aun así miraba con seriedad a la bestia que nuevamente se acercaba enseñando sus comillos.

Sayuri continuó de pie delante del Diablo, interponiendose así entre él y el tigre

- Kaito... no le hagas nada por favor...

La bestia la observó con ternura y regresó a su forma original, Salomón en efecto pudo reconocer que se trataba de Kaito, pero al tener el torso semi descubierto esta vez se apreciaban las marcas de garras de tigre en su pecho.

- Sayuri, vamos, he venido para llevarte ahora mismo a casa conmigo. 

- Kaito... 

El joven clavó sus ojos furiosos en el Diablo y continuó - No sé que rayos acordaste con el idiota de Shumatsu pero no dejaré que tomes a una mujer a la fuerza en matrimonio sólo por que te gustó, mi hermana no es un trofeo, no me importa que seas el gobernante de este Reino, no te lo permitiré.

- Hermano, tranquilo... no es lo que parece...

- Ya lo sé todo Sayuri, culpa de Shumatsu este Diablo se encaprichó contigo y de un día para el otro te ató a él con un maldito papel con ayuda de aquel infeliz, arrastrándote a vivir aquí, quitándote tu libertad.

- Él sólo lo hizo porque quería cuidarme... 

- ¿Cuidarte? Él mismo fue quien te puso en peligro con esa estupida propuesta.

- Sí - intervino Salomón - reconozco que cometí un error en mi forma de proceder, la puse en peligro y acepté mi responsabilidad trayendola a vivir conmigo para cuidarla... yo amo a Sayuri - declaró.

- ¿Que la amas dices?... ¿Sabes que a mi hermana le queda menos de un año de vida? - preguntó serio.

- Sí, lo sé - reconoció con pesar.

Mirten y los demás sirvientes quedaron impresionados al oír tal revelación, nadie sabía sobre ello aun.

- Ella merece vivir el resto de sus días en libertad, de la forma que quiera, siendo feliz, no aceptaré que la tengas encerrada aquí como un adorno de tu jardín.

- No es así Kaito... Salomón me quiere... - murmuró Sayuri apenada.

- ¿Te quiere? Si te quisiera de verdad hubiese hecho las cosas de forma apropiada, cortejandote, buscando tú aprobación, no reclamandote a ese otro imbécil como si fueses un premio.

- Kaito...

El joven se acercó más - Yo odio a los sujetos como tú y Shumatsu, sujetos que creen que porque tienen poder pueden ir por ahí poseyendo mujeres como objetos, seduciendolas, jugando con ellas, ilusionandolas... yo no pude proteger el corazón de mi madre de las manos de ese idiota porque era un niño, pero ahora no dejaré que le hagan lo mismo a mi hermana, ella no será tu juguete, es demasiada mujer para ti - exclamó señalandolo.

- Calmate hermano, él no es como mi padre... Salomón me quiere de verdad... y yo a él...

- Sayuri, todo el mundo sabe de las intenciones de este Diablo, pretende tener una esposa de cada Clan regente en este Reino, un sujeto que piensa así no merece ni que voltees a mirarlo. ¿Acaso permitirás que te haga una más del montón?

- Bueno... yo no...

- Será la única - afirmó el Diablo - Sayuri será mi unica mujer, nos vamos a casar.

- ¿Casarse? ¿Que no lo entiendes? Todo esto no tiene sentido, Sayuri no llegará a -

- Sí lo hará - lo interrumpió Salomón - ella no morirá, yo me encargaré de encontrar la foma de salvarla... sobrevivirá y será mi esposa. 

Kaito quedó impresionado por su declaración - ¿Hablas de romper la maldición? ¿Acaso tu sabes como hacerlo?

- Aun no, pero buscaré la manera, es una promesa - afirmó el Diablo.

- Salomón... - suspiró ella y tocó su mano mirándolo a los ojos.

Kaito pudo apreciar la mirada ilusionada en los ojos de su hermana, podía reconocer esa expresión, la recordaba en en su madre al ver a Shumatsu. Pero tanto en los ojos de Shumatsu como los de Salomón no podía distinguir la misma intensidad que ellas al mirarlos, en los ojos de los hombres veía un orgullo que prevalecía por encima del amor, y eso era algo que sabía diferenciar.

Sayuri se acercó a Kaito y lo abrazó - No te preocupes hermano, estoy bien, Salomón ha sido muy bueno conmigo, me respeta y me quiere de verdad...

El joven volvió a clavar sus ojos en Salomón y continuó - ¿Así que te respeta y te quiere de verdad?... entonces no tendrá ningun problema en aceptar que regreses a casa conmigo - dijo dejando ver una mueca de sonrisa.

- ¿Qué? - preguntó sorprendido el Diablo - Sayuri es mi prometida oficial, tengo derecho a exigir que viva conmigo.

- Lo que hayas firmado con el imbécil de Shumatsu me tiene sin cuidado, en mi familia las cosas se hacen diferente. Sayuri es una señorita menor de edad que no tiene por que convivir con un hombre que no es su familia, si la trajiste solo para protegerla puedes despreocuparte, ahora que regresé yo la cuidaré como siempre.

Salomón frunció el ceño ante su afirmación, no esperaba esa propuesta de su parte.

- Kaito, tranquilo, no puedes ir contra la autoridad del Reino...- trató de aplacarlo Sayuri.

- Pero Sayuri... yo también te extraño... cuando regresé a casa esperaba que me recibieras con una sonrisa y me enteré de todo esto... ¿Cómo crees que me sentí?... tu y el abuelo son lo más preciado que tengo en mi vida...

La joven se conmovió con sus palabras, nuevamente lo abrazó y respondió - Está bien Kaito, lo entiendo - sonrió. Volteó a ver a Salomón y continuó - Lo siento Salomón, pero por hoy será mejor que regrese a casa - se disculpó.

- ¿Qué?... Sayuri ¿De verdad te irás?...

Ella sonrió, con una mano tomó la suya y con la otra acarició su rostro - Tranquilo, sólo será por poco tiempo, hablaré con mi hermano, él es muy importante para mi... es normal su preocupación, yo lo convenceré de que todo está bien.

Por detrás de Sayuri, Salomón pudo apreciar una sonrisa de triunfo en Kaito, el joven conocía perfectamente a su hermana y sabía que para conseguir algo de ella era mucho mejor apelar a su lado emocional que forzarla con autoridad.

- Iré por algo a la habitación, ya regreso - dijo la joven y se retiró a buscar su pequeño bolso.

- Bien, te espero afuera - comentó Kaito y salió de la sala directo al jardín.

Salomón frunció el ceño nuevamente, Mirten se acercó a él preocupado por su expresión, sabía que su Señor estaba en verdad enojado, podía reconocer ese gesto en él.

- Se-Señor Salomón... - murmuró, pero el Diablo lo ignoró y fue directo hacia Kaito.

El joven lo vio venir y nuevamente tomó una postura desafiante - ¿Tienes algún problema? ¿ Estás sorprendido de la decisión de Sayuri? - preguntó - ella es una señorita de familia, criada con valores, siempre preferirá a su familia antes que a un sujeto que apenas conoce - comentó.

Salomón apretó el puño, se contuvo para no reaccionar - No hay necesidad de que te la lleves, ella está bien aquí.

- No es asunto tuyo, quiero hablar en profundidad con mi hermana, saber lo que siente, conversar en un ámbito que le permita reflexionar tranquila.

- ¿Estás diciendo que no puede hacerlo aquí?

- Me preocupa que tu influencia no le permita ser honesta consigo misma - declaró serio.

- ¿A qué te refieres?

- Tu promesa sin fundamentos de que la salvarás puede que la esté ilusionando con una vida que no tendrá. Sayuri estaba preparada para vivir este tiempo que le queda en completa libertad, cumpliendo todos sus deseos y pequeños anhelos, le prometí que la acompañaría a hacerlos realidad, por eso partí antes a cumplir mi trabajo para regresar sin contratiempos. Lo que me molesta es que esta ilusión que estás sembrando en ella de una vida normal y prolongada la hagan postergar u olvidar esos pequeños propósitos que deseaba cumplir, no quiero que cuando llegue el momento final se arrepienta de nada.

Salomón sentía molestia pero a la vez esas palabras calaban ondo en su pecho, delante de él no tenía un hombre que protegía a su hermana por celos, Kaito era un joven que la cuidada desde el más profundo amor, aun así no quería resignar su idea.

- Ella no morirá, ya te lo dije, buscaré la manera de romper la maldición.

- No puede aseverar algo así, ¿con qué pruebas te atreves hacerle una promesa así a una jovencita maldecida? ¿Tienes fundamentos? - insistió Kaito frunciendo el ceño.

Salomón no pudo responder y Kaito continuó - ¿Lo ves? No tienes nada, eso es lo que me molesta, que la ilusiones en vano. Sayuri puede parecer madura por su educación pero es solo una jovencita, tiene el corazón de una niña ¿Acaso tienes idea del tiempo que le llevó aceptar que no tendría lo mismo que las demás jovenes? ¿Que no podría casarse, que no podría tener una familia, que no valía la pena que se enamorara? No puedes decidir sobre los tiempos de vida de alguien que irremediablemente morirá, Sayuri merece vivir cada día como si no hubiese un mañana ¿Lo entiende Señor Salomón? - preguntó con sarcasmo - No quiero que mi hermana se ate mentalmente a ti, olvidándose de ella misma, por esa promesa vacía de que tendrá una larga vida...

El Diablo dentro de su molestia tenía que aceptar que el joven tenía razón, por el momento no tenía nada para fundamentar su promesa.

- Está bien, por ahora acepto que te la lleves, pero si ella quiere volver no dudaré en ir por Sayuri - le advirtió.

- Desde ya te digo que tus advertencias y amenazas no tienen efecto sobre mi, yo respetaré lo que Sayuri decida, pero quiero que lo piense con calma y con tu presencia a su alrededor dudo que lo haga.

- Ya estoy lista - interrumpió la joven pasando entre medio de ambos hombres.

- Bien, vamos entonces - respondió Kaito adelantándose un poco.

- Sayuri... - murmuró Salomón al verla lista para partir. 

- Tranquilo, sólo será un tiempo, mi hermano lo merece - sonrió - Hasta pronto Salomón - dijo y se dio la vuelta para seguirle el paso a Kaito.

El Diablo no pudo soportar esa timida despedida y la tomó del brazo para obligarla a voltear hacia él nuevamente, y en un segundo robó de sus rosados labios un beso lleno de sentimiento que retenía tomando su rostro. Aquello duró apenas un segundo pero al separarse Salomón notó que la joven estaba completamente sonrojada, le apenaba que su hermano la hubiese visto - Sa-Salomón... - murmuró avergonzada.

- Sayuri... no podré soportar estar sin ti... - confesó él.

- Pues tendrás que aprender a lidiar con eso - dijo Kaito quien se acercó deprisa indignado por su acción y los separó - ¿Lo ves? A esto me refiero, influyes por demás en ella con tu comportamiento dominante, dale espacio para pensar en lo que de verdad quiere - terminó por decir y cargó a su hermana con un sólo brazo para llevarla.

Sayuri estaba acostumbrada a que Kaito la cargara así desde que era una niña, él nunca dejó de hacerlo, con su fuerza la joven era como una pluma en su brazo. Ella se aferró a su cuello pero no pudo evitar voltear a ver una última vez a Salomón, que había quedado en la entrada al Palacio, regalandole una ultima sonrisa hasta que finalmente se marcharon del lugar.

Antes de que el Diablo entrase, Mirten salió afuera para acompañarlo en la despedida

- Señor Salomón, ese joven era un...

- Sí, por su transformación deduzco que es un descendiente del Byakko, el Tigre de Luz, el demonio de Luna más poderoso de ese Clan. Sabía, que a diferencia de las mujeres, los hombres del Clan tenían la capacidad de convertirse en bestias como los hombres lobo, pero los Byakko son sin dudas los más poderosos, aunque tengo entendido que solo unos pocos hombres pueden portarlo pues no todos logran soportar el cargar con un ser que domina fuerzas de la naturaleza, es la primera vez que veo a uno.

- Sí, yo también había oído de ellos pero no había sido testigo de uno, son en verdad majestuosos, imponentes... tengo entendido que los Byakko no son confrontativos, se consideran a sí mismos seres de paz, solo pelean por lo que creen justo.

- ¿Justo?... - murmuró Salomón reflexionando que era lo que acababa de ver, un muchacho peleando por sus convicciones, por proteger los intereses de su hermana, y aunque podía entender sus motivos, al ingresar ya sentía la ausencia de Sayuri.

- Señor Salomón...- murmuró Mirten.

- Estaré en mi sala personal cumpliendo con mis deberes, en lo posible no quiero ver a nadie - ordenó el Diablo y se encerró.

- Sí Señor - respondió el sirviente percibiendo ya el enojo en él.

Tal cómo dijo, Salomón se quedó en su sala personal cumpliendo con sus deberes pero a la vez tratando de averiguar todo lo que estuviese a su alcance sobre los demonios de Luna. Aunque le hería el orgullo tenía que aceptar que Kaito estaba en lo cierto al decir que su promesa a Sayuri era vacía, así que decidió que seguiría aprendiendo sobre ellos y sus secretos al menos hasta tener noticias de Loxur.

La hora de la cena llegó y un silencio sepulcral atravesaba el Palacio, la falta de la joven se hacia sentir, la ausencia de su risa y los murmullos que ella provocaba en los habitantes del lugar calaban ondo en el Diablo, disgustado por la situación dejó la cena a medias y se retiró a su habitación.
De camino pasó delante del cuarto de Sayuri, no quiso ni abrir la puerta pues sabía que solo se sentiría peor y entró directo al suyo.
Se recostó en la cama, dando vueltas en la misma abrazado por la frustración pero en un momento escuchó el crujir de un papel, levantó su almohada y encontró una nota con la letra de Sayuri
- "Esperame Salomón, te prometo que regresaré... te amo" - profesaba aquel mensaje.

Al leerlo Salomón sintió alivio y ansiedad a la vez, alivio por saber que ella deseaba estar a su lado y ansiedad de querer verla. 
Aunque trató de relajarse y dormir simplemente no pudo hacerlo, necesitaba verla, así que en medio de la noche partió a la Villa.

Se conformaba con solo admirarla a la distancia, así que lentamente se acercó a su casa, parecía que ya todos dormían.
Se asomó por una de las ventanas y casualmente dio con la de su habitación, aunque estaba cerrada, por las traslucidas cortinas pudo ver a Sayuri durmiendo plácidamente en su cama, la observó unos minutos, aquello dibujó una pequeña sonrisa en su rostro pero cuando se disponía a retirarse fue sorprendido por Kaito.

- Vaya... no ha pasado ni un día y ya la estás acosando de nuevo, parece que tendré que ser más explcito contigo.

Salomón lo observó de manera desafiante y el joven continuó - ¿Creiste que no te sentiría venir? Soy una bestia, puedo detectar tu olor a kilómetros.

- Sólo quería verla, le extaño, la necesito -dijo serio.

- Lo unico que he escuchado salir de tu boca hasta ahora son palabras egoístas... "no podré soportar", "la extraño", "la necesito"... palabras que solo reflejan tu necesidad, pero aquí no importa lo que tu quieras, lo unico que importa son los deseos de Sayuri. Ya te lo dije, dale tiempo para que reflexione y piense en calma.

- ¿Y cuanto será eso?

- Todo el tiempo que ella necesite, si eres un verdadero caballero la esperarás como corresponde, sin presiones, ya te lo dije, conmigo esas cosas no funcionan - dijo enseñando sus garras - manten tu distancia Diablo, no me obligues a llevarmela tan lejos que nunca la puedas encontrar - le advirtió.

Salomón endureció su gesto y se dispuso a marcharse en silencio pero Kaito no evitó decir - Otra cosa Diablo, si ella decide no verte más ten por seguro que haré que su voluntad se cumpla - terminó Kaito e ingresó de nuevo a la casa.

El Príncipe apretó los dientes, aquel muchacho era provocador y determinado, podía reconocer que sólo lo hacía por el bien de su hermana pero Salomón no lograba evitar sentir que le habían arrancado un pedazo de él, Sayuri se había vuelto parte de su vida.

Regresó a su Palacio, frustrado por la situación, pero esta vez entró directo a la habitación de la joven. Se recostó en su cama y se dejó llevar por el embriagador efecto que, el aroma que Sayuri había dejado en esas sabanas, tenía en él.
En ese momento lo decidió, se quedaría a dormir en esa habitación hasta que ella decidiera regresar.
Cada noche buscaría exprimir hasta la ultima gota de su esencia en aquella cama para de esa forma sentirla cerca.

Así pasaron dos días en los que no tuvo noticias de la joven, aquello irremediablemente afecto el temperamento del Diablo, volviendolo considerablemente irritable ante cualquier cosa, y la mañana del tercer día, sin saber nada de esto, Kalir fue a visitarlo por costumbre.

- Hola Mirten! - saludó al sirviente quien estaba en el jardín ordenandolo.

- Oh, buenos días Señor Kalir, si vino a ver al Señor Salomón me temo que no ha llegado en el mejor momento...

- ¿Por qué? - preguntó y Mirten le contó el panorama - Hoo, ya veo ja, ja. Voy a entrar.

- Pero Señor Kalir, es peligroso - le advirtió.

- No voy a perderme la cara de Salomón en este momento ja, ja - dijo y entró al Palacio, topándose con el Diablo en la sala principal desayunando.

- Hola hermanito, Mirten me contó que estás haciendo berrinche porque tu mujer no está - se burló.

- No estoy de humor para soportar tus bromas Kalir, te lo advierto - dijo Salomón alzando una ceja.

- Vamos, soy tu hermano más cercano, cuentame que pasó - insistió Kalir ya tomando un bocadillo de la mesa. Salomón dio un suspiro y procedió a contarle, la risa de su hermano no se hizo esperar - JA, JA, JA! ¡ Pero que idiota! JA, JA, JA, así que estabas celoso de su propio hermano y no tenías idea JA, JA, JA!

Salomón tomó un cuchillo de la mesa y se lo lanzó refilando su rostro, haciendo que este se clavase en la pared - Te advertí que no estaba de humor para tus estupideces - dijo frunciendo el ceño.

- Ja, ja, tranquilo, sólo estoy descontracturando la situación.

- Sí claro, te conozco perfectamente, te divierten los problemas de los demás.

- No lo voy a negar - respondió este y volteó a ver por el ventanal mientras le daba una mordida al bocadillo - Wow! - exclamó - ¿Y ese gato gigante de donde salió? - preguntó mirando hacia el jardín.

- ¿Gato? - murmuró Salomón con la taza en mano.

- Sí, es enorme. Oye, ¿Qué no es esa tu mujer? - preguntó y Salomón salió corriendo al jardín dejando todo de lado, seguido por Kalir desde atrás.

En efecto, aquel gato que este último mencionó era Kaito en su forma de tigre trayendo a Sayuri sobre su lomo.

- Sayuri... - suspiró el Diablo y la ayudó a bajar tomándola de su fina cintura.

-¡Salomón! - exclamó ella mientras se abrazaba con fuerza a él - te extrañé...

- No tienes idea de la falta que me has hecho... que bueno que volviste.

Kaito regresó a su forma original - No te emociones tanto Diablo - deslizó - Sólo la traje de visita

- ¿De visita? 

- Wow, así que tu cuñado es un gatito, interesante - comentó Kalir.

- ¿Y este idiota quien es? - preguntó Kaito señalando a Kalir.

- Hermano, tranquilo, no puedes pelear con cada Diablo que ves... él es el Señor Kalir, sexto Príncipe y guardián del Infierno de la Gula - lo presentó Sayuri.

- Ah, así que tu eres el llamado "Diablo destructor" - comentó Kaito.

- Ese mismo - sonrió Kalir.

- Bueno, como te decía, mi hermana me ha hecho saber su deseo de verte por eso la traje, pero aun no estoy convencido de su relación - dijo volviendo su mirada a Salomón.

- Pero hermano... el abuelo dijo que estaba bien... - comentó apenada la joven tomando la mano de Salomón. 

- El abuelo es demasiado blando, y lo que hayas firmado con el idiota de Shumatsu para mi no cuenta, yo soy el único que puede juzgar si puedes ser un buen esposo para Sayuri - afirmó desafiante.

Salomón endureció su gesto y Kalir esbozó una sonrisa - Me agrada este sujeto - comentó.

- Así que además de lo que te dije el otro día, hay algo que me está molestando y quiero hacertelo saber.

- ¿Qué es ? - preguntó Salomón.

- ¿No te parece que eres algo viejo para ella? - preguntó sin pena.

- ¡Kaito! - exclamó Sayuri avergonzada y Kalir soltó una carcajada 

- JA, JA, JA! Este sujeto si me comprende JA, JA! - rio por la situación.

- ¿Me estás hablando en serio? - preguntó Salomón entre sorprendido y molesto.

- Claro que sí, debería darte vergüenza ir detrás de una jovencita después de toda la experiencia que debes tener.

- No, no siento vergüenza, mis sentimientos hacia Sayuri son honestos y ella es lo suficientemente madura para diferenciarlos así que no la subestimes - respondió desafiante Salomón.

Kaito endureció su mirada y exclamó - Bueno, ya nos vamos Sayuri.

- ¿Qué? ¿Tan pronto te la llevas?

- ¿Qué parte de la traje a "verte" no entendiste?, ya te "vio" así que nos vamos.

- Al menos dame un momento a solas con ella - insistió y el joven a regañadientes aceptó, alejándose en compañía de Kalir que lo molestaba buscando saber aspectos de su transformación.

- Sayuri... ¿Tu estás de acuerdo con esto? ¿De verdad te irás de nuevo? - preguntó.

- Salomón, yo nunca esperé vivir todo esto, soy consciente de que las cosas entre nosotros se dieron de manera apresurada, mi hermano dice que tengo derecho a ser cortejada como cualquier jovencita y tiene razón. Sé que esta es la forma tradicional de proceder entre las familias, así que sí, estoy de acuerdo.

- Sayuri...

- Aún así... ¿Tu seguirás insistiendo por mi?... - preguntó.

Salomón la abrazó con fuerza y respiró en su cuello - Claro que sí, te necesito Sayuri, extraño sentir la fragancia que dejas al pasar, el sonido de tu risa contagiando cada rincón de este lúgubre lugar...

- Salomón... - suspiró ella y seguidamente él la besó lleno de sentimiento mientras la joven tímidamente respondía aquello.

En eso Kaito se acercó nuevamente - Ya es hora de irnos - insistió.

- Está bien - respondió ella - iré a despedirme de Mirten y las chicas - dijo y partió a saludar a los sirvientes.

El tigre y el Diablo habían quedado nuevamente sólos mientras veían alejarse a la joven - No soy ciego ni terco, soy consciente de que Sayuri te quiere - soltó Kaito - además me ha hecho saber su deseo de regresar aquí.

- ¿De verdad? ¿Y que harás? ¿No que ibas a respetar su deseos? - deslizó audaz Salomón.

- Ya te lo dije, no quiero que la ilusiones en vano, así que haremos esto - dijo ya clavando sus ojos azules en él - Dame una prueba de que puedes salvarla y la dejaré vivir aquí si lo desea.

-¿Una prueba?...

- Sí, muestrame una teoría de que es posible y le permitiré regresar.

- Entiendo... de acuerdo - aceptó el Diablo, no quería tensar más la situación ya que sabía que Kaito era muy importante para Sayuri y tenía razón al decir que si ella tuviese que elegir entre los dos sin duda preferiría estar con él en lugar de arriegarse a perderlo por un incipiente amor que apenas comenzaba a crecer. 

- Vamos Sayuri - insistió Kaito.

- Sí, adiós Salomón - sonrió ella pero antes de partir se elevó en puntas de pie para darle un tierno beso en la mejilla, clavó su particular mirada en él y se fue en compañía de su hermano.

Eran esas pequeñas acciones las que hacían al Diablo desarmarse por ella, Kalir nuevamente se acercó y preguntó

- ¿Qué te dijo?

- Necesito ver a Loxur, debo encontrar una solución a esto ahora mismo - respondió Salomón y ese mismo día partió a ver a su hermano mayor pero, lamentablemente para él, el Príncipe del Orgullo no tenía la respuesta que esperaba escuchar...

- Lo siento Salomón - se disculpó Loxur mientras tomaba asiento en su sala personal - estos días he estado buscando la información que te prometí, pero no he encontrado nada que pueda romper la maldición... - lamentó.

- ¿Qué? ... - murmuró sorprendido Salomón - ¿De verdad no existe nada que se pueda hacer?...

- No, no lo hay...

- ¿Ni siquiera... si hiciese lo mismo que Noré?... entregar la mitad de mi vida por ella...

Loxur se impresionó, no esperaba escuchar a otro de sus hermanos hacer semejante sacrificio por una mujer, pero honestamente respondió - No, no serviría de nada. La maldición que Sayuri carga es diferente a la de Anaciel en su momento. La de Anaciel era una maldición inducida, la magia del cuerno de Noré sirvió para elimiarla. Pero la de Sayuri es una maldición de nacimiento, una promesa de vida...

- ¿Promesa de vida?...

- Así es... la vida de Sayuri está atada a la maldición, son dos dioses reclamando su parte en su vida... contra eso no hay nada que se pueda hacer...

Salomón apretó el puño y mordió su labio - Entonces... su hermano tenía razón... - murmuró.

- ¿Qué?

- Le hice una promesa vacia...- se lamentó ya yéndose del lugar.

- ¡Salomón! - exclamó Loxur, tratando de llamarlo pero en el fondo sabía que no había nada que pudiese decir que lo consolara.

El Diablo regresó a su Palacio y nuevamente se encerró en su sala personal, él no era de beber pero en aquella ocasión le pidió a Mirten un poco de alcohol para aliviar su angustia. El sirviente sabía que si Salomón bebía era porque el asunto era serio en verdad, así que desde su humilde y servicial lugar sugirió

- Señor Salomón, tal vez esté cometiendo un error al decirle esto, pero creo que la gravedad del asunto lo requiere... y sé que en fondo en algun momento esta idea debe haber atravesado su cabeza también...

Salomón agitó su copa y murmuró - Estás hablando de ir a ver a Arza ¿verdad?...

- Así es... Arza es el ser más antiguo del Infierno, su existencia antecede a la de su propio padre por ende sus acciones están fuera de la leyes de su gobierno... poseé conocimientos prohibidos cuyas consecuencias se desconocen por ende su hermano, el Señor Loxur, nunca le sugeriría ir con él... 

- ¿Qué pide a cambio?... - preguntó.

- Todos saben donde queda su templo, Arza responde preguntas y sugiere acciones de forma gratuita... pero a la hora de ejecutarlas exige un pago... dicen que su voluntad es tan caprichosa que puede pedir algo insignificante ó un sacrificio enorme... pero que siempre cumple lo que promete...

- Ya veo...

- Por eso le recomiendo que antes de ir con él personalmente hable con alguien que lo haya tratado antes... de esa forma no lo tomará por sorpresa...

- Entiendo Mirten... gracias, así lo haré - terminó por decir y el sirviente se retiró.

El Diablo quedó pensando al respecto un momento, la situación era crítica, el tiempo se agotaba y todo eso lo empujó a esa misma noche ir a consultar a la unica persona que conocía que había tratado antes con Arza...

- Oh... tiempo sin verte... Salomón...

- Hola... Hazar...


Continuará...
 



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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