El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Salomón: Capítulo 8

Hazar recibió a Salomón en la sala principal de su Palacio en el Reino de la Lujuria.

- ¿Qué te trae por aquí Salomón? - preguntó Hazar.

- Necesito hablar contigo, ¿podemos hacerlo en privado?, es un asunto importante - respondió serio.

- ¿Sobre qué? 

Salomón lo observó un segundo en silencio y murmuró - Sobre Arza...

Hazar disimuló su sorpresa, con lo precavido y responsable que era su hermano el hecho de que quisiera saber sobre un ser como Arza era sin duda llamativo.

- Está bien, Thurksen, llevanos unas bebidas a mi balcón privado - ordenó a su sirviente principal.

- Sí señor - respondió este ya viéndolos irse.

Una vez allí ambos tomaron asiento en unos sillones enfrentados que Hazar tenía en el mismo, separados por una pequeña mesa en el medio.
Salomón se sentó de brazos cruzados como le era costumbre pero serio por demás, Hazar podía notar que algo grave le preocupaba, junto con Kalir era el más cercano a él a pesar de sus diferencias a la hora de pensar y proceder.

- ¿Y bien? ¿Que quieres saber? - preguntó algo ansioso Hazar mientras tomaba una de las copas que su sirviente acababa de dejarles.

- ¿Que te pidió Arza como pago por ayudarte? - preguntó de forma directa.

- ¿Por qué te interesa?

- Sólo respondeme.

- ¿Necesitas de él? 

- Tal vez.

- ¿Por qué razón?

Salomón permaneció en silencio pero Hazar nuevamente insistió 

- Si no me dices el motivo no te lo diré. 

- No quiero tocar fibras sensibles en ti, esto podría afectarte.

- Ja, ¿Afectarme?, sólo dímelo.

- Tengo una prometida, una mujer que amo.

- ¿Prometida? Felicitaciones supongo, ¿En que podría afectarme esto a mi? - preguntó con cierta burla.

- Ella está condenada muerte.

- ¿Cómo?... - murmuró Hazar ya con un gesto serio.

- Ella está maldita, si las cosas siguen como están en siete meses la perderé, ni siquiera llegaremos a casarnos, ya que apenas estaría entrando en la mayoría de edad...

Hazar quedó serio y dejó la copa sobre la mesa - Vaya...- murmuró - no esperaba esto... es como si me restregaras mi historia en la cara - sonrió con cierta burla - Pero a diferencia de mi, al menos tu sabes lo que le está pasando...

- Sí. Sayuri está atada a una maldición originaria de su raza, todos, incluso Loxur, dicen que no tiene solución, su vida está condenada... por eso quiero ir hasta las ultimas consecuencias y si es necesario recurrir a Arza.

- Ya veo... ¿Y qué es lo que esperas que Arza haga?

- No lo sé, ni siquiera estoy seguro de que podrá, pero su enorme conocimiento de magia tanto licita como prohibida son innegables... lo unico que me desconcierta es el precio a pagar.

- ¿Y hasta donde estarías dispuesto a llegar?

- Seria capaz de hacer lo mismo que Noré - afirmó seguro.

- ¿Tenías que mencionarlo verdad?... - deslizó con cierto fastidio.

- Tu preguntaste.

- Bien - dijo acomodandose en el respaldo del sillón - Tratar con Arza no es difícil, sabes donde encontrarlo, le cuentas tu situación y él te dirá si está dentro de sus posibilidades y lo que necesita para llevarlo a cabo, a veces conseguirlo dependerá de ti.

- ¿Y el precio por su servicio?

- Cobra por adelantado antes de iniciar el proceso.

- Ya veo.

- No te preocupes, no te engañará, lo que dice lo cumple.

- ¿Tú que le diste a cambio?

Hazar hizo un breve silencio y respondió - En su momento le di la mitad de mi sangre. 

- ¿Tu sangre? - murmuró algo sorprendido - Pero con tu linaje de vampiro dar tu sangre está prohibido.

- Lo sé, pero estaba dispuesto a exponerme a un castigo por ello.

- La mitad de tu sangre es demasiada cantidad, ni siquiera puedo imaginar lo que habrá hecho con ella.

- No es mi asunto, el cumplió su parte y yo la mía en su momento, eso fue todo.

- Entiendo.

- A decir verdad primero me pidió algo para un proposito con el que no estaba de acuerdo bajo ninguna circunstancia, así que negocié con él ofreciéndole mi sangre a cambio y aceptó. 

- ¿ Y qué fue eso primero?

- Ni siquiera quiero mencionarlo - dijo Hazar entrelazando los dedos de sus manos. 

La mente de Salomón no pudo evitar divagar, ¿Qué podría haber sido aquello que Hazar no estuvo dispuesto a entregar y era más valioso que la mitad de su preciada sangre?, se preguntaba. Pero luego de recordar su caso y debido a la inevitable incertidumbre que toda la situación producía en él, había otra pregunta que quería hacerle...

- ¿Hazar?...

- ¿Sí?

- ¿Cómo es... vivir con la pérdida de la mujer que amas?...

Su hermano dejó ver una tímida sonrisa - Rayos... hoy estás decidido a abrirme las heridas ¿Verdad?...- respondió y tragó lo que le quedaba en la copa - es una maldita tortura Salomón... eso es vivir sin la mujer que amas... pasarás por todos los estados, tu corazón se partirá, querrás destruirlo todo, tratarás de olvidarla, querrás aferrarte a sus posibles aspectos negativos para tratar de odiarla y mitigar el dolor, tratando de restarle importancia en tu vida, pero al final de todo te resignarás y aceptarás que nunca dejarás de amarla... que tu vida se acabó el día en que ella murió, todos los demás te parecerán exactamente iguales y vivirás sólo por vivir... así es "sobrevivir" a la perdida de la mujer amada para un Diablo... 

Salomón estaba impresionado por la intensidad de sus palabras, podía sentir su vibrante dolor en cada una de ellas.

- ¿Acaso nunca se supera?... - preguntó serio pero algo ingenuo.

- Mirame Salomón, llevo más de veinte años sufriendo de la misma manera... no soy ni la sombra de lo que era...

- Si pudieses retroceder el tiempo ¿Lo volverías a hacer?

- ¿Qué?

- Enfrentarte a Noré.

- Sin dudas, esa mujer era mía y él me la robó... pero si pudiese volver el tiempo iría mucho más atrás... regresaría a los días en que era feliz de verdad pero mi vanidad no me lo dejaba ver... 

- Entiendo... - respondió vagamente, pero la realidad es que no quería imaginarse nada, la sola idea de no ver nunca más a Sayuri lo volvía loco - Bueno, será mejor que me vaya...

- Hay algo que he querido preguntarte Salomón.

- ¿Qué es?

- El día del enfrentamiento con Noré, supe luego que tu fuiste quien le dio un hechizo de impulso a Anaciel para que se metiera entre los dos, ¿Por qué lo hiciste? Se supone que no intervendrias. 

Salomón se puso de pie y se paró en el marco de la puerta como preparándose para irse - Tal vez te parezca difícil de creer, pero no quería que ninguno de ustedes muriera. Tu y Noré son mis hermanos, al desconocer la fuerza del sentimiento de amar a una mujer, verlos en esa situación me pareció estúpido. No podía creer que tremendos y orgullosos guerreros estuviesen dispuestos a matarse entre sí por una mujer. Cuando ella despertó y vi que no sólo la maldición no había funcionado sino que además estaba muriendo opté por la opción más lógica, sabía que sólo ella podía detenerlos, así que no me pareció mala idea darle un empujón para que se sacrificase y detenerlos.

- Vaya... así que te movió el amor fraternal, que conmovedor... - dijo con cierta burla Hazar. 

- Piensa lo que quieras... 

- De haber sabido que ella no se había convertido en Anna en ese momento creo que hubiese preferido que ese imbécil me atravesara el pecho... así por lo menos no sentiría este dolor y sentimiento de fracaso... 

Salomón no supo que responder así que únicamente se dispuso a retirarse - Nos vemos Hazar...

- Salomón - lo nombró este.

- ¿Qué?

- Independientemente de si Arza tiene o no la solución a tu problema, como tu hermano mayor, no puedo evitar darte un consejo.

- ¿Cual?

- Haz que el tiempo que le queda sea inolvidable... comparte con ella, cumple sus deseos, aunque para ti puedan parecer insignificantes y estúpidos, amala... porque quizas un día te depiertes y ella ya no esté... no seas como yo, no vivas arrepentido de nada...

Salomón sintió un puñal en su pecho, esas palabras estaban cargadas de dolor pero de tanta verdad, aun así tímidamente respondió - Lo tendré en cuenta... gracias - y se retiró.

Hazar quedó sólo, sentado en aquel sillón, su hermano sabía que aquella conversación lo había sumido nuevamente en la amargura de su realidad, pero también era consciente de que de nada le servía quedarse más tiempo, Hazar prefería lamerse las heridas en soledad.

De regreso a su Palacio se recostó en la cama de Sayuri, y aunque la duda por conocer el precio de la ayuda lo inquietaba, el recuerdo de la joven lo impulsaba a decidir que aquello no importaba si este podía salvarla, así que al día siguiente fue en búsqueda del Espectro...

Llegó al territorio de Arza e ingresó a su templo, las puertas de este siempre estaban abiertas, no necesitó anunciarse pues inmediatamente el Espectro se hizo presente ante él, permanecía atento a quien entraba en su morada.

- Bienvenido Señor Salomón, ¿En que puede ayudarle este humilde servidor? - dijo con una leve reverencia.

- Hola Arza, estoy aquí porque necesito de tu conocimiento.

- Hoo, perdón, no puedo evitar emocionarme cuando veo a un Diablo entrar a mi templo, la ultima vez fue bastante interesante... - comentó al recordar lo sucedido con Hazar - ¿Y de qué se trata?

- Necesito romper una maldición.

- ¿Una maldición? ¿Cuál?

- La del eclipse.

Arza dejó ver una mueca de sonrisa en su aspecto cadaverico - Cuentemelo todo Señor Salomón... - y este le contó la historia - Interesante... 

- ¿Puedes hacer algo al respecto?

- Debo ser sincero, nunca antes lo he hecho, pero estoy dispuesto a investigar sobre el asunto, aunque a la hora de ejecutar una acción, en caso de encontrar la respuesta, esta conlleva un precio ¿Lo sabe verdad?

- Sí, ¿De qué se trata?

- Lo hablaremos más adelante, por ahora dejeme averiguar del asunto y se lo haré saber lo más pronto posible con un mensaje.

- Entiendo, estaré esperando entonces.

- Por supuesto Señor, le prometo tener pronto una respuesta - dijo por último viendo como ya el Diablo se marchaba.

Salomón regresó a sus ocupaciones tratando de no pensar en la ansiedad que le generaba esperar la respuesta del Espectro, cada tanto releía la nota de Sayuri y eso lo ayudaba a soportar la distancia que su hermano había impuesto entre los dos. Las horas pasaron e inesperadamente para él, ese mismo día, recibió un mensaje de Arza en las manos de Mirten.

- Señor Salomón, llegó esto para usted... - dijo y salió de la sala.

El Diablo la abrió con algo de resquemor pero al leerla un sopló de aire llegó a él, "Señor Salomón: creo haber encontrado el ritual para solucionar su problema. Venga a verme mañana y traiga con usted una prenda usada de la joven en cuestión, esto último es indispensable. Atentamente: Arza" profesaba aquella nota.

Cuando terminó de leerla la ansiedad dibujó una sonrisa en su rostro, aunque era de noche no pudo soportar el deseo de ver a Sayuri así que tomó un ramo de flores de su jardín y partió a la Villa.
Con el corazón acelerado tocó la puerta de aquella casa y fue recibido por la hermosa mirada de la joven.

- ¡Salomón! - exclamó ella sorpendida.

- Buenas noches Sayuri... moría por verte, mi princesa - dijo galante entregándole las flores.

- Muchas gracias... - suspiró ella sonrojada levemente.

- ¿Mi princesa? - comentó Kaito asomándose por detrás de Sayuri - ¿Tienes idea de lo desagrable que se oye que la llames así, Diablo? Pareces un padre hablándole a su hija...

- Hermano por favor, ya deja de remarcar la diferencia de edad... para mi no es importante... - murmuró Sayuri.

- Ya escuchaste, deja de interrumpirnos, aunque en realidad vine a hablar contigo.

- ¿Conmigo? - preguntó Kaito.

- Sí, discúlpanos un momento Sayuri - pidió el Diablo y se alejaron un poco de la casa.

- ¿Y bien? ¿Qué quieres? - preguntó el tigre.

- Creo que encontré la solución a la maldición.

- ¿Qué?...- murmuró sorprendido.

- Eso mismo, debido a la gravedad de la situación decidí consultar con Arza. 

- ¡¿Arza?! - se sorprendió - ¿Y tu confías en ese sujeto?

- Es la primera vez que trato con él, pero dice tener una propuesta que puede funcionar, así que quiero que vengas conmigo mañana para escucharla también.

- De acuerdo.

- Y además quiero que traigas un vestido usado de Sayuri.

- ¿Un vestido... usado? - murmuró - ¿Para qué?

- No lo sé, fue un pedido expreso de él, quizás lo necesite para saber algo de Sayuri, así que esta noche, cuando duerma, toma el vestido que trae puesto ahora.

- Está bien... - aceptó a regañadientes y ambos regresaron junto a Sayuri.

- ¿Te quedas a cenar Salomón? - preguntó ella.

- Lo siento Sayuri, en otra ocasión, ahora debo ir a adelantar trabajo para mañana.

- Entiendo...

Salomón tomó suavemente su rostro y la besó con ternura - Pero no te preocupes, pronto regresarás a mi lado... y ya nada nos separará... - aseguró galante y clavó una mirada desafiante en su hermano antes de irse.

Al día siguiente Kaito cumplió y fue con el vestido en mano al Palacio de Salomón.

- Bien Diablo, aquí está lo que me pediste - dijo algo molesto.

- Excelente, vamos entonces - respondió este pero en la salida fueron sorprendidos por Kalir - Kalir ¿Qué haces aquí?

- ¿Qué crees? Ayer hablé con Hazar y me dijo que estabas pensando en consultar con Arza. Me sorprendió viniendo de ti sabiendo como eres así que sea lo que sea en lo que te estés metiendo yo quiero participar - aseguró con una enorme sonrisa.

- ¿Estás aburrido ó de nuevo estás huyendo de las exigencias de tu mujer?.

- Eso no te importa, ¿Vamos? - preguntó y los tres partieron al templo del Espectro, siendo recibidos por este en el lugar.

- Bienvenidos caballeros, vaya no esperaba que viniese acompañado Señor Salomón... me honra con su presencia señor Kalir y además... - murmuró acercándose a Kaito - también trajo la inusual compañía de un poderoso Byakko... - deslizó.

- Así es, este joven es el hermano de Sayuri.

- Con que eres el hermano... sin duda debes haber cuidado muy bien de ella con todo ese poder que traes...

- Sí, pero ahora este poder se ha vuelto completamente inútil si no puedo hacer nada por ella en su situación.

Arza esbozó una sonrisa - ¿Y si pudieses lo harías?... - murmuró.

- ¿Qué?

- Bien Señor Salomón como ya le dije es la primera vez que trataré de romper esta maldición, ya que nunca antes alguien me había consultado por ella. No se trata de una maldición común, esto es una promesa de vida... por ende, lo que trataremos de hacer es arriesgado, pues intentaremos engañar a los Dioses...

- ¿Engañar a los Dioses?

- Así es, ofrendaremos cosas que puedan equiparar la vida de su amada... y el poder del Byakko, como hijo directo y preciado de la Luna, es una muy buena opción... - deslizó.

- ¿Cómo? - preguntó Salomón.

- ¿Qué dices muchacho? Estarías dispuesto a entregar tu orgulloso poder en un ritual por salvar a tu hermana?...

- Absolutamente - respondió sin pensar Kaito.

- Debo recordarte que todo es experimental, no hay garantías de que funcione y por ende podrías perder tus poderes y a tu hermana también... ¿Aun así aceptarías?...

- Sí, si existe la posibilidad me arriesgaría por Sayuri... - insistió.

- Pero espera un momento, ¿Ya has hecho rituales asi? - intervino Salomón.

- Sí, he ofrendado cosas a los dioses a cambio de salvar vidas, pero la voluntad de estos siempre es caprichosa y no hay garantías de que funcione.

- Entiendo - reflexionó un momento Salomón - Aquí está lo que me pediste Arza - dijo ya entregando el vestido en las manos del Espectro.

- Ooh, gracias - respondió y lo admiró un poco - Sí, esto definitivamente servirá. Entonces ¿Tenemos un trato Señor Salomón?

- Sí, ¿Cual es el precio?

- Ah no se preocupe, ¿Acepta darme esto? - preguntó refiriéndose al vestido.

- ¿Qué? Bueno, sí, supongo.

- Bien, entonces este vestido será su pago.

- ¿Qué? - preguntó nuevamente confundido el Diablo, pero no sólo él, Kaito y Kalir tampoco comprendían la situación - Disculpe ¿Entendí bien? ¿Usted quiere ese vestido como pago por el ritual?

- Así es.

- ¿Pero no se supone que era para el propio ritual? - preguntó Kalir.

- Oh, no, es para mí - sonrió.

- ¿Y con qué propósito? - preguntó Salomón.

- Es un gustó personal, un fetiche que tengo - respondió con orgullo el espectro.

- ¿Fe... tiche?...

- Me gusta coleccionar objetos de mujeres hermosas, pero sin dudas las mujeres de los Diablos son el premio mayor.

- ¿Qué? - murmuró Kaito con un gesto de desagrado.

Arza acercó el vestido a su propio rostro y comentó - Así que este es el aroma de la señorita Sayuri, es fresco y dulce a la vez, sin duda una mujer preciosa, joven, ustedes los Diablos sí que escogen a las mejores...

- ¿Esto es en serio? - preguntó Salomón impresionado por el particular comportamiento del espectro.

- Claro que sí, mireme Señor Salomón, tengo miles de años, ya soy muy viejo, ninguna mujer joven se fijaría en mi. Así que con lo años desarrollé esta fascinación por tener prendas usadas por ellas, al sentir su aroma es como si pudiese verlas frente a mi.

- ¡Maldito viejo depravado!, devuelvame el vestido de mi hermana - exclamó Kaito e intentó arrebatarselo pero Arza lo hizo desaparecer en sus manos.

- Oh, lo siento joven Byakko, el trato ya se cerró así que me pertence.

- Vaya viejo, eso es desagradable... - comentó Kalir mientras Salomón aun no podía reaccionar impresionado por la situación.

- Usted también tiene una mujer hermosa Señor Kalir, la señora Firinea es una belleza - deslizó audaz Arza.

- ¡¿Qué dijiste viejo?! ¿Acaso nos espías?

- Yo lo sé todo de todos... ansío el día en que necesite algo de mi y pueda obtener algo de ella por parte de usted.

- ¡Ni lo sueñes maldito viejo degenerado! - exclamó Kalir ya molesto.

- ¿Degenerado? Sólo es un inocente fetiche que no daña a nadie - sonrió - quizas no son consciente de ello, pero ustedes los Diablos son atraídos por sus mujeres como las fieras por sus presas, su aroma natural los atrae. La fragancia que llevan encima no se recrea con perfumes o magia, es un aroma natural que desprenden sus pieles femeninas, cada una tiene un aroma único, son sin duda el tesoro de mi colección.

- ¿Tesoro? ¿De quién más posees algo así? - preguntó Salomón.

- Tengo uno que perteneció a la Señora Anaciel que el Señor Hazar le quitó en cuanto la trajo al infierno, su aroma sigue intacto en él - respondió.

- Viejo, si Noré se entera de eso te asesina... - deslizó Kalir.

- Sólo por curiosidad ¿Esto fue lo que le pediste a Hazar en primera instancia? - continuó Salomón.

- Oh, sí. Cuando vi en sus memorias para identificar la identidad de su amada supe que él conserva prendas íntimas de ella.

- ¿Prendas... íntimas?... - murmuró Kaito pero los tres jóvenes no podían desaparecer el gesto de desagrado en su rostro.

- Cuando le dije que las quería para mi se negó rotundamente diciendo que nadie más que él podía tenerlas así que me ofreció la mitad de su sangre.

- Bien, ahora no sé quien de los dos me parece más degenerado, si este viejo o tu hermano, Diablo - comentó Kaito a Salomón.

- No se confundan, no crean que al todo el que viene le pido algo así, como podrán ver los pagos suelen consistir en partes de sus propios cuerpos, poderes, sangre, cuernos, garras, las necesito para otros hechizos... pero de ustedes, los Diablos, lo que más deseo es esto y sólo lo puedo obtener de su propia mano, ya que no puedo entrar a sus palacios a escondidas para tomarlos pues la magia que protege sus hogares me repele.
Sin embargo debo confesar que soy capaz de entregar los secretos más oscuros del Infierno a cualquiera que me consiga algo de la señora Petra - deslizó.

- ¿De... Petra? - preguntó Kalir.

- Sí, esa mujer es un sueño, definitivamente es mi favorita, si pudiese obtener un vestido y una manzana mordida por ella sería la gloria.

- Olvidalo viejo, si Loxur se entera que fantaseas con su mujer podría hacer desaparecer la mitad de este Reino contigo incluido - comentó Kalir.

- ¿Y este anciano depravado es la salvación de mi hermana? - preguntó con sarcasmo Kaito a Salomón.

- No voy a negar que todo esto hiere mi orgullo como hombre, las mujeres de los Diablos son intocables para los demás, de haber sabido para qué lo querías hubiese preferido darte un brazo. Sin embargo trataré de ignorarlo poniendo en la balanza el hecho de que puedes salvar la vida de Sayuri - respondió Salomón disimulando un poco su enojo.

- Sabia decisión Señor - sonrió Arza.

- Bien, ¿Y ahora que sigue?

- Esperar - respondió el espectro.

- ¿Qué? ¿Esperar? - preguntó Kaito.

- Así es, ya sea que funcione o no, este ritual se debe realizar el mismo dia del eclipse, cuando los Dioses se asomen en la tierra para llevarse su alma.

- Entiendo.

- Pero mientras tanto debe enfocarse en conseguir lo que le falta.

- ¿Lo que me falta?

- Así es, por ahora solo tiene la ofrenda para la Luna, el poder del Byakko del joven Kaito, pero ¿Que le dará al sol?... - preguntó el espectro.

- ¿Una ofrenda para el Sol?...

- Sí, todo esto es experimental, ya se lo dije, nunca antes lo he hecho. Pero si de balance se trata, a comparación del Byakko, necesita algo que provenga de un hijo del Sol...

- ¿Un hijo del Sol? Se refiere a...

- Sí, un Grifo... 

- Pero los Grifos son seres sumamente orgullosos y prácticamente inaccesibles - comentó Kalir.

- Es verdad, hasta ahora ni siquera yo he tenido contacto con uno - respondió Arza.

Salomón quedó pensando y el espectro nuevamente insistió - Digame Señor Salomón, ¿Será capaz de conseguir un favor de un Grifo?...


Continúara...
 



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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