El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Kalir: Capítulo 11

Los lagartos se disponían a atacar al triton y a la sirena, los habían rodeado y parecian estar atrapados. Sirius se lanzó sobre Zamaron pero este rápidamente lo despidió dándole una patada directo en el pecho antes de que pudiese llegar a él para luego girar sobre sí mismo y agitar su espada contra los lagartos que pretendían capturar a Firinea, uno de ellos alcanzó a tomarla de los hombros pero el triton, sin detenerse a dudar, cortó el brazo de aquél subordinado para que la soltase. 
La joven estaba conmocionada, inmediatamente recordó aquella vez en que Zamaron la salvó en el Festival, aunque en esa ocasión apenas logró ver lo que ocurrió a su alrededor podía reconocer la fiereza y frialdad del triton a la hora de enfrentar a sus enemigos, el joven príncipe no titubeaba si debía cercenar a las bestias, simplemente lo hacía, en cambio ella se sentía incapaz pues entrenar a dispararle a un blanco no es igual que estar dispuesto a tomar la vida de cualquier ser y la sangre esparciendose a su alrededor se lo hacía saber.

- ¡Firinea! - exclamó Zamaron a la aturdida joven y la tomó de la cintura para luego cargarla en un brazo. 

Para el triton enfrentarlos no era el problema, lo que temía es que la dañasen a ella pues si aquellas bestias ya de por sí iban dispuestos a matarla seguramente no tendrían ningún miramiento en lastimarla con tal de caprturarla y eso era algo que no estaba dispuesto a permitir - ¡Firinea reacciona por favor! - dijo una vez más y ella volvió en sí notando que corría cargandola.

- ¿Q-Qué?... Zamar-

- Sostente de mi - le pidió mientras corría.

- P-Pero 

- Sólo hazlo por favor - dijo y ella lo abrazó por el cuello mirando por encima de su hombro que eran perseguidos.

- Pero Zamaron... ¿A dónde me llevas?

- Al mar.

- ¡¿Al mar?! ¡No! ¡Yo debo volver a mi hogar con Kalir!

- Tu verdadero hogar es el mar, Firinea, sólo allí estarás segura.

- ¡Pe-Pero-

- Escucha, yo podría matarlos a todos, pero si te descuido un segundo te lastimarán, ¿No lo entiendes? Ellos vinieron a matarte, poco les importará herirte y ese asquerosa lagartija pretende llevarte de esclava personal, no lo permitiré, si ese Diablo no puede protegerte yo lo haré.

- Kalir no tiene la culpa de nada, yo decidí salir sola...

- Claro que tiene la culpa, él te expuso a todo esto... - insistió frunciendo el ceño.

Ella notó la rabia en su mirada - ¿Por qué haces esto? Tu también eres importante para el Clan, ¿Por qué te expones así?...

- Porque te amo... estoy enamorado de ti - suspiró - ¿Tan difícil es creerme? 

- Zamaron...

En ese momento Kalir iba llegando a la escena guiado por el rastro del desastre, pero lo primero que observó tras ello fue a Zamaron huir con la sirena en brazos, enseguida malinterpretó la situación.

- Ese maldito Triton - pensó, pero seguidamente vio como ellos eran perseguidos por un grupo de hombres lagartos y corrió para alcanzarlos mientras el resto de los pobladores se ponían a resguardo por temor a lo que pudiese suceder.
Aquellas bestias eran terriblemente veloces, debido a la fuerza de sus patas daban enormes saltos y los atacaban sin parar, Zamaron hacía un gran trabajo esquivando sus garras con Firinea a cuestas pero sin dudas, por estar en la tierra y ser mayoría, tenían la ventaja.

En un momento Kalir soltó un grito - ¡FIRINEA! - exclamó ya acercándose.

- ¡¿Kalir?! - se emocionó ella al verlo por encima del hombro del triton - ¡Zamaron, es Kalir! ¡Bájame por favor, tengo que ir con él! - le pidió ella.

Zamaron no respondió pero en un momento se detuvo violentamente, Firinea se sorprendió y al voltear a ver al frente quedó helada por el panorama, nuevamente habían sido cercados por unos veinte hombres lagartos.

- No puede ser...- soltó en un suspiro la joven.

Sirius se hizo presente ante ellos una vez más - Es la última oportunidad que te daré maldito infeliz, entrega a la sirena y regresa a tu estanque pecesito, esto no tiene nada que ver contigo, por ahora... - sonrió. 

- Si vas contra ella también vas contra mi, todo lo que involucre a Firinea es mi asunto - respondió serio.

- Como tu quieras, quitensela, yo me encargo de él - ordenó y desenvainó su cimitarra(*) para ya enfrentarlo.

El triton no quería soltar a la joven, sabía que un mínimo descuido podía significar perderla pero en ese momento Kalir los alcanzó y dando un enorme salto transformó sus manos para atacar a Sirius, este se sorprendió - Maldita sea, tenías que llegar tú también - soltó.

- ¡¿Qué rayos crees que estás haciendo?! Te advertí que si intentabas algo te arrancaría el corazón, desgraciado - exclamó Kalir.

- Que así sea, ¡Ataquenlos! - ordenó el lagarto y sus subordinados saltaron sobre ellos.

Zamaron lentamente soltó a la joven y la colocó detrás de él, después de todo, ahora que Kalir había llegado el rango de protección hacia ella se había incrementado. Mientras ambos jóvenes repelían los ataques Firinea se sentía presionada por la situación - ¿Qué hago? ¿Debería cantar? - se preguntó a sí misma con temor - pero si lo hago... Zamaron y Kalir podrían morir... no, tengo que pensar en algo más... - continuó y en un momento vio que una flecha se clavó cerca de sus pies y al levantar la vista notó que había arqueros ocultos en los árboles - Zamaron - lo nombró.

- ¿Qué ocurre?

- Hay arqueros en los árboles, necesito que derribes uno para mi - le pidió.

El triton no se detuvo ni a pensar y rápidamente tomó de las ropas a un lagarto lanzandolo con increíble violencia contra la copa de un árbol negro provocando que el que estaba escondido allí cayese al suelo.

- ¡Cúbreme! - dijo Firinea y se acercó corriendo al lagarto caído para despojarlo de su arco y flechas, al hacerlo regresó veloz al lado de los príncipes.

Así, la sirena, el triton y el Diablo habían formado un equipo dispuesto a enfrentar la amenaza de los lagartos. Kalir, al notar que Firinea ya no estaba tan indefensa, decidió dar un paso al frente y atacar sin piedad a las bestias para luego ir tras Sirius. La joven estaba nerviosa, nunca antes había disparado una flecha contra un ser vivo, pero si quería proteger a los príncipes tenía que perder su miedo y volverse de sangre fría para estar a la altura de la situación, así que mientras Kalir avanzaba ella pegó su espalda contra Zamaron y se dispuso a derribar con sus flechas a los lagartos ocultos en los árboles con increíble eficacia.

A medida que Firinea los hacia caer Kalir aprovechaba la oportunidad y les atravesaba el pecho con sus garras para ya así eliminarlos, en sólo un momento entre los tres se habían desecho de diez subordinados, restando así catorce sin contar a Sirius. 

Zamaron estaba sorprendido de lo temeraria que se mostraba Firinea, sin dudas aquello le daba seguridad para ir contra Sirius sin dejar la espalda de la joven descubierta, mientras que el Diablo se dispuso a cazar de forma salvaje al resto de los lagartos. Se dejó llevar por el frenesí de la pelea confiando en que la sirena lo cubriría de algun peligro fuera de su campo visual, pero lo que él no tuvo en cuenta es que el arma que Firinea manejaba era de capacidad limitada y eso la llevaría a comerte el mayor acto de arrojo...

En un instante, Kalir se vio peleando con tres enemigos a la vez, atravesó a dos de ellos pero cuando se preparaba para eliminar al tercero la sirena notó que uno de los lagartos había subido a la copa de un inmenso árbol para arrojar una lanza que daría de lleno en el Diablo. Firinea, al verse sin flechas para actuar, sin pensarlo corrió con todas sus fuerzas y empujó por la espalda a Kalir sacándolo así del rango de ataque pero exponiendose ella misma a sufrirlo, un grito de dolor silenció la pelea.

El Diablo apenas terminaba de estabilizarse del empujón cuando volteó a ver y se encontró con una imagen sacada de sus más profundas pesadillas pues Firinea estaba tendida en el suelo y una fina lanza le atravesaba la pantorilla izquierda hiriendo así gravemente su aleta.

Zamaron aprovechó el segundo de distracción e hizo un corte transversal con su espada sobre el pecho de Sirius provocándole una profunda herida - Maldito...- murmuró el lagarto, pero antes de que el triton pudiese darle el golpe final dos de sus subordinados tomaron al general lagarto y se lo llevaron, huyendo así de la escena.

El joven rápidamente guardó su arma y se acercó a la sirena.

- Fi...ri...nea - murmuraba Kalir arrodillado a su lado - estaba tan impactado que ni siquiera podía desvancer la transformación de sus manos.

- ¡Firinea! - exclamó Zamaron - ¡¿Qué estás haciendo?! - le reclamó al Diablo - ¡Rápido! ¡Quitale la lanza! 

Kalir sabía que debía hacerlo pero no podía reaccionar ante ello así que el triton lo hizo por él sin dudar - Resiste Firinea, esto te va a doler mucho - dijo y la sirena clavó sus uñas en la tierra mientras sentía como el filo de la lanza se deslizaba una vez más por su carne, otro grito escapó de ella, el Diablo sudaba frío por la impresión mientras veía como las lágrimas escapaban de ella hasta caer rendida al suelo.

- ¡Firinea! - exclamó - ¡¿Qué le ocurrió?! - preguntó preocupado.

- Se desmayó por el dolor, para nosotros que nos hieran una aleta es como si nos cortasen una mano - respondió Zamaron mientras continuaba con lo suyo, tomó la faja que traía encima y la usó para envolver la pierna de la joven que no dejaba de sangrar sin control.

- ¡¿Tenemos que llevarla al mar?!

- No, primero debemos cerrar su herida, de lo contrario morirá desangrada en el mar - respondió el triton ya tomándola en brazos.

- ¡Entonces vamos a mi Palacio, allí mis sirvientes la sanarán! - dijo Kalir y corrieron con la joven terriblemente herida.

Al llegar fueron recibidos por Ratjá quién se esforzaba por no estar conmocionado ante tal escenario, no podía creer que la joven alegre que acababa de ver salir sonriente hasta hacía unas horas, ahora estaba desangrandose en los brazos de ese joven.

La colocaron en una de las habitaciones de la planta baja y uno de los sirvientes se dispuso a sanarla mientras Kalir le tomaba la mano a una pálida Firinea que seguía sin reaccionar.

- Señor, ya terminé - dijo el sirviente - pude parar el sangrado pero debería llamar a alguien que sea experto en sirenas, pues sus heridas no cierran ante mi magia y no se ve bien su aleta... 

- ¿Un experto?

- Ya lo hice - interrumpió Zamaron ingresando a la habitación con un triton anciano.

- ¿Quién es él? - preguntó el Diablo.

- Él es uno de los sabios de nuestro Clan, será quien evalúe la condición de Firinea.

- Con permiso - dijo el anciano y junto al sirviente quedaron hablando sobre las heridas de la joven mientras Zamaron y Kalir salían de la habitación.

- Espero que estés satisfecho - soltó Zamaron - sabía que esto pasaría algún día, ella terminó así por tu culpa.

- ¿Qué dijiste? ¿Te parece momento para echar culpas?

- No, pero si me parece el momento para que entiendas de una maldita vez el peligro que representas para Firinea. Te lo dije antes, tu fracaso como Príncipe solo la expondrá una y otra vez a la muerte, no te bastó con convencerla de vivir lejos de su hogar, también la pusiste a gobernar por ti.

- No la subestimes, imbécil, Firinea hace un excelente trabajo.

- No la subestimo a ella, reconozco perfectamente la capacidad de reina que tiene, el problema eres tu, que si tuviese al menos un poco de consciencia, sabrías que a las reinas y a las cartas del triunfo no se las expone de esa manera, se las protege con sigilo.

Kalir frunció el ceño esforzándose por no perder el control y Zamaron continuó 

- Tú la expusiste abiertamente a una reunión con uno de los peores clanes del Reino y ahora todos se enterarán que ella es la cabeza de todo, sabes que este infierno es una lucha constante por el poder, tu puedes defenderte con tu propia fuerza así qué que ellos vengan por ti no te preocupa, pero ¿Te imaginas que pasará con Firiena ahora que se termine de esparcir la verdad detrás de tu gobierno? Los demonios que se sientan amenazados por su forma de pensar irán tras su cabeza una y otra vez, terminará confinada en este maldito lugar presa de las amenazas.

Kalir quería responder pero no podía, se sentía anulado por sus argumentos. Ratjá escuchaba la conversación en silencio desde el pasillo mientras apretaba los puños impotente, aunque sabía que el triton tenía razón, sus palabras podían hacer mucho daño en la mente del atormentado Diablo.

- Eres imprudente y descuidado, pierdes el control en las peleas y no registras lo que ocurre a tu alrededor, si no fuese por Firinea ahora serías tú el que estuviese en esa cama atravesado por una lanza, no puedes cuidar ni de ti mismo, mucho menos puedes protegerla a ella.

En ese momento la puerta de la habitación se abrió 

- Amo Zamaron, la señorita necesita una transfusión urgente - dijo el sabio.

- ¿Qué? Tomen la mía - respondió Kalir. 

- No Señor - interrumpió el sirviente por detrás - me temo que la señorita no está en condiciones de soportar sangre que no sea de su raza, si le da la suya podría sufrir una mutación como así también no soportarla y morir... 

- Entonces tomen la mía - ofreció Zamaron y se dispuso para hacer la transfusión.

Al verlo en esa escena Kalir se sentía inferior a él, tenía que reconocer que si no fuese por Zamaron habría perdido a Firinea hacia mucho tiempo, el triton tenía todo lo que ella necesitaba para estar a salvo. Era imposible para el Diablo no sentirse opacado por él, aquel joven demostraba un temple serio y frío que lo llevaba a tomar las acciones adecuadas para esa situación.

Al salir nuevamente de la habitación Kalir le agradeció - Gracias por ayudarla... - dijo frustrado.

- No lo hago por ti, todo es por ella - respondió serio - ¿Cómo es su condición? - preguntó al sabio y al sirviente.

- Está débil pero con esto mejorará, aunque de su pierna no puedo decir lo mismo... - dijo el sabio.

- ¿Qué quiere decir? - preguntó el Diablo.

- La señorita ya cargaba con una herida previa en esa aleta ¿verdad? Esta vez fue peor, le advierto que si recibe un herida más en esa aleta podría no volver a nadar jamás, incluso perdería la sensibilidad en esa pierna dificultando su caminar...

- ¿Qué?... - quedó sin habla Kalir.

- ¿Está seguro de eso? - preguntó Zamaron también impresionado.

- Definitivamente, por lo pronto no podrá caminar por un mes al menos, necesita mucho reposo y estar en el agua para sanar.

- No puede ser... - suspiró Kalir.

- ¿Lo ves ahora? Las sirenas deben vivir bajo el agua, donde están protegidas por los suyos, lejos de la codicia de otras razas... 

El Príncipe no emitía palabra y el triton insistió - ¿Qué vas a hacer? ¿Continuarás con esto o entrarás en razón de una maldita vez? - presionó.

Kalir miró desde fuera de la habitación a Firinea que aun permanecía inconsciente y apretando los dientes respondió - Está bien... llévatela...

- ¡¿Qué?! - se sorprendió Ratjá - ¡Señor, no! 

- No intervengas Ratjá, esto es lo mejor para ella...

- Al fin muestras un poco de cordura - dijo Zamaron y entró a la habitación para tomarla en sus brazos pero al hacerlo Firinea levemente despertó.

- ¿Qué... ocurre ?... - preguntó somnolienta - ¿Zamaron?... ¿Kalir?... - continuó al notar que el triton la cargaba y el Diablo la miraba con un terrible gesto de tristeza - ¿Qué está pasando?... ¿Por qué me miras así Kalir?

- Firinea... lo siento... pero debes irte con él... - respondió el Diablo.

- ¡¿Qué?! - se exaltó y soltó un quejido de dolor - ¿Qué dices? ¿Por qué?

- Por culpa de mi estupidez te expuse al peligro y ahora tu vida en la tierra está en constante amenaza... sólo estarás segura volviendo con tu gente...

- ¿Qué? ¡No! ¡Yo debo quedarme aquí contigo! ¡Nos vamos a casar! ¡Seré tu esposa! - exclamó ella.

Kalir se acercó a Firinea con una sonrisa afligida, con su mano temblorosa tomó la de ella y respondió - No... ya no lo serás...- mientras le quitaba el anillo de compromiso.

La joven quedó sin habla - Kalir...- murmuró dejando ver su ojos llenos de lágrimas - ¿Por qué... haces esto?...

- Por tu bien... acabaste así por mi culpa, no pude protegerte... ahora te liberó de la estupidez de querer a un Diablo... adiós...

Zamaron no dijo nada y se dio la vuelta con la sirena en brazos encarando la puerta.

- ¡No Kalir! ¡No me quiero ir! ¡Prometo que me haré más fuerte y no tendrás que protegerme! ¡Me cuidaré sola! ¡Kalir! - girtaba con desesperación Firinea mientras soportaba el dolor.

El Diablo temblaba pero se esforzaba por no quebrarse, su corazón se deshacía con cada palabra de ella.

- ¡Prometimos estar siempre juntos! - se escuchó por ultimo en su voz y el triton salió del Palacio con ella a cuestas.

- Kalir... - murmuraba - ¿Por qué?... ¿Por qué?... 

- Tranquila Firinea, ahora te dolerá... pero con el tiempo entenderás que es lo mejor... - la consoló Zamaron - creeme que es la primera vez que ese Diablo hace algo sensato.

- Pero... yo lo amo... quiero quedarme con él...

- Aquí estás en peligro y él no está capacitado para cuidarte... ahora debes sanar bajo el mar, no podrás caminar ni nadar por un mes... yo te cuidaré, estarás tranquila... - Ella se reprimía para no llorar, él lo notó y continuó - Puedes llorar si quieres... no diré nada... 

- ¿Eh?...

- Sé que a ustedes se les prohíbe llorar, pero tu eres especial, sensible... puedes llorar todo lo que quieras, no me molesta... será nuestro secreto...

- Zamaron...

- Yo... sé que puedo resultar intimidante, no me sé expresar apropiadamente... soy frio y tosco, así me criaron, debo serlo para mandar en el Clan. Pero tu despiertas algo diferente en mi... sacas mi lado más salvaje y sensible a la vez... todos estos años amándote en silencio me han hecho ver que lo que siento no es sólo el llamado al destino ni la naturaleza de la nuestra raza... es amor de verdad... sólo respiro cuando te veo... así de intenso es lo que siento... lo unico que necesito es que me des la oportunidad de demostrartelo...

- Zamaron, no...

- Por favor Firinea... sólo una... - terminó por decir ya entrando al mar con ella seguidos por el sabio.

Kalir quedó de pie allí en el medio de la sala.

- Señor Kalir... - lo nombró Ratjá.

Él volteó y le dio el anillo de compromiso - Toma Ratjá, anula el compromiso....- le ordenó.

- ¡¿Qué?! ¡No Señor, no se apresure! Espere un tiempo, deje que ella sane y resuelvan las cosas, esto tiene solución, sólo hay que ser más precavidos...

- Basta Ratjá, no insistas y obedece. Esto es lo mejor para ella, ya no soporto ver como mi estupidez la lastima... el triton tiene razón, pierdo la conciencia en la pelea, la descuido, soy un peligro para Firinea...

- Señor... no sé que planea para su futuro... pero, en mi humilde opinión, la señorita Firinea es todo lo que necesita... 

- Tienes razón... la necesito, pero no la merezco... sé lo que digo, soy salvaje, imprudente, no puedo proteger a nadie...

- Señor Kalir...

- Anula el compromiso y prepara sus cosas por si vienen a buscarlas... - dijo por ultimo y subió a su propia habitación.

- Como ordene... Señor...

Las otros sirvientes se acercaron a él y preguntaron - Ratjá... ¿Qué será de nuestro Señor ahora que la señorita no está?...

- No lo sé... pero de lo único que estoy seguro es que debemos prepararnos... pues sin la señorita aquí el Señor Kalir comenzará a perder lentamente la cabeza... - advirtió con total sentido, pues conocía bien al Diablo.

Así, los días pasaron y el corazón del Príncipe se sumió en tristeza, Ratjá no pudo no obedecer y envió a romper el compromiso, cuando Loxur se enteró se preocupó gravemente pero el sirviente trató de llevarle calma convenciéndolo de que él lo ayudaría a superar esta dura etapa, aunque en el fondo sabía que aquello sería imposible...

Uno de esos días, Kalir bajaba por las escaleras cuando vio que Ratjá le entregaba una caja a un triton, luego de cerrar la puerta este preguntó 

- ¿Qué ocurrió Ratjá? ¿Quien era?

- Un mensajero, vino a buscar pertenencias de la señorita...

- Oh... ¿Y qué se llevó?...

- Mandó a pedir su lira, aquella que usaba de niña...

- Entiendo... ¿Y qué más?...

- Nada más.

- ¿Nada más? ¿Ni siquiera sus joyas?

- Yo envíe una nota preguntando lo mismo... pero ella respondió que las joyas solo eran importantes porque usted se las regaló, pero ahora que no la verá usarlas no tienen ningun valor...

Kalir apretó los dientes, podía reconocer a Firinea en esas palabras y subió veloz las escaleras, iba dispuesto a encerrarse en su habitación pero desvió la mirada hacia la puerta del cuarto de la sirena y se acercó.
Su mano temblaba al acecarse a la cerradura de la misma, no había entrado en ella desde aquella última vez en que la escuchó tocar el arpa, pero se llenó de valor a sí mismo y empujó lentamente la puerta para conmoverse con la imagen que encontraría...

A pesar de haber empacado sus cosas, Ratjá dejó la habitación tal y como estaba, sus cortinas, sus sabanas, su arpa y sobre todo el hermoso vestido de novia que aguardaba allí esperando al día de su boda...
Lentamente se acercó y con la punta de sus dedos tocó la suave seda de aquel blanco corset - Firinea... - murmuró en el penetrante silencio del Palacio mientras sentía su alma desgarrarse por dentro, le faltaba la razón de su ser, se sentía vacío y apartir de ese momento todo comenzó a empeorar...

Kalir descuidaba sus obligaciones, apenas dormía, vivía conflictuado y todos los problemas que se le presentaban comenzaba a solucionarlos de la única manera que conocía, a los golpes, y de ahí recibió el mote de "El Diablo destructor".
Pero sin dudas lo peor para Ratjá fue cuando el Príncipe comenzó a tener contacto con el Clan de los demonios necrofagos, estos le enseñaron a suplir su dolor invitándolo a consumir diferentes y particulares platos de comida compuestos por la carne de cualquier ser que caminase esa o otras tierras, entre ellas la humana, ya que su plato predilecto eran los corazones humanos y el Diablo les encontraba un sabor agradable. Aquello no hizo más que tratar de eliminar todo rastro de sensibilidad que quedase en él, pero el sirviente no quería darse por vencido, verlo entrar cada tanto a la habitación de la joven le hacía sentir que aun podía salvarse de sí mismo y, al ver que Kalir no quería escuchar sus consejos, recurrió a la única persona que podía hacerlo entrar en razón sin tener que contarle a Loxur todos los errores que este estaba cometiendo...

- Bienvenido Señor Salomón... - lo recibió Ratjá.

- Hola.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó molesto Kalir al verlo entrar por la puerta mientras desayunaba.

- Vine porqué me enteré que estás haciendo puras estupideces desde que te separaste de Firinea - dijo Salomón de pie ya cruzando los brazos - siendo tú no me sorprende pero esto tiene que parar.

- Si viniste a darme un sermón puedes ir encarando la puerta porque no pienso escucharte.

- ¿Cómo puedes ser tan imbécil? Supongo que sabes que día es hoy ¿Verdad?

- Ni siquiera te atrevas a mencionarlo...

- Es su cumpleaños.

- ¡Te dije que te calles!

- ¿Acaso no piensas en ella? ¿Como pudiste ceder tan fácil? Era la unica mujer capaz de soportar tu estupidez y la dejaste ir como un idiota.

- ¡¿A eso viniste?! ¡¿A insistirme que vuelva con ella?! ¡Pierdes tu tiempo!

- No, sólo vine a decirte lo que sé de ella, lo que hagas o no es cosa tuya.

- Ya te dije que no quier-

- Se casa.

- ...¿Qué?... 

- Firinea está a punto de casarse en este mismo momento...


Continuará...


*Cimitarra: espada de hoja curva.
 



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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