El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Kalir: Capítulo 15 (Final)

Hace muchos años atrás, Morterus era un niño de diez años que iniciaba un duro entrenamiento para asumir su lugar como hijo del líder de los lagartos. Debido al hecho de que aquel Clan era conocido por su vasto y feroz ejército, su líder debía estar a la altura de las circunstancias por tanto el pequeño era sometido a duras prácticas para hacerlo revelar su potencial, pero aun así su inocencia rebelde lo llevaba a escapar de vez en cuando o pensar si no había otros métodos para lograr las cosas que no fuesen las prácticas violentas.

Así, resistiendo las adversidades, solía ir a la orilla del mar para tener un poco de paz entre los árboles negros cercanos, soportando las heridas en soledad, pues aprender a lidiar con el dolor era parte de lo que debía asimiliar, hasta que un día ella apareció en su vida, una pequeña sirena llamada Adara...

Morterus sintió su corazón paralizarse cuando lo saludó y amablemente se ofreció a sanarlo. Él al principio, por orgullo, se mostró reticente pero ella sólo sonrió ante su forzada madurez y delicadamente tocó la herida de su brazo aliviando su pesar. El niño enmudeció ante su gesto y belleza, sus ojos dorados y cabello rizado de un pálido azul lo hiptonizaban. Así inicio su relación, una dulce amistad que quería ser mucho más, aunque Morterus estaba orgulloso de ser quien era no podía evitar sentirse afortunado de que una hermosa sirena se acercase a él, pues todos sabían la hazaña que aquello significaba, más tratándose de que él era un hombre lagarto, su especie rival. El niño moría por decir a los cuatro vientos que se había enamorado de una sirena pero no podía, sabía que su relación era prohibida, no por su familia si no por el Clan de las sirenas ya que estaba al tanto de que los tritones eran posesivos de ellas.
Soportando sus indomables sentimientos el pequeño continuó con su arriesgada amistad, siempre sospechó del hecho de que Adara fuese la única sirena que gustaba de caminar por la tierra y no ocultó su sorpresa cuando esta le reveló la triste verdad de su realidad, su pesada carga y el hecho de que en el futuro debía desposar al príncipe triton.
Morterus sintió su pequeño corazón romperse en mil pedazos pues había caído en que aquella hermosa niña nunca sería para él...

- Ya veo... tiene sentido... las princesas nunca se enamoran de la bestia... - deslizó por lo bajo en un doble sentido hablando de sí mismo.

Adara buscó su mirada y con su dulce voz respondió - ¿Quién dice que no?... - para luego darle un tierno beso en la mejilla antes de irse.
La cabeza de Morterus casi explotó, enseguida recobró todas las esperanzas, saber que ella sentía algo por él era lo único que necesitaba para pelear por tenerla. Pero la noche en que había decidido confesarle abiertamente sus sentimientos Adara nunca regresó... el pequeño jamás imaginó que el día de ese beso sería el último en que la vería.
Los días pasaron, Morterus las esperó sin éxito y aunque los años continuaron su curso él jamás desistió de sus sentimientos, sabía que Adara no era feliz con su destino y haría todo lo posible por salvarla.
Agotó todas las posibilidades pacíficas a su alcance, incluso pidió a su padre interceder pidiendo formalmente la mano de la joven pero todo era denegado, simplemente parecía como si se hubiese esfumado de la tierra, hasta el día en que la volvió a ver...
Morterus ya era un joven adulto que asumía parte de las responsabilidad del Clan, caminaba por el pueblo principal del Reino en compañía de su padre cuando la vio, el delicado velo que la cubría no podría engañarlo jamás, era ella, su amada Adara, convertida ahora en toda una hermosa dama.
Un suspiró escapó de él, iba directo a encararla cuando descubrió que no iba sola, si no en compañía de dos tritones.
Escapó un momento de la mirada de su padre, se escabulló por los callejones del pueblo esperando su paso y en cuanto tuvo la oportunidad tomó la muñeca de la desprevenida joven tirando de ella hasta traerla a su pecho

- Adara... - murmuró - cuanto deseaba volver a verte... - dijo rodeándola con sus fuertes brazos.

Ella levantó la vista y, aunque de su boca no escapaba sonido, en sus ojos el joven pudo apreciar su emoción, intentaba hablar pero su voz era silenciada por aquel pesado collar así que se limitó a devolverle el gesto con una caricia en su rostro.
Aquella hazaña de amor duró apenas unos segundos hasta que fueron separados por los tritones. Morterus en un principio se resistió a apartarse de ella pero su padre intervino para calmar la situación, en un momento la joven parecía resignada a lo que sucedía pero dejó en claro lo que llevaba en su corazón cuando se abalanzó sobre el joven líder y robó un suave beso de sus labios para luego ser arrastrada por los guardias.

Morterus sentía deseos de matarlos y llevarse a Adara, la situación lo empujaba a perder los límites y aquel beso no hizo más que reavivar las llamas de su amor.

- Es ella padre, esa es la mujer que amo, Adara... - declaró viéndola partir.

- Hijo - suspiró - has puesto tus ojos sobre el ser más prohibido del mar... ella es la Reina sin corona, la temible sirena de La Voz de la Muerte, ese collar en su cuello la delata, la han silenciado para domarla...

- ¿Domarla? Adara es incapaz de causar daño... no es una bestia.

- Yo lo sé, nada de lo que dice de ellas es verdad, pero sólo las familias más antiguas conocemos la realidad detrás de estas sirenas... pero llegado a este punto quizas ni siquiera ella esté segura de ser quien es...

- No importa, yo la liberaré de su prisión - declaró lleno de determinación.

Viendo que sus intentos por controlarla habían sido inútiles el líder del Clan de las sirenas intentó apresurar su boda con ella para dejar en claro a todos los habitantes del Reino que tenía el poder total sobre la peligrosa criatura. Desesperado por concretar su unión, sacó a la sirena del profundo mar para realizar la boda una noche en el Palacio que tenían en la tierra para que otros clanes fuesen testigos de aquello, lo que no esperó aquel triton es que en las sombras el joven hombre lagarto aguardaba paciente la oportunidad...

En cuanto vio a Adara asomarse para entrar al Palacio, actuó de prisa en compañía de tres soldados más y rápida e inconscientemente tomaron a la joven.
Morterus la cargó en brazos corriendo para escapar pero fueron sorprendidos por una lluvia de flechas directo desde los muros del lugar, una de ellas le atravesó la pantorrilla obligándolo a clavar una rodilla en el suelo. Adara escapó de sus brazos y en sus manos hizo aparecer un hermoso arco, cubriendole la espalda de las peligrosas flechas, la joven comenzó a disparar las propias para defender a su amado pero cuando Morterus quizo darse cuenta una de las armas enemigas había dado de lleno en el pecho de la hermosa sirena, pero aquello no terminó ahí pues recibió una segunda flecha directo en su estómago de manos del propio líder triton.

- ¡ADARA! - soltó en un grito desgarrador el joven lagarto - ¡¿Pero qué hiciste?! - preguntó indignado a la distancia.

- Si es incapaz de obedecer es un peligro, una sirena dispuesta a amar a un ser como tú tiene la palabra traición escrita en la frente... - respondió el triton acercándose lentamente.

Morterus mantenía a la sirena en sus brazos mientras la vida se le escapaba, ella le regaló una mirada llena de amor acariciando su rostro con sus apenas tibias manos, pero el joven se sorprendió al ver que su muerte era diferente a las demás, pues su cuerpo no moría si no que se desvanecía lentamente en el aire, formaba parte del ciclo de herencia.
Así, ella iba desapareciendo mientras las lágrimas de Morterus caían sin control y con ellas también cayó aquel pesado collar al suelo.

- Adara... sólo quería escuchar tu voz una vez más... quería oirte cantar... - sollozó.

Ella con sus últimas fuerzas, antes de desaparecer por completo, murmuró - Te amo Morterus... nunca te olvidé... - y una suave nana se escuchó en su casi inaudible y dulce voz hasta que finalmente desapareció, dejando en su amado un vacío imposible de llenar.

El triton terminó por acercarse y tomó el collar, Morterus, lleno de ira, quería destrozar a aquel hombre pero fueron sus propios soldados quienes lo hicieron entrar en razón al verse rodeados por los peligrosos tritones.

- Regresa a tu mundo lagarto, ocupa el lugar que te corresponde en esta vida, pues una criatura como tú ni muerta tendrá a una orgullosa sirena... - sentenció el triton y se marchó de regreso al castillo con el collar en sus manos.

Desde ese día una terrible rivalidad sin fin nació, pues la historia que se contó fue que el envidioso lagarto no pudo soportar el no tener a la sirena y la asesinó preso de los celos.
El corazón del ahora líder Morterus se sumió en un profundo dolor que intentó cubrir con una familia propia pero, aunque apreciaba a su esposa, nada podía igualar el sentimiento que albergó por Adara, un amor que quedó truncó por la codicia de extraños y que trazó en él un ansiado deseo de venganza, jurando destruir a aquellos miserables seres que pisotearon su ilusión de una vida al lado de su amada sirena...

Y ahora, increíblemente, estaba ahí, reconociendo en los ojos de una jovencita la mirada de su hermosa Adara...

- Adara... - murmuró - ¿Eres tú?...

- Morterus... tienes que parar todo esto, no tiene sentido... - respondió ella en la voz de Firinea.

- ¿Cómo me pides eso?... ¿Qué no tiene sentido dices? ¡Ellos te mataron, te arrebataron la oportunidad de ser feliz! Los destruiré por ti, no me detendré hasta acabar con cada uno de los miembros de esa repugnante familia de impostores. Los únicos monstruos son ellos... me vengaré por lo que nos hicieron.

- Ya lo hiciste, aunque no fue como lo planeaste, junto con el Diablo le diste la oportunidad a esta niña de demostrar quien es en realidad... ahora deja el resto en sus manos, no permitas que la historia se repita, ella merece vivir su amor al lado del príncipe Diablo...

- Adara... ¿Te arrepentiste de conocerme?...

- Jamás... enamorarme de ti fue el único acto de libertad que tuve en mi vida... ¿Cómo podría arrepentirme de ello?

- El triton tenía razón... la bestia nunca se queda con la princesa... - suspiró.

Ella sonrió y respondió - Tal vez no la tiene físicamente pero algunas bestias tendrán el alma de las princesas para siempre con ellos...

Aquella inmensa criatura, visiblemente conmovido, estiró su enorme mano pretendiendo tocarla pero en ese momento Kalir llegó a la cima de la torre y malinterpretó la situación provocando que lo atacara terriblemente.

- ¡No la toques! - exclamó golpeándolo con su puño cerrado.

Firinea cayó al suelo y recobró la conciencia en su propio cuerpo - ¡Kalir, no! - trató de detenerlo inútilmente pues Morterus, buscando proteger su orgullo de guerrero, aceptó el desafío que pelear con el Diablo le representaba.

Así, el Príncipe y el enorme lagarto se trenzaron en una violenta lucha cruzando sus garras de forma feroz, hasta que Kalir demostró su superioridad derribándolo. A simple vista se podía decir que la pelea había terminado pero aquello no basta para el Diablo, su frustración por todo lo hecho a su amada sólo podía recompensarse con la paz que le traería la muerte de sus enemigos, así que una vez en el suelo el joven príncipe trepó hasta el pecho de la bestia y se disponía a sacarle el corazón.

Firinea temió por su acción e inesperadamente estiró su mano hacia él soltando una orden en su voz - ¡Kalir, detente! - le pidió.

El Diablo sintió su corazón enfriarse por un momento, sus pensamientos se detuvieron como si el tiempo no siguiera su curso y ella continuó - No lo mates, déjalo en paz... - insistió.

- Pero Firinea... él atentó contra ti... - respondió mirándola. 

- No importa ya, quiero que todo esto se detenga ahora mismo... - la joven se puso de pie y se acercó a la cornisa de la torre para ver nuevamente aquel terrible panorama. 

Lo nervios se apoderaron de ella pero Adara una vez más llevó serenidad en su mente "- No tengas miedo pequeña, sólo di lo más directo posible lo que quieres... ten confianza, tienes el potencial para lograrlo..." - le advirtió.

La joven dio un profundo respiro, extendió sus manos a la multitud y en un grito exclamó - ¡DETENGANSE TODOS AHORA! - ordenó.

Tritones, lagartos y diablos sintieron el peso de aquella orden golpear sus corazones deteniéndolos, la fuerza de esas palabras en su voz llevó un minuto de paz en la terrible batalla.
La sed de sangre en ellos cesó, lograron bajar sus armas, buscaron con la mirada a la dueña de esa voz y allí estaba ella, en la cima de la torre con su presencia altiva imponiendo su humilde grandeza. 

Los tritones sintieron la llamada en la sangre, su reina había llegado, e inmediatamente se inclinaron ante ella. Los lagartos, sorprendidos por la acción de sus enemigos, se llevaron la mano derecha al corazón en señal de respeto por la joven al ver que en la cima de la torre Morterus, ya en su forma normal, hacia lo propio, los diablos imitaron ese gesto.

Una tímida sonrisa se dibujó en el rostro de la sirena, miró a Kalir y le pidió - Bajame Kalir, por favor. 

Él aceptó, la tomó en sus brazos y descendió rápidamente la torre para llegar hasta el centro de la escena.
Una vez allí, Firinea se topó con las miradas de todos aquellos bravos guerreros que la observaban expectantes, por un momento su voz tembló pero luego se llenó de confianza para decir - ¡La guerra se termina aquí, somos hermanos de un mismo Reino, nuestras familias pisaron la misma tierra durante años, que las diferencias que tengamos sean resueltas primero mediante la palabra antes de tomar las armas!...- exclamó en el silencio penetrante de los presentes, pero fue Zamaron el primero en romperlo acercándose y respondiendo - ¡Sí mi reina! 

Aquello fue el último impulso que necesitaba para validar su palabra, los soldados soltaron su aceptación en un vitoreo y fuerte aplauso, el sonido de sus palmas chocando casi logró cubrir el ruido de un gatillo apretandose a traición, y en medio de toda la confusión una violenta flecha se clavó en la espalda de la joven.
Un impacto silencioso cubrió a los presentes mientras Kalir trataba desesperadamente de atrapar a Firinea entre sus manos antes de que golpease el suelo, el culpable no podía ser otro, Claus, quien como si aquello no hubiese bastado, preso de la ira, intentó rematarla saltando sobre ella con el filo de su espada pero fue su propio hijo quien bloqueó con su cuerpo como escudo aquel miserable ataque, enterrando la punta de esa espada en su hombro derecho.

El triton se impresionó, jamás creyó que terminaría lastimando a su amado hijo por resistirse a la idea de ya no ser el líder - Hijo... - murmuró.

Zamaron se arrancó la espada y no dudo en golpearlo con su puño cerrado hasta subyugarlo furioso por atentar contra su ama.

- Eres un maldito demente... - soltó - Tu sabes la pena que está acción te merece... - comentó apretando los dientes.

Al mismo tiempo Kalir comenzaba a inquietarse al ver la sangre brotar del cuerpo de la joven - ¡Loxur! - lo llamó y este se acercó dispuesto a ayudarla pero fueron repelidos cuando el campo de protección divino se activó en ella culpa de su cansancio por haber usado su poder para controlar a tantas personas.

- ¡Firinea! - exclamó el Diablo tratando de acercarse inútilmente pues la fuerza de ese escudo lo alejaba, inesperadamente la bendición de Poseidón que llevaba se había vuelto un arma de doble filo, ya que estaba atrapada bajo ese manto, desangrandose sin poder recibir ayuda...

- ¡Tenemos que sacarla de ahí! De lo contrario morirá desangrada bajo el campo de protección - dijo Loxur. 

La mente de Kalir era un caos, pero en un segundo un pensamiento golpeó su mente, - La Daga...- dijo para sí.

- ¡Lagarto, dame la daga! - pidió mirando a Sirius.

Este se sorprendió pero no dudó en arrojarsela, el Diablo regresó sus manos a la normalidad, empuñó la particular arma y golpeó con ella una y otra vez aquel manto de protección. La fuerza de esa magia era tal que provocaba una terrible agitación en él, pero resistía cada impacto de ella con su cuerpo, incluso parecía inútil tanto esfuezo sin embargo no se rendiría, el sólo pensar en perder a Firinea generaba miles de angustias en su cabeza hasta que, en un momento, sus temores se acallaron con el sonido de un crujir, la daga se rompió.

Kalir casi sintió su corazón detenerse, un agonizante escalofrío corrió por su espalda - No puede ser... - murmuró, hasta que un segundo crujir se escuchó, el campo de protección también se fracturó provocando su disolución.

- ¡Firinea! - soltó con desesperación y tomó a la sirena ensangrentada entre sus brazos.

- ¡Vamos! ¡Por aquí! - dijo Zamaron señalando el Palacio.

La joven, apenas consciente, intentó tocar el rostro de su amado con sus temblorosos dedos - Kalir... - murmuró.

- Resiste Firinea, no te rindas... aún tenemos una boda pendiente... - suspiró con angustia siendo esto lo último que ella escucharía antes de perder el conocimiento.

Cuando la joven logró abrir los ojos se encontró en una habitación que le resultaba familiar pero no lograba definirla con seguridad, hasta que en un momento la decoración y el agua a su alrededor se lo recordó, era el Palacio Triton debajo del mar.

Su corazón se agitó al no poder recordar con claridad qué había ocurrido, ¿Porqué estaba allí? ¿Y los lagartos? ¿Los tritones? ¿Kalir? Cientos de preguntas la golpearon de repente pero un tímido roce de piel la tranquilizó al ver que a su lado estaba el Diablo, quien se había quedado dormido.

Todos sus miedos desaparecieron con sólo verlo y no se detuvo un segundo en besarlo aún dormido, el Diablo se sobresaltó 

- ¡Firinea! - exclamó conmovido mientras la abrazaba con fuerza - Estaba tan angustiado... no sabía que haría si no despertabas... pero como un idiota me quedé dormido...

- Kalir... ¿Cuánto llevo dormida?...

- Tres días...

- ¡¿Tres días?!

- Sí, perdiste mucha sangre... pero gracias al triton imbécil, que te dio nuevamente su sangre, mejoraste... y te trajimos aquí para que sanaras más rápido...

- Entiendo... pero este cuarto...

- Es la habitación principal del Palacio - interrumpió Zamaron entrando al cuarto.

- ¡Zamaron! ¡Estás bien! - se emocionó ella.

- Sí, este es el lugar que le corresponde.

- ¿Qué no sabes tocar la puerta, triton? - murmuró molesto el Diablo.

- ¿Por qué? ¿Tenías alguna intención lasciva con ella? Mi Reina aún está convaleciente así que quita esos pensamientos inapropiados.

- ¡¿Qué dijiste?!

- Zamaron... necesito saberlo... ¿Qué ocurrió?... - preguntó ella y el triton le informó de todo sin consultarle detalle.
Le dijo que los lagartos se habían retirado pacíficamente luego de la batalla, que Loxur había decidido esperar a que ella despertase para determinar la medida que tomaría respecto a ellos pero que Claus fue ejecutado por su tremendo acto de traición...

- Oh... lo siento mucho Zamaron... - dijo tocando su mano mientras el permanecía incado a su lado en la cama - ¿Cómo te sientes respecto a ello?...

- Gracias mi Reina, no voy a negar que fue doloroso, pero el alma de mi padre se había perdido en corrupción... semejante acto es imperdonable así que no esperamos a que usted despertara para ejecutar su sentencia... y además de eso se condenó a los sabios cómplices de todo esto... le ofrezco mis más sinceras disculpas por todo lo ocurrido, aunque sé que quizás no sea suficiente, pongo mi vida a su disposición para lo que desee hacer... si quiere desaparecer la existencia de nuestra familia para darle el lugar del guardián a otra la aceptaré... - dijo solemne.

- Oh! No, no! - se sorprendió ella - yo confío en ti, no hay necesidad de ello...

- Gracias, le aseguro que su piedad será recompensada con mi incuestionable lealtad y servicio hacia usted... - dijo y besó su mano.

- Ya, ya entendimos, no hace falta que la toques ni le beses la mano - comentó ya celoso el Diablo.

- ¿Cuál es tu problema? Acostumbrate, soy su perro guardián, a partir de ahora somos inseparables.

- ¡Firinea no necesita otro perro, para eso me tiene a mí!

- Pues entonces tendrá dos.

- Tú...

- Tranquilos, no peleen - soltó en una risa - ambos son importantes para mi...

- Mi Reina, quizás aún no esté familiarizada con el alcance de su poder, pero sólo quiero remarcarlo... ahora que es la soberana tiene la potestad para desposar a quién desee... 

- Oh... - se sorprendió ella.

- Ya que su glorioso poder no se heredará a su descendencia usted no está obligada a casarse con alguien de su especie...

- Ja, creo que es obvio a quién elegirá - declaró presumido Kalir.

- Ya lo sé, Diablo enano, no necesitas restregarmelo en la cara.

- ¡¿Qué dijiste?! ¿Cómo te atreves a llamarme así? ¡Seré el esposo de tu Reina, exijo más respeto!

- Bien lo acabas de decir, sólo serás el esposo, mi lealtad es únicamente con ella. Lo que tu digas o quieras para mi carece de importancia.

- ¡Maldito pescado irrespetuoso! Debí matarte en la confusión de la pelea.

Firirnea soltó una carcajada - No me hagan reír por favor ja, ja, aún me duele la espalda... Gracias por tu honestidad Zamaron... en verdad lo aprecio.

- Mi Reina, a pesar de que las circunstancias cambiaron mi deseo genuino de hacerla feliz sigue intacto... así que si de honestidad se trata no le ocultaré que me siento un poco decepcionado... pues yo en verdad imaginé una vida a su lado... ahora estoy un poco perdido respecto a eso... me siento solo...

- ¿Y todavía tienes el descaro de insinuartele de esa forma delante de mí? Estás pidiendo a gritos que te mat-

- Zamaron - lo interrumpió ella - sólo necesitas mirar con un poco más en detenimiento a tu alrededor y te darás cuenta de que un hombre como tú jamás estará solo...

- ¿Qué quiere decir?

- Tú sólo presta atención y verás... - deslizó misteriosa.

- Está bien... por lo pronto debe prepararse, pues cuanto antes se haga la ceremonia de coronación mejor. Todos en el Reino merecen saber que el ser más poderosos del mar lidera nuestro Clan.

- ¿Qué? ¿Y nuestra boda? - preguntó Kalir ansioso por celebrarla.

- Primero lo primero, tu siempre vendrás después Diablo, ella es responsable directa del Clan.

- ¿¡Qué yo voy después?! ¡¿Me dijiste inferior maldito Triton?! 

- Ya para tu griterío y déjala descansar. Con su permiso me retiro mi Reina, iré a hablar con el Consejo para informar de su despertar y alistar los preparativos.

- Adelante Zamaron, gracias - sonrió ella al verlo irse. 

Caminando por los pasillos, Zamaron se sumió en sus pensamientos terminando siendo sorprendido por la voz de Sará.

- ¿Amo Zamaron? ¿Necesita algo?

- Oh, no, sólo pensaba un poco. Lo de "amo" ahora está de más ¿No crees? Ambos somos sirvientes - sonrió el joven algo despreocupado.

- Puede ser... - respondió ella algo tímida - pero... si me lo pide yo lo seguiría sólo a usted a donde sea que vaya... - soltó ya sonrojada.

- ¿Eh?... - enmudeció también sonrojado el triton, nunca vio venir semejante declaración - E- Entiendo - respondió nervioso - E-entonces acompáñame a hablar con el Consejo, la Reina despertó - dijo y adelantó su paso.

- S-Sí - acató ella pero al ver que el joven se dirigía al camino equivocado impulsivamente le tomó la mano - Amo Zamaron, es por aquí... - dijo señalando hacia otro lado.

- Oh... Oh, sí! Perdón... me distraje...- se excusó preso de los nervios al sentir su pequeña y suave mando tomando la suya robusta.

Ella sólo sonrió al ver su gesto avergonzado y continuó el camino delante de él. Zamaron se sorprendió a sí mismo por su torpeza mientras veía el cabello alborotado de la joven dejándolo atrás y se preguntaba en silencio si Sará siempre había sido tan hermosa.

Los días pasaron y el momento de la coronación había llegado, pero antes de ello Firinea había solicitado tener una reunión con Loxur y Morterus para terminar de definir aquella situación...

- Bien Firinea, como líder del Clan tienes la potestad para presentar los cargos o acusaciones que creas pertinentes ante el Clan de los lagartos - dijo Loxur.

- Lo sé - respondió ella ante el gesto serio de Morterus - pero no presentaré acusación.

- ¿Qué? - se sorprendieron todos, incluído Kalir.

- Todo esto se trató de una venganza malentendida, y aunque Morterus nos atacó también develó la verdad que oprimía mi soberanía, a mi modo de ver la balanza está equilibrada pues, de cierta forma, atacó a un impostor para libertar a la Reina.

- ¿De verdad no harás nada al respecto? - insistió Loxur.

- No, estuve pensando mucho en esto y e ideado mejores planes para nuestro futuro. No encuentro el sentido de mantener nuestra enemistad cuando podemos aprovechar sus servicios por el bien del Reino en general - sonrió. 

- ¿A qué te refieres niña? - preguntó Morterus.

- Ustedes necesitan nuevas tierras, como esposa del Gobernante también podría considerar cederles colonias en los cuatro puntos cardinales del Reino a cambio de sus servicios como centinelas y su magnífico trabajo en la tierra. ¿No es así Kalir?

- ¿Qué? Oh, sí! Supongo... tu piensas mejor esas cosas... - respondió nervioso.

Morterus soltó una risa - Ja, ja! Esta niña da miedo, tiene tanto poder que podría subyugar por la fuerza a cualquier Clan si quisiera...

- ¿De verdad? - preguntó algo ingenuo Kalir

- Por supuesto, posee una habilidad increíble, tiene la lealtad de dos poderosos ejércitos y la cabeza de un Diablo, ¿Qué más necesita? 

- Ooh... 

- ¿Entonces es un acuerdo? - insistió ella.

- Claro que sí... Reina Firinea, mi Clan está a su servicio... - acordó el lagarto estrechando con su enorme mano la pequeña de la joven.

Al terminar la reunión, Loxur la felicitó - En verdad te admiro Firinea, ni siquiera yo hubiese sido capaz de ignorar lo sucedido y no actuar por venganza... pero tu diste prioridad al Reino, eso es superior.

- Gracias Loxur, pero sólo hago lo que creo mejor. Todos tienen derecho a una segunda oportunidad... - sonrió.

- Vamos mi Reina, su corona la espera... - interrumpió Zamaron para escoltarla.

La hora había llegado, todos los regentes de los clanes estaban presentes, expectantes por ver a la hermosa sirena en su impactante vestido violeta ocupar su lugar, pero ella ya tenía una decisión en su corazón...

Recibió la dorada corona con honor siendo el propio Zamaron quien la colocase en su cabeza, y acto seguido ella pronunció un importante anuncio...

- Recibo con honra este importante legado, prometo hacer lo que sea necesario para estar a la altura de lo que significa, pero también quiero aprovechar este momento para anunciar que he decidido entregar parte de mi autoridad sobre el Clan a mi guardián, Zamaron... - dijo mirándolo con una sonrisa.

El joven y los presentes estaban impactados, después de que la verdad sobre la usurpación de poder se había revelado todos creían incapaz que un miembro de esa familia fuese digno de confianza, pero Firinea no, ella siempre vio en Zamaron el potencial de un líder completo.

- Mi Reina... ¿Está segura?... - preguntó atonito.

- Sí, sabes lo que pienso de ti, no estoy renunciando al honor de la corona, sólo estoy priorizando ser la esposa del Diablo... - sonrió - así que te concedo el poder para ser mis ojos y voz en el Clan.

El joven se arrodilló y besó su mano - Confíe en mi, no le fallaré...

- Sé que no lo harás.

Así, entre vitoreos la coronación finalizó no sin antes de que Firinea hiciera manifestación una vez más de su poder haciendo aparecer en sus manos el arco sagrado de la Reina, luego de tener más control sobre sus poderes descubrió que el mismo era algo que podía hacer aparecer a voluntad, y lanzó una de sus poderosas flechas al aire para cerrar la ceremonia.

Pero el jolgorio en el Reino de la Gula no terminaría allí, pues esa misma noche sería su tan ansiada boda. Por orden del Diablo los preparativos habían corrido contra reloj para celebrarlo de una vez en su Palacio, ya no quería esperar más.
Todos sus hermanos asistieron en compañía de su padre y madre al igual que los padres de Firirnea que aún no terminaban de asimilar todo lo ocurrido.

El Diablo esperaba ansioso la aparición de la joven haciendo oídos sordos a las bromas de sus hermanos, y cuando finalmente la vio asomarse al salón del brazo de Ratjá su corazón se detuvo, pues Firinea traía el vestido que aún esperaba su regreso en aquella habitación. Kalir ya había olvidado la cantidad de veces que la soñó en él, sin embargo ahora era real, después de tantas dificultades al fin la hermosa sirena sería sólo para él.

Al concluir la ceremonia, y luego de su baile, la pareja se dispersó para dar la bienvenida a su invitados en particular, Firinea no ocultó su sorpresa cuando vio que Zamaron había asistido acompañado de la hermosa Sará...

- Vaya Zamaron... veo que te tomaste muy en serio mi concejo - bromeó.

- Bu-Bueno sí... con Sará nos estamos conociendo... - respondió nervioso.

- Me parece muy bien, es una joven excelente. Aunque ya seas un hombre comprometido no puedes negarle un baile a tu Reina ¿No es así? - sonrió estirando su mano.

- Por supuesto... - dijo para luego bailar con ella en el medio del salón mientras Kalir era blanco de las bromas de sus hermanos.

- Vaya Kalir, de verdad que eres un tipo con suerte - comentó Hazar.

- Sí, ni aún viviendo diez vidas tendrías tanta suerte como en esta - remarcó Salomón.

- ¿Ya van a empezar?... - murmuró molesto.

- Ja, así es - continuó su padre tomándolo de un hombro y cepillando su cabeza - este muchacho me llena de orgullo. No solo consiguió ser el primer ser en casarse con una sirena si no que además es la mismísima Reina! A ver cuando siguen el ejemplo de su hermano más pequeño y se toman en serio lo del matrimonio...

- Sí que eres insistente, Padre... - comentó Vittorio.

- Por supuesto que lo soy, a tu edad ya tenía dos esposas y ustedes aún nada, sólo Kalir me está dando un poco de satisfacción, ahora faltan los nietos y será perfecto...
 



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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