El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Hazar - El diario de Anna : capítulo 2

"Sí, aquella primera noche juntos fue increíble, pero debo confesar que disfruté mucho más la segunda vez (que no tardó en llegar), tal vez porque ya no me sentía tan nerviosa y de que al final de cuentas no fue tan doloroso como pensé, o porque definitivamente sólo tú sabes como hacerlo bien..."

Al terminar ese primer encuentro, Hazar se recostó en la cama boca arriba dispuesto a descansar un poco antes de irse, giró su cabeza para ver a Anna a su lado y tomó suavemente su brazo para acercarla, quería disfrutar el calor de su suave cuerpo desnudo un poco más.

- Ven aquí preciosa, acercate - dijo casi suspirando.

- E-Está bien... - murmuró ella e intentó abrochar su vestido antes de acercarse.

- ¿Qué haces? ¿No me digas que te da pena después de lo que acabamos de hacer?

- Bu-Bueno... un poco... además hace frío - se excusó apenada.

Hazar se incorporó y lentamente le quitó por completo el vestido mientras clavaba sus ojos en su rostro sonrojado - Sí es por eso te aseguro que no hay nada mejor que otro cuerpo desnudo para calentarse... pero no tienes que sentir pena conmigo, somos una pareja, la desnudez es algo natural... ahora eres mi mujer, y como tal quiero disfrutar de todas las formas posibles de tu belleza... no hay nada más hermoso en una mujer que verla en toda su naturaleza... - dijo mientras con una mano tomaba su rostro cálido y con la otra deslizaba un fina caricia por su columna vertebral provocando que la piel de la joven se erizase.

- ¿D-Dijiste tu mujer?... 

- Así es, a partir de hoy eres sólo mía... ¿Ó no quieres?...

- ¡S-Sí! Bu-Bueno, es decir, yo... - intentó responder ya nerviosa

Él esbozó una sonrisa, tomó la pequeña mano de Anna y la colocó sobre su propio pecho - Tú también puedes pedirme o tocarme cuando quieras.

- ¡¿Qué?! Yo-Yo no soy tan atrevida... - se avergonzó aún más.

Hazar la abrazó y se recostó con ella en brazos - Ja, ja! Eres tan tímida, me encanta... - declaró mientras la obligaba a recostarse sobre su pecho, reteniendola con sus brazos amasando con una mano su suave trasero - ¿Los ves? Así es como un hombre y una mujer deben estar... ¿No lo crees? - continuó y tomó la frazada para cubrirlos a ambos.

- S-Sí...

- Yo te daré todo el calor que necesites... a cambio no evitaré tocarte... ya te lo dije, eres mía... ¿De acuerdo?

- Está bien... - murmuró apenada.

- Bien, ahora descansa sobre mi, me gusta sentir la suavidad de tus senos... 

Ella quedó enmudecida mientras veía como el joven cerraba sus ojos y rascaba su nuca. 

Anna sentía su corazón latir con profundidad, no sólo acababa de pasar una noche maravillosa si no que ahora el hombre que amaba declaraba que la sentía como "propia", a ella, una joven que ni siquiera se había atrevido a soñar sentir amor por su posible situación. Admiró su perfil un momento, mientras se relajaba en sus brazos, y se movió apenas para acercarse a darle un tierno beso en la mejilla, él permaneció con sus ojos cerrados sin hacer ningún gesto, parecía dormido, así que nuevamente se acurrucó en su pecho y en susurro soltó - Gracias...- para luego cerrar los ojos y descansar.

En ese momento Anna no pudo imaginar que Hazar sólo fingió dormir, aquel tierno gesto lo descolocó, sabía que si revelaba estar despierto no podría ocultarle su sorpresa ante ello ¿De verdad esa hermosa joven se había enamorado de él?. Hasta ese momento había escuchado palabras similares en bocas de sus amantes pero imaginaba que eran debido a sus destrezas como amante, nada profundo ni emocional, en cambio Anna era diferente, porque no sólo hablaba, sus gestos para con él lo demostraban.

Rápidamente la joven quedó dormida sobre su pecho producto seguramente del cansancio, quería escapar de esa situación pero no pudo contenerse de tocar suavemente el cabello de ella. La observó un momento en la penumbra de la habitación y se dijo a sí mismo " - Quiero disfrutar de esto un poco más..." hasta cerrar sus ojos y serenar su respiración a la par de la de ella.

El amanecer lo sorprendió con la joven aún en brazos, nunca antes le había sucedido, pasar toda la noche con una sola mujer le resultaban incomprensible. Aún así, la veía dormir y no deseaba despertarla, sus rosados y suaves labios rozaban su cuello despertando así su emoción.

En un momento, dormida, la joven giró para el lado opuesto, liberando así al Diablo de su presión de despertarla. Se sentó en la cama con la intención de levantarse e irse, pero giró a verla y no pudo frenar sus impulsos de tenerla otra vez...

Regresó a la cama, la joven dormía boca abajo totalmente desnuda, él se acercó y besó su cuello

- ... Hazar?... - murmuró somnolienta.

- Buenos días preciosa...

- ¿Ya amaneció?...

- Sí, pero aun es temprano, podemos quedarnos más tiempo en la cama...

- Está bien...

- ¿Qué te parece si respetimos lo de anoche?... - dijo mientras seguía besando su cuello por detrás.

- ¿Qué? ¿De nuevo? Pe-Pero ya lo hicimos anoche...

- ¿Y eso qué? podemos repetirlo las veces que querramos... - respondió, se acercó más a ella y continuó besando su nuca mientras que con la mano izquierda acariciaba su seno.

- Ha- Hazar... detente... - murmuraba ella mientras comenzaba a sentir otra vez las ansiedad subir por sus piernas.

- ¿Por qué?... ¿No te gusta?... - preguntó sin detenerse.

- S-Sí me gusta... pero... tengo que levantarme ya... 

- No te vayas... prometo que haré que cada segundo que te quedes conmigo valga la pena... - dijo y comenzó a besar su espalda para ya hacer el amor una vez más.

*Escena extra en la versión sin censura *
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Aún agitado deseaba seguirla tocando, no lo podía evitar, quería más y más, el cuerpo de esa joven era diferente a todos los que había probado con anterioridad. Era suave, pequeño, de aroma dulce, perfectamente proporcionado para él.

- Hazar, para, tengo que irme a mis clases ya - dijo risueña aún sintiendo los besos del joven en sus hombros.

- Sólo un poco más... - dijo e hizo que la joven se pusiese de frente - dame un par de besos más y te dejaré ir... - insistió él y se sorprendió a sí mismo rogando por el afecto de una mujer.

Ella sólo sonrió divertida por su pedido condicionado casi infantil, tomó el rostro de Hazar con ambas manos y clavó en él una profunda mirada que inquietaba pero a la vez complacía al Diablo, era una mirada de amor, de esas que buscan conectarse con el alma de la otra persona. Juntó sus labios y cedió ante el juego lento de sus lenguas en sus bocas. Hazar podía sentir la excitación nuevamente subiendo en él, Anna nuevamente percibió que sería capturada por el deseo de ese hombre cuando la mano de este tomó con fuerza su muslo.

- Hazar, detente... dijiste que me dejarías ir - sonrió. 
Él insistía en dejar besos por su cuerpo pero ella nuevamente pidió - Hazar... mirame - ya con tono de reproche y este levantó la vista - De verdad tengo que irme ahora... 

- Está bien... - resopló él y se levantó perezosamente de la cama para vestirse con total naturalidad. Anna se sorprendió de ver que este no tenía ningún tipo de pudor de caminar desnudo por la habitación, y algo vergonzosa desvió su mirada mientras se tapaba a medias con la frazada. Al espiarlo en detenimiento notó el increíble físico que escondía tras un simple pantalón y camisa suelta, ni en sus sueños había imaginado ver un hombre así, sólo en los libros de anatomía consiguió una vista similar, a su lado se sentía un poco inferior, sólo una chica común. Y eso inevitablemente formó una duda en su corazón...

"Esa mañana pude notar lo atractivo que eras, tu cuerpo perfectamente esculpido me hizo sentir inmensamente afortunada pero a la vez no pude evitar preguntarme ¿Quien eras en realidad?..."

- Por hoy te dejaré ir, yo también tengo cosas que hacer, pero pronto regresaré por lo que me debes... - dijo el joven acomodando el cuello de su camisa.

- ¿Qué te debo dices? 

- Claro que me debes, no puedes estarme excitando y pretender que nada suceda... - sonrió.

- ¿Qué yo te excito? Pero no he hecho nada...

Él se acercó hasta ella para robarle un último beso - Eso es lo que te hace especial... - sonrió y encaró la puerta - nos vemos preciosa.

- Adiós Hazar, te estaré esperando... - dijo ella, el Diablo volteó a verla una última vez y esa imagen de sensual dulzura que desprendía aceleraba su corazón, así que emprendió marcha para no caer de nuevo en su perdición.

" Me da risa confesar que ese día estaba ansiosa porque te fueses, sentía mis piernas tan débiles que temía bajar de la cama y caerme frente a ti, eso hubiese sido muy vergonzo como primer recuerdo de nuestra noche "

Esa mañana, al llegar a su Reino fue recibido por su sirviente principal, Thurksen - Bienvenido Señor, ¿Desea descansar? - preguntó al conocer la rutina del Diablo, él solía llegar tarde pero nunca de mañana.

- No, no lo necesito, estoy muy bien descansado - respondió despreocupado quitándose la camisa ya entrando en su habitación.

- ¿De verdad?... parece que tuvo una noche aguerrida...

- ¿Qué?

- No quiero ser indiscreto Señor... pero es la primera vez que lo veo llegar con marcas en su cuerpo...

Hazar espió su espalda en el espejo y notó las unas de Anna marcadas de manera sutil en él, una sonrisa se dibujó en su rostro - Esto definitivamente me lo cobraré... - murmuró.

- ¿Señor?

- Vamos Thurksen, dime que tengo que hacer, debo desocuparme lo antes posible.... - sonrió.

Así el Diablo se dispuso a cumplir sus obligaciones dado que había surgido en él la necesidad de regresar al lado de Anna, cuando finalmente terminó ya era de noche. Su corazón se aceleraba al acercarse, durante el transcurso del día trató de reflexionar que es los que sentía por aquella joven, ¿Por qué regresar a su lado cuando podía ir tras cualquier otra mujer? Ni siquiera él lo sabía, pero su cuerpo sentía la necesidad del de ella, su ternura hechizante.

Pero al espiar por la ventana se topó con la contrastante realidad de la vida de Anna al verla preparar una mesa para cenar ella sola. ¿Cómo era posible que una joven con su personalidad fuese tan solitaria? ¿Qué la llevaba a tener esa clase de vida? Quería saberlo pero sin cruzar la línea de la intimidad, aunque esto último más adelante le sería imposible.

- Hazar...- se sorprendió ella al abrir la puerta.

- Hola preciosa...

- No esperaba tan pronto verte de nuevo...

- Te dije que vendría apenas pudiese... - sonrió.

- Es verdad... veo que eres un hombre honesto - dijo y él sintió un poco de culpa al oírlo - ¿Te quedas a cenar conmigo?...

- Claro que sí... - respondió amable y, inesperadamente para ambos, se vieron disfrutando de una cena en su mutua compañía, hablando de temas triviales sin escapar de las reflexiones que algunos pudiesen conllevar. Al verla andar por la casa, Hazar cayó nuevamente en el entusiasmo de querer tenerla desnuda entre sus manos, pero cuando vio a la joven encender una vela al lado de una vieja fotografía no pudo evitar preguntar...

- ¿A qué se debe?

- Eh?

- La vela... ¿Por qué es?...

- Ah... es un pequeño homenaje... hoy sé cumple otro mes sin mis padres... - dijo tocando la fotografía.

- ¿Los extrañas?...

- Claro que sí, mucho... es inevitable extrañar a alguien que amas... ha sido difícil... - murmuró con la voz quebrada.

Hazar lo notó y la tomó me brazos, ella se sorprendió pero acto seguido se sentó en el sillón y a ella en su regazo, manteniendola abrazada - ¿Quieres llorar? - preguntó.

- ¿Qué?...

- No tienes que fingir conmigo, si estás triste llora, si estás feliz rie, si estás enojada grita, pero no ocultes nada... me gustas como eres... quiero saberlo todo de ti...

- Hazar... - murmuró ella y se abrazó a su cuello. De repente se deciso en lágrimas -Ha pasado tanto tiempo sin que pueda llorar con alguien... la soledad no es buena para el corazón, porque lo va apagando... pero apareciste tú y nuevamente lo haces latir... por eso te amo Hazar... - dijo por último recostada sobre su pecho hasta quedarse dormida.

Al notarlo el Diablo la cargó hasta la habitación, estaba exhausta, completamente inmersa en un sueño, totalmente a merced de sus caricias lujuriosas. Pero no pudo hacerlo, las lágrimas marcadas en su rostro le hacían saber qué ella sufría mucho y eso extrañamente también le acusaba dolor... 

Así, aquel Príncipe del Infierno que estaba desesperado por hacerle el amor se limitó únicamente a recostarse a su lado y abrazarla por detrás, buscando aliviar su tristeza. Ni siquiera él podía definir porqué lo hacía, pero así lo sentía, Anna le despertaba un profundo sentimiento de protección, como si fuese algo sagrado que nadie más pudiese ver ni tocar, que sólo él tenía derecho a cuidar, un ser que inesperadamente despertaba amor en aquel Diablo...

"Cuando abrí mis ojos al día siguiente y me vi en tus brazos lo supe... me dije "Este es el hombre que voy a amar hasta mi final"..."

Continuará...



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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