- Bueno, es momento de irme - dijo Dafné dejándo ya su plato vacío.
- ¿Ya te marchas? - preguntó la pequeña a su lado.
- Así es, está comenzando un nuevo día, es mi hora de sueño.
- ¿Duermes de día?
- Claro, soy un vampiro puro - sonrió - dormimos durante el día. Todas las mujeres, sin importar la raza, debemos dormir bien para conservar sana nuestra belleza - deslizó coqueta.
- Oh, ya veo. Entonces ¿El tío Hazar también se fue a dormir?
- No, Hazar es mitad Diablo así que no está condicionado a los efectos del sol y a dormir durante el día. Él siempre durmió durante la noche, un poco tarde, pero lo hacía. Desde pequeño.
- Pero entonces si tú duermes de día y él de noche ¿como lo cuidabas de pequeño? ¿O lo hacia una sirvienta?
- Oh, no, jamás hubiese dejado que alguien más criase a mi pequeño - respondió sin saber que Hazar se acercaba lentamente por detrás - fue difícil, había momentos en los que realmente estaba muy cansada, pero las madres somos así, cuando se trata de nuestros hijos no sentimos la fatiga.
- ¿Y como era el tío Hazar de pequeño?
- ¿Cómo era? Mmm, simplemente perfecto - sonrió - educado, responsable, dedicado, un poco travieso pero era imposible no amarlo.
- ¿Y ahora?
- ¿Qué?
- ¿Él cambio mucho?
- No... Hazar no ha cambiado, sigue siendo el mismo niño del que me siento orgullosa y eso, pase lo que pase, no va a cambiar... - respondió y Hazar pudo sentir un leve alivio en su corazón al oírlo, después de todo, hacia años que sólo recibía reproches de su madre y sermones, esperando que este pudiese cumplir sus expectativas.
- Siry - dijo él ya interrumpiendo.
- Tío Hazar. Tu mamá ya se va, debe descansar.
- Lo sé, pero tú tampoco haz dormido, deberías al menos intentar descansar un poco.
- Oh, está bien - respondió y el Diablo instintivamente la cargó en brazos.
Dafné no pudo evitar sorprenderse al ver esa actitud tan paterna y espontánea en él, lentamente se puso de pie dejando ver una sonrisa - Bien, entonces ya me marcho.
- ¿Te veré otra vez? - preguntó la pequeña.
- Claro, cuando visites a tu abuelo también ven a verme. Será un placer recibirte en mis aposentos - dijo mientras acariciaba gentil su cabeza.
- Está bien.
Dafné cruzó miradas con Hazar y murmuró - Estás dejando pasar un tiempo precioso de ser un buen padre, Hazar...
- ¿Lo dices porque estás pensando en la descendencia del Clan? - soltó algo fanfarrón.
- No, lo digo porque es algo que de verdad puede hacerte feliz... - respondió honesta y paciente.
Él enmudeció ante su expresión serena y Dafné continuó - Adiós, nos vemos - sonrió tranquila y se fue, como hacia mucho tiempo el Diablo no veía en ella.
- Tu mamá es una mujer muy hermosa, ustedes dos se parecen mucho - comentó Siry.
- ¿Por qué lo dices? ¿Por la apariencia?
- No, porque los dos parece que se enojan mucho y dicen cosas que no quieren decir, pero al final son igual de amables. Ella sólo quiere que seas feliz, es tu mamá, te quiere de verdad.
Él término de ver como Dafné se marchaba y mientras giraba para entrar respondió - Sí... y yo a ella... Vamos tienes que dormir un poco.
- Pero no tengo sueño...
- ¿Cómo es posible que no quieras dormir? Ya haz pasado casi un día entero sin descansar, eso no es bueno para ti. Seguramente alguien vendrá por ti en cualquier momento, y si te ven ojerosa lo primero que harán es pensar que te descuidé. - dijo ya entrando a la sala.
- Pero me da miedo...
- ¿Miedo? ¿Por qué?
- De que cuando abra los ojos tú ya no estés... - dijo con pesar y el Diablo detuvo su paso, sorprendido por sus palabras - Tío Hazar, nos vamos a seguir viendo ¿verdad?... - él no pudo decir nada y Siry insistió - Si hace falta yo le diré al abuelo que te levante el castigo.
Hazar dejó ver una sonrisa afligida y acarició su cabeza - Ya te lo dije, los niños no tienen que preocuparse por los problemas de los adultos. Cuando deba ser, será - respondió.
- Oh... entonces ¿Puedo pedirte un favor?
- ¿Favor? ¿Cuál?
- ¿Puedo verte tocar el violín?
- ¿Qué? ¿Eso quieres?
- Sí. Te escuché tocarlo pero estabas encerrado en una habitación, Thurksen dice que no te gusta ser molestado mientras los haces, por eso no entré.
- Ah, sí, bueno, es algo personal para mi, otro recuerdo doloroso que me conecta con Anna.
- ¿Por qué?
- Porque a esa canción la compuse para ella, pero no alcancé a mostrarle ese lado de mí, nunca supo que podía hacer música.
- Oh...
- Entonces, cuando la tocó estando solo, trato de imaginar cual hubiese sido su expresión al oírla...
- Yo creo que le hubiera gustado, es una canción muy bonita.
Él colocó a la niña en un sillón individual en la sala principal - ¿Por qué no dejas que los demás te vean tocarla? - continuó.
- Egoísmo supongo, soy muy celoso de todo lo que tiene que ver con Anna.
- Oh, ya veo... - respondió entendiendo negado su pedido pero luego él la sorprendió
- Aunque si eres tú, no me importaría que fueses mi primera espectadora... - comentó sutilmente burlón y, con un chasquido de sus dedos, hizo aparecer un hermoso violín rojo en su mano.
- Wow! ¡Que hermoso! - se entusiasmó ella.
El Diablo se puso de pie y comenzó a interpretar aquella hermosa y sentida melodía, tan celosamente guardada por él, en la enorme sala. Cada vez que marcaba las notas en esas cuerdas se perdía en recuerdos, pero ahora su concentración se desviaba a los enormes ojos brillantes que tenía en frente, en ellos sólo se podía ver admiración y eso dibujaba una sonrisa en el rostro serio de él. Pero ella no era la unica espectadora, pues los sirvientes del Palacio también fueron testigos silenciosos de su acto.
Al terminar, unos pequeños pero constantes y efusivos aplausos se escucharon en las manos de Siry - Qué bonito, tío Hazar. Lo haces muy bien.
- Gracias - dijo con una reverencia bromista - Bueno, ahora ya puedes dormirte ¿Verdad? - insistió.
- Está bien, pero...
- Ya lo sé, ya lo sé - dijo y dejó su violín en una mesa para luego tomarla en brazos. Se sentó en el sillón individual pero esta vez cargando con la niña - Debo cargarte para que te duermas ¿cierto?
- Sí - respondió acurrucándose en su pecho - Gracias, tío Hazar.
- Sólo cierra los ojos y duerme de una vez. - dijo en un vago reproche.
- Sí... - murmuró mientras era acunada por el sonido del corazón del Diablo latiendo en paz.
Él quedó un momento con la pequeña en brazos mientras admiraba por un ventanal el blanco rosedal del jardín. Cuando regresó su mirada a ella notó que ya se había quedado dormida.
- Amo Hazar - dijo en un tono bajo Lussía y se acercó con una pequeña manta.
- Lussía, tú tampoco haz dormido ¿Verdad?
- ¿Cómo podría dormir con la princesa aquí? Con gusto estaré despierta para lo que necesite hasta que vengan por ella. Todos estamos atentos a su servicio, amo.
- Ya veo...
- Le traje una manta, el abrigo los ayuda a dormir mejor - dijo mientras la cubría amablemente en los brazos de él.
- ¿Tienes experiencia con los niños?
- No mucha, señor, sólo me tocó cuidar algunos en ciertas ocasiones.
- Entiendo. Yo no sé nada de ellos, es la primera vez que tengo contacto con uno... sin embargo mi madre, antes de irse, dijo que podía ser un buen padre. No comprendo qué la llevó a decir eso.
- Tal vez porque vio como la princesa se comporta con usted.
- ¿A qué te refieres?
- Por experiencia puedo decirle que los niños sólo se relajan si se sienten cómodos donde están y con quien están. Que la princesa esté ahora durmiendo plácidamente en sus brazos quiere decir que ella se siente bien con usted...
Él quedó sorprendido por tal afirmación y Lussía se retiró amablemente en silencio, dejando al Diablo cargando con la pequeña en aquel sillón de la sala.
Un profundo silencio invadía el ambiente, como si todos los sirvientes se esforzacen por no emitir sonido e interrumpir aquel descanso.
Hazar nuevamente posó sus ojos en ella y acarició gentil su cabeza mientras una duda se formaba dentro de él ante la presunción de que alguien pronto aparecería a buscarla - Me pregunto si seré capaz de dejarte ir...- murmuró casi de forma inaudible e, inesperadamente, cerró sus ojos hasta quedarse dormido junto a ella en ese sillón.
Thurksen y Lussía admiraron aquella tierna escena desde un rincón de la sala, aquel Diablo amargado de gesto duro dejadaba ver una expresión relajada en su rostro como hacia años no lo hacía.
- Gracias, princesa...- soltó en un murmullo el sirviente al ver como esa dulce niña comenzaba a sanar aquel marchito corazón.
Mientras tanto, en el Reino de la Gula, Firinea recibía inmensamente sorprendida aquella perla de manos del pequeño Diablo.
- Bastian... no puedo creerlo - dijo admirándola en su mano - Acabas de traer algo legendario, algo que ni siquiera pensábamos que estuviese en el Infierno.
- ¿Qué es? - preguntó el pequeño.
- Esto es el corazón de la Sirena de Plata... aquel que fue robado por la bruja de mar, Cécali.
- ¿Bruja de mar? ¿Quién? - indagó Kalir.
- ¿Como es posible que seas gobernante de este Reino y no sepas quien fue Cécali? - lo enfrentó Zamaron - definitivamente no estás a la altura de la Reina.
- Cállate, estoy muy cansado como para escuchar tus provocaciones. Di algo más y te golpeo sin piedad.
- Bueno, ya, no peleen, quiero escuchar la historia - dijo Bastian - Por favor, continua, Firinea.
- Gracias. Cécali fue una poderosa y muy antigua bruja de mar, era consultada y respetada por todos, podía obtener todo lo que quisiese, excepto una cosa, el amor de un Triton.
- Oh...
- Así es, Cécali se enamoró perdidamente de un joven Triton, hizo de todo por llamar su atención, pero no lo consiguió, ya que los Tritones no se fijaban en ninguna mujer que no fuese una sirena.
- Como debe ser - respondió orgulloso Zamaron.
- Ja, siempre tiene que haber un Triton estúpido arruinando todo - se burló Kalir.
- ¿Qué dijiste?
- Bueno, como les decía - continuó Firinea - al no lograr llamar su atención siendo una bruja de mar, decidió que debía convertirse en una sirena.
- ¿Convertirse en una?
- Sí, los textos más antiguos hablaban de que si devorabas el corazón de una sirena en una noche sin luna, absorverias su alma y con ella su belleza y poder, logrando convertirte en una.
Cécali decidió que se volvería la más hermosa y por ello eligió el corazón de una particular sirena, la Sirena de Plata, Merení.
Merení era increíblemente hermosa, única, su cola y cabellos plateados respladecían bajo el mar, robaba suspiros por donde pasaba, pero lo que la bruja no sabía que es aquella sirena no poseía un corazón normal.
- ¿No?
- Merení era una creación de la Diosa Luna como obsequio para Poseidón, ya que todo lo que ella tocaba podía convertírse en plata preciosa con sólo desearlo, dotando al Dios de innumerables tesoros.
Pero de la misma forma que le dio vida decidió poner una maldición en ella para protegerla, cualquiera que intentase robarse su corazón quedaría maldito...
- Wow...
- Ignorando aquella advertencia, una noche sin luna, Cécali engañó a la sirena y la asesinó para apoderarse de su corazón, pero en cuanto lo devoró, el suyo se pudrió.
- ¿Se pudrió?
- Así es, al comerse aquel corazón maldito, el propio corazón de la bruja se deshizo y se convirtió en un monstruo de espantoso aspecto.
- Oh, ahora entiendo porque no podía encontrar su corazón, ya no lo tenía - agregó Kalir.
- Exacto, al enterarse de lo sucedido, los tritones intentaron eliminarla pero aquello fue inútil, ella simplemente no moría y para peor sabía que con ese aspecto había perdido para siempre la posibilidad de que aquel triton la amase. Cécali desapareció misteriosamente, durante siglos no se supo de ella, su rastro se perdió de tal forma que creyeron que había huído al mundo humano. Nunca hubiese imaginado que aún seguía aquí.
- Así es, pero al parecer ella misma no podía salir del pozo donde se encontraba - comentó Kalir.
- Ya veo, y de seguro usó su poder para crear subordinados que la alimentasen y robaran por ella... Que triste, su amor se volvió una enferma obsesión...
- ¿Tú conocías esta historia, Ananya? - preguntó Rustem.
- Claro que sí, los grifos conocemos las leyendas de la mayoría de las bestias del Infierno.
- ¿Y qué pasará con Merení? - continuó Bastian.
- Bueno, ahora que ya no es prisionera de Cécali, su alma renacerá y volverá a ser aquella hermosa sirena.
- ¿Qué? ¿De verdad?
- Sí, Merení estaba destinada a renacer una y otra vez como una sirena, pues fue creada como un regalo para Poseidón, pero ahora que él no está, ella podrá hacer la vida de cualquier sirena normal. Quien sabe, quizás, si tienes paciencia y la esperas, ella puede ser la esposa sirena que tanto quieres - sonrió Firinea.
- Wow! ¡¿En serio?!
- Por supuesto, estoy segura que ella no olvidará que la salvaste y te buscará, ahora tienen una conexión.
- Oh! ¡Sí! ¡La esperaré! ¡Lo prometo! - se entusiasmó - ¿Escuchaste eso Kalir? ¡Puedo tener una esposa sirena!
- Sí, sí, no presumas tanto, enano - dijo Kalir.
- ¿Qué te pasa? ¿Estás celoso porque ya no serás el único Diablo casado con una sirena? - se burló Rustem.
- ¿Qué dices? ¿Cómo voy a estar celoso de mi discípulo?
- ¡¿Discípulo?!
- Es claro que está siguiendo mis pasos, hasta quiere casarse con una sirena al igual que yo, aunque no creo que sea más hermosa que mi Firinea.
- Eres un desquiciado... casi matas a ese niño y te atreves a decir que quiere ser como tú... - soltó Rustem.
- Sí, puede que sea un desquiciado pero es muy dulce como presume a su esposa. ¿Por qué tú no hablas así de mí frente a los demás? - reclamó Ananya.
- ¿Hace falta?
- ¡Claro que hace falta! Todos tus hermanos presumen a sus esposas, incluso el hermoso Zamaron lo hace, me dan mucha envidia sus mujeres, yo también quiero que lo hagas - lo presionó.
- Bueno... yo...
- ¡Ah! Casi lo olvido - dijo Bastian y revisó su bolsillo - ¿Pueden decirme que es esto? - preguntó enseñando un pequeño huevo plateado.
- ¡¿De dónde sacaste eso?! - preguntó impresionado Kalir.
- Estaba en la montaña de tesoros, me gustó y lo tomé.
- ¡¿Qué?! ¡¿Estás diciendo que mientras yo arriesgaba mi cuello distrayendo a esa bestia para que tomaras el medallón tú te detuviste a tomar algo para ti?!
- Sí, ¿Estuvo mal?
- Ja, ja! No, es perfecto. Así es como se comporta un Diablo, si algo te gusta lo tomas y se acabó - respondió orgulloso cepillando su cabeza.
- Que cosas le estás enseñando, Kalir...- le reclamó Firinea.
- Bueno pero ¿Qué es? - insistió.
- Parece un huevo, pero no sabría decir de qué es, nunca he visto uno así antes. Podría ser de alguna bestia. - respondió Zamaron.
- ¡¿Una bestia?!
- Sí, podría ser algo peligroso...
- Oh, pero yo quiero saber qué es...
- En ese caso ven conmigo, sé de alguien que podría decirnos que es - sonrió Kalir.
- Olvídalo - intervino Rustem - Ya ha pasado demasiado tiempo contigo, eres un peligro para él.
- Oye, el enano está bien conmigo ¿Qué te preocupa? ¿Qué se divierta más conmigo que contigo? - se burló.
- Me preocupa que eres un demente, sea lo que sea que tengas en la cabeza seguro es una locura. Bastian ni siquiera a dormido.
- Oh, pero yo quiero saber qué es, por favor tío Rustem... - le pidió el pequeño.
- Ja, ja ¿Quien está celoso ahora, Rustem? - continuó provocando, su hermano apretó los dientes y él insistió - bien entonces ¡vámonos, enano! - dijo y lo cargó.
- Yo voy contigo, no lo dejaré a tu cuidado de nuevo.
- Esto es entre el enano y yo.
- ¿A quién crees que Noré matará si no regresa en una pieza?
- Eres muy miedoso para seguirme el paso.
- Y tú eres un maldito desquiciado. Por eso nadie confía en ti.
- Vamos, enano, di con quien prefieres estar.
- Dejen de pelear, los dos son buenos, sólo quiero saber qué hay en el huevo - respondió él.
- Pero estuviste toda la noche peleando con bestias, no has dormido y estás cubierto de esa apestosa sangre. Si tu padre te ve así le dará un ataque - insistió Rustem.
- Por favor, prometo que cuando sepamos que hay en el huevo regresaré contigo a la tierra de los Grifos.
Rustem lo pensó por un momento - Está bien - aceptó - pero en cuanto terminemos nos regresamos.
- ¡Sí! Yo también voy - dijo Ananya.
- Vamos de una vez - insistió Kalir y los tres diablos partieron con la grifo para responder la duda de Bastian sobre aquel misterioso huevo.
Mientras ellos seguían su aventura, Anaciel y Noré recorrían aquel viejo bosque testigo de tantas noches de amor entre ellos.
- Que hermoso, apenas y a cambiado este lugar... - comentó ella tocando los árboles.
- Sí. Aún recuerdo la primera vez que te vi...
- ¿De verdad?
- Sí. Enseguida pensé que eras lo más hermoso que había visto y que tenías que ser mía... - dijo y se acercó veloz para tomar su rostro y robarle un beso.
- Noré... - murmuró al separarse.
- ¿Aún recuerdas nuestro primer beso?
- ¿Cómo olvidarlo?... fuiste tan atrevido, pero a la vez tan tierno... Sentí tanta vergüenza pero en realidad no quería que se terminara - sonrió.
Él también esbozó una sonrisa mientras acariciaba sus rosadas mejillas, pero luego soltó con cierto pesar - Pasamos tantas cosas hermosas en este lugar que me duele que el último recuerdo que tengas consciente de aquí sea lo que él te hizo... - lamentó refiriéndose a Hazar.
- Noré... - dijo y retuvo su caricia mientras lo miraba a los ojos - sé que tú aún estás muy molesto con él, pero quiero que sepas que yo no lo odio... de cierta forma le estoy agradecida por empujar las cosas para que terminasemos juntos tú y yo...
- Anaciel...
- Así que si algún día quieres hacer las paces con él yo estaré de acuerdo...
- No es algo que pueda, ni quiera, pensar en este momento... ahora sólo quiero tener una cosa en mente... a ti - dijo y la besó con ternura entre medio de aquellos hermosos árboles como en el pasado.
Pero al mismo tiempo, en el Reino de la Lujuría, la calma estaba por llegar a su fin...
Hazar permanecía dormido con la pequeña en brazos cuando unos quejidos de dolor se escuchaban a lo lejos. Rápidamente abrió los ojos y percibió un aroma a sangre en el aire.
- Algo se acerca... - murmuró y alcanzó a ver por el ventanal la cabeza de un demonio hematofago volar - Oh... ya está aquí... - soltó con cierta burla y acto seguido la puerta se abrió lentamente.
Tras ella, Vittorio hizo una tensa pero calmada entrada, dejando ver su espada y ropas manchas con la sangre de aquellos demonios.
- Oh... así que eras tú, debo confesar que esperaba a alguien más... - provocó Hazar con la niña en brazos.
- Deberías ocuparte de la entrada a tu Reino, tienes un plaga muy molesta allí...
- Tal vez si no estuviese castigado podría hacerme cargo, pero dadas las circunstancias supongo que te agradezco por hacer mi trabajo - se burló.
- Basta de charla, dame a Siry.
- Vaya, que rudo. ¿Después de ocho años de no vernos esa es toda la conversación que me darás?
Vittorio, sin soltar su espada, lo encaró directamente - Te lo advierto, no estoy de humor, dámela.
Él lo observó desafiante - ¿Y qué pasa si no quiero? ¿Llamarás al perro?
Su hermano lo apuntó con la espada y frunciendo el ceño respondió - Esto no es un juego, ahora mismo me la llevaré...
Lussía y Thurksen se preocuparon, pero serio, Hazar insistió - Yo tampoco estoy jugando, quiero que ella se quede conmigo.
Y así, la pequeña comenzaba a abrir los ojos sólo para toparse con aquella dura escena de sus tíos enfrentándose por ella...
Continuará...