"Yo soy el arte y la sabiduría, soy el día y la oscuridad"
El cielo ardía, pero la oscuridad parecía más profunda que nunca. Las grietas en el firmamento eran como cicatrices que nunca sanarían. En medio de la devastación, dos figuras se encontraban, sus alas extendidas, listas para enfrentarse. El sonido de sus respiraciones entrecortadas era lo único que rompía el pesado silencio.
— No todo está perdido, Samael — dijo Zadriel, su voz sonaba suave pero cargada de una firmeza que intentaba mantener —. Aún puedes detenerte. Regresa conmigo, juntos podemos reconstruir lo que se ha perdido.
Samael no respondió de inmediato. Sus ojos brillaron con una luz fría mientras observaba a su hermano, como si estuviera evaluando sus palabras, buscando alguna grieta en su argumento. Finalmente, soltó una risa baja, amarga.
—¿Regresar? — preguntó, con la voz rasposa, como si cada palabra costara—. ¿A qué, Zadriel? ¿A seguir ciegamente los deseos de un padre que nunca nos entendió? ¿A sacrificar mi alma por su aprobación? Mientras tú brillabas en lo alto y eras alabado por todos, yo me corroía en la oscuridad, olvidado y rechazado. Te has convertido en todo lo que detesto.
Zadriel dio un paso hacia él, su mirada llena de compasión.
— No entiendo por qué lo ves así, Samael —dijo, con una calma tensa—. No elegí ser la sombra de nuestro padre, simplemente... hice lo que creí que era necesario. No te pido que lo entiendas, pero lo que hicimos, lo que somos, no define quién podemos llegar a ser. No todo está perdido. Aún puedes elegir la luz.
Pero Samael solo lo miró fijamente, su expresión endureciéndose. — La luz... — musitó, y por un momento, algo brilló en sus ojos, como un reflejo del pasado —. ¿Y qué hay de la oscuridad, Zadriel? ¿De esa oscuridad que elegí y que me fue arrebatada? La busqué, la quise, pero me fue arrancada. ¿Y ahora me pides que la olvide?
Zadriel frunció el ceño, sin comprender por completo. — ¿Qué estás diciendo?
Samael sonrió, pero no era una sonrisa de felicidad, sino una cargada de amargura. — No sabes nada de lo que me han quitado, Zadriel. Nadie sabe... nadie lo entendería. Ella... ella era lo único que tenía, lo único que me hacía sentir algo real. Y me la arrebataron.
El aire se volvió más denso entre ellos. Zadriel sintió que algo se rompía dentro de él, un miedo, una sospecha, pero no pudo ponerle nombre. — ¿De quién hablas, Samael?
Samael no respondió de inmediato. Su mirada se apartó, mirando al vacío como si buscara algo que solo él podía ver. Lentamente, alzó su espada, su postura relajada pero lista para atacar. —No busques respuestas que no quieres oír, Zadriel. Ya todo está dicho. Las heridas no se curan con palabras, y la venganza no se apaga con arrepentimiento.
⚠️ACLARACIONES DEL AUTOR ⚠️
¡Hola queridos lectores👋! Antes de sumergirse en esta historia de ángeles y demonios, quiero asegurarme de aclarar que esta historia es una obra de ficción. Es importante entender que la trama de la novela es una creación literaria y no pretende representar ni influir en ninguna creencia religiosa en particular. Aunque los personajes y eventos pueden estar presentes en diversas tradiciones religiosas y eventos que aparecen en ella no están basados en ninguna doctrina religiosa ni tienen la intención de representar creencias religiosas
Así mismo quiero agradecerles a los que se animan a leer esta historia, y si no es de su agrado les invito a no realizar comentarios desagradables simplemente sigan deslizando que la plataforma tiene una variedad de novelas.
Espero que disfruten de este viaje a través de los reinos celestiales y los abismos infernales tanto como yo disfruté escribiéndolo.