El ángel y la Serpiente

Capítulo 2

Azirabelle había estado haciendo cuentas todo el día, sacando números y llenando el libro de contabilidad cuando a la mañana siguiente golpean a su puertaaaa.

—Ohh…. Por favor, que no sea Gabriel… por favor que no sea Gabriel —susurra entre dientes y por supuesto... ES GABRIEL, porque nadie da por culo como Gabriel.

El suspirooooo. Azirabelle se queda quietecito a ver… Si se va.

Gabriel está ahí fuera, peinándose las cejas con los dedos y quitándose algo de entre los dientes con la punta de un cuchillo de caza de un palmo.

Yuck. No respondeeeeeee… Sileeeeeeencioooooo

Vuelve a golpear la puerta con fuerza y Azirabelle se pregunta si puede salir por la puerta trasera o algo.

—Te he visto, Azirabelle, sé que no estás leyendo, lo he mirado por la ventana —asegura moviéndose para ir a asomarse otra vez.

—Ugh… ¡Ugh, ugh, ugh!

El moreno le ve ahí en la puerta y saluda con la mano, sonriendo. Azirabelle aprieeeeeta los ojos y… toma aire profundamente antes de abrir por fin la puerta.

—Perdona, no te oí tocar.

—Allò!

—Estoy ocupado, Gabriel…

—Seguro que sí, pero esto te interesa —sonríe y ahí va para dentro.

—No estoy seguro…

Gabriel mira alrededor, caminando como si el lugar fuera suyo y deja los papeles que trae en las manos sobre la mesa, tomando asiento.

—¿Qué haces aquí, Gabriel? —Azirabelle suspira sin sentarse, mirándole.

—He traído esto. Para ti, para que leas. Te gusta leer ¿no? Toma asiento —le invita como si esta fuera su casa y no la del rubio.

—¿Qué es? —sigue ahí todo tenso sin saber qué hacer, vacilando en si sentarse o no.

—Papeleo legal. Lo resumiré para ti: Dice lo muy feliz que vas a ser cuando firmes para ser nuestro asociado y todos los beneficios que tendrás, que son los domingo libres para ir a la iglesia y una pieza de caza a la semana para comer tú y tu hermanita. Y si algún día te casas y tienes hijos... —hace una pausa y le mira de arriba abajo con cierto desprecio, pero rápidamente se ríe con cierta complicidad—. Bueno, no creo que eso vaya a pasar así que no nos preocupemos de esa parte.

Azirabelle parpadea… Y PARPADEA. Hombre, gracias.

—Podrás manejar armas también si quieres, la munición corre de nuestra parte y te enseñaremos a disparar. ¿No es genial?

—No estoy muy interesado en la caza, Gabriel. De verdad, te lo agradezco…

—No hace falta que lo hagas. Imagínate esto... —hace un gesto con las manos mirando al techo—. Tú, en un despacho lúgubre, oscuro, frío y silencioso, como a ti te gusta, contando piezas de caza, montando comandas y organizándolo todo para venderlas en la feria. Verías pueblos, conocerías el mundo, harías amigos... Y la gente te respetaría por hacer un trabajo respetable.

—Ehh… — Es que a él no se le ocurre una cosa que fuera a gustarle MENOS en esta vida que ESO.

—Solo tienes que firmar aquí. Yo he hecho una cruz, pero me han dicho que eso no vale —se lo muestra—. Y tendrás el futuro más brillante que puedas imaginar. Podrás comprarte ropa nueva, bonita —mira alrededor, arrugando la nariz—. Y una casa limpia, no como esta.

—No, pero no quiero firmar. ¡No quiero hacer eso, Gabriel! Gracias, pero de verdad yo ya tengo otro trabajo y estoy bien con esto.

—Nadie le dice que no a Gabriel, Azirabelle —Frunce el ceño—. Te lo estoy poniendo MUY fácil.

—Pero, Gabriel, es que…. Creo que necesitas a alguien mejor que yo.

Ahí se oye llegar al caballo, relinchando en el patio delantero.

—Eso… ¿Eso es un caballo? —pregunta Azirabelle, agradecido con la interrupción.

—Quoi?

—Has venido en caballo y lo has dejado en el… ¿Aquí adelante? —se asoma a la ventana.

—No, vives a quince minutos de mi casa, ¿por qué iba a venir en caballo?

—Pero… ¡es Phillipe!

—¿Quién es Phillipe? —se rasca la cabeza.

—¡Nuestro caballo! —abre la puerta y sale.

Ahí va Gabriel detrás, un poco confundido.

—Pero… ¿Dónde está Muriel, Phillipe? ¿Qué ha pasado? ¡Tienes aquí los vestidos aún! Gabriel, ¡ayúdame a desatarle el carro! —le urge.

Ahí va él a acercarse, aunque no es que haga nada muy proactivamente. Azirabelle hace la mayor parte, tirando del caballo para subirse a él.

—Voy a buscar a Muriel —le informa a Gabriel.

—Pero... ¿A dónde?

—No lo sé, ¡Phillipe sabrá! —grita ya en camino.

Gabriel frunce el ceño y queda ahí, manos abiertas porque... ¡es que este hombre está chiflado!

¡No lo está! ¡El único chiflado aquí eres tú!

En fin, Azirabelle deja que el caballo, que repentinamente es súper listo y nada miedoso, le lleve al lugar preciso en donde se ha asustado y tirado a Muriel.

Unas seis horas y media más tarde...

Sí. Para pasado mañana, llegan a la nieve en donde el caballo se confunde bastante con el rastro para la preocupación de Azirabelle porque es que los caballos, no son sabuesos.

Pronto vendrán los lobos a ayudar.

Gracias. Por lo visto los necesitamos, no recuerdo si los contratamos o no para esta parte de la historia

Me parece que no, pero que salgan, tenemos un poco de presupuesto extra de los números musicales y lo que debía ser la boda de Gabriel que al final no está sucediendo.

¿B-Boda? No hay bodas en… Vale. Vale. Mejor. Sin bodas, sí.

Así que ahí vienen los lobos y Azirabelle y Phillipe corren convenientemente hacía, sí, adivinaron… La Mansión de los Archangel. Ah, no, perdón, historia equivocada. De los Croulieau.

Fuck, fuck, fuck, fuck. La ansiedad.

Más gente aún en tu casa, diez años casi sin nadie.

La verdad, hoy Croulieau está en el jardín, because... #reasons. Parecía un buen momento para estar en un jardín podando los setos, ¿vale? Lleva un delantal negro que dice "Hago jardinería y así no mato a nadie" y un sombrero de paja negro.



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En el texto hay: labellaylabestia, ineffablehusbands, good omens

Editado: 20.06.2024

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