El Apocalipsis de la verdad

Tristeza y persecucion

Después de haber escapado de nuestro asqueroso final a manos de esos caníbales, gracias a Marcos, y al gran sacrificio que su madre había hecho para salvarnos, ahora teníamos la responsabilidad de cumplir con la última voluntad de aquella madre que amaba tanto a su hijo que se sacrificó por él y por nosotros. No hay amor más grande en este mundo que el amor de una madre, aun en este mundo abandonado por Dios.

Marcos seguía muy triste porque había ocurrido, al perder a su madre, fue un impacto demasiado grande. Los tres caminábamos tomados de la mano para evitar cualquier situación problemática como la anterior.

Comenzamos a conversar para calmar a Marcos, ya que se encontraba en shock, y podía quedar traumado de por vida.

-Sinthia: Marcos, mira aquí tengo un juguete en mi mochila, ten puedes distraerte jugando con él. - Sacándolo de mi mochila y ofreciéndoselo, un pequeño auto rojo.

Alex se volteó hacia mí dando una leve sonrisa por el pequeño gesto que le había hecho.

-Marcos: Yo no quiero esa basura, yo quiero a mi mamá de regreso. - tomando el auto y tirando al suelo.

-Alex: Marcos, entiende por favor, tu mamá siempre estará contigo en tu corazón y en tus recuerdos. Nunca la olvidarás y siempre la llevarás contigo.

-Marcos: no quiero, yo la quiero aquí a mi lado.

Marcos se escapó de nuestras manos y comenzó a correr de regreso al lugar donde estaban el campamento de los salvajes. Él era muy rápido, tanto así que llego un momento en el que casi lo perdemos de vista, pero logramos alcanzarlo antes de entrar al territorio de los caníbales, pero algo había diferente, había demasiado silencio en ese lugar.

-Marcos: Mamá, donde estás?, porque no has regresado?, aquí estoy? - decía Marcos mientras lloraba fuertemente.

-Sinthia: Marcos, baja la voz, o si no aquellas personas malas volverán por nosotros. - le dije mientras le tapaba la boca la mano.

-Alex: Sinthia, no escuchas algo diferente...- dijo mientras miraba alrededor

-Sinthia: no escucho nada.

-Alex: exacto, no se escucha nada, aun después del alboroto que hizo Marcos, no hubo ninguna respuesta, ni tampoco algún sonido, Creo que deberíamos ir al campamento de los salvajes.

-Sinthia: ¿Qué? Te volviste loco? - exclamé con confusión e ira-

-Alex: Solo para que Marcos se calme un poco y acepte lo que paso. Así seguiremos nuestro camino sin que él se vuelva a sentir mal.

Sabía que Alex solo me decía esa excusa para poder ver que pasaba más adelante en el campamento de los salvajes, pero también pensé que eso ayudaría a Marcos, aunque si los caníbales aún estaban allí, ese iba a ser nuestro fin.

-Sinthia: Está bien, pero al menor ruido que se escuche, nos regresamos de inmediato.

Con mucha cautela y miedo fuimos acercándonos al sitio donde ellos solían estar reunidos, estábamos listos si algo pasaba para empezar a huir, pero nada nos había preparado para lo que nos encontramos en ese lugar.

Una gran masacre es justa como puedo describirlo, pesados de cuerpo por todos lados, lo que antes era su asentamiento de casuchas mal construidas y edificios que servían de escondite, todo había sido aplastado, como si una manada de elefantes hubiera pasado y aplano todo a su paso, pero eso no era así, solo las construcciones estaban derribadas, lo demás eran manchas de sangre y pedazos desmembrados de los que alguna vez fueron nuestros captores.

Que fue lo le que le había hecho esto, quien tenía el poder y la brutalidad de lograr tal masacre, solo se me vino a la mente una cosa, la bestia que se ocultaba entre la oscuridad, aquella que vino desde el espacio a darse un festín, matando, devorando y destruyendo a los pocos de nosotros que habíamos quedado.

Para nuestra mala suerte estaba por anochecer, y no estábamos seguros en ese lugar, pues la bestia podría volver y atacarnos, rápidamente salimos del ese lugar para buscar refugio en algún sitio en el cual pudiéramos estar a salvo, de repente una densa niebla comenzó a aparecer, y empezó a perseguirnos, como si tuviera mente propia.

En ese momento no dimos cuenta que aquella cosa que asesino a los salvajes, aquella bestia innombrable, era la que nos estaba persiguiendo, corríamos los más rápidos que podíamos sin mirar atrás, ya que al hacerlo perderíamos la ilusión que tendría de salvarme.

Solo podíamos escuchar varios sonidos irreconocibles de varias bestias unidas entre sí, algo que no podíamos entender, puesto que muchos, delos sonidos de anímales eran de aquellos que se habían extinguido.

No pude resistir la curiosidad y miré de reojo hacia atrás y no puedo describir con palabras lo que vi, algo que era increíble y a la vez terrorífico, no tengo más palabras para poder, siquiera algo de lo que pude ver, casi pierdo la cordura si no es por el terror que tenía al ir escapando de esa criatura de apariencia vil,

Tal vez pueda describir un poco de ella, pero lo demás era indescriptible, una bestia amorfa, que tenía cuatro patas con garras, por un lado, se asomaban cinco cuernos que se movían en diferentes direcciones cada vez que giraba al perseguirnos, al estar casi cubierto por la neblina aún pude ver más de la criatura y su horrendo ser, además de los cuernos logre ver unos ojos, varios como los de una araña y de color rojo sangre, no puedo decir más, ya que la criatura se envolvía en la niebla y me hizo imposible seguir viéndola.




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