-¡Uruch! ¡Corre! ¡Ya! ¡Maldita sea haz caso!
No supe cómo reaccionar, mi hermano gritaba eso mientras la neblina no me dejaba ver claramente. Escuché un grito desgarrador y luego un silencio sepulcral. La neblina me iba alcanzando, corrí en dirección opuesta a ella, estaba muy agitado y temía no poder llegar a la camioneta, iba a toda velocidad con la boca abierta, jadeando y sudando, mi cabello estaba muy húmedo, con dificultad lo apartaba de mi frente, mi boca constantemente saboreaba las gotas saladas que caían de mi nariz, mi ropa oscura no era un buen camuflaje. Ese camino plano de pavimento y los pocos autos estacionados a lo lejos eran el peor lugar para esconderse. Pronto llegue al estacionamiento, no tenía claro que sucedia, solo tenía una certeza "debía huir muy lejos" , llegue a la camioneta y note que no traía conmigo las llaves ¿las abre perdido en el camino? Revise todas las bolsas de mi pantalón y la sudadera, no estaban, fue entonces cuando recordé la mochila que deje caer al suelo cuando mi hermano gritaba. No quería volver, no iba a volver. Busque otro automóvil, uno sencillo de robar, rompí la ventana y lo encendí con los cables que tenía cerca del volante. Me apresuré, la alarma del carro se encendió, era demasiado ruidosa, al sentarme sentí como un pequeño vidrio logro encajarse en mi pierna, el dolor era agudo. En el retrovisor distinguí unas sombras, no supe quiénes eran, la adrenalina me hizo acelerar a fondo. La niebla no me dejaba ver casi nada, no pude evitar derrapar cuando note a una mujer, al menos eso me sugirió su silueta. Para esquivarla me estrellé con un poste de madera, no llevaba el cinturón de seguridad puesto y la inercia provocó que parte de mi pecho y mi rostro se estrellaran contra el volante, el parabrisas se hizo añicos y restos del cristal rosaron mi cara y brazos.
Quede sumamente aturdido, casi inconciente baje por la puerta del copiloto, la de mi lado estaba trabada. Al descender caí al suelo y comencé a vomitar restos de mi almuerzo y algo de sangre, al terminar vi frente a mi unos tenis de tela color verde, no pude alzar la mirada, me desmaye encima del charco de vomito mientras escuchaba, ya no tan lejos, risas casi locuaces.
Desperté en medio de una especie de cabaña, tan solo de mover mi cabeza sentía dolor, a mi lado estaba la chica que casi arrollo. Era sumamente delgada, cabello oscuro y alborotado, usaba una sudadera negra, larga hasta las rodillas, lentes y tenía frenos, de tez blanca, no era mayor al metro sesenta. Extrañamente lo primero que hice fue preguntarle su nombre.
-Deberías preocuparte más por tu estado que por un nombre.
-Bueno, si no paso de esta noche al menos quisiera saber tu nombre, no siempre se tiene la oportunidad de ver ángeles en vida.
Se sonrojó aunque intento disimularlo, tomó unas pastillas y me las metió a la boca bruscamente, luego agarró una tela vieja y la aventó a mi cuerpo.
-Está lloviendo, será mejor que te recuperes pronto o tendremos que escapar sin ti.
-¿Sabes qué ocurre?
-Descansa mañana sabrás.
La lluvia era muy intensa, las gotas de agua golpeaban la ventana, no me sentía tranquilo, quería moverme e investigar, no recordaba mucho, como si hubieran borrado un viejo casette, solo tenía certeza de algo, mi nombre, Uruch.
Nunca me gustó ese nombre. Desconozco su significado y origen, pero así se llamaba mi abuelo y mi madre decidió conservarlo como una especie de tradición familiar. Mi padre tampoco se opuso, a él le hubiera gustado que portara el suyo pero al parecer no le importó demasiado su opinión a mamá.
Entre rayos y el ruido de la lluvia distinguí como tocaban la puerta exterior. Yo fingía dormir, el dolor no me dejaba en paz, aquella chica ya estaba dormida, lo supe por sus ronquidos. Al parecer había más personas dentro de la cabaña pero solo estuve seguro de eso cuando abrieron las puertas y ellos entraron.
-¡El show va a comenzar! ¿Quién quiere ser el primero? Jajaja, no sean tímidos, ¡ya sé, ya sé! ¡Primero las damas y los niños! mmm ¿a quién elegir? ¡Ya sé, tú la del vestido feo! Es una noche de gala ¿no podrías haberte puesto algo mas bonito? No no no, hubiera sido un desperdicio con esa cara jajajaja. - Nadie hablaba. - ¿Por qué no ríen? - El silencio seguía, subió el tono de su voz y gritó muy molesto - ¡¿Por qué no rieeen?!- el llanto de un niño comenzó a inundar el viento - Veo que tenemos otro voluntario ¿Por qué lloras nene? - Dijo mientras lo miraba fijamente y acariciaba su rostro.
-Ustedes me dan miedo- dijo mientras se encogía de hombros y su voz se apagaba.
-¿Miedo? ¿Te da miedo nuestro rostro? ¿Nuestra cara te da asco? ¿Crees que nos agradan las llagas en las manos? ¿Sabes porque estamos aquí?
-N..n..n..o..o - tartamudeaba
-¿Perdón? No entendí.
-No…
-Vez como es más fácil ser claro, veras todos van a morir hoy, pero el cómo depende de ustedes - hizo una breve pausa - Necesito que me digan dónde están esos… ¡bastardos!
-No sabemos de qué habla señor- se escuchó una voz entre el tumulto.
-Un chico muy lastimado, moribundo y una mujer, los vimos huyendo hasta este sitio… y como llevamos prisa tienen 10 segundos para decirnos donde están…10…9…8
Como pude me levanté, la chica seguía dormida, no sabía nada excepto que me querían a mí y a ella y matarían a todos saliera o no a su rescate. Cojeando avance, con la vista busque entre las cosas de la habitación algo, lo que sea, un arma. Divise una especie de granada entre un pequeño bulto de ropa, “Es mejor que nada” pensé. Avancé hacia la puerta y me pregunte cómo le era posible dormir tan plácidamente. Puse la mano en el cerrojo y abrí, cerré y continué por un pasillo estrecho, note que me tenían en una habitación secreta, oculta, cuando llegue a donde se encontraban aquellos hombres…
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Editado: 13.12.2019