El jedí cayó por un rato hasta golpear con fuerza un frio y oscuro pozo de agua. Shin sintió que debía moverse del lugar y empezó a nadar hacia el frente mientras intentaba encender su linterna. Tocó una piedra para empezar a correr por un angosto pasillo mientras sentía el piso temblar. Húmedo y agitado, no pudo hacer nada más que correr mientras todo colapsaba detrás de él. Cerró los ojos para conectarse con la Fuerza y correr usando su velocidad de jedi. Sus pasos eran rápidos y agiles, pero apenas pudo llegar a la recámara mientras todo se derrumbaba detrás de él. Tomó aire por un segundo para voltearse a ver las rocas que bloqueaban su paso. Seguido vio la fantasmal silueta a su lado, que parecía entretenido con lo que estaba pasando.
"Siempre nos ha gustado poner trampas en sus templos, jedi." Dijo divertido Atlus. "Siempre piensan que somos recuerdos de sus antepasados..."
Shin estaba preocupado por su maestra.
"Deberías preocuparte por ti..." Dijo el fantasma para dejarlo solo en la oscuridad de la recamara.
Su linterna no podía iluminar todo el lugar, pero parecía haber una salida del otro lado de la recámara. Esta era artificial y estaba repleto de equipamiento antiguo, ya que podía ver pequeñas luces resplandecer en la oscuridad. No quería caminar demasiado, pero no tenía otra opción más que atreverse. Sintió un temblor en la distancia para luego empezar a caminar. Hizo fuerza con la punta de sus pies para saltar directamente hacia la entrada, ya que no quería volver a caer por él. A mitad del salto todo se encendió con fuertes chispazos, la instalación eléctrica tenía muchos años de inactiva. Unos tubos de vidrio guardaban restos olvidados de alguna criatura que no podía reconocer. Había una gigantesca computadora en uno de los lados de la sala. La tecnología era del siglo pasado, sus botones eran cuadrados y brillaban en diversos colores. Los monitores se encendieron con un grave zumbido seguido de unos cuantos clics. Todo estaba escrito en verde y parecía que alguien había estudiado los especímenes de las criaturas nativas de Corellia. Shin recordó su intercomunicarlo, que activó al instante para solo escuchar silencio del otro lado.
"Jedi, esto es una instalación militar. Solo una frecuencia va a pasar por los filtros." Dijo divertido el fantasma mientras se acercaba a él. "He aquí el fruto de mis estudios, estas criaturas serán muy útiles para el Imperio, son grandes constructores y pueden sobrevivir en climas muy adversos."
Shin miró con indiferencia al fantasma para luego girarse a mirar el otro lado de la sala. Si tenía que usar una palabra, iba a ser laboratorio. La sala estaba repleta de tecnología obsoleta y la pared que tenía frente a él parecía albergar algo detrás, ya que tenía marcas que mostraban puertas. El jedi no sabía que hacer, así que se pudo a investigar la computadora para encontrar una salida. Fue una grata sorpresa cuando notó que los antiguos botones funcionaban. Lo único útil que pudo encontrar fue un mapa, que descargó a su holopad mediante un puerto de información. Cuando cable volvió a su dispositivo se percató de otro temblor en la distancia, cosa que le recordó a su maestra. Revisó rápidamente su mapa para encontrar la sala en la que estaba. Esta debería tener una entrada a su izquierda o derecha. Una de ellas era la que había colapsado. La otra parecía estar oculta en la pared del fondo. Con cuidado, caminó hasta el borde buscando un botón o una palanca sin mucho éxito. Atlus lo seguía con la mirada con una divertida sonrisa.
"Jedi, yo puedo ayudarte a salir de este lugar, pero vas a tener que darme algo a cambio..." Dijo con malicia el fantasma.
Shin le prestó atención por un instante.
"Así me gusta, padawan. Solo necesito una sola cosa, libertad." Agregó sonriente. "Cuando encuentres mi holocron solo tienes que destruirlo."
"Eh... ¿Te crees que son tan estúpido?" Dijo pensante Shin. "Kysho me advirtió de estas situaciones, solo puedes proyectarte hacia afuera del holocron, así que no puedes hacer nada, pero si te libero..."
"¿Qué te hace pensar que me sirves de algo, jedi?" Dijo jocoso el fantasma. "Eres muy débil para mis estándares, sin contar que tu maestra parece ser la experimentada de la pareja..."
Shin miró al fantasma con desdén.
"Eso es mucho peor, no voy a permitir que toques a mi maestra." Dijo con severidad Lyrian.
"¿Eso fue... amor?" Preguntó jocoso el fantasma. "Eres un jedi malo, pequeño..."
El fantasma apareció a su lado.
"¿Estás enamorado de tu maestra?" Agregó divertido mientras le daba una vuelta. "No serías el primero..."
"Cierra la boca." Dijo ofuscado Shin, sabiendo que lo que decía era cierto. "No hay emociones..." Repitió de memoria.
"La paz es una mentira... solo hay pasión." Interrumpió divertido Atlus. "¿Qué te parece si te regalo un poco de conocimiento para amigarnos?"
"¿Qué clase de estúpido caería en esa trampa?" Dijo al aire Shin mientras intentaba ignorar al fantasma.
El jedi se acercó a la pared para revisarla de cerca.
"Tercer placa desde la izquierda." Dijo el fantasma mientras desaparecía.
Shin disfrutó del silencio mientras las últimas palabras del sith resonaban en su cabeza. Su curiosidad lo llevó a buscar en esa zona, encontrando una placa de steelplast falsa. Con un tirón de su Fuerza esta salió despedida para revelar un panel de control que solo tenía un antiguo switch. El jedi miró con detenimiento el controlador sabiendo que iba a activarlo. El aparato se activó con un poderoso clic y la pared que estaba frente a él empezó a moverse hacia arriba lentamente. Las que se abrieron rápidamente fueron las paredes que habían detrás de él, revelando un cuarteto de puertas, en ellas había tres antiguos droids. Shin los reconoció de un libro que había leído sobre una guerra de hace cien años. Comparados con QI-07 parecían ser un montículo de chatarra. Todos se encendieron al mismo tiempo y no tuvo tiempo de encender su sable que ya estaba esquivando sus disparos. Los robots atacaban sin piedad mientras el jedi solo podía esquivar los ataques. Shin corrió hacia un lado intentando cruzar los disparos mientras los escuchaba destruir el equipamiento que estaba detrás de él. Las luces empezaron a titilar cuando saltó en el aire para aterrizar entre los robots y desparramarlos por el salón con un empujón de su telequinesis. Su sable iluminó sus alrededores mientras destruía un par de sus enemigos entre los disparos del resto. Los robots eran más ágiles de lo que esperaba y tuvo que esforzarse para repeler todo lo que llegaba en su dirección. Sus rebotes no eran tan precisos como los de su maestra, pero de vez en cuando golpeaba a un robot, aprovechando la oportunidad para atacar a otro. Su sable cortaba con facilidad a sus enemigos, que terminaron en pedazos en el suelo. Agitado, se encontró rodeado de chatarra mientras notaba al fantasma aplaudirlo en la distancia.
"Eres más talentoso de lo que esperaba, muchacho." Dijo divertido Atlus.
"Yo sabía que ibas a engañarme..." Dijo cansado Shin.
"Para nada, esto es lo mínimo que puedes hacer en un laboratorio, Shin. Mis aprendices siempre venían a robarse mi progreso. Tú no sabes cómo vivimos los siths. Si podemos tomar algo, lo hacemos. Es nuestro deber proteger nuestro poder e información." Dijo pensante Atlus mientras lo revisaba de cerca. "Ese es un gran secreto de la fuerza, no podría imaginarme lo que podría hacer un sith decente con una habilidad como esa. No debería haber trampas en el pasillo..." Terminó para desaparecer por la entrada.
Shin tomó aire para seguirlo con cuidado. Los pasillos del laboratorio estaban en ruinas, pero había lugar para transitarlos. Cuando se asomó hacia el pasillo principal, volvió a sentir un temblor, recordando a su maestra. Su intercomunicador seguía dándole silencio. Shin atravesó los pasillos ignorando los comentarios de su fantasmal compañero hasta llegar a una encrucijada, allí había un puesto de vigilancia y una gigantesca puerta que estaba bloqueada. Como no parecía haber energía en el lugar giró hacia la derecha para avanzar mientras encendía su holopad para ver el mapa que había descargado de la computadora. Al final de un pasillo poblado de puertas cerradas, Shin encontró una abierta. El cartel que tenía sobre ella decía que era la sala de generadores. Todo estaba cubierto de polvo, pero el jedi sabía qué hacer. Atlus apareció para seguirlo en silencio mientras Shin tocaba botones y giraba perillas mientras los generadores intentaban encenderse. Las luces de emergencia del lugar titilaron para anunciar el regreso de la energía. Lyrian notó que la mayoría del lugar parecía haber sido un campo de batalla, ya que había marcas de blasters y sables por todos lados.
"Aquí tienes un secreto, muchacho. Un Dark Lord se interesó en mi investigación y quiso apoderarse de mi conocimiento." Dijo con seriedad Atlus. "Le ha costado mucho más de lo que esperaba."
"¿Por eso terminaste dentro del holocron?" Preguntó en voz alta Shin mientras encontraba un diagrama del lugar junto a la puerta.
"Es normal para nosotros guardar nuestro conocimiento de esta manera, pero este sith sabía que la mayoría del conocimiento estaba en mi cabeza..." Dijo pensante el fantasma.
"Ya veo. No me han dicho que podían pasar estas cosas..." Dijo pensante Shin.
"Tus maestros han ocultado gran parte de la Fuerza de ti, muchacho. Ningún jedi puede aspirar a controlar la Fuerza como nosotros lo hacemos." Dijo con orgullo Atlus.
"Tampoco me interesaría atrapar el... alma de nadie en un cubo brillante." Dijo distraído Shin.
El jedi caminó por el pasillo notando las puertas abiertas, dentro solo encontró huesos y muebles olvidados en el tiempo. Ya no quería escuchar la voz del fantasma, ya que parecía que los selenians que murieron allí nunca habían tenido ninguna elección en su destino. Llegó a la encrucijada pensando en su maestra, notando que Atlus había desaparecido por el momento. La puerta doble ahora estaba abierta, del otro lado había un gigantesco salón de entrenamiento, donde pudo ver parte del equipo que usaban los siths colgado en las paredes. El suelo estaba parejo y había cuatro cuadriláteros separados por dos caminos. Cruzó por el centro directo hacia la puerta que había frente a él, ya que se sentía un poco incómodo y sometido por el lado oscuro, ya que estaba muy presente en el lugar. Cuando llegó al centro de la sala volvió a sentir un temblor y sintió que debía moverse de donde estaba. Con un salto lateral esquivó lo que parecía ser un pedazo del techo. Su maestra caía de las alturas perseguida por un enjambre de pequeños y esféricos drones. Empujó con todo lo que tenía a los robots para que su maestra cayera con mucha gracia entre los escombros. Luego de intercambiar una mirada, ambos empezaron a pelear contra sus enemigos. Alara giraba elegantemente entre los robots atacando y repeliendo todos los ataques mientras Shin intentaba destruir los que se alejaban de ella. Al cabo de unos segundos ya habían terminado, ya que estos drones eran los mismos que usaban ellos para entrenar.
"¡Shin!" Gritó preocupada su maestra mientras se acercaba a él.
"¿Estás bien?" Preguntaron ambos al unísono.
"Yo soy la que se tiene que preocupar por ti, estúpido." Dijo ofuscad la jedi. "Si no hubieras saltado habría podido salvarte..."
"Lo siento, maestra. Fue una reacción." Dijo apenado Shin. "Estos intercomunicadores están siendo bloqueados por una señal."
"Eso asumí." Dijo pensante Alara mientras revisaba sus alrededores. "Este lugar está sumido en la oscuridad."
"Bienvenidos a mi templo." Dijo divertido Atlus mientras aparecía entre ellos.
"Atlus quiere apoderarse de tu cuerpo." Dijeron ambos al unísono, para luego mirar con desdén a la aparición.
"¿Qué esperaban de un sith? ¿Amor y libertad?" Dijo jocoso el fantasma.
Alara apoyó el holocron en el suelo para luego mirar de cerca a Shin.