Los ratones estaban contentos de que todo haya regresado a la normalidad. Nada de venganzas estúpidas, ni gatos con serios problemas psicológicos y mucho por resolver. La manada de ratones regresó a su vieja casa. La casa abandonada, ubicada al lado de lo que alguna vez fue la guarida de un despiadado asesino, estaba tal como la habían dejado.
Los suelos seguían repletos de polvo. Los ratones dejaban unas huellas muy marcadas en los mismos. La casa la compartían con las arañas y llegaron a un acuerdo: Los ratones podían quedarse con el suelo y ellas con el techo. Los techos estaban adornados con telarañas de todo tipo, varias de ellas con moscas envueltas en sus redes. La convivencia entre los ratones y las arañas era pacifica: Las arañas se encargaban de comerse a las moscas y los ratones se comían a las arañas.
Una convivencia justa y pacífica.
Las paredes estaban manchadas con una sustancia que era muy difícil determinar a simple vista. Eran manchas cuyos colores oscilaban entre el amarillo, el verde y el marrón. Todo mezclado con la típica suciedad de una casa que no había sido limpiada en varios años. Todas las esquinas tenían excrementos de ratones apilados.
Los muebles tenían una madera tan débil que cualquier osado que se sentase podría arriesgarse a tener el trasero manchado. Ese sería el menor de sus problemas. El mayor sería el coxis destrozado después de semejante caída. Los ratones amaban su hogar. Los ratones también servían como baño y como un lugar lleno de tesoros. No había un servicio adecuado de recolección de basura en ese barrio así que los vecinos no tenían ningún problema en tirar su basura en la casa abandonada que a nadie le importaba. Las bolsas negras se acomodaban en las paredes, bloqueaban la puerta y ensuciaban el jardín.
Para los ratones era como navidad si San Nicolas repartiera regalos generosos en enormes bolsas de basura. Esas bolsas eran una fuente inacabable de comida y objetos de valor.
Los ratones eran felices en su nuevo hogar, y su nivel de felicidad aumentó al saber que su antiguo líder ser había ido para siempre. Si tenían suerte había sido devorado por la gata que siempre lo acompañaba. La opinión publica de los ratones hacia Pascal había dado un giro de 180 grados desde la llegada de esa gata negra, a quien Pascal trataba con más compresión y empatía de la que merecía.
"¡Es una gata por el amor de Dios!
Los gatos son los enemigos naturales de los ratones. Todos lo saben, en especial los realizadores de las caricaturas de Tom y Jerry. Si los ratones vieran ese programa tomarían a Jerry como un héroe por acabar con el maligno Tom.
Los ratones se sintieron desplazados cuando Pascal trajo a esa bestia devora ratones a su casa. Pensaron en como deshacerse de él y, más aun, de ella. Pero la gata era más grande y fuerte que ellos. No les quedaba más remedio que obedecer, obedecer y obedecer.
Hacer realidad esos estúpidos planes de venganza, por muy ilógicos que sean.
Todo cambió cuando llegó su salvador Nerol. Nerol les prometió que se encargaría de la gata y que ayudaría a los ratones a sobrevivir. Esta casa era de los ratones y de nadie más. Todos le hicieron caso. Después de la destrucción de la casa de la señora Estela García y de la muerte del asesino artista tanto la gata como Pascal había desaparecida.
Nerol aprovechó esta oportunidad para tomar el control. Sabía que esos dos idiotas iban a regresar tarde o temprano. Por nada del mundo iban a permitir que pusieran una para en su casa. Armó a su manada lo mejor que pudo. La vasta mayoría usaba mondadientes bien afilados para atravesar la piel de la bestia. Estaban listos para atacar y echar al monstruo de sus casas y de sus vidas.
Cuando Pascal regresó lo hizo solo.
Era mucho más fácil expulsarlo, informarlo que Nerol iba a ser el nuevo líder y mandarlo a la mierda.
La expresión de desolación de Pascal fue una delicia para Nerol y el resto de los ratones. Los pocos simpatizantes de Pascal se escondieron. Nerol echó a Pascal de la casa.
—Vete a vivir con esa estúpida gata. Tal vez hagan una carrera matando asesinos en serie — dijo Nerol muy divertido.
—Tal vez lo haga — respondió un Pascal muy irritado y vengativo —. Si supiera donde está.
Los simpatizantes de Pascal se quedaron con él y decidieron luchar con él para que recupere su puesto en el poder. Eran de los pocos que creían que Pascal había hecho mucho bien por la manada y que sus acciones en las últimas semanas no iban a opacar todo el bien que hizo.
Eran muy pocos los que pensaban así. La gran mayoría consideraba a Pascal como un traidor. Había una diferencia de diez contra uno entre la oposición y el grupo de Pascal. Necesitaban ayuda y Pascal sabía dónde conseguirla. Sus simpatizantes se arrepintieron de haberse puesto de su lado apenas les dio la primera orden.
—Quiero que busquen a Franny. La necesitamos si queremos recuperar mi trono - ordenó Pascal. Por mucho que no lo quiera admitir Franny fue un eje muy importante en el control que tuvo Pascal hacia los demás ratones. Era grande, salvaje, hambrienta y con una pizca de maldad que Pascal encontraba útil.
Los ratones, arrepentidos, fueron a lo que parecía una misión suicidad. Y lo fue. Todos los ratones fueron y ninguno regresó. Ahora sí que si Pascal se quedó solo. Hizo de todo para sobrevivir mientras buscaba a otros ratones que se unieran en su causa para derrocar a Nerol.