El árbol de los 1000 ojos

Capítulo 36

—¿Se puede saber qué diablos acaban de hacer?

Todos los ratones se rieron ante la pregunta de Pascal, como si este hubiera contado el mejor chiste de todos. Para Pascal sus carcajadas sonaban como un coro de demonios burlones. Roberta puso sus patas en los hombros de Pascal para tentarlo y para sostenerse en él, lo obligó a mirarla fijamente a los ojos.

—Te queremos Pascal, pero eres tan ingenuo. ¿Realmente pensaste que lo íbamos a dejar ir? Nerol es una amenaza. Déjame reparrafrasear: Nerol es una amenaza vengativa. ¿Tú crees que solo se va a ir a va a pretender que nada ha pasado? No, va a ir a fabricar otra bomba y va a mandar este lugar al infierno.

Roberta le dio un par de patadas más en el estómago a Nerol. A este paso no habrá más estomago que patear.

—¿Qué van a hacer con él?

—No soy malvada — dijo Roberta. La expresión satánica de su cara gritaba con megáfono lo contrario —. Voy a cumplir su voluntad. Si tanto quiere ver la explosión yo me voy a asegurar que sea de los primeros en verla.

Pascal se puso a temblar. Tanto Roberta como el resto de la pandilla de ratones le daban mucho miedo. ¿Desde cuándo se habían vuelto tan extremistas con sus métodos? Tal vez solo seguían ordenes, tal vez siempre fueron así todo el tiempo y Pascal no se había dado cuenta. Estaba rodeado de cientos de seres de su misma especie y, aun así, Pascal se sentía solo y acorralado. Este era uno de los pocos momentos donde genuinamente extrañaba a Franny.

Un momento, Franny. Pascal se había olvidado de ella.

—Seguiremos tu plan, Pascal. Vamos a volar ese maldito árbol — Roberta miró a Nerol con desprecio —. Y vamos a cortar nuestros problemas de raíz.

Una decena de ratones levantó la bomba por encima de sus cuerpos. A simple vista parecía ligera. Pero pesaba mucho cuando la tenías encima de tu hombro. Para un humano levantarla era coser y cantar, podía levantarla con una mano sin problemas. Pero al tratarse de ratones las cosas se complicaban aún más. El peso no era el único problema que tenían los ratones, estos estaban asustados al tener una bomba inestable demasiado cerca de ellos. Aun así con tenacidad, y miedo por las amenazas de Oliver, los ratones consiguieron mantener la bomba encima de sus hombros.

—Esperen. Aun no podemos hacer estallar el árbol.

—¿Por qué no? — preguntó Roberta. Se notaba su impaciencia en su voz.

—Primero tenemos que rescatar a Franny.

Se produjo un silencio incomodo tan grande en el sótano que si uno soltara un clavo este sonaría como si fuera una bomba atómica. Roberta se limpió los oídos de forma exagerada, no estaban sucios en primer lugar.

—Déjame ver si entendí, ¿Quieres que arriesguemos nuestras vidas para salvar a esa gata de nuevo? ¿Eso es lo que intentas decir? — para esa última pregunta Roberta se animó a levantar la voz.

Pascal tomó un poco de aire (para ocultar su nerviosismo) antes de animarse a responder.

—Se que suena mal, pero se los suplico. Ella necesita nuestra ayuda y no tengo a nadie más a quien recurrir.

Sabino escuchó las palabras de Pascal y las tomó en consideración. Levantó la mano y chasqueó sus dedos rosados. Apenas se pudo escuchar el chasquido, pero los más indicados pudieron escucharlo. Pascal no pudo reaccionar ante el golpe de Oliver que lo dejó inconsciente.

—Débil y patético Pascal — dijo Roberta. Con unos movimientos en los dedos les dio unas órdenes a los ratones.

El cuerpo de Pascal se desconectó, solo para volverse a conectar unos minutos después. Trató de moverse, pero no pudo. Todo su cuerpo estaba cubierto de cinta adhesiva, a su lado estaba Nerol en las mismas condiciones y frente a él se encontraban Sabino y el resto de la pandilla de ratones.

—Maldita sea Pascal. Siempre tienes que arruinarlo todo, ¿No es así? Cuando pensé que podríamos llevarnos bien, que juntos podríamos liderar y que decides hacer. Venir con la estupidez de que debemos salvar a esa maldita gata, ¿No recuerdas lo mucho que nos ha hecho sufrir?

—Franny es mi mejor amiga. Lo siento tanto.

—¡Nosotros debemos ser tus mejores amigos! Pedazo de idiota. Pero descuida, en unos minutos se van a volver a reunir en el infierno. Ahora si vamos a cortar los problemas de raíz: Vamos a volar en pedazos ese maldito árbol, vamos a acabar con algunos humanos, vamos a evaporizar a esa maldita gata y al traidor que siempre la acompaña.

Roberta se acercó a Pascal. Ambos estaban tan cerca que los otros ratones hicieron una apuesta para ver si esos dos eran capaces de darse un beso.

—En solo unos minutos — le susurró Roberta a Pascal.



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En el texto hay: cultos, gato negro, monstruosidades

Editado: 18.09.2024

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