El árbol de los 1000 ojos

Capítulo 40

Me tomó mucho menos tiempo de lo esperado el digerir esa respuesta. Lo miré con unos ojos desafiantes.

—Prefiero ser torturada hasta la muerte durante mil años antes que ser tu mascota por un minuto.

Diablos, Franny valiente. ¿Dónde estuviste cuando te necesitaba? No sé de dónde saliste pero me alegro tenerte a mi lado.

—Eso puedo hacerlo posible si lo deseas — era una hipérbole. Maldita sea era una hipérbole —. Pero no temas. Te va a gustar mucho ser mi mascota.

Las ramas se alejaron de mi cabeza dándome el regalo del movimiento. Todos los músculos de mi cuello estaban adoloridos. Una mano de madera se acercó a mí. Se parecía a la mano de una persona, si esa persona tuviera una seria enfermedad en la piel. Esa garra de madera rugosa acarició mi cabeza. Sentí la dureza de esa mano con cada caricia y no fue una experiencia agradable.

—Yo no estoy controlando a esas personas. Esas personas obedecen mis ordenes por voluntad propia.

—¡Esa es una gran mentira! — grité —. Seré una gata pero no soy estúpida. No trates de engañarme.

—Bueno, no estoy controlando a la mayoría, algunos son de una mentalidad tan débil que no necesito decirles nada. Con mi brillo pude comunicarme con ellos y les hice una promesa. Les prometí que si hacían todo lo que les ordenase sin chistar les iba a dar tanto poder que no les cabria en las manos. Si hay algo que los humanos aman, más que sus propias vidas, es el poder. Además si quisiera controlarlos, y puedo hacerlo, solo tengo que aumentar la intensidad de mi brillo y si lo hago serian míos para siempre.

Entonces aún hay una oportunidad, pensé.

—Tú no puedes ofrecer eso.

—¿Cómo qué no?

Muchas luces se encendieron dentro del árbol, como si fuera una navidad enteramente verde. Me vi rodeada de varias semillas enormes (tenían el tamaño de mi cabeza) con forma de pelotas de tenis masticadas. Todas ellas lucían de forma apetitosa ante mí. Traté de ocultar el gruñido de mi estómago.

—¿Veras? Estas semillas no solo sirven para crear a más seres como yo. Mientras están gestando en su interior le entregan a la persona que las consuma todo el poder que deseen: Fuerza, resistencia, velocidad, inteligencia. Todo lo que quieran — añadió una risa desagradable — durante un tiempo.

La risa del árbol aumentó en intensidad, convirtiéndose en algo monstruoso. Mucho más monstruoso que de costumbre. Parecía sacado de una película de terror de los años cincuenta. Ahora que lo pienso todo esto parece sacado de una mala película de terror de los años cincuenta.

—Durante unas semanas serán la definición de la perfección. Solo hasta que la semilla se haya desarrollado. Luego tendrán un hambre insaciable y unos fuertes deseos de expandir su legado, transmitiendo las semillas que se van formando en su interior a otros seres. Va a ser muy divertido cuando lleguemos a esa parte, mascota. Te juro que te vas a reír mucho.

El saber todo esto me causaba muchas emociones menos alegría, o ganas de reír. Miedo, esa era la emoción que más destacaba. Seguida por el asco y la desesperación.

—No dejaré que te salgas con la tuya.

Con un carajo, ¿De dónde salen esas voces? ¿Me estoy volviendo loca? ¿Acaso me ha poseído el espíritu de alguna guerrera y ni cuenta me di? ¿Qué diablos está pasando conmigo?

—Tienes un espíritu fuerte — dijo el árbol sin ninguna emoción, como si lo que le hubiera dicho no le hubiera causado mayor impresión. Siéndoles sincera no me sorprende —. Vamos a solucionarlo, ¿Quieres?

—No, no quiero. Suéltame o mátame.

La mano de madera dejó de acariciarme la cabeza (Gracias a dios). Las ramas y tentáculos que me sostenían se extendieron acercándome al ojo con brusquedad. Maullé del terror ante el repentino movimiento. Me puso tan cerca al ojo que podía lamer sus corneas.

—No me importa lo que pienses — me informó en voz baja, como si alguien me estuviera susurrando esa frase en mi oreja sana.

El ojo se volvió a separar y el agujero reapareció. Todas las ramas que tenía en mi cuerpo me presionaron más, anulando cualquier movimiento, y si apretaban un poco más iban a anular cualquier intento de respiración.

Por favor, solo aprieten un poco más y acaben con esta pesadilla.

No es que tenga pensamientos suicidas. Estos recién se manifestaron cuando conocí al árbol. Lo que pasa es que sé exactamente lo que va a pasar.

—Oye esclava — el árbol llamó a Sara. Cualquier minúsculo rastro de respeto había desaparecido de su voz. El árbol se mostró tal cual como es y les dejó ver cómo los veía: Como seres indispensables.

—Si, mi dios.

—“Mi dios”, me gusta. ¿No tenías un sacrificio para mí?

No.

—Quiero verlo. Ahora mismo.

Sara asintió. Tomó el cuerpo de su padre, este no dejaba de patalear con el limitado movimiento que tenía. Sara lo soltó por accidente. Tres personas más fueron en su ayuda. Entre los cuatro levantaron al señor Ricardo por encima de su cabeza. Lo soltaron cerca del árbol. Entre los tres lo obligaron a levantar la cabeza y mirar al árbol.

No. No.



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En el texto hay: cultos, gato negro, monstruosidades

Editado: 18.09.2024

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