El árbol de los 1000 ojos

Capítulo 43

Pascal estaba durmiendo, ni siquiera el mismo podía decir por cuanto tiempo.

¿Cuánto tiempo abarcan dos sueños?

Dos sueños muy diferentes.

El primero tenía que ver con Franny. Pascal la veía dormir encima de una alfombra vieja al lado de un humano, su nuevo dueño. Un nuevo dueño que la atendía adecuadamente llenándola de comida, mimos y cuidados. Franny era feliz, pero no era la única. En el caso de Pascal él vivía en un árbol frutado muy cerca de la casa del hombre. El árbol le proporcionaba toda la comida y refugio que necesitaba para sobrevivir y ser feliz, y lo mejor de todo era que podía visitar a Franny cuando quiera.

Una noche Pascal fue a dormir.

—Buenas noches, árbol — Pascal se despidió de su hogar.

—Buenas noches — le respondió el árbol con una voz que no venía de este mundo.

El otro sueño lo protagonizaba únicamente Pascal, quien vivía en la misma casa abandonada de siempre, liderando a los ratones. Era feliz con su labor y como su trabajo era tan eficiente los ratones también eran felices con su mandato.

Este era un mundo en el que no había conocido nunca a Franny.

Pascal quería seguir gobernando, si esta era la única actividad que hiciera durante toda su vida (unos tres años aproximadamente) Pascal sería el ratón más feliz de todos. Una mañana Pascal estaba dando un discurso acerca de lo mucho que habían prosperado en su mandato hasta que uno de los ratones levantó una de sus patas y exigió que otro fuera el líder. De golpe todas estuvieron de acuerdo y sacaron a Pascal del podio y alguien más tomó su lugar.

Una de ellas preguntó:

—¿Qué hacemos con el anterior líder?

Todas las ratas pensaron en un castigo apropiado para Pascal.

—Lo tengo.

El ratón les contó su idea y todos estuvieron de acuerdo de inmediato. Su plan era quemar al anterior líder para que no interfiriera a la hora de nombrar al nuevo líder. Una fogata sería el regalo de bienvenida perfecto para el nuevo. Los ratones amarraron a Pascal con tantas banditas elásticas que convirtieron al ex líder en una momia de plástico. Pusieron a la momia encima de un montón de periódicos viejos. Pascal vio una silueta ratonil acercándose. Era Nerol con un fosforo, preparado para quemar a Pascal.

—Te salvé la vida — le dijo la momia, tratando de razonar con él.

—Y te lo agradezco mucho.

Encendió la cerilla y cubrió a Pascal en una fogata.

Pascal abrió los ojos y gritó como un desesperado. Su acompañante quería darle un buen golpe en la cabeza para que se calle, pero no podía hacerlo. Ambos estaban atados.

—¿Quieres callarte? Nos vas a meter en problemas a los dos.

Eso bastó para que Pascal regresara al mundo real, igual de violento para su salud física y mental que el mundo de los sueños. Pascal no pudo frotarse los ojos, una rutina que hacía al levantarse. Sus cuatro patas estaban amarradas con cinta adhesiva en una superficie plana.

—¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?

—Haber, en ese orden. Oliver, la mano derecha de Roberta, te dio un golpe tan fuerte que te dejó privado. Estamos atrapados en la bomba que yo construí y el plan de Roberta es ponernos cerca del árbol para poder volarnos con él. Sobre cuánto tiempo estuviste en ese estado. Déjame pensar: Unos cinco minutos. En serio, apenas te amarraron y se fueron comenzaste a gritar como una bestia.

Ahora mismo para Pascal el mundo real era tan surreal como el mundo de los sueños. Pascal sentía que su cabeza estaba en el mundo real, mientras que su trasero estaba en el mundo de los sueños. Pascal notó que el sótano estaba vacío. Antes estaba repleto de ratones, su antigua manada. Malditas traidoras. Pero ahora los únicos ratones eran él y Nerol. Pascal notó algo más, algo que no había visto antes: La puerta del sótano estaba abierta.

—¿Cómo? — preguntó con una voz mucho más anciana que la suya.

Nerol miró la puerta con una décima del interés de Pascal.

—Ah, eso. Yo se los dije. Les dije que si querían salir lo único que tenían que hacer era forzar la cerradura. Buscaron en el sótano algo que pudiera ayudarles. Encontraron un destornillador usado. Lo usaron para abrir la puerta.

Pascal encontró la información lo suficientemente plausible.

—Se los dije a cambio de que dejaran de golpearme. Te lo juro, Pascal, no tienes idea de lo mucho que odio a Roberta y a Oliver. Si tuviera la oportunidad les pagaría con la misma moneda, quizá con el doble.

Pascal frunció el ceño. A veces Nerol le parecía más insoportable que de costumbre, alguien merecedor al premio del primer lugar en egoísmo en la categoría de tarado.

—No estoy diciendo que está bien que te hayan golpeado — comentó Pascal con un fuerte dolor de muelas. Oliver lo había golpeado con mucha fuerza —. Solo digo que si tu plan era destruir el único lugar que han tenido, con ellos dentro, no esperes que te traten bonito cuando vayas a visitarlos.

Nerol se quedó callado. Pascal pensó que estaba reflexionando todo lo que le había dicho, pero no. Nerol estaba buscando una respuesta adecuada para quedar bien.



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En el texto hay: cultos, gato negro, monstruosidades

Editado: 18.09.2024

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