Pascal fue corriendo en búsqueda de Franny, tenía en mente hacía que dirección el diabólico árbol la había arrojado. Hizo unos cálculos para determinar más o menos en donde había caído.
Más o menos, esas palabras eran claves. Pascal no era lo que uno llamaría un experto en matemáticas. Después de un día entero de no hacer otra cosa más que correr Pascal se detuvo en una alcantarilla y bostezó. Su cuerpo estaba tan cansado y adolorido por todo lo que había pasado. Se metió adentro y buscó el sitio más cálido para dormir.
Pascal lleva durmiendo más de dieciocho horas y todavía no despierta. Puede que duerma unas dieciocho horas más. Si que necesitaba descansar.
Sara miraba su casa destruida. El inmueble estaba rodeado de varias cintas que prohibían la entrada. Los bomberos habían cortado el árbol y se lo habían llevado a un laboratorio secreto para examinarlo. Ese misterioso liquido verde era algo digno de examinar. Sara entró pasando por las cintas de seguridad, su cabeza estaba vendada y no recordaba casi nada de lo ocurrido. Los doctores le dijeron que había sido un milagro que haya sobrevivido. El golpe le había destrozado el cráneo. Sara comenzó a buscar en el suelo muero. Buscaba las semillas y solo encontraba esferas negras que se convertían en cenizas apenas cerraba la mano. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando las palabras del árbol pasaron por su cabeza.
—Eres mi súbdita más leal y por eso recibirás este gran premio. Eres mi súbdita más lea y por eso recibirás este gran premio. Eres mi súbdita más leal y por eso recibirás este gran premio…
Justamente debajo de Sara, en las alcantarillas, se encontraba reunida lo que quedaba de la pandilla de ratones. Su búsqueda de un nuevo hogar había sido un rotundo fracaso, así que no les quedó más remedio que volver a las profundidades, donde había sido su hogar por varios años. Los ratones se hartaron de la superficie, entre todos se hicieron la promesa de jamás volver, al menos que sea para conseguir comida o agua. Pero esos eran los únicos casos.
Para seguir con la costumbre la pandilla tenía un líder, un ratón gordo llamado “Ashes” (cenizas en inglés). Se llamaba así por su pelaje gris ceniza. Fue el único en candidatear y el único en ser elegido. Prometió que proporcionaría comida y agua a los ratones.
—Hemos regresado a nuestro antiguo hogar, pero no se aflijan. Hemos aprendido mucho del modo de vida de los humanos y podemos usarlo a nuestro favor. Nosotros podemos convertir este hogar sucio en un sitio acogedor para las nuevas generaciones. ¿Quién está conmigo? ¿Quién está de acuerdo para un nuevo comienzo?
Todos estuvieron de acuerdo y aplaudieron con sus pequeñas patitas. El reducido público de ratones (todavía no se recuperaban de la masacre del árbol) alabaron a “Ashes” y repitieron su nombre varias veces. Lo hacían con tanta energía que daba la ilusión que el público tenía más ratones.
—Ashes, Ashes, Ashes, Ashes…
Ashes disfrutaba de los halagos. Era tan feliz que no se percató de la figura que estaba detrás de él hasta que tuvo sus patas en ambos lados de su cabeza.
Nerol le rompió el cuello con un solo movimiento de sus patas. Dio un paso al frente, casi se tropieza con el cadáver, y levantó las patas.
—Nerol, Nerol, Nerol…
—¿Este inútil otra vez? — se quejó uno de los ratones.
—¿Qué estás haciendo aquí? — preguntó otro.
—Vine a recuperar mi puesto como líder de la manada. Al fin y al cabo fue mi bomba la que acabó con el árbol.
—No nos importa. No te queremos. Lárgate de aquí y nunca vuelvas.
Los ratones abuchearon a Nerol y a arrojarle todo lo que estuviera al alcance de sus patas. Nerol solo se dedicaba a esquivar los ataques. Todo iba en viento en popa hasta que un condón usado le cayó en la cabeza.
—Muchachos, muchachos. No es necesario que se comporten de ese modo tan infantil, sobre todo con el que va a darles la mejor vida que puedan imaginar.
Los ataques cesaron. Nerol sonrió discretamente, los tenía en la palma de su pata. Todos se miraron entre todos. ¿Será cierto lo que dice Nerol? ¿Podrán confiar en él? Los cuchicheos eran sonoros: Nos salvó la vida de ese malévolo árbol. Es mejor líder que Pascal y Roberta juntas, ambos son unos psicópatas sin remedio. Nerol escuchaba los comentarios de la manada con una expresión confianzuda. Mejor que hablen de él a que le estén arrojando condones usados.
—Muchachos, déjenme hacerles una pregunta y quiero que la respondan con total honestidad. ¿Realmente quieren estar aquí? Si, es el lugar ideal para nosotros: los ratones, pero después de haber probado un techo sobre nuestras cabezas, el calor del fuego, una cama caliente y demás comodidades, ¿Alguien considera como algo bueno volver a las alcantarillas?
Las miradas de duda se compartieron los unos con los otros. La respuesta era unánime y un obvio: No.
—¿No? Bien. Sugiero que volvamos a la superficie.
Los ratones se quedaron quietos. Sabían que había gato encerrado (no tenía nada que ver con Franny). Nuevamente Nerol iba a poner la vida de los ratones en peligro.
—Preferimos quedarnos aquí. Podrá no ser el lugar más cómodo, pero es el más seguro. Aquí los humanos no nos molestaran.
—Si, si vamos a la superficie y nos instalamos en una casa humana, los dueños nos atacaran y aplastaran. Ellos no nos quieren en sus casas.