El árbol de navidad

Capítulo 5 - Pesebre

Diciembre 11/2023

Hoy era el día más aburrido para Tara.

La semana había empezado, pero para ella no tenía sentido nada y menos si no tenía algo que hacer.

Se había levantado media hora antes de lo habitual; había ido a correr y se había bañado; preparó el desayuno y después de desayunar se instaló en su sala a ver películas y desde entonces está ahí, acostada en su sofá mirando la pantalla del televisor aburrida y sin prestarle atención de verdad a la película. Boticas trató de llamar su atención y cuando vio que no le dio ni media mirada se fue indignado a su rincón de juego. Su celular sonó y la sacó de su aturdimiento.

- ¿Hola? -Preguntó dudosa ya que no leyó el nombre de la persona que la llamaba.

- Hola, cielo, ¿estás bien?

Una sonrisa tiró de sus labios al oír la voz de su abuela al otro lado de la línea.

- Abue -chilló-. Estoy bien, y ¿tú?

- Bien, cielo, pero hasta el tope de trabajo, la cafetería es un caos.

- ¿Más?

- Sí, y más ahora que Jullie no está.

- Oh, ¿le pasó algo?

- Día libre. Fue a visitar a sus abuelos al pueblo vecino -la señora suelta un suspiro de cansancio y eso llama la atención de Tara.

- No tengo nada qué hacer en toda la mañana, si quieres puedo echarte una mano ¿qué te parece?

- ¿Estás segura? Sabes que no es necesario y menos si tienes algo qué hacer.

- No te preocupes, abuela. No tengo ningún plan para hoy.

- Bien. Acá te espero entonces. Ah, y te traes al negrito.

Soltando una risa corta la llamada. Su abuela quiere más al perro que a ella.

Se pone de pie y sube las escaleras de dos en dos hasta su habitación, camina al closet y saca una chaqueta roja y sus botines rojos, se arregla y sale de su habitación guardando el celular en el bolso. Baja y le pone la correa azul a Boticas, coge las llaves y sale de casa. Pasa la calle y emprende su camino a la cafetería de su abuela.

Una cuadra antes de llegar al lugar se desvía a la derecha y da algunos pasos hasta el local donde su tía Janny trabaja. Abre la puerta y la campanilla avisa de su llegada; varias cabezas se giran haciendo que se encoja de hombros con timidez. Su tía al verla corre a ella y la apretuja en sus brazos.

- Tarita, cariño.

- Hola, tía J.

- ¿Cómo has estado, querida?

- Bien. Pasando el tiempo, ¿tú?

- Excelente. Hemos tenido full clientela, aunque hoy ha sido el día más relajado.

Tarana se sienta en el sofá doble mientras su tía les sirve chocolate caliente; su tía cogió este habito desde hace años, aunque le da chocolate caliente a sus clientes solo en navidad por el frío, el resto del año solo sirve café y té.

- ¿Qué me cuentas de nuevo? -La chica coge la taza que su tía le tiende y da un trago a su bebida.

- Nada, tía. Aburrida, no tengo nada qué hacer hoy o no tenía, hablé con la abuela y decidí en ir a ayudarla para ver si así me entretengo.

- Hoy arman el pesebre, ¿no irás?

- Nop. Mi grupo fue el encargado de decorar la casa y el pesebre le tocó al otro grupo.

- Vaya -ambas terminaron su chocolate y dejaron las tazas en la mesita-. ¿Y qué te trae por estos lares?

- Tenía ganas de verte y hablar un rato, y hace días que no me pasaba por aquí -se encogió de hombros-. También quería ver si tienes un cupo para mí.

- Para hoy no. Tengo uno el sábado, sabes que la gente aprovecha estos días.

- No hay problema, me sirve ese día.

Después de intercambiar algunas palabras Tara se despide de su tía y sale del salón de belleza. Llega a la cafetería y entra, deja a su mascota en su lugar y va directo al lugar donde se encuentra su abuela. La saluda y va a la cocina para saludar a su mamá también. Agarra un delantal blanco con diseño navideño y se lo ata a la cintura, se recoge el cabello en una coleta alta y se sitúa detrás del mostrador para coger los pedidos y así dejar que el chico moreno vuelva a su papel de mesero. Enciende el tablero digital e imprime los tres pedidos que ya había hecho el chico y se los pone en el tablero a su madre para que esta los vea y prepare los desayunos.

Horas después la enorme fila disminuye y Tara aprovecha para pedir su almuerzo y descansar un rato. Se quita el delantal y va a sentarse a una mesa vacía, cerca de Boticas. Saca el celular del bolsillo trasero y pide sushi para almorzar junto con un té rojo, paga por transferencia y deja el aparato en la mesa.
- Hola, mi amor lindo -el perro se sienta al oír la voz de su dueña y la mira fijamente-. ¿Tes estás divirtiendo o ya estás aburrido aquí? ¿eh? -Boticas ladra emocionado y se pone en dos patas en las piernas de Tara.

- Hermana -se voltea al oír su nombre y encuentra a su hermana sonriéndole.

- Marce, ¿ya acabaste el ensayo?

- Si, casi que no -con un suspiro se sienta frente a su hermana-. ¿Qué hacer por aquí?

- Ayudando a la abuela para matar el tiempo, y ¿tú?

- Vine a que mamá me prepare algo para el almuerzo.

- Pedí sushi, si quieres lo compartimos.

Marcela asiente frenéticamente y empieza a contarle a su hermana sobre el ensayo y las canciones que han escogido para el concierto del próximo lunes. Así se pasan el almuerzo, charlando de todo y de nada a la vez, poniéndose al día y riéndose de algún chiste costado por ellas mismas. Los minutos pasan y ambas se van a ayudar a su abuela. La fila ha vuelto a crecer y quieren ayudar antes de irse.

La fila va cesando mientras las dos ayudan a coger pedidos y llevarlos a las mesas para así acabar más rápido. Tara coge la siguiente orden y la voz de su mejor amigo la hace detener.

- Pero mira a quien tenemos aquí, cielo -le dice a su hijo.

- ¡Tía Tara! -chilla el niño, se suelta de su padre y corre detrás del mostrador para saludar a su tía.

- Cariño, que gusto verte -ambos se abrazan fuerte.

Le deja un beso en la cabeza y él vuelve al lado de su padre.

- ¿Lo mismo de siempre? -Pregunta Tara.




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