El árbol de navidad

Capítulo 10 – Novena

Diciembre 16/2023

Para Tarana todo lo que tenga que ver con la navidad le encanta, pero más cuando se llegan las fechas de la novena. No hay días más felices que esos nueve en los que comparte con todos los niños del pueblo. Se han convertido en sus días favoritos de todo el año.

Ver la alegría en los rostros de los niños y compartir con ellos es lo que la hace más feliz. Y sobre todo ver el interés que tienen ellos por saber cada día más. Para todos ella es la alegría de la navidad; es la que le da vida al pueblo con su dedicación y amor, la navidad no seria la misma sin ella.

Han empezado a caer los primeros copos de nieve en el diván de la ventana cuando Tara con una inmensa sonrisa abre los ojos y chilla emocionada, haciendo que el pobre Boticas pegue un brinco asustado y salga corriendo de la habitación. Tara agarra su teléfono, lo conecta al parlante y escoge de su inmensa lista de canciones navideñas creada en Spotify su canción favorita de novena, haciéndola sonar por toda la habitación. De un solo brinco se pone de pie en la cama y comienza a cantarla mientras baila.

Cuando los reyes vieron al niño en un portal cerquita de Belén, se confirmó la tradición más fiel, que habla de su gloria hasta la eternidad –cantó con su elegante voz, se bajó de la cama y fue al armario a buscar la ropa navideña que usaría hoy. Todo lo hacía mientras seguía cantando–. Cuando los reyes vieron al niño en un portal cerquita de Belén, sin basilar el mundo va de fiesta y cada corazón musita esta oración.

Era tanta la alegría que sentía que no había nada que pudiera quitársela, estaba tan feliz de que por fin se llegara este día.

Entro al baño y salió media hora después, perfectamente lista. Había optado por un buzo afelpado blanco que tenia estampado un reno, un papá Noel, unos lazos rojos y verdes con arbolitos de navidad, un pantalón blanco y sus botas negras favoritas. El cabello lo había recogido en una cola alta y un toquecito de maquillaje para darle color a su pálida piel. Con un ultimo vistazo al espejo salió de la habitación con dirección a la cocina.

Del tercer cajón de la alacena sacó las croquetas de Boticas y le sirvió en su plato, le rellenó el agua y guardó todo de nuevo. Al ver que había hecho su primera labor del día fue hasta la nevera y comenzó a escoger los ingredientes para preparar su desayuno; como su entusiasmo era tanto optó por preparase algo ligero, pero navideño. Nunca dejaba pasar la oportunidad. Mezcló, batió y preparó con gran emoción su desayuno; quince minutos después al ver sus renos hechos panqueques y su bastón de banano y fresa aplaudió y se sentó a desayunar.

Estaba dando el segundo bocado a su majestuoso desayuno cuando el timbre de la casa sonó. Con un gran suspiro se puso de pie y fue hasta la entrada, al abrir la puerta se encontró con la gran sonrisa de su hermana.

– Buenos días, Tar ¿cómo estás? –Le preguntó Marcela abrazándola.

– Buenos días, hermana. Bien y ¿tú? –Tarana caminó de vuelta a la cocina seguida de su hermana menor–. Pensé que estarías practicando ya con la banda ¿la práctica no era a las 8?

– Uf, ni me lo recuerdes que vuelvo a coger rabia –responde Marcela mientras se llena un vaso de leche–. Anoche hablamos por el chat grupal y quedamos de ir a las 7 para aprovechar la mañana y que nos rindiera más la práctica, fuimos todos a la hora acordada –le da un trago a la leche suspirando–, todo bien, perfecto. Decidimos descansar unos minutos, pero a Adrián y a Eddie se les dio por hacer una competencia; ver cual de los dos toca mejor la guitarra y ¿adivina?

– ¿Ambos ganaron? –Dijo Tarana con una sonrisa tensa.

– ¡No! –Chilló Marcela–. Adrián no sabe tocar mucho la guitarra y el idiota la dañó ¡la dañó! –Con cara de decepción pegó la frente en la mesa del comedor–. Le partió dos cuerdas, no una sino dos. Es tan idiota, como va a querer hacer una competencia si no sabe tocarla, y ahora estamos sin guitarra. Eddie fue a la tienda, pero no tienen las que él quiere.

– Pero… ¿por qué no va a Heredia a comprarla? Ahí si debe de haber la que quiere.

– Eso es lo que hará. Ya escribió a la tienda y las pagó; debe ir el lunes porque mañana domingo no abren. Y ahora nos toca esperar para practicar.

– Ya que estás sin nada que hacer, puedes ir conmigo al super a comprar los ingredientes para las galletas de hoy y para la natilla de mañana, y de paso visitamos a la abuela ¿te parece?

Marcela asintió desganada, las compras no eran lo suyo, pero con tal de no estar aburrida en su casa se pegaba de cualquier plan.

************

El olor a chocolate y a galletas recién horneadas fueron el recibimiento de Tarana y Marcela al entrar a la cafetería de su abuela. El mismo olor que siempre las recibía en esta fecha decembrina, un olor tan único y característico del lugar. Alegres y sonrientes el dúo de hermanas camina hasta la cocina en busca del olor, entran y se encuentran a su madre y a su abuela decorando galletas navideñas; dejan las bolsas en el piso y entran a saludarlas.

– Buenos días alegríaaaaaa –canta Marcela al entrar a la cocina. Las mujeres se voltean y una enorme sonrisa se dibuja en el rostro de ambas.

– Hijas, pero que alegría tenerlas por aquí esta mañana –abraza Luz, su madre.

– Hola, ma. Hola, abue –Tarana le devuelve el abrazo–. Estábamos cerca y quisimos pasar a saludar un rato ¿muy ocupadas?




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