Surcar los cielos en el atardecer era un sueño hecho realidad, contemplar la ruidosa ciudad desde lo alto, sin que nadie lo viera le daba un sentimiento extraño de satisfacción. “Ahora yo puedo crear un mundo mejor…” Pensó. Pero por estar regodeándose en sus fantasías para el futuro había perdido la noción del tiempo, ya era demasiado tarde, su madre seguramente lo matará.
-No puede ser, se me pasó la hora, maldición. –Greg se frotaba la cabeza preocupado–. Aunque… en realidad es la primera vez que llego tarde a casa… Solo espero que papá no esté de mal humor. Debo comenzar a inventar una excusa. Ni cagando les digo lo que pasó, seguramente pensarán que estoy loco y me manden a un psiquiatra. No… no otra vez el psiquiatra…
Volando de regreso a su casa, iba notando los detalles de sus nuevos poderes. Le impresionó bastante el hecho de que su ropa no se quemó ni un poco, incluyendo su maleta, solo esperaba que sus notas tampoco se hayan quemado.
Además de esta peculiar protección, también se dio cuenta de que la cortada en su mejilla iba desapareciendo poco a poco, era como si la herida se cauterizaba desde adentro.
-Esto es genial, no deja de sorprenderme… –dijo entre risas–. Pero aun no entiendo por qué a mí, ¿Cómo es que pasó esto? ¿Qué tengo de especial? Nada, desde mi punto de vista, sin embargo… No entiendo nada… En fin.
Ya estando lo suficientemente cerca de su casa creyó que era momento de descender, pero… No sabía cómo. Se encontraba a unos cinco metros sobre el piso, y si se acerca más su madre seguramente lo verá. “Mierda, ¿ahora qué? ¡¿Qué hago?! A ver, concéntrate, recuerda tu entrenamiento” Con “entrenamiento” se refería a todas las películas y series que ha visto con respecto a tener poderes.
“Este tipo de cosas se basan en las emociones, ¿cierto? Así que cálmate… respira… reláj…” Casi de inmediato, su fuego se apagó, las alas y el traje desaparecieron, incapacitándolo de mantener el vuelo, pero Greg seguía en lo alto. La gravedad hizo su trabajo y lo estampó en la acera. Se remelló un poco la frente y el mentón, pero nada grave. Por fortuna ya estaba cerca de su casa, y corrió frenético a la puerta. Cuando entró, vio a sus padres sentados en el comedor, y al mirarlo, sus ojos se iluminaron. Ambos se pusieron de pie al mismo tiempo y su padre se dispuso a interrogarlo.
-¿Dónde estabas? Ya se pasó tu hora. ¿Qué excusa vas a poner ahora?
Greg cerró la puerta y muy calmado explicó su historia inventada:
-Buenas noches, papá, madre, perdón por llegar tarde, fui inconsciente, de veras lo siento, es que… hubo un problema. Estaba regresando y noté que alguien me seguía, traté de acelerar el paso, pero ese sujeto no se detuvo, y luego salió otro de un callejón y me acorralaron, yo solo pude correr para escapar, me siguieron durante mucho tiempo, por suerte logré esconderme en una tienda, tuve que esperar hasta saber que era seguro volver a salir y corrí como diez cuadras hasta aquí… –La expresión de sus padres cambiaron de enojo a preocupación y angustia. Sin duda los estaba convenciendo con esa historia.
-¿Y por qué no nos llamaste o algo? Para eso tienes teléfono. –reclamó su papá.
-No tengo saldo, papá. – Geovany agachó la cabeza, se sintió un poco culpable.
-Greg… no te lastimaste, ¿cierto? –Nelly caminó despacio hacia su hijo para darle una tierna caricia en la mejilla.
-No madre, estoy bien, gracias… Solo estoy un poco cansado. Me voy a dormir, mañana tengo una presentación y debo estar listo.
-¿No vas a comer nada? Ven, te prepararé algo, no puedes irte así a la cama…
Geovany iba camino a la cocina hasta que Greg lo detuvo.
-Tranquilo, papá, estoy bien, no tengo hambre. ¡hasta mañana! –subió corriendo las gradas, dejando a sus padres en la sala mirándose mutuamente.
A pesar de la situación y de cómo Greg los tuvo preocupados, Nelly no podía dejar de pensar en su visita al doctor, y en todo lo que le dijo. No veía la hora de darle a su familia las malas noticias… no podía, no quería.
La pobre mujer, se encontraba meditabunda entre un océano de pensamientos, hasta que Geovany la hizo volver a puerto:
-Querida… ¿crees que nos esté ocultando algo? –Puso su mano en el mentón y dirigió la mirada hacia las escaleras.
-No, estoy segura de que no. Él no es así.
Continuaron platicando por un buen rato, y mientras, Greg ya estaba por entrar a su cuarto cuando Robert le hace un llamado.
-Oye, tienes que venir a ver esto. –El chico entró a la habitación de su hermano y se colocó al costado de su cama. Rob le pasó su teléfono para que reprodujera un video que ya estaba listo.
-Acaba de subirse hace apenas unos minutos y, como tú eres fanático de las teorías conspirativas, esto te va a encantar.
Para sorpresa de Greg, era un video de lo que había pasado en el callejón. Al parecer alguien sí se percató de que algo estaba pasando y pudo captar un cortometraje del evento. No estaba muy claro, a duras penas se podía ver el destello de luz que emitió al momento de “transformarse” pero ya era una prueba no tan confiable que valida su existencia.
El muchacho estaba nervioso, casi que empezaba a temblar, pero es muy bueno disimulando, y podía hacer que su hermano olvidara el asunto.