No abras lo que no te recuerda
Dicen que hay un sitio sin puertas ni muros,
donde habitan los nombres que ya no se dicen,
las miradas que ya nadie recuerda,
y las voces que murieron en silencio.
Allí descansan las vidas deshechas,
las promesas rotas sin testigos,
los pasos que nadie escuchó marcharse.
Se guarda en papel que sangra,
se encuaderna con piel sin historia,
se escribe solo,
sin tinta,
sin mano.
Dicen que nadie llega por voluntad.
Que no se busca.
Se cruza.
Solo cuando el mundo olvida tu nombre,
cuando ya no eres eco ni herida,
te llama.
Y antes de tomarte,
antes de atraparte,
deja una advertencia:
No abras lo que no te recuerda.