El archivo no te encuentra, te recuerda
Risas que venían de abajo. Estaba en la azotea de un edificio bastante nuevo, creía, aunque en realidad no estaba muy seguro. A mis pies había unas personas celebrando una fiesta.
“Muy deprisa, ¿no crees?”
A mi lado había un chico. Vestía con un chándal y no quitaba la vista de la fiesta.
“No me gusta correr a todas partes, van muy rápido. No descansan; salen todos los días, gastan todas sus energías y vuelven a empezar.”
“Es un ciclo que me resulta cansado. No soy capaz de seguir el ritmo, por eso observo desde lejos, apartado, olvidado.”
No sabía porqué había dicho eso. Cuando quise volver a mirar al chico ya no estaba.
Desvié mi mirada hacia las calles. Había gente vendiendo flores rojas, algunos ya las llevaban en la solapa de las gabardinas y otros las llevaban en coronas funerarias. No todos estaban felices, no todo estaba normal.
Bajé a la calle a dar un paseo, al pasar enfrente de un estante me quedé maravillado con las flores, no porque no las hubiese visto nunca, si no porque jamás había visto tantas juntas. Fuí a un parque que había por la zona y me monté en los columpios, siempre me habían gustado aunque llevaba unas semanas sin montar desde que me volvieron a ingresar en el hospital.
“Recuerdo que me escapé para ir a ver a los abuelos cuando todo se empezó a quemar.”
No había vivido ningún incendio. No que yo recordase. No sabía de dónde venían aquellos recuerdos que no eran míos.
Volvía hacia el apartamento cuando me tropecé y caí contra el suelo.
…
Desperté entre aquellos pasillos, pero estaba sentado, con tinta en las manos y sin el libro.
Caminé por pasillos que no había visto hasta entonces.
“Lup-dum”
“Lup-dum”
Un latido. No sabía de dónde venía, pero estaba claro que era de dentro de aquel Archivo, y no era mío. Quizá alguna otra persona estuviera aquí también atrapada.
“Ven”
Otra vez aquella voz que no sabía de quién era.
“Ven”
La seguí y los latidos cada vez se volvían más fuertes. Dejé de correr exhausto y me fijé en las estanterías de los lados. Me entró un escalofrío que no me hizo ninguna gracia. Las estanterías eran las que palpitaban, como si fuesen el corazón del Archivo.
“Se están escribiendo… todavía”
Quería correr, pero ¿a dónde?. Otra vez sonó.
“Ven”
Seguí hacia delante, no me quedaba otra opción. Las estanterías seguían palpitando y una sombra pasó entre los pasillos que tenía frente a mí.
Iba tranquila, poniendo fuerza en cada paso que daba, pero no hacía ruido al andar. No tenía rostro ni se diferenciaban las prendas que llevaba.
“¡Eh!”
Fuí tras ella. No sabía como andando era más rápida que yo corriendo. Miré hacia el suelo, él se encargaba de hacer de cinta de correr para que no la pudiera alcanzar.
Me paré en seco.
“¿Quién eres?”
Se dió la vuelta lentamente. Sabía que me estaba mirando pero no podía decir cómo, esa sombra no tenía ojos.
“Ya ha comenzado y no puedes pararlo, aprovecha para revivir mientras aún tengas fuerzas”
Luego se evaporó.