Capítulo 3: El Susurro del Fénix.

​El Enigma del Fénix.
​Kira y Nido se acercaron al campamento de El Fénix, oculto entre las rocas y los valles del Atlas. Nido, con el brazo aún adolorido, usaba un sistema de reconocimiento remoto modificado para mapear la zona.
​—Su tecnología es avanzada, Capitana. Barreras de energía de baja frecuencia, sensores térmicos y drones de vigilancia. No son solo mercenarios; son un ejército privado muy bien financiado —dijo Nido, proyectando un mapa holográfico.
​—Busca a Vance —ordenó Kira, escaneando el campamento con sus binoculares—. Y el Archivo de Ícaro.
​El campamento estaba en la base de un pico imponente. En el centro, un enorme hangar de camuflaje ocultaba el punto de lanzamiento de Ícaro. La estructura emitía una señal de energía pulsante, el corazón del peligro.
​—Vance está en la torre de comunicaciones, Capitana. La señal de su comunicador se activa y desactiva a intervalos irregulares. Están intentando interrogarlo —informó Nido, su rostro tenso.
​La Voz de la Sombra.
​Mientras Kira planificaba la ruta de infiltración, una figura salió del hangar de camuflaje. Era una mujer alta y elegante, con el cabello rubio ceniza recogido en una coleta. Vestía un uniforme de combate de alta tecnología con el emblema del fénix bordado en el hombro. En su mano, un pequeño dispositivo vibraba: el verdadero Pergamino de Metal.
​—Seraphina. Es la líder de El Fénix —murmuró Nido—. Ex-agente de inteligencia militar. Desapareció hace diez años. Nadie sabe cómo regresó, o quién la financia.
​Seraphina caminó hacia la torre de comunicaciones. La vio entrar.
​—Necesitamos escuchar lo que está diciendo, Nido. Y necesitamos entrar a la torre —dijo Kira.
​Nido usó su equipo para interceptar las transmisiones. Lo que escucharon los dejó helados.
​—Profesor Vance, no vamos a jugar. Su prima, Victoria Aelarion, nos dio la clave. El Archivo de Ícaro es la verdadera herencia del Cónclave. Y el Pergamino de Metal es la llave final.
​Era la voz de Seraphina. Victoria Aelarion, incluso después de su purificación, había dejado una última trampa: había entregado a El Fénix la información sobre Ícaro y el Pergamino.
​La Intriga Psicológica.
​Vance, a través de la transmisión, respondió con su calma habitual, a pesar de la situación.
​—¿Y qué les prometió? ¿El poder de los dioses? Victoria solo les dio mentiras.
​—Nos dio la verdad, Elias. El Cónclave no era un castigo. Era un renacimiento. Y el Archivo de Ícaro nos llevará a la nueva era. Una era donde El Fénix es el guardián. Su sacrificio fue nuestra oportunidad.
​Kira sintió un escalofrío. Seraphina creía que Victoria era una mártir, que su sacrificio en Arcadia había sido un acto de fe.
​—Maldita sea. Victoria lo planificó todo. Incluso si era purificada, quería que el Archivo se activara —dijo Kira.
​—Seraphina también mencionó el Pergamino. Pero no es el que tiene Vance. Es el verdadero. ¿Cómo...? —Nido no pudo terminar la frase.
​Kira lo entendió. Victoria, al fusionarse con la Esfera de Memoria y luego ser purificada, había dejado un rastro de información en el Pergamino de Metal, uno que Seraphina había logrado descifrar.
​El Plan de Rescate y Sabotaje.
​—Victoria dejó una última trampa. El Pergamino no solo es un mapa; es una conexión —dijo Kira.
​Kira formuló un plan arriesgado. —Nido, necesito que uses el Pergamino para rastrear el Archivo de Ícaro. No lo vamos a robar. Lo vamos a sabotear. Y yo iré por Vance.
​Nido miró a Kira, preocupado. —La torre de comunicaciones tiene seguridad de nivel militar. Y Seraphina es un fantasma.
​—Si ella cree que tiene el Pergamino en sus manos, no esperará un ataque directo. Yo seré el fantasma —dijo Kira, preparándose.
​La noche cayó sobre el Atlas. El viento frío silbaba entre las rocas. Kira se movió como una sombra, sus sentidos agudizados por la adrenalina. La intriga y el suspense se mezclaban con el peligro físico.
​Tenía que rescatar a Vance. Y tenía que detener a El Fénix antes de que el Archivo de Ícaro se alzara en el cielo.