Kira se movió como una sombra entre las rocas del Atlas, su traje táctico diseñado para absorber la luz y el calor. Había dejado a Nido cerca, en un punto de acceso a la red de comunicaciones, donde intentaba descifrar la secuencia de activación del Archivo de Ícaro usando el verdadero Pergamino de Metal.
La torre de comunicaciones era una estructura prefabricada, rodeada por una cerca eléctrica. Kira, usando un pulso electromagnético de baja potencia, deshabilitó la cerca por el tiempo justo para deslizarse.
El interior de la torre era un laberinto de servidores y cableado. Dos guardias armados patrullaban el nivel principal. Kira usó el sigilo, neutralizando a uno con un golpe rápido en el cuello y silenciando al otro con un taser de contacto.
Llegó a la sala de interrogatorios. Vance estaba encadenado a una silla de metal, con el rostro magullado, pero su mirada seguía siendo desafiante. Seraphina, la líder de El Fénix, lo observaba con una frialdad calculada.
—Profesor Vance, usted es el último eslabón de Aelarion. Entréguenos la clave final del Archivo. La tecnología del Cónclave es nuestra por derecho, como el fénix que renace de las cenizas de Arcadia.
El Duelo de Inteligencia.
Kira se posicionó detrás de un panel de comunicaciones, esperando su oportunidad.
Vance, a pesar de las cadenas, inició un juego de intriga psicológica. —¿Victoria les dijo que el Cónclave era una bendición? ¿O les dijo que el Archivo de Ícaro es un sistema de propulsión tan inestable que la Atlántida lo desechó por miedo a destruir el planeta? 
Seraphina sonrió, una expresión carente de calidez. —Usted habla de historia. Yo hablo de poder. La inestabilidad se controla con la voluntad adecuada.
Ella tomó el señuelo del Pergamino que Vance había usado. —Sé que esto es falso. Pero sé que su compañera, la Capitana Rourke, tiene el verdadero. O me entrega la clave, o ella será la siguiente en ser desmantelada.
Kira vio su oportunidad. Usando el comunicador interno, transmitió un pulso de frecuencia a un altavoz cercano, imitando el ruido de un dron de ataque. Seraphina y un guardia que permanecía en la sala giraron la cabeza.
Kira se lanzó hacia Vance.
El Rescate Frío.
Kira cortó las cadenas de Vance con un cortador de titanio de precisión.
—Sabía que vendrías, Capitana —dijo Vance, con una sonrisa de alivio.
Seraphina se recuperó rápidamente. —¡La Vigilancia ha caído en mi trampa!
Ella activó un protocolo de cierre, sellando la sala. La guardia restante se lanzó sobre Kira. Kira, usando movimientos rápidos y precisos, desarmó y neutralizó al guardia.
Seraphina, sin embargo, no peleó. Se dirigió al panel de control, su objetivo no era la lucha, sino ganar tiempo.
—Demasiado tarde, Capitana. El desvío fue exitoso. Su hacker está a punto de recibir una visita.
En el comunicador de Kira, la voz de Nido se escuchó, llena de terror: —¡Kira! ¡Me han encontrado! ¡Están rompiendo las barreras!
Seraphina había anticipado el plan y había enviado una segunda unidad para capturar a Nido y el verdadero Pergamino de Metal.
El Precio de la Frialdad.
Vance, ahora libre, corrió hacia el panel de comunicaciones para intentar ayudar a Nido.
—El plan de distracción no funcionó, Elias. Ella estaba jugando con nosotros —dijo Kira.
Vance asintió, su mente trabajando a toda velocidad. —No falló del todo. Nos dio el tiempo justo para que Nido se conectara a la matriz de Ícaro.
Seraphina se detuvo en la puerta sellada y se giró hacia ellos, su rostro ahora un velo de furia.
—Ustedes son el obstáculo final. El Archivo de Ícaro se activará en cinco minutos. Y ahora, seréis testigos de la nueva era.
Con una velocidad inhumana, Seraphina se lanzó sobre Vance, no para matarlo, sino para recuperar el falso Pergamino que él había usado. Ella creía que, aunque falso, podía contener un rastro de la clave final.
Kira se interpuso. El combate cuerpo a cuerpo entre Kira, la Capitana, y Seraphina, la Ex-Agente de élite, fue brutal, rápido y silencioso. Seraphina era fuerte y entrenada.
Pero mientras forcejeaban, Seraphina aprovechó la distracción para inyectarle a Kira una droga sedante con una micro-aguja oculta.
Kira sintió un mareo repentino. Sus piernas fallaron. Vance se abalanzó, pero ya era tarde. Kira cayó al suelo, la visión borrosa.
Seraphina se dirigió a Vance, no sin antes susurrarle a la inconsciente Kira: —Tu pasión es tu debilidad, Capitana.
Última frase con gancho: Seraphina sonrió al ver la caída de Kira. Ahora solo quedaba Nido, el Archivo de Ícaro... y Vance.