El Archivo Prohibido de Ícaro (tercera parte)

Capítulo 7: La Vigilancia Despierta.

​El Refugio Inesperado.
​La motocicleta todoterreno, pilotada a toda velocidad por Nido, llegó al amanecer a un puesto de avanzada secreto en el desierto, una estación de combustible abandonada que servía como punto de reabastecimiento para La Vigilancia.
​Vance cargó a Kira, aún sedada, y la acostó en una camilla improvisada. Su pulso era estable, pero el golpe y la droga la mantendrían fuera de combate unas horas más.
​—La droga es un sedante nervioso de acción rápida. No hay daño permanente, pero la dejará exhausta —dijo Vance, revisando sus signos vitales con un kit médico de emergencia.
​Nido, agotado y herido, monitoreaba el cielo. —El Archivo de Ícaro se desintegró limpiamente en la estratosfera. El mundo está a salvo. Pero El Fénix no.
​Vance asintió, su rostro cubierto de sudor y polvo. —Seraphina no es como Victoria. Victoria quería el conocimiento. Seraphina quiere el poder que viene con el conocimiento.
​El Análisis del Enemigo.
​Vance se sentó con Nido para analizar la amenaza. Nido proyectó el perfil de Seraphina en la pared: una ficha incompleta con la palabra 'Fantasía' parpadeando.
​—Seraphina fue Agente Sombra del Servicio Secreto Francés. Desapareció hace diez años y reapareció con una fortuna inmensa y una milicia privada —explicó Nido—. Se especializa en la guerra psicológica y la obtención de activos.
​Vance apretó los dientes. —Ella me capturó para que nos rindiéramos. Falló. Ahora sabe que nuestro punto débil no es la tecnología, sino la lealtad entre nosotros.
​Nido proyectó la última imagen del campamento de El Fénix. Estaban recogiendo sus pertenencias.
​—Se están retirando del Atlas, Vance. Saben que fallaron el lanzamiento.
​—No. Se están reposicionando. Ella no está buscando otra tecnología atlante. Está buscando algo más valioso —Vance miró hacia Kira, que aún no despertaba. —Está buscando información que la conecte con el poder real.
​El Despertar de la Capitana.
​En ese momento, Kira abrió lentamente los ojos. Sus ojos se enfocaron en el techo de metal.
​—Vance... ¿Nido?
​Vance se apresuró a su lado, la preocupación reemplazando su habitual compostura.
​—Tranquila, Capitana. Estás a salvo. El Archivo se fue.
​Kira intentó levantarse, la rabia borrando la sedación. —Seraphina. Me inyectó algo. Y ella te usó como cebo para conseguir el...
​Ella se detuvo, mirando a su alrededor. —¡El Pergamino! ¿Lo tiene?
​Nido se acercó y le mostró el verdadero Pergamino de Metal, que sostenía en su mano. —Está a salvo, Capitana. Pero... Seraphina tiene el falso.
​Kira se obligó a levantarse. La frustración era palpable. —Ella no es tonta. Sabe que el que tiene es falso.
​Vance le entregó una taza de agua. —Lo sabe. Pero te susurró algo mientras te desmayabas. Dijo que usará a la Capitana para quemar el mundo.
​Kira entendió el mensaje inmediatamente, la sangre helándose en sus venas. —No soy un activo, soy una clave.
​La Próxima Amenaza.
​Kira se dirigió al panel de comunicaciones, su mente de Capitana ya en modo de ataque.
​—Nido, rastrea cualquier información que Seraphina haya podido obtener de la Conciencia de Victoria. Pistas sobre activos de El Cónclave que no sean tecnológicos.
​Nido tecleó frenéticamente. —No hay datos sobre armas, pero hay un rastro débil de una búsqueda reciente: "La Cripta de los Cronistas".
​Vance se puso rígido. —Ese es un sitio que ni siquiera el Cónclave visitaba. No es un lugar de tecnología. Es una bóveda de registros históricos del Cónclave. Los nombres de todos los agentes, los contactos políticos y las ubicaciones de todos los recursos financieros que el Cónclave usó en los últimos siglos.
​Kira miró a Vance. El Archivo de Ícaro se había ido, pero ahora, Seraphina iba por el poder de la red de influencia.
​—Ella no quiere volar el mundo, Elías. Quiere comprarlo —dijo Kira.
​La lucha por el conocimiento había terminado. La lucha por el control global había comenzado.




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