Capítulo 8: El Cronista Silencioso

​Un Enigma en la Sombra.
​Kira, Vance y Nido abandonaron el puesto de avanzada en la motocicleta, dirigiéndose hacia la costa, su única esperanza: Lena Voss y sus contactos en el mundo académico.
​—La Cripta de los Cronistas no es un lugar físico en los mapas —explicó Vance, mientras Kira conducía a alta velocidad—. Es un término que usaba mi familia para referirse a la bóveda de información no tecnológica: los nombres de los agentes, las cuentas bancarias y las influencias políticas del Cónclave en los últimos mil años.
​Nido, sintiendo el peso de la nueva misión, tecleaba frenéticamente. —Necesito la ubicación de la Cripta. Mi rastreador solo detecta la búsqueda de Seraphina. Ella no está usando la red, está usando un código de acceso que Victoria le dio.
​Kira se detuvo en un acantilado remoto y activó el comunicador encriptado.
​—Lena, necesitamos la ubicación de la Cripta de los Cronistas. Es una bóveda de información de activos del Cónclave.
​La Dra. Lena Voss respondió inmediatamente desde su refugio. —La Cripta. Lo sé. Es el único secreto que el Cónclave nunca puso en Oricalco. Es una leyenda. Pero tengo un recurso.
​La Conexión de Lena.
​Lena les dio una coordenada: una pequeña librería antigua en el corazón de Atenas, Grecia.
​—Hay un hombre que trabajó para el Cónclave como cronista hasta que el grupo desapareció —explicó Lena—. Lo llamábamos 'El Bibliotecario'. Es un maestro de la información no digital. Si la Cripta existe, él conoce la llave.
​—¿Y es de confianza? —preguntó Kira.
​—Es un desertor. Odiaba la manipulación. Él es el único que podría evitar que Seraphina use las cenizas del Cónclave para construir su imperio.
​Kira tomó la decisión. —Vamos a Atenas. Nido, necesito que uses el Pergamino para simular un ataque digital en la red financiera de El Fénix. Necesitamos una distracción masiva para ralentizar a Seraphina.
​El Cebo Financiero.
​Nido, aunque con el brazo dolorido, asintió. —Voy a crear el caos. Haré que parezca que El Cónclave sigue activo y que está retirando sus activos globales. Seraphina se volverá loca.
​La estrategia era brillante y arriesgada: sumir el mercado global en una crisis bancaria temporal para desviar la atención de El Fénix.
​Mientras Nido se preparaba para el ataque digital, Kira y Vance tomaron un helicóptero de alquiler que Lena les había asegurado. El objetivo: Grecia.
​El Encuentro en Atenas.
​Llegaron a Atenas al anochecer. La librería era discreta, oculta en un callejón lleno de historia.
​Dentro, la luz era tenue y el aire olía a papel antiguo. Un hombre mayor, con gafas de montura gruesa y ojos agudos, leía un pergamino bajo una lámpara de aceite. Era El Bibliotecario.
​Vance se acercó y usó el saludo en clave del Cónclave. —La semilla ha muerto en el cielo.
​El Bibliotecario alzó la vista, evaluándolos. —Pero la verdad debe ser contada. ¿Son ustedes los últimos guardianes?
​Kira se adelantó, sosteniendo el Pergamino de Metal. —Somos La Vigilancia. Y El Fénix viene por la Cripta.
​El Bibliotecario asintió, su rostro sombrío. —Seraphina ya estuvo aquí. Ella no buscaba el Pergamino. Ella buscaba la llave de la Cripta. Yo me negué. Pero su tenacidad...
​—¿Cuál es la llave? —preguntó Vance.
​—No es un código ni un mapa. Es un objeto. Una reliquia tallada con los símbolos de los Cronistas. La dejó en un lugar seguro, aquí en Atenas. Y Seraphina la encontrará en cualquier momento.
​El Bibliotecario se dirigió a una estantería y les dio una antigua foto: una estatua pequeña y desgastada, con runas atlantes.
​—Deben encontrar la Reliquia del Cronista antes que ella. Es el único acceso a la bóveda de información, el último secreto de la tiranía del Cónclave.
​El reloj corría. Seraphina estaba cerca, impulsada por la intriga del ataque financiero de Nido. La misión había cambiado de salvar al mundo de la tecnología a salvarlo del poder corporativo.

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