El Arrecife (el nuevo mundo)

Naranja

Ya es tarde y no logro conciliar el sueño.

Siento como si toda la sangre de mi cuerpo se estuviera acumulado en mis mejillas, no puedo dejar de sonreír, llamo a Paris más por costumbre que por gusto, las palabras me brotan fácilmente, tan naturales que hasta yo mismo me desconozco, es tan sencillo hablarle a una persona mientras se piensa completamente en otra, me asombro de mi capacidad y en instantes me olvido de que este no soy yo. Las palabras que me brotan son tan románticas, tan poéticas, pero consiente estoy de que no las digo pensando en ella. Es grotesco.

No puedo creer que sea posible que al decirlas venga la imagen de Lucas a mi mente, me parece aberrante tal acto, desde mi perspectiva estoy completamente consiente que justo ahora debería estar yendo ante un ministro religioso para realizar una confesión o quizá ir directamente al régimen a realizarme una intervención de emergencia y asumir mi responsabilidad como ciudadano del Arrecife, pero mi juicio me impide verlo de esta manera. La sensación es tan agradable que no deseo combatirla. La vida me parece tan irracional en este instante, sin sentido alguno.

Mi mente racional trata de pensar en cosas lógicas y causales, trato de justificar lo sucedido viéndolo con banalidad, me miento pensando que quizá yo estoy confundiendo las cosas y solo tenga un gran agrado hacia él, hacia un nuevo amigo, ya me ha pasado antes. ¡Mentira!, no sé a quién trato de engañar, jamás me ha sucedido algo igual, ni siquiera a Dan puedo tenerle el aprecio que debería siendo mi hermano, el hecho de que le demuestre mi afecto a él o a mi padre es circunstancial, solo con Nathaniel puedo ser un poco más afectuoso mostrándole un cariño digno de hermano prodigo.

Sin saber en qué momento me quedo dormido dejando a Paris en el intercomunicador, estoy tan feliz que no me ha importado. He logrado dormir profundamente y mis sueños banales se convierten en toda una aventura llena de color.

Por la mañana me dirijo a la escuela, el día me parece más largo de lo habitual, no puedo dejar de ver el reloj en cada minuto, ni siquiera me he enterado de que trata cada clase, o no recuerdo haber visto alguno de mis compañeros, solo me preocupa la hora de salir y que el reloj marque las cinco de la tarde. A Paris si la eh estado evitando durante el día, lo que menos necesitaba ahora era que alguien llegara a intentar arruinarme este momento, haciéndome una escena por haberla dejado hablando sola al teléfono.

En Lasalle surf también he permanecido distante, de aquí para allá observando como el segundero se empeñaba a no avanzar durante cada vuelta, aunque también trato de estar alerta, frecuentando disimular cualquier posible sensación en la que podrían cuestionarme acerca de mi comportamiento o mi intranquilidad, o que me pueda delatar de algún posible contagio, eso aun no es seguro, necesito estar convencido de lo que me está sucediendo antes de tomar una decisión, porque para ser sincero, si esto que siento es parte del virus, en verdad se siente bien. Junio es el único que ha notado mi diferente actitud, es muy observador y siempre se percata de cada cambio de humor en mí y se acerca para preguntarme si todo marcha bien, esta vez no es la excepción, pero lo he evitado abruptamente, no puedo darme el lujo a dejarlo analizarme.

Alison también ha llegado a la tienda salvándome de que me pueda delatar, me dirijo a ella, había cosas que podía pasar desapercibidos, pero no ella, no Alison.

- ¿Qué hay Jacobo? – lleva puesto un vestido de flores y se ha maquillad, cosa que muy rara vez hace –nadie te ha visto hoy, ni en la escuela, ¿Dónde te has metido?

- Eh estado ocupado – contesto sin más.

- ¿En qué? –entrecierra los ojos dudosa.

De solo verla allí frente a mí me doy cuenta de cuánto la quiero, siento ganas de abalanzarme sobre ella, levantarla al cielo y contarle como me siento y que me cuente mas cosas de las que ella sabe.

Está más que claro que ella estaba fascinada con toda la historia de los Chéel, incluso algunas ocasiones había pintado hermosos cuadros acerca de su mentalidad sobre ellos, en verdad había creado arte, eran pinturas muy coloridas llenas de alegría, con un sinfín de siluetas distorsionadas, claro que después de terminar cada una, eran destruidas, no podía arriesgarse a tener ninguna de esas obras en su posesión o el régimen se la llevaría a una intervención obligatoria. Sabía que, si en algún momento yo llegaba a contraer la enfermedad, podía acercarme a ella y contárselo y aun así continuar siendo amigos, algo que no creo que yo jamás podría hacer, además, si esto ocurriera de verdad algún día, no creo poder acercarme a ella a decírselo, no podría arrastrarla conmigo a ese mundo de tinieblas, quizá hasta podría atacarla y hacerle daño. Pero me estoy adelantando a la idea. No puedo estar enfermo y hoy me aseguraré de eso. Continúo frente a ella solo observándola. Sería muy agradable haber tenido su opinión al respecto.

- ¿Ocupado en que Jacobo? –insiste y me da un leve empujón con su hombro- vamos no me mientas.

- Las clases me taren loco. – que fácil se me da mentir, por un instante siento un pánico fugaz. -por cierto, ¿Por qué estas tan arreglada? Siento que hablo con otra persona.

- Tengo algo que contarte Jacobo, - empieza hablar con desespero. - estoy en problemas necesito que me…

- ¡Hey! – la interrumpo -tranquila ¿Que sucede?

- Necesito tu ayuda – sus ojos muestran el miedo que siente -sabes que eres el único en quien… –la puerta de la tienda se abre estrepitosamente y el timbre suena mas fuerte que nunca.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.