El Arrecife (el nuevo mundo)

Negro

Por alguna extraña razón me he comenzado a sentir distinto, estoy cambiando, pero no como una trasformación fisica sino algo interno pero ese algo en mi interior me dice que todo nuestro mundo está por cambiar también, tengo la esperanza de ayudarle a todos a ser libres y tengo la seguridad de poder hacerlo, de pronto confío plenamente en la visión que he tenido, confío en mí, pero antes de todo necesito ver a mis padres, tengo que verlos, hablar con ellos y convencerlos de venir conmigo, quizá si les cuento todo se darán cuenta de lo que está sucediendo y accederán a venir con nosotros, al fin de cuentas yo soy su hijo.

Lucas y yo hemos acordado salir a las tres de la mañana hacia la isla levante, sin dar aviso a nadie, es una locura, pero aun así está dispuesto a ayudarme, eso lo agradezco en el alma.

Salimos a la hora acordada sigilosamente de la alcoba para evitar despertar a alguien, tomamos las armas y comenzamos a avanzar por el interior del volcán que se encuentra iluminado únicamente por la luz de la luna que ha avanzado y ha quedado justo en medio del cráter como un ojo azulado que nos vigila detenidamente y dejando en penumbras el interior, logramos pasar todas las cabañas sin problema, nadie nos ha escuchado pero al llegar al muelle las siluetas poco iluminadas de Ronny y Blue se encuentran arriba del bote acompañados de dos mujeres, unas gemelas pelirrojas y rizadas que ya había visto en el refugio, ambas traen un traje tinto similar al nuestro, me sobresalto un poco al verlos allí, quizá no podremos ir al final de cuentas a la isla levante, miro a Lucas que continúa avanzando y lo sigo hasta el bote.

- ¿Qué está sucediendo? –pregunto.

- Descuida. Vienen a apoyarnos. No podemos arriesgarnos solos.

- Nadie más se ha enterado –agrega Blue –además ustedes solos no habrían podido llegar muy lejos.

- En el muelle nos estará esperando Gus -agrega Ronny mientras desamarra el bote –nos dará el tiempo para encallar, ir y regresar.

- … -dudo.

- ¿Estamos? –pregunta.

- Bien.

Asiento.

Al principio me sentí un traidor por salir del volcán sin decirle a nadie, después sentí que Lucas me había traicionado al avisarles sobre esto pero Lucas tiene razón, quizá no podríamos hacerlo solos, si las cosas se complican necesitaremos ayuda, espero que no sea así, debo ser más estratega y no dejarme llevar por lo rebuscado de mis pensamientos y la adrenalina, la precipitación es la lluvia que inunda un mundo no preparado para ella, debo aprender a analizar. Me dispongo a ir con más tranquilidad.

comenzamos a deslizarnos sobre el mar nacarado destellante por la luz de la luna que parece seguirnos a cualquier lugar y no perder detalle de lo que estamos haciendo, todo es tranquilidad. Al llegar al muelle, un hombre de edad madura y vestido de serafín nos está esperando, de esta manera es dificl para mi saber quien está de nuestro lado, amarra el bote y bajamos para dirigirnos a nuestra misión.

- ¿Cuánto tiempo tenemos Gus? –pregunta Ronny.

- Media hora máximo antes del cambio, no ha habido ningun mensaje de serafines desde las dos, deben estar durmiendo, pero vayan con cuidado, estan por todas partes.

- Muy bien –nos mira para percatarse de que nos hemos enterado –los serafines ya conocen la ubicación de la casa de Jacobo, probablemente esté vigilada, iremos por calles separadas para no tener ninguna sorpresa, si un serafín nos encuentra, no dudará en atacarnos, no usen ningún arma de no ser necesario, para evitar que el humo nos delate y que vengan más serafines, vamos.

- Suerte –agrega Gus.

Por suerte la casa no está tan lejos del muelle, es cuestión de unas cuantas cuadras solamente, las gemelas avanzan una calle a la derecha Ronny y Blue una ala izquierda y Lucas y yo por la del centro; avanzamos la primera calle con cautela, y todo parece marchar bien, a pesar del toque de queda no hay serafines en los alrededores, todo es silencio y tinieblas, a los lejos se escuchan de vez en cuando algunos ladridos de perros y el rechinar de algunas ramas de los arboles abatidas por el viento, siento nostalgia caminar quizá por última vez por esta calle que muchas veces anduve con mis amigos en bicicleta de niño, corriendo a la costa en la adolescencia y caminar ahora a mis casi veinte años, aunque a estas horas de la madrugada la poca luz sobre ella me incita cierto temor y desconfianza, sobre algunos edificios se han colocado algunos reflectores que se mueven por las calles iluminando cualquier rincón oscurecido, al principio tengo la idea de que algunos serafines se encontraban sobre las azoteas dirigiéndolos, pero después descubrimos que estaban en automático pues se mueven sincronizadamente, tratamos de avanzar lo más pegados a las cornisas posible para evitar quedar a la vista de cualquiera.

Otra calle más y observamos a los lados para percatarnos de que los demás avanzan a la misma velocidad que nosotros, al verlos les hacemos una señal para advertirles que solo faltan dos calles más.

- Solo dos calles más –le aclaro a Lucas.

- Lo sé –sonríe –Jacobo siempre te eh observado.

- ¿Qué? Acaso eres un acosador.

- Solo desde que supe que me gustabas.

- Concéntrate.

Aunque me agrada escuchar sus palabras, debemos mantener la mente en el objetivo, llegar a casa y traer conmigo a mi familia, esa es mi prioridad en estos momentos, repaso en mi mente cada palabra que pueda decirles para convencerlos de venir, pero imaginar lo que va suceder es siempre un riesgo que no debemos correr, debemos esperar siempre lo peor para recibir lo mejor.




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