"Hay veces que un sólo suceso, puede desatar la más fantasiosa y disparatada historia amor"
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El olor a galletas recién horneadas eran mis favoritas en mi infancia. Aquellas mágicas manos que la preparaban, venían de una hermosa anciana que, para mi suerte, era mi abuela.
Desde muy pequeña mi abuela Ana fue la única que no me vio como alguien anormal, mi heterocromía y la mancha de una especie de pequeña flor en mi frente, era la causa de burlas y miradas curiosas de todas las personas que me veían y de las cuales estaba rodeada. La gente de mi ciudad natal era muy supersticiosa, hasta el punto que mi existencia se volvió un rumor malicioso, se decía que era de mala suerte. Todos temían verme a los ojos, era toda una medusa en ese tiempo. Incluso mis propios padres llegaron a temerme.
—Alba, la gente sólo te tiene envidia, esos hermosos ojos verde y violeta, sólo la tienen las mujeres de nuestra familia que están destinadas a tener una próspera vida. Tal vez tú seas la elegida para recibir el regalo del cielo.Cuenta la leyenda que un rey aparecerá en busca de su esposa, un Dios que descenderá del cielo. Él al momento de ver a la elegida, de inmediato formarán una conexión eterna. Sea la era que sea, aquel hombre traerá felicidad a la elegida.
—¿Un rey? ¿Como en los cuentos de hadas?
—Un rey muy especial, mi abuela era igual que tú y ella esperó por ese rey durante su juventud, pero nunca apareció. A cambio conoció a mi abuelo, es ahí que se dio cuenta que no era la elegida ya que había encontrado al amor de su vida. Cuando yo era joven me dijo: «Tu hija o futura nieta recibieran la bendición del cielo, ten en cuenta mis palabras»
—Entonces, ¿tú me acompañarás abuelita para ese día?
—No mi niña, yo viviré en una paz eterna. Pero no te pongas triste, siempre estaré a tu lado, cuidándote, estoy segura que aquel rey te dará una próspera felicidad. Sólo sé paciente, tú eres muy especial. Jamás dejes que las personas te vean menos de lo que realmente vales.
—¡Lo haré!
Con aquellos recuerdos de mi infancia, yo crecí creyendo en esa leyenda pasada por generaciones en mi familia, aferrada a una felicidad fugaz de un misterioso rey. Una fantasía que ahora sólo yo creía. Pero con la pérdida de mi preciada abuela y el desliz de mi juventud, me fui olvidando de mi niña interior.
Cuando por fin fui lo suficientemente mayor, me di cuenta de algo muy valioso.
Aprendí a vivir sin valer de los comentarios de los demás, mi apariencia formó parte de mi personalidad. En resumen:
No necesito de un fantasioso rey para formar mi felicidad.
Juventud, buena salud, espléndida apariencia, un equilibrio emocional y social. Tantas cosas que una mujer puede desear al estar en la flor de la juventud. Ahogada por los ideales románticos, el buen goce de la buena vida y la ropa costosa. Este último ideal que describo, por supuesto que...
No me pertenece.
Aquello le pertenece a mi hermana mayor. Thania.
—¡Toma esto! ¡No huirás cucaracha voladora!—Aplasté con mi zapato aquel insecto ante la mirada horrorizada de mi hermana, ella es tan pulcra y bien cuidada, que nunca se ensuciaría las manos en este trabajo "sucio".
Ella sería capaz de tirarse por la ventana por no tolerar ver a un insecto, las dos éramos realmente opuestas, tanto apariencia, personalidad y la forma de ver la vida.
—Asqueroso, eso fue asqueroso ¡Mi hermosa pared! ¡Alba malograste mi pared!
—Espera, ahora lo soluciono.
Agarré una tela brillante que notaba ser muy suave y limpié la pared siendo muy cuidadosa. Cuando finalmente en aquella rosada pared sólo quedó algo de humedad, pero ningún resto de aquella cucaracha, pareciera que el rostro de Thania se deformara de a poco.
—¡Como nuevo!
—Esa..., ¡esa tela lo iba llevar hoy a mi cita! ¡Le iba mostrar que tela debía utilizar para que confeccione mi vestido!
—Oh, lo siento. Pero hermana, para eso existe la tecnología. Lo lavaré y de inmediato lo secaré con mi secadora de cabello.
Cuando me disponía salir de su cuarto, su palma de su mano chocó con su pequeña mesa, como una forma de advertencia, sus ojos mostraban lo irritada y molesta estaba.
—Siempre me traes problemas, ¡es cierto lo que en el pueblo decían! ¡Tú sólo traes la desgracia! ¡Por eso la abuela murió tan rápido!
Con aquel estruendoso sermón, desvíe la mirada a la ventana al notar la cabeza caliente que tenía Thania, me repetía aquello cuando se enojaba y yo ya estaba acostumbrada a escucharlo, de hecho, estaba acostumbrada a recibir un "especial" trato de las personas. Pude haber utilizado lentes de contacto para ocultar mi heterocromía, pero juré a mi difunta abuela que jamás ocultaría lo que realmente era.
—Nuestra abuela murió porque tenía una enfermedad en el corazón y gracias a mi ahora tienes un lugar donde vivir en la ciudad. Thania, ¿tantos años y aún no buscas otra excusa para culparme?
—¡Como sea! Mejor iré a mi cita de una vez, cuando me case me iré de esta fea casa.
Cada vez que hablaba de su actual novio, ella soñaba con una mentalidad de princesa, vivimos en un lugar alquilado, pero ella sólo piensa en lo lujos y la buena vida que según ella merece. Pero como decía mi abuela, "tu recibes lo que das", tengo la esperanza que algún día se de cuenta que su belleza y juventud no es eterna.
—No olvides que tienes que traer la mitad de pensión de este mes, con un novio rico, ¿será pan comido, verdad?—Le sonreí muy satisfecha.
—Lo haré, no me digas que hacer ¡Soy tu hermana mayor!
—Gran hermana mayor, ya es tarde. Los autobuses estarán más llenos si no te apresuras.
—¡Quién dijo que iría en autobús! ¡Estamos en la capital!