Pudo haber sido los segundos más largos de mi vida y pareciera la situación estar a favor de aquel Dios o
Rey, como se hace llamar. Pero para su sorpresa yo comencé a reírme de sus
palabras.
—Oh, es una genial forma de venganza, pero hay un pequeño problema, que yo recuerde tú
perdiste tus poderes. Entonces dime, cómo crees que aceptaré tal
locura?—Modulé mi voz más suave.— Crees que diría: «Esta bien, seré tu esposa
porque eres un Dios y no puedo ir en tu contra»— sonreí hacia él.—Ni en mil
años.
Luego de sacar mi brazo de su mano, el dio una pequeña mueca de superioridad.
—¿Enserio? —su mano tocó mi frente repetida veces, justo donde yacía aquella mancha de
flor.—¿Crees que este símbolo está de adorno? Es cierto que perdí mis poderes,
pero aún me perteneces.
—Creo que nonos estamos entendiendo y mis alumnos me esperan.—Aspiré hondo y suspiré.—
Puedes caminar un poco a la derecha, por favor.
—¿Para qué?
—Estamos haciendo escándalo cerca de los salones.
Caelus sólo dio tres pasos hacia la derecha para mi sorpresa.
—Ves cómo hablando se entiende.— sonreí golpeando su hombro. Por lo que el mirando de
reojo, retrocedió más con una mirada de autoridad.
—Alba, tu misma existencia es únicamente para ser mi esposa, es algo que ha pasado de
generación a generación de tu familia. Eres la quinta prometida que tengo y la
única que no se merecería ser mi esposa. Sin embargo, te estoy dando una
segunda oportunidad.
¿Oportunidad?, hace segundos me acabas de decir que es para vengarte que estás dispuesto a
tragarte tu orgullo, para hacerme la vida imposible. Creo que mi paciencia
comienza a pedir a gritos más paciencia para él.
—Antes me dijiste que esta marca en mi frente no era de adorno.— Me acerqué lo más
posible a él.—Pero tampoco está de adorno el guardia de este colegio.—¡Guardia,
un tipo loco a entrado al colegio! ¡Guardia!— Grité a su dirección al poder ser
nosotros visibles para él, por lo que no tardó en llegar a nosotros en
segundos.
—¡¿Cómo entró usted aquí?! ¿Está bien profesora Alba?
—Sí, sólo que sería algo peligroso si él continua aquí.—Me acerqué al guardia acercándome
a su oído.—Tenga cuidado, este tipo se cree un Dios, no le crea, está loquito.
— Tú un simple mortal, ¿crees que vas a atreverte a levantarme la voz?—Con su voz grave
y altura intimidó al guardia.
—Sí, claro...— El guardia le siguió la corriente, tomando en cuenta mis palabras.—
Aquí no se permite Dioses, se tiene que ir. Yo no soy un simple mortal, soy el
guardia de este lugar. Es mi deber cuidar este sagrado lugar.
—¿Te estás burlando de mí?— tomó al guardia de su camisa con enojo.
—¡Oye! ¡Aquí
no se permite la violencia!— traté de separarlo del guardia
—¡Se tiene
que ir! Oh, lo denunciaré a la policía por agresión.— Amenazó el guardia.
—Caelus, vete. Ahora.— Mis palabras sonaron tajantes por lo que por primera vez aquel
supuesto Dios, tomó en cuenta mis palabras.
—Está bien,
Alba. Esto aún no se ha terminado.— Empujando al guardia desapareció como si su
cuerpo se disipara con el viento. Poco después, el guardia miró a todos lados
mirando a dónde fue Caelus.
Mi cabeza trató de razonar de lo vi, si bien él había perdido sus poderes y si por lo que
vi no es falso lo de ser un Dios. ¿No acaba de usar su poder para desaparecer?
Definitivamente esto aún no se ha acabado, Caelus.
—Gracias Marco.— Ayudé al guardia a levantarse por completo.— Disculpa por este
disturbio. Debo ir a mis clases.
—No hay problema profesora Alba, es mi deber cuidar este colegio. Si otra vez veo a ese
tipo, lo sacaré yo mismo ¡No le tengo miedo!
—Marco, eres un buen hombre. No se preocupe por eso, yo me encargaré que no
suceda otra vez.—Antes de volver volteé por última vez.—Cuídese con no tomar
bebidas frías, su esposa se va preocupar de nuevo si se vuelve enfermar y yo
también.— Señalé la botella de agua helada que tenía escondida en su chaqueta,
por lo que él sonrió nervioso al ser descubierto.
—¡Lo haré!
Usted profesora también tenga cuidado, si se topa con sujetos así de inmediato
debe pedir ayuda.
—¡Eso haré! Y no se exceda, cuide su salud.— Él afirmó volviendo a la puerta principal
Cuando volví al salón luego de expirar e inhalar repetidas veces y tener un buen ánimo para
ellos. La imagen que vi desapareció todo el incidente de hace poco, como si
aquello se hubiera borrado de mi memoria, para apreciar mejor lo que veía.
Gabriel se encontraba conversando con un grupo de sus compañeros, quienes le preguntaban
algunos ejercicios que no entendieron, él era muy hábil en casi todas las
materias, así que mi corazón se alivió al verlo actuar más cercano con ellos.
Comprendo que el cambio de colegio puede resultar muy chocante para algunos y
es peor cuando debes comenzar todo desde cero, no todos los niños se adaptan
bien como es el caso de Gabriel. En ese momento sentí que los había criado
bien, al ver a sus compañeros ya no tratarlo indiferente por su forma de ser.
Al notar mi presencia me sonrieron gustosos mostrándome sus buenas acciones, así que yo les
devolví la sonrisa por el buen trabajo.
—Discúlpenme por demorarme.—Me paré frente a ellos.—Bien, ahora si terminemos con esta