El arrogante Dios del cielo

Capítulo 7 Viaje inédito

—¿Alguien me explica porqué él viene con nosotras?—Repitió por tercera vez.

Thania estaba de mal humor, aunque aquello no era novedad, si antes le atraía el Dios que yace al costado mío, ahora lo aborrece por su conducta desinteresada hacia ella. No le cabía en la cabeza, que un hombre la haya rechazado. Muy aparte de ese asunto y dando un giro a su estado de ánimo, sólo ella estaba emocionada de ver a nuestros padres, luego de un largo tiempo.

Los campos de pueblo tenían uno de los mejores espectáculos visuales, eran de colores distintos que se extendían largas hectáreas. Caelus veía sorprendido aquella vista, era la primera vez que lo veía hacer aquella expresión. Cuando lo miré fijamente, pareciera que la comisura de boca se arquera para formar una sonrisa, hasta que notó mi mirada y mostró un rostro más serio, girando aún más hacia la ventana.

La gente miraba a Caelus con asombro y superstición, no era por aquel cabello azul, ni sus ojos cielo. Su ropa destacaba, y hacia relucir su peculiar forma de vestir. Su vestimenta era blanca con celeste e incrustaciones doradas, pareciera cómoda por lo suelto que era. Aún más me sorprendía que aquella vestimenta se mantuviera impecable a pesar de los seis días que lleva aquí. Tan pulcro, que desprestigiaba la actitud del dueño.

—Ni creas que te perdonaré por lo que me hiciste Caelus.

Estando yo al medio de ellos dos, en los últimos asientos del bus. Era la espectadora estrella de las rabietas de Thania y el total desprecio del Díos hacia ella.
Si tuviera que decir la razón por la que me obligó a llevarlo conmigo, era simple.

Quería hostigarme aún más, después de todo yo era una humana, la causante de su frustrada estadía y él un Dios que esperaba vengarse de mi nombrándome su prometida.

Cuando llegamos a la última parada, bajamos los tres al suelo seco. Ver el escenario del camino sin ninguna vegetación, recordé las horas de regaño y hasta el punto de dejarme sin comida por un día, por según mi familia, ser la causante de que los sembríos se secaran. No sé si era coincidencia, pero luego de aquello, la sequía era larga. Me llamaban aquí como, «la demonio del caos». Decían que si pasaba por sus sembríos, estos se secarían, así que me prohibían salir e ir cerca de las casas de los vecinos. Hace mucho que no recordaba aquello, pero volver a mi lugar de origen, me trae muchos recuerdos y no todos son agradables.

—¡Ah, volvió!
¡La demonio del caos!

Una anciana, vecina de mi familia, me reconoció al ver mi rostro y sobre todo el rasgo inconfundible de mis ojos. Soltó su mate gastado por los años hacia el pastizal, viéndome aún fijamente.

—¡Buenas tardes!—Contesté con respeto a su edad.

La mujer me ignoró y entró a su casa con algo de pánico. Era muy conocida en el pueblo y hasta hoy, sobre todo los más ancianos, tienen aún las creencias presentes en el pueblo. No era conocida por ser un buen augurio, mi mala fama de extendió tanto, que podría decir que soy conocida por todo el pueblo.

—Parece que todo sigue igual.—Cruzó de brazos Thania.

Cuando me percaté que las sombras de nuestros cuerpos provocado por el sol, sólo reflejaba dos siluetas en el suelo. Me di cuenta que alguien faltaba y no era necesario voltear para darme cuenta.

—¿Y Caelus? ¿A dónde fue?— Pregunté a Thania.

—¿Qué?—Miró a su alrededor.—Ya ni modo, por fin se fue. Parece que desapareció.

¿Se fue? ¿Tal vez regreso a su lugar de origen? El cielo. Bueno, por lo menos un adiós no hubiera estado mal. Pero agradezco aún seguir aquí.

Ahora que lo pienso, ¿nuestro hogar volverá ser nuestro? Debí preguntarle aquello. Ya que me amenazó con llevarme con él, no pude hablar adecuadamente con Caelus.

—Bueno, creo que sí. Vamos caminando.—Respondí alzando mi bolso.

—Ay, no. Por eso no me gusta este lugar ¡No hay carros, sólo buses que se demoran en llegar una eternidad!—Bufó con cansancio.

—Tú eres la más animada, vamos ¿Oh, harás esperar a nuestros padres?

—Claro que no, además les traje muchos regalos.—Tomó en manos su gran bolsón. Mirándome fijamente para que yo me hiciera cargo de el.

—Eso es bueno, pero es tu presente, no los cargaré.

—¡Alba!

Caminé lo más rápido que pude para no oír sus regaños, aunque ahora me sentía tranquila. Por alguna razón sentía mi corazón extraño y no era por ir a ver a mi familia. Tenía un mal presentimiento, mucho más que antes.

Cuando finalmente llegamos a la puerta de mi antigua casa, Thania se tiró al piso por el cansancio, sin importarle lo sucio que estaba, así que yo le ofrecí agua agachándome hacia ella, de inmediato la botella fue tomada por Thania en un segundo. 

—Siento que he perdido diez kilos, es tu culpa Alba, lo hubieras cargado tú, tienes más fuerza.—Me señaló con frustración y cansancio.

—Mira el lado positivo, ahora tendrás un aspecto más delgado y tonificado.—Palmeé ambas manos, como si fueran una buena idea.

—Ahora que lo pienso, es cierto.—Meditó por un momento, hasta que recordó lo sucedido.—Pero mi rostro también está dañado ¿De qué crees que vivo?

Cuando pensé qué responder, la puerta de mi casa se abrió de golpe, saliendo de este mi madre. Thania se parecía mucho a ella y en todos los sentidos.

—Mi hermosa hija, ¿qué haces tirada ahí? Oí tu voz cuando pensaba salir a recogerte.—Habló con una voz agitada, debido a que corrió.

—Madre, tan bella como siempre. Estoy bien. Recorrí todo ese camino trayendo regalos para ustedes.—Mostró el bolsón con una gran sonrisa.

—Oh, que maravilla. Por eso eres mi preferida Thania. Sólo traes felicidad a la familia.

Al oír aquello de mi madre, en mi garganta sentí hacerse un nudo. Sin embargo, me puse alerta cuando mi madre notó mi presencia detrás de ella y se levantó de inmediato.

—¡Alba! ¿No pudiste cargar el bolsón de Thania? Traes problemas como siempre.—Me desvió la mirada.—Ni siquiera nos des algo, deben estar malditos. Sígueme.




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