El arrogante Dios del cielo

Capítulo 9 Un nuevo horizonte

—Hace mucho frío, demasiado–Tirité al despertar. Al voltear la mirada hacia la ventana que se encontraba frente mío, aquello estaba roto. Sentí el aire frío rozar todo mi cuerpo.—¡¿Cómo se rompió completamente?!

Salté de la cama algo alertada, pareciera que un huracán hubiera roto la ventana. Es raro que no desperté con semejante desastre, puede que duerma como si entrara en coma y no lo sabía. Pero lo bueno era que hoy ya me iba a mi hogar, así que no me preocupé por aquel insólito incidente.

Alisté mi pequeña maleta apresurada, cuando pensaba irme sin alterar a nadie, me di con la sorpresa de encontrar a mi madre en el pasillo, su rostro era rígido y tenía los brazos cruzados.

—Sígueme.–Me ordenó y yo la seguí.

Me dirigió hacia el comedor, estando el desayuno ya servido sobre la gran mesa. No recordaba cuándo fue la última vez que comí junto a mi familia. 
Todos estaban sentados ahí, con total comodidad. Mi madre señaló con su mano la silla vacía que se encontraba a la esquina, separado de todos.

—Siéntate.

—¿Qué está pasando madre?—Dije mientras me sentaba.

—Thania me dijo que ya no volverás nunca más a este lugar. Estamos celebrando este acontecimiento. Te estoy dando la oportunidad de comer con nosotros, aunque sea por última vez.

Aquella respuesta no fue algo novedoso en lo absoluto.

—Este es queso recién hecho.—Me pasó el producto Thania, quién lo empujó hacia mí.

—También estábamos considerando que no estés junto a Thania, si bien han vivido por un largo tiempo en la ciudad, nuestra hija no ha tenido muy buenas experiencias. Así que puedes vivir sola a partir de este momento.

—Lo siento hermana, viviré sola cuando vuelva. En un nuevo y mejor departamento.—Me sonrió con satisfacción.

—Ya veo. Entiendo.—Modulé la voz sintiendo un nudo ven mi garganta. Realmente no quería comer en ese momento.—Por fin no me verán, es una gran celebración. Hay bastante variedad.

—Si, así es aquí cuando no estás aquí. Hay mucha prosperidad.—Comentó mi tío.

—¿Qué suerte no es así?—Musité con una breve sonrisa.

Mi madre de repente dejó su tenedor a un costado y me vio fijamente.

—No entiendo como alguien como tú pudo nacer de mi vientre, es aterrador con sólo pensar que estuviste dentro mío nueve meses.

Mi rostro no expresaba cómo me sentía, pero en mi pecho sentía un gran dolor.

—Incluso mi suegra hablaba incoherencias de que tu apariencia se debía a que ibas ser la esposa de un Dios, de ser así, el lugar hubiera sido próspero desde un principio.—Mi padre se rio en sarcasmo, por lo que mi tío hizo lo mismo.

—Ahora si lo será.–Respondí.

El ambiente era agobiante y frio. Sentía que ya no podía soportar más.

—Cierto, después de todo soy la demonio del caos.—Hablé en un susurro.

—¿Qué esperas para comer?— Me miró furiosa mi madre.

Todos se fijaron en mi como si hubiera hecho algo malo. Tomé el tenedor y perforé una de las frutas. Cuando lo acerqué hacia mi boca, solté el tenedor rechinando mis dientes.

Traté de contenerme, pero realmente no pude.

—¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?!

Me levanté de la silla y con ambas manos golpeé la gran mesa causando un fuerte estruendo, todos ellos me miraron con sorpresa y odio.

—¡Mi abuela Ana nunca habló incoherencias! Ella fue una gran mujer, la mejor, ¡mi única familia!

—Ay, ¿qué te pasa Alba?— Thania me vio asustada.

—¿Qué me pasa? ¡Realmente no se han puesto pensar todo lo que dicen!

Mi ira era incontrolable, no podía calmarme en lo absoluto.

Tomé mi bolso y a pasos largos salí fuera de la casa. Cuando di un paso más, mi madre me detuvo al gritar a lo lejos.

—¡Tú nunca fuiste mi hija! ¡Nunca te consideré como una!

—Lo sé, ¡lo sé!— Mis lágrimas brotaron de mis ojos, había sido tantos años en que no había llorado.—¿Pero que hay de Thania? ¿Están tratando que sea dependientes de ustedes? ¿Qué se vuelva alguien sin sentido en la vida? ¡En qué están tratando de convertirla!

—Espera Alba, esto está yendo muy lejos.—Me trató de callar Thania.

—¡Sabes cuantas penurias has traído a la familia! ¿Sabes qué le sucedió a mí madre por estar a tú lado?.—Me señaló furiosa.

—Dime Thania, ¿realmente eres feliz siendo manipulada por ellos?—Los señalé.— Dile madre qué pensabas hacer después de que ella se quedara aquí, ¡casarla con un vejestorio! ¿Quieres eso Thania? ¿En qué época estamos?

El rostro de mi madre se mostró sorprendida.

—¿Y tú cómo te enteraste?

—Hablan de cosas "importantes" en un tono de voz muy alto.

—¿Qué?—Thania no comprendía mis palabras y sólo volteó a ver el rostro de nuestra madre.—¿Eso es verdad?

—¡Cállate de una maldita vez!— Mi padre se acercó a mí para golpearme, cuando sentí su palma de su mano acercarse hacia mi rostro. Una gran lluvia cayó sobre nosotros, mi padre vió sorprendido el repentino cambio estación.

Cada gota que recorrió mi rostro no era fría, pareciera muy cálida. Estiré ambos brazos para sentirlo aún más y sentí que recuerdos desconocidos surgieron en mi. No podía explicar cómo aquello que caía en mi cuerpo, podía calmar mi corazón de una manera tan inexplicable

Cuando dirigí mi mirada hacia mi familia, pareciera que se hubieran quedado mudos de la impresión, miraban arriba mío señalando con nerviosismo. Todos se arrodillaron como si hubieran sido obligados en hacerlo.

—¿Q-qué, quién es usted?

—¡Qué es esa cosa!—Señaló mi tío con un rostro pasmado.

Mi mirada se dirigió hacia arriba mío con impresión. Encontrando como primera visión una gran ave sobre mí. Sus plumas eran blancas, largas y en las puntas se teñían de celeste. Era tan grande como el tamaño de una habitación. Y sobre él, sentado con un rostro inexpresivo estaba un ser de túnica blanca, siendo lo más llamativo su largo cabello azul que cubría parte de su rostro, y sus ojos celestes que brillaban en tal contraste.




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