El olor a rosas fue lo primero que me llamó la atención, no había comparación alguna que un caro perfume, a un jardín lleno de rosas.
Me agaché a una de ellas y hablé contenta a punto de tocar uno.
—Son muy bonitos, incluso parecieran brillar.
La bella Diosa caminaba de forma elegante delante mío y me advirtió al escucharme.
—Sí, sólo no lo toques, son carnívoras.
—¿Eh?—En aquella bella planta ya sobresalían unos filudos dientes puntiagudos , ya mi mano estuvo a punto de ser tragada, sino fuera por que lo aparté de inmediato.—¿Qué clase de rosas son estas?—Hablé aturdida y sentada en el piso, luego de caerme por la impresión.
—¿Se encuentra bien prometida Alba?—Estiró su mano para levantarme del piso y yo accedí a su ayuda.
—Sí, sólo estoy un poco conmocionada. No todos los días una rosa casi me come.—Reí nerviosa.
—Estas plantas sólo obedecen a los Dioses, son inofensivas para ellos. Se podría decir que mientras más poder espiritual uno tenga, a las rosas más le agradas. Al Rey Caelus lo respetan, así que él tomó gusto por estas rosas.
Debo parecerle un gusano a las rosas...
—Sí que le da muy bien estas rosas, son igual al dueño.—Murmuré.—Sé que será inoportuno lo que diré, pero, ¿tú y Caelus se conocen desde hace mucho tiempo?
Natfaria sonrió y asintió a mi pregunta.
—Nos conocemos desde que nacimos, yo soy como una hermana para él. Siempre ha sido amable conmigo.—Sus ojos mostraron tristeza.—Pero, hace 800 años su carácter cambio bruscamente. Extraño el Caelus de antes, sin embargo no me quejo, ya que aún me trata de manera especial.
—Espera, ¿entonces no siempre fue así? Ya sabes, gruñón.
La Diosa rio con brevedad y sonrió mirando el cielo.
—Sí, a Caelus no le gusta que mencionen el pasado. Así que es mejor que no le preguntes cosas de su pasado.—Me miró.—Prometida Alba, se acostumbrará a él con el tiempo. Se le aseguro.
Si me dices eso, me da más curiosidad...
Tanto tiempo que se conocen, es imposible que ella no se viera atraída por él.
Me sentiría muy mal hacer que algo así se rompa, debido a mi.
—Yo debo parecerte una intrusa, a pesar de muchas humanas han venido antes de mí, pero nunca se casaron con Caelus. Debe sentirse ahora incómoda, no es necesario ser amable conmigo.—Suspiré volteando a ella.—Diosa Natfaria, ¿a usted le gusta Caelus? Me refiero a ese amor romántico.
Natfaria movió su boca ligeramente y asintió con algo de tristeza.
—Debe parecerte extraño este amable comportamiento, sin embargo, alguien preciado por Caelus, también lo es para mi.—Tocó su pecho.—Soy una mujer comprometida, sólo puedo velar por mi futuro esposo
—¿Comprometida? Esto es complicado... Te seré sincera, yo estoy aquí debido a un capricho de él, aunque no me guste, yo aún no lo he devuelto esos favores dados a mi en el pasado y presente, así que decidí quedarme aquí un tiempo. De todos modos no está dispuesto a devolverme a mi mundo. Si hay una oportunidad de acercarte a él, hazlo, yo no lo impediré de ninguna manera, no sé qué él piensa. Pero es un hecho que Caelus te quiere más a ti. Sus ojos lo mostraron. Y ese prometido tuyo, ¡sólo recházalo si no te gusta! Te apoyo.—Asentí decidida.
La Diosa abrió los ojos de sorpresa y rio un poco. Poco después, mostró un rostro sonriente.
—En lo último te equivocas, él es amable conmigo por que siempre he estado a su lado, es algo natural como respirar, pero, ¿no ves que tan desesperado está por retenerte? Él muestra sus intenciones con sus acciones.
Tu personalidad es refrescante, libre y desinteresado, él siempre está rodeado de gente que hace lo que como rey desea, pero llevarle la contraria y arrastrarlo a nuevas emociones, es nuevo para el rey Caelus. No te odia, eso lo sé.
—Gracias por el halago Diosa Natfaria, bueno si eso piensa, entonces sólo el tiempo dirá lo que pasará. No voy a negar que tengo algo de miedo, soy una humana después de todo.
—Es honor prometida Alba guiarla, estaré a su lado cuando lo desee.
—Prometida, no. Sólo dime Alba, me sentiré más cómoda.—Afirmé con el rostro. Dí un gran suspiro y puse mis manos en mi cintura.—Será difícil, así que es suficiente saber que tengo gente que me ayuda aquí. Gracias.
—Ahora entiendo.–Dijo en voz baja.—De nada, sigamos con el recorrido. Luego te llevaré a un lugar muy agradable.–Su voz sonó suave.
—Oh, ¡entiendo!, gracias.
Cuando pensé en un lugar agradable, nunca pensé que fuera su habitación. Realmente no sé cómo terminé rodeada de muchas sirvientas de Natfaria, mientras yo me miraba en un gran espejo.
—Eh, no creo que se haga tantos milagros...
—Es la prometida del Rey y futura esposa, a Caelus le encantará que te presentes así ante él.
Con sólo pensar que me metí en la boca del lobo, es un verdadero suicidio. Es un hecho de que me quede aquí, es aceptar la propuesta de Caelus. Ahora sólo debo ser amable con quien lo es conmigo. Tampoco quiero mostrarme diferente.
Eso es, sólo seré yo.
—Bien, lo aceptaré. Debo admitir que no suelo usar maquillaje, sólo lo básico, debido a mi profesión como docente.
—Entonces será algo natural. Prosigan.—Ordenó con una señal.—Luego irá a instalarse en la habitación del Rey.
—¿Habitación?—Sonreí nerviosa.—Un lugar tan grande, ¿no tiene más habitaciones?
La Diosa respondió con respeto:
—Es una tradición que la prometida conviva con el Rey.
—Ah, entiendo.—Di un gran grito interno.
Maldita sea, ¡esto será más que incómodo!
Pasó alrededor de tres horas, fue una ardua tarea en purificar mi piel, lavar mi cabello, maquillarme y vestirme con un vestido color melón y encajes dorados. No era mi estilo, pero era un hermoso vestido.
Las sirvientas quedaron agotadas luego de tal trabajo, hacer un milagro con mi imagen es en verdad una verdadera hazaña.