El arrogante Dios del cielo

Capítulo 22 Agua de manantial

Flores rojas, he visto este escenario antes. Campo extenso y viento cálido.

A lo lejos de mi visión, vi a una mujer de ropas blanca y sencilla. Danzando en medio de las flores, sus manos eran delicadas y su baile tan enigmático que pareciera ella ser un hada, disfrutando y siendo una con la naturaleza. Su pelo estaba recogido en una gran trenza y sobre su cabeza lo adornaba flores blancas. Cerca de ella un hombre de ropa parecida, se la acercó tomándola de la mano de manera amable, a pesar de la distancia pude notar una hermosa sonrisa en él. Una sonrisa de un hombre enamorado.

Después, no vi más.

La luz cegó mis ojos al voltear con mucha dificultad a mi izquierda. Los abrí de a poco hasta que noté algo extraño en mi cuerpo.

Ah, estaba atada como un gusano en cuerpo entero.

Caelus aún dormía plácidamente al costado mío y yo sólo podía verlo sin mover ni un músculo.

Oye Caelus, creo que los prisioneros tienen más libertad que yo...
De todas formas, ¡fui obligada a mantenerme así después de ser atrapada por él! Nunca ví tanta maldad en su rostro, fue más un acto de venganza por no lo dejarlo dormir.

—Deja de mirarme, ¿qué tanto piensas?

Al oír su voz repentinamente, me sobresalté un poco.

—Estoy pensando como están preparando mi carta de renuncia en el mundo mortal... Mis alumnos también me extrañarán, incluido él...

—¿Él?–Interrumpió.

—Mi alumno.–Sonreí brevemente con malicia.—¿Pensabas que hablaba de un hombre adulto?

—Sólo duerme.—Evadió mi pregunta.

—Ya amaneció, ¡además no puedo dormir bien con esto!
Me ataste con una soga, ¿quién dormiría bien así? ¡Encima un hombre tan grande como tú me quita todo el espacio!

—Entonces mandaré que traigan una cama más grande.

—¿Por qué simplemente no mandas traer otra cama?

—Ocupa demasiado espacio.

—¿Demasiado espacio? ¡Tu habitación es mi casa entera!

—Si quieres irte, entonces cumple lo que prometiste.—Caelus se levantó de la cama con una mirada fija puesta en mí.—Sí puedes.—Me sentenció.

¡Nada es imposible!
Dios gruñón.

El Dios se dirigió a darse un baño al otro lado de la habitación, quedándome yo aún atada como un tronco en la esquina de la cama. Con mi cara de, "¿no me piensas desatar?".

Justo cuando pensaba las miles de posibilidades para zafarme de estas sogas, vi por la ventana aparecer a Sangel.

¡Realmente eres un ángel Sangel!
Vino en el momento correcto, hace mucho que no lo veía. En realidad son tres días...¡Pero igual!

—¡Señorita Alba! La extrañé mucho, el mandado me tomó más tiempo del que pensé.—Se abalanzó a mi cayendo sobre mi de manera cuidadosa.—¿Eh? ¿Esto le hizo mi señor?

—Tu señor no soporta mis super patadas y por miedo a no dormir me ató. Es tan práctico.—Dije en sarcasmo.

—¿Están durmiendo en la misma cama? ¡Ah!—Puso su palma de su mano en su  boca.—Mi señor es muy atrevido.

—¿Acaso obligó a todas sus prometidas a dormir de esta manera? ¡Quien lo hubiera soportado!

—Por ello está ese espacio.—Señalo detrás de ella.—¿Cuándo sacó la otra cama de su habitación?

Mi cabeza de inmediato se dio cuenta del significado de sus palabras, sintiéndome enormemente estafada.

—¡Sabía que ese espacio no estaba de más!

Sangel comenzó de a poco desatarme, hasta que al fin quedé libre. Mis músculos sintieron tanta libertad y estiré cada parte de mi cuerpo. Volteé mi cabeza hacia atrás con cautela y luego miré a Sangel.

—Vamos fuera ¡Igual él me encontrará! ¿Qué más da si me escapo?

—Cierto, cierto. Conozco un lugar en donde se puede relajar, existe un manantial que purifica el cuerpo entero. Se llama la fuente de Vicau, en honor a la ninfa protectora de ese lugar.

—Acepto, se oye genial, es mejor que estar aquí. Dejaré más rato mi misión.

Nos alejamos del palacio muy cautelosos y nos adentramos a pasajes desconocidos, hasta finalmente llegar al famoso manantial. El agua caía a cantaros de rocas blancas y brillantes que parecieran ser diamantes. Las flores daban un olor agradable y relajante al lugar. Finalmente el agua, era tan clara que podía ver el fondo de manantial, al tocarla también noté que estaba tibia, perfecto para un baño.

—La ropa que uso dentro parece una bata delgada, por precaución me bañaré con eso puesto. Sangel, por favor vigila al rededor.

—¡Sí! No dejaré que nadie la vea bañarse. Su cuerpo sólo lo puede ver mi señor.—Respondió con una gran sonrisa.

Espera Sangel ¡Eso último no!

El pequeño se fue corriendo hacia alrededor del lugar, por lo que aproveché para desvestirme hasta quedar con la ropa delgada. Nunca en mi vida había ido a este tipo de lugares, así que estaba realmente de buen humor al darme un baño como este y en un lugar tan celestial.

Cuando mis pies alcanzaron el fondo y mi cuerpo entero se hundió sintiéndome invadida por el líquido cristalino, sentí como si todas mis preocupaciones se esfumaran de mi conciencia, dándome un regocijo de paz interior.

Me acerqué hacia una flor que flotaba sobre el agua y estiré mi mano para tocarla. Sentí un movimiento extraño en el agua que me alertó voltear de inmediato detrás mío, cubriendo la parte de mi pecho con mi brazo derecho.

Detrás de una gran piedra, vi flotar un largo cabello rojo, que de inmediato aquella figura, mostró su rostro al voltear hacia mi, esos imponentes ojos rojos eran inconfundibles ¡Era el Dios de la guerra, Ares!

—Estaba tomando un baño relajante primero, pero que impertinente y osada que eres al entrar en mi presencia.

—Dios Ares, no noté su presencia en lo absoluto, estaría muy trillada si entrara sabiendo que estaba usted aquí.

—Mostrando tu cuerpo descubierto aún antes de casarte, interesante. Caelus hervirá de furia.

—¿Y crees que simplemente dejaré que se acerque a mí?




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