El olor a postre recién hecho se extendía en la lujosa cocina del palacio de Jade. El pequeño Sangel disfrutaba de su deliciosa recompensa con amplia felicidad. Lo que degustaba tan a gusto, era un queque de naranja con frutos secos recién hecho.
Cuando yo también me disponía dar un bocado, vi a Sangel saludar con respeto, dándome cuenta que Caelus se encontraba parado detrás mío.
—¿El olor te trajo aquí?—Volteé con una sonrisa.—Como una buena prometida, te dejé una porción para ti.
El Dios me quedó viendo fijamente, como si fuera algo insólito que yo le hubiera dejado una porción para él.
—¿Sabe bien Sangel?—Le pregunté al no obtener respuesta de él.
—¡Sí! ¡Delicioso!
—Toma.—Le entregué una pequeña porción en un plato plano.—No me mires así Caelus, que sabe bien. Tú comías mis comidas en mi mundo muy a gusto.
—¿Eso qué es?
—Queque.—Saqué una pequeña porción con una cuchara de plata y la alcé hacia su boca con una sonrisa..—Ahora abra la boca.
El rostro de Caelus se mostró horrorizado al verme ser muy servicial y amable. Hace mucho que no lo veía cambiar de expresión tan seguido.
Hasta yo pondría esa expresión, si me viera a sí misma. No te culpo.
—Sangel, ¿ella está con fiebre? ¿Se golpeó la cabeza?—Expresó con mucha seriedad.
—No mi señor, sólo trata de ser amable con usted.
—Eso mismo, que te haya sacado de quicio unas cuantas veces y te haya dicho que tienes un pésimo carácter. Eso es parte de mi sinceridad.—Suspiré con una sonrisa.—¿No puedo ser amable con usted Rey del Cielo?
Caelus acercó su boca hacia la cuchara comiendo la porción de el. Estando cerca de mi rostro y con sus ojos puestos a los míos, me habló:
—¿Qué estás tramando?
—¿Está delicioso?
—No me cambies de tema.
—Quiero conocer el exterior.—Señalé fuera.
—¿Sólo por eso?
—Con usted.—Lo señalé.
Viéndolo arquear sus cejas con un rostro de sorpresa. Movió su cuerpo ligeramente hacia atrás.
—¿Por qué?
—Sólo quiero conocerlo, deme un poco de su eterno tiempo.
Si quería acercarme a él, debía también tratar de ser más cercana a él. No sólo es cuestión de hacerlo sonreír para regresar a mi mundo, quiero saber también del pasado y el verdadero corazón de este Dios.
Definitivamente él también sabe, que hay algo extraño con mi reencarnación.
—Sangel, dile a Heht que se haga cargo del salón principal.
Oh. Realmente hizo tiempo para mí. En realidad no pensé que funcionaría.
—¡Por supuesto! ¡Tengan el día libre mi señor!—Sangel me susurró con señas cuando Caelus volteó a la salida.—Eso maravilloso Alba. Muy bien pensado.
Yo sólo extendí mi dedo pulgar y corrí a alcanzar al Dios.
—Antes de salir, le tengo una última petición.—Indiqué con mi dedo ser aquello pequeño.—No salga con su verdadera apariencia.
—¿Por qué no debería?
—No será divertido si va así. Todo el mundo le para diciendo: "Saludos al Rey Caelus", "Lo siento gran Rey", "Bendecido es el Dios del Cielo" ¿No te cansa oír aquello todos los días? Experimenta ser tratado como un ciudadano de tu mundo. De esa manera, definitivamente verás las cosas diferentes y será menos aburrido.
La mirada de Caelus se dirigió delante suyo y dio un suspiro de fatiga.
Estaba realmente siendo muy obediente hoy, ¡eso también era extraño!
—Está bien, lo haré por que sonó interesante.
El Dios en un abrir y cerrar de ojos, se mostró con la forma humana que llevaba en mi mundo, pero con una ropa menos llamativa y un sombrero algo grande para cubrir su rostro.
—¡Eso es! Mucho mejor, la ropa que usa usualmente, por poco lo deja jorobado por lo pesado que se ve con tantos adornos de oro.
Él señaló hacia la gran puerta.
—Avanza antes que me arrepienta.
—Esto sería como una cita, debe saber qué es, estando en mi mundo varios días.
Él asintió.
—Lo sé, tu hermana iba a eso seguido, ¿esto es una cita?
—¿Alguna vez usted tuvo una cita?
—No.
—Que coincidencia ¡Yo tampoco! Vamos, ¡vamos!—Lo jalé de su manga.
—¡Oye!
Sé que mi actitud había cambiado y Caelus no era tonto para no darse cuenta. Sin embargo, nada obtenía al mantener tal distancia. Si debía mencionar algo extraño que me había pasado estos días, era la sensación de cercanía de toda una vida con él. Al parecer, mi cuerpo y alma estaba recordando aquella otra vida. Incluso ese sueño fue muy vivido.
El Reino del norte, fue nuestra parada, llegamos ahí muy rápido gracias a la gran ave blanca del Dios Caelus que nos llevó. En el trayecto me dejó con el corazón en la boca por lo resbaloso que se sentía estar en la espalda de aquel ser, pero muy agradable a la vez por su esponjoso plumaje. Sin embargo, Caelus se puso detrás mío para que no resbalara. Rodeándome con uno de sus brazos mi cintura y el otro en el cuerpo de la ave para sujetarse. En ese momento me sentí muy extraña, por tal actitud de protección. Sentí que no era la primera vez que había experimentado algo así.
Cuando llegamos a tierra firme divisé cada parte del lugar, la gente de este lugar era muy humilde, pero cada uno poseía negocios variados para mantenerse, no era tan diferente a mi mundo. Caminando delante de Caelus me fijé en un juego de tiro al blanco con pequeñas dardos, donde el premio era objetos extraños al azar.
En un costado se reflejaba una advertencia antes de comenzar a jugar: «No se permite utilizar energía espiritual para ganar, sino será descalificado»
—Cal ¿Qué te parece una pequeña ronda? ¡Compitamos!
—¿Quién es Cal?
Yo susurré:
—Eres tú.—Sonreí satisfecha.—Nada de esto funcionaria si te llamo por tu nombre real, todo sería en vano.
Él con mala gana asintió y le pidió al comerciante que le dé algunas dardos para ambos, pagando por ello. Yo era un poco experta con esto, ya que en mi juventud me distraía tirando pequeñas piedra al agujero de la pared de mi jardín. Sólo supuse que sería igual, además de que Caelus no utilizaría ningún tipo de truco. Era un juego justo.