El arrogante Dios del cielo

Capítulo 25 Pasos de una doncella

En mi mano sostenía aquel collar tricolor y de cierta belleza mística, que terminé por decidir en ponerlo alrededor de mi cuello, sin embargo, mis manos que se encontraban luchando por enganchar los extremos, fueron agarrados por el Dios quien lo encajó sin decir una sola palabra.
Con la misma expresión de siempre.

—Gracias.—Sonreí un poco ante su repentina amabilidad.

Caelus inclinó su sombrero con su mano, tapando parte de sus ojos y susurró:

—La gente miraba, no seas vergonzosa.

—Ey, ¿por qué no sólo dices "de nada"? No seas tímido, sólo dí una frase más.

Tras un breve silencio, oí de manera suave susurrar una frase rápida.

—Ese collar, te da bien.

Mi cabeza giró de inmediato a su dirección.

—¡Espera, espera! ¡Ese un cumplido!—Me puse delante suyo.—Fue tan sincero, repítelo.—Lo señalé con mi dedo.

—No lo haré.—Apresuró sus pasos, por lo que caminé más rápido y volví a bloquear su paso.

—Caelus, ahora mismo nadie sabe quién eres, eres libre en tus acciones y palabras. Aprovecha, has las cosas que no puedes hacer siendo el rey del cielo.

Vi su mentón alzarse y suspirar tras un breve movimiento de su rostro, finalmente como una costumbre suyo, acercó su rostro cerca a la mía.

—No soy un niño, además, ¿qué no podría hacer?

—Umm, es una buena pregunta.—Lo señalé.—Por ejemplo, en ese lugar hay muchas parejas bailando, ¿sabes bailar aquello?

—Vámonos a otro lugar.

—¡Usted no se irá!—Lo tomé fuerte del brazo.—Rey del cielo, ¿le tiene miedo a un simple concurso de baile?

—Tú, no sabes bailar aquello, pasarás vergüenza y yo también.

—Nadie sabe que eres Caelus, a nadie le importará si bailas mal. De hecho a mi tampoco. Sólo un momento.

Siendo arrastrado por mi, lo puse al medio de todos. Las palabras de Caelus eran ciertas, yo no sabía bailar esa melodía que era tocada entre flautas y tambores, sólo veía a la gente de mi alrededor girar y mover sus manos. Pero, mi cuerpo comenzó a moverse al ritmo de aquella melodía de manera automática, era tan conocida para mí cuerpo, que incluso comencé a disfrutarlo.

Las manos de Caelus soltaron las mías, retrocediendo un poco él. Sus ojos celestes, sólo se notaron sorprendidos, viéndome fijamente.

Yo, recuerdo un poco haber visto esta escena. Es verdad, fue en ese sueño.

Cuando retrocedí, un pie mío se dobló al pisar un pequeña roca. Vi a Caelus acercarse a mi dirección, pero yo tengo buenos reflejos. Yo caí encima de él al impulsar mi cuerpo hacia adelante, quedando él con las manos extendidas y sobre el piso. 
Cuando pensé dar una disculpa, sólo lo oí dar un suspiro de alivio.

—Eres descuidada, te dije que no sabías bailarlo.

—Cierto, me apresuré. Pero estoy bien, terminé por botarte en el piso y utilizarte como colchón. Lo siento por eso.

Me levanté rápidamente al igual que el Dios al ver a la gente murmurar, siendo la reacción de Caelus esconder su rostro aún más con su sombrero.

Unos aplausos repentinos captaron mi atención.

—Maravilloso, joven dama. Es la primera vez que veo bailar está pieza de una manera tan natural y fluida.—Me miró fijamente.— Bonitos ojos.

—Ah... Gracias señor. Yo, de hecho no sé mucho bailar aquello.

Sonreí por el halago poco común, de hecho me sentí un feliz.

—Si sólo no te hubieras caído, podría haberte premiado por el buen espectáculo.

Oí la voz grave y autoritaria del Dios hablar.

—Vámonos.

Sentí mi mano ser sostenida por Caelus, haciendo él una mueca a que lo siga.

Despidiéndome de aquel señor de vestimenta graciosa y colorida, Caelus me llevó lejos de ese lugar. Entramos a un lugar más calmado, lleno de lirios blancos. Era tan tranquilo que me generó cierta paz.

—No vuelvas a bailar.

Por un momento me sorprendió sus palabras, pero luego mi mente entendió su razón. Ahora mismo, realmente él era muy claro.

—Caelus, háblame sobre ella.—Lo miré a los ojos.—Mi antepasado.

—¿Por qué lo haría?—Respondió de inmediato.

—Caelus, una vez leí algo muy peculiar cuando era pequeña, en resumen era algo así: Las reencarnaciones repetirán su pasado, para terminar un ciclo sin fin. Me mencionaste que ella murió de una enfermedad, ¿eso no se repetiría en mi también?

Sentí un breve silencio en él.

—Pero, no estás enferma.

—Exacto, Caelus si realmente ella es mi antepasado, ¿es posible que no repita su destino? Oh tal vez.

—¿Tal vez?

—Ella, no murió tal como mencionaste.

—Eso no es posible, ¡yo ví su cadáver!

—Bien, ¿qué viste ese día en su cuerpo?

—Estaba intacta, no estaba herida. La enfermedad era mortal, ella era frágil. No resistió. 
Estaba pálida y... su boca oscura.
Una de las médicos de mi confianza fue a verla, yo le ordené revisar las razones de su muerte. Ella murió de forma natural. Aún así no pude revivirla...—Dio una pausa alzando su mirada.—¡Nada obtendrás sabiendo esto!

—Dios del Cielo. Mandaste una médico conmigo por esa razón. Lo sé, sé tú miedo de que el pasado se repita, la culpa que tienes aunque no deberías tenerlo. Ya que tú no hiciste nada.—Miré las hermosas flores.—Yo sí temo, tengo una vida en mi mundo y no quisiera perderla en este lugar. Hay personas que me esperan y necesitan. Hay veces que realmente me siento sola y sin un propósito, yo extraño mi mundo. No es perfecto, pero sé que hay muchos que estarían triste si desaparezco.

Sosteniendo ambos hombros, me habló directamente.

—En tu mundo, estarás peligro.

—¿Eh?, ¿por qué?

—Tengo muchos enemigos que podrían hacerte daño. Y yo tengo un reino que gobernar.

—Caelus, sé que este mundo es importante para ti. Pero estás actuando con egoísmo, no seas igual a ellos. Has las cosas que crees correctas. Lo que en realidad dicta tu corazón.—Sonreí brevemente.—Yo no pienso morir de esa manera, no en está vida.




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