Mi cabeza cabeza en sí era un lío, pensaba muchas cosas tan prioritarias de este mundo, que por un momento olvidé mi origen. A pesar de no estar en mi mundo, me di cuenta que tantos problemas podía tener en este. Acostumbrarse no es malo, menos acoplarse, pero encariñarme con gente de aquí y encapricharme en descubrir algo, me ha hecho dudar de la firmeza mis palabras.
Aún así no pienso abandonar este lugar, dándome cuenta que tan lejos ya llegué, para no hacerlo mi prioridad. Eso incluye a Caelus.
—Señorita Alba, parece que su mirada está algo perdida.
—¿Eh?
Mi cuerpo tambaleó un poco, pero mantuve mi compostura de inmediato
—Sólo estoy algo conmocionada por lo de ayer.
Sangel giró su cabeza llena de dudas y curiosidad. Movió su dedo a la puerta, señalándolo con ahínco.
—Hace unos minutos vi a mi señor salir malhumorado, ¿qué exactamente le dijo?
Luego de pasar saliva, hablé:
—Yo, le dije que no era la primera vez que me besaba alguien.
—Ahora entiendo todo.—Sangel suspiró con un rostro de pena.—Señorita Alba, usted acaso...Es decir, ¿sucedió algo en su paseo fuera del palacio? Es obvio que hubo una interacción más íntima, que un beso.
Pequeño Sangel, ¡eres muy directo y perspicaz!
Los ojos del pequeño pareciera saltar de alegría al verme, esperaba mi respuesta impaciente. Justo cuando traté de modular una palabra, Sangel tambaleó y cayó al piso con muecas de dolor.
Mi cuerpo se fue hacia él de inmediato por inercia, no esperaba ver una escena así, menos a alguien a quien le tengo mucho apego. Mi mano pasó por su frente, dándome cuenta que él ardía en fiebre. Incluso estando frente a mí con una expresión vivida hace unos segundos, el trato de mantenerse fuerte para no preocuparme.
Tan sólo pensé el nombre de Caelus una sola vez para pedir ayuda y él apareció en un ventisco frente a mí, realmente no era broma lo de estar conectado a mí. La marca de mi frente es la prueba.
—Rápido, llama a un médico. Esta ardiendo en fiebre.—Hablé de inmediato.
Caelus lo miró fijamente sin darme una respuesta adecuada, hasta que habló sin mucha preocupación a comparación con mi manojo de nervios.
—Esto es natural en animales espirituales
—¿Normal? ¿Desde cuando arder en fiebre es normal? Aquí todo lo raro para mí, es normal.—Suspiré levantando en mis brazos a Sangel.—Tienes que ayudarlo.
—Alba, realmente no es grave, yo lo cuide y lo conozco más tiempo que tú. No mentiría con algo así.
Por alguna razón noté sus palabras muy sinceras. Así que le creí sin dudarlo.
Caelus tomó a Sangel en sus brazos y me indicó con la mirada que lo siguiera. Respiré hondo y caminé detrás de él.
El pequeño fue puesto al cuidado de un médico con rasgos animal de un zorro, orejas puntiagudas, cola mediana y esponjosa.
Fueron muchos minutos de dudas hasta que el médico, nos avisó de su situación.
—Avisando al Rey del Cielo.—Hizo una reverencia con sus manos.—Él es un caso muy raro de transformación, debió crecer hace mucho tiempo pero lo retuvo. Así que ahora, transformarse es algo doloroso para él, por lo tardío que es.
Caelus afirmó con una expresión obvia y suspiró, volteándome a mirar.
—Por eso te decía que Sangel no es un niño.
—Pero su condición no es normal, él dijo que es tardío por lo tanto más doloroso, no entiendo mucho de aquello, pero entiendo que no es normal.
—Es normal para Sangel, él sabía la consecuencia de mantener esa forma. Él fue traído por mi a este lugar cuando realmente era pequeño. Desde entonces, se ha rehusado a volverse más grande.
Pensé por unos segundos y hablé mirándolo a los ojos.
—No pensaste, ¿que estaba pensando en ti? Él me dijo muchas veces de tu parte amable, probablemente sienta una deuda contigo y no quiera ser una carga para ti.
Los ojos de Caelus lucieron sorprendidos, posando su mano en su rostro. Volteando hacia el médico, indicó:
—Tenlo vigilado y ayúdalo a mejorar, tengo que irme a una reunión.
—Sí, Rey Caelus.
—Alba, acompáñalo, él necesita de ti.
—Caelus, tú enserio...—Suspiré por su obvia preocupación, a pesar de mantener un rostro serio.—Si estás tan preocupado por él, ven a verlo. Él te estima más de lo que crees.
Caelus suspiró y habló con rapidez.
—Bien. Lo haré.
—Y...¿Sigues enojado conmigo?
—¿Enojado?
—Ya sabes, por lo que te dije.—Caelus me miró fijamente, casi conteniéndose en decir algo —Bueno, si tienes curiosidad, aquello fue en realidad un accidente. Caer justo a los labios de un hombre, es tan poco creíble que hasta me da vergüenza contarlo.
Oí un pequeño "hump" del Dios, volteando él su rostro de inmediato.
—Accidentes, conmigo no tendrás accidentes.
—¿Ah?
Dejándome con la palabra en la boca, el desapareció de repente.
—Caelus, eres tan fácil de hacer enojar, que hacerte sonreír es casi un mito... Pero lo que no hay duda es que, es la primera vez recibía un beso de esa magnitud.—Toqué con brevedad mi boca.
—Prometida Alba.
Oí de repente una voz suave detrás mío, la Diosa Natfaria había hecho un saludo de cortesía a penas volteé, haciendo lo mismo yo por instinto.
—Diosa Natfaria, no pensé que vendría a este lugar.
Con una voz suave me respondió:
—Escuché el rumor de que Sangel estaba enfermo, lo conozco desde hace mucho, por eso me preocupé.
—Entiendo, él no esta bien, pero no corre peligro su vida.—Indiqué con mi mano.—Está en la habitación de descanso, el médico lo está cuidando. Le avisaré de inmediato, que lo vino a visitar.
—Veo que tú tampoco entras, entremos juntas.
—Ah, sí... No quería interrumpir hasta que me autorice el médico, pero tampoco podría hacerle esperar a usted.
—Ven. Entremos juntas.—Moduló una sonrisa.
Recuerdo que la primera vez que vine aquí Sangel me habló de ella de una manera muy familiar, yo no conozco mucho tiempo a Sangel, el apego por ella debe ser más fuerte.